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domingo, 7 de abril de 2013

JESÚS ALEXIS GONZÁLEZ, ¡¡DOS VERDADES DE NUESTRA ECONOMÍA!!

1.- Verdad agroalimentaria. El presente gobierno pretendió a partir de 1999 un “desarrollo endógeno” para sustituir importaciones  en el área agroalimentaria (han formulado 2 Planes y aprobado 4 Leyes); con un hecho especial: el campesino recibe una adjudicación y no un título de propiedad, siendo el gobierno quien decide qué y cuánto se produce. 

El resultado tangible ha sido que la superficie sembrada disminuyó en el lapso 2002-2012 en un 17,8% al variar de 838.353 hectáreas en el 2002-2003 hasta 689.251 en el 2011-2012; de igual forma los fundos Zamoranos produjeron en 2011 el 0,07% de alimentos del rubro vegetal, y unos 1,6 millones de litros de leche anual lo cual equivale a la producción nacional de un día. En global la producción de rubros vegetales 2000-2011 disminuyó en un 20,3% al pasar de 17,7 a 14,1 millones de toneladas, y según el BCV el descenso del PIB para 2011 fue de 9,1% trasladando para 2012 una escasez de bienes de consumo masivo en anaqueles superior al 40% en algunos meses (el promedio en América Latina es de un 5% a 9%).
La producción de alimentos per cápita 1996-2011 se redujo en más de un 30%, propiciando que la importación de productos agrícolas y alimentos aumentara en un 276,4%, desde $ 1700 millones/año hasta $ 6400; y en 2012 superó los $ 7500 millones/año, convirtiendo hoy día a nuestro país en el  primer importador de alimentos en América Latina y en el último exportador del Continente;  luego que el gobierno intervino más de tres millones de hectáreas y expropió variadas plantas de producción, convirtiéndose  en el primer  empresario agroalimentario de Venezuela.


2.- Verdad importadora. Venezuela percibió en el lapso 1999-2012  unos $ 730.000 millones por concepto de exportaciones petroleras, lo cual no evitará que  para 2013 experimente un debilitamiento en su comportamiento económico (no superando el 4%); tal hecho encuentra su origen en una  ausencia  de políticas de desarrollo productivo durante el “proceso revolucionario” que se ha traducido en una escasa diversificación productiva.  Durante 2012  el monto de importaciones FOB alcanzó la cifra de $ 56.357 millones (61,4% sector privado y 38,6% el público), lo cual equivale al 61,3% de las divisas que ingresaron al país, lapso donde Cadivi autorizó liquidar 214614 solicitudes de divisas por un monto de $ 33.154,37 millones (promedio mensual de $ 2.762,9 millones y diario de $ 138,1 millones), correspondiéndole  un 78,5% a importaciones ($ 26.018,2 millones) para un promedio mensual de $ 2.168,2 millones y diario de $108,4 millones; mientras que entre enero y febrero 2013 asignó  $ 3.147 millones para ese concepto, inferior en un 43,9% con respecto al mismo período 2012; Sitme por su parte adjudicó en 2012  unos $ 10.080 millones (promedio mensual de $ 840 millones y diario de $ 42 millones). Es de observar que los $ 200 millones de la primera (y hasta ahora única) subasta del Sicad representó unos 6 días de importaciones del eliminado Sitme que manejaba un 15% aproximado del total  importado y que para el 2013 pudiera ubicarse en unos $ 7.700 millones para ser asignados por el Sicad ($ 642 millones/mes y $ 32 millones/día). Tan escuálido aporte se tradujo en una nueva devaluación del 107,5% (5,30 a 11) en menos de 2 meses, con mínimo efecto sobre el mercado paralelo (8% de las importaciones) con una desatención absoluta de las Pymes que generan más del 70% del empleo.
observatorio2012@gmail.com

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lunes, 26 de noviembre de 2012

EGILDO LUJÁN NAVA,¿SEGURIDAD AGROALIMENTARIA O “HALLACAZO” IMPORTADO?, FORMATO DEL FUTURO…

Es importante insistir en discutir y tratar el tema de la Seguridad Agroalimentaria, por ser de vital importancia para cualquier país del mundo. Es más, es indispensable que el Gobierno correspondiente vele y se haga responsable de eliminar riesgos de desabastecimiento, principalmente de alimentos y de materias primas o productos finales necesarios para el normal funcionamiento procesador,  y la satisfacción plena y eficiente de las necesidades del país.
En materia alimentaria, la historia nos ha enseñado que la escasez de alimentos puede sobrevenir por la falta de producción, pestes, cambios climáticos, guerras y, entre otros, por errores tácticos. Lo cierto es que el hambre es una de las peores calamidades que le puede suceder a cualquier nación.
Ahora bien, en Venezuela, tenemos excelentes y grandes extensiones de tierras cultivables, buenas condiciones climatológicas, gente preparada para hacer la tarea. Teníamos aceptables vías de penetración, conocimientos técnicos, acceso a los insumos necesarios para cultivar y criar, producción industrial, crédito, amplias y eficientes redes de distribución y un buen mercado de consumo que se autocontrolaba con una libre competencia, lo que conducía a una oferta de calidad y de cantidad a buen precio y SEGURIDAD. Como subproducto de todo esto, obteníamos un amplio mercado de trabajo y beneficio para toda la población. Y, finalmente, como resultado plausible, GARANTIA AGROALIMENTARIA.
  ¿Qué hemos hecho durante los últimos 14 años?. Guerra al "LATIFUNDIO"  contra fincas o propiedades de media (1/2) hectárea, hasta de cualquier cantidad de hectáreas. El fundamento ha sido ideológico y dirigido hacia la implantación de una persecución mal llamada expropiadora, arrebatándole más de CUATRO MILLONES DE HECTAREAS productivas al campo venezolano, según cifras del propio Gobierno, sin recompensar a sus legítimos propietarios, ni hacer de tal extensión un modelaje productivo referencial. Es decir, al no haber pagado siquiera sus bienhechurías, estamos en presencia de un despojo, y cuyo sello identificatorio es ahora la improductividad, si acaso, la producción conuquera de tales terrenos.
Adicionalmente, hoy los productores que, en su mayoría, vivían anteriormente con sus familias y trabajadores en sus fincas o sitios de producción, no lo pueden hacer por miedo al hampa y peligro de ser asaltado o secuestrado. Por lo que, aunado a la acción expropiadora gubernamental, las consecuencias de todo esto no podía ser otro: el desplome de la producción nacional, cayendo en lo que ya comúnmente se le llama EL “HALLACAZO IMPORTADO”, por aquello de que, además, importamos maíz, carne, pollo, alcaparras, aceitunas y casi todos los ingredientes de nuestra tradicional hallaca, símbolo de la culinaria decembrina nacional.
Llegamos a la inseguridad Agroalimentaria, implantando una economía de puertos. Y ahora los venezolanos somos agroproductores portuarios, dependiendo del funcionamiento de instalaciones donde opera toda clase de vicios, ineficiencia, trabas, burocracia; en fin, una maraña de problemas. Al no haber producción nacional, estamos importando casi el 80% de lo que consumimos y nuestros cinco puertos marítimos nacionales; La Guaira, Puerto Cabello, Maracaibo, Guanta y El Guamache no están preparados para atender esa enorme cantidad de carga. Los invito a que visiten nuestros puertos y aprecien las colas de buques en espera de turno para descargar.
¿Efectos?: fuga de divisas, desabastecimiento, incremento de costos, enormes pérdidas por descarga fuera de las fechas de vencimiento, descomposición de alimentos, robos, y, consecuencialmente, INSEGURIDAD ALIMENTARIA.
Hasta ahora, Venezuela ha tenido cómo pagar este enorme volumen de importaciones, propiciándose una bestial fuga de divisas que, actualmente, por escasez de las mismas, nos está llevando a una temida –e inevitable- devaluación de nuestra moneda. Una medida que, como ha sucedido en todas las ocasiones que se ha implantado en el país desde hace ya casi treinta años a partir del célebre “viernes negro”, al final,  afectará negativamente a todos los campos y sectores de producción de la economía nacional. De hecho, sin que se haya producido tal medida, ya entramos en crisis de abastecimiento (y perdónenme la anécdota: recorrí diez farmacias para conseguir un pote de leche para un bebé).  ¿Y el caso del arroz, del azúcar y del café ? .
Finalmente y concluyendo: ya no tenemos mucho más que advertir. Los errores están a la vista; sólo falta actuar. Comencemos por reconstruir los centros nacionales de producción, convoquemos a todos nuestros productores y todas las asociaciones y gremios que los agrupan. Dejemos de beneficiar a los productores de otros países y contemos con los nuestros que están aquí y que siempre estaremos. Seguridad, vías de comunicación, acceso al crédito oportuno para todos y manos a la obra, que el país cuenta con nosotros. Los productores no vemos color político, no discutimos ideologías: vemos dedicación al trabajo, eficiencia, conocimiento, producción, creación de empleo y bienestar.
Me da terror pensar qué pasaría si se desploma el precio del petróleo, sigue cayendo la producción petrolera nacional o se desata una guerra internacional. Retratémonos en el Medio Oriente y su peligroso conflicto de corte Internacional. Si Estados Unidos deja de comprarnos  petróleo, en fin, cualquier calamidad de esta índole, nos dejaría sin divisas para seguir comprando espejitos y armamentos. De hecho, bien vale la pena recordar que Estados Unidos, en apenas cuatro años, ya estará autoabasteciéndose, y que, a partir de entonces, diez años más adelante, estará en condiciones de producir tanto o más petróleo que Arabia Saudita. ¿Y qué hacemos mientras tanto? : armar presupuestos alimentados por el rentismo y el dispendio.
Llegó la hora de reflexionar, pero con el corazón en Venezuela y para los venezolanos. No queremos ser enemigos de nadie. Si tenemos disparidad de criterios, discutamos, lleguemos a acuerdos, solucionemos los problemas. Revisemos la historia de la humanidad. Ya este camino lo han recorrido muchos países y han terminado en un estrepitoso fracaso a un costo elevadísimo. En este punto, tengo que repetir lo dicho por André Gide: "Todas las cosas son ya dichas; pero como nadie escucha, hay que volver a empezar siempre". El lema de todo Gobierno y todo venezolano tiene que ser: guerra contra el mayor enemigo de la humanidad: la
pobreza.

egildolujan@gmail.com

Enviado a nuestros correos por:
Edecio Brito Escobar
ebritoe@gmail.com

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