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domingo, 24 de noviembre de 2013

MILAGROS SOCORRO, CARAVANAS DE 200 CAMIONES, BACHAQUEO,

No hay en la actualidad ninguna actividad más rentable en Venezuela que el bachaqueo (incluida la fase superior de esa forma de capitalismo, el contrabando de extracción).


Los márgenes de ganancia son casi tan grandes como los del narcotráfico, con la inmensa ventaja de que no es perseguido, puesto que quienes deberían controlar el bachaqueo están hasta el cuello en el negocio; y obtienen beneficios formidables que no les exigen más esfuerzo que poner los dedos en pinza para pescar el dinero y dar una palmada al camión en señal de que el camino está libre y pueden avanzar por las fronteras.

El bachaqueo lo perpetran grupos organizados. La actividad se pone en marcha cuando reciben el pitazo que los avisa de que a determinado supermercado va a llegar una carga de cualquier producto regulado, cuyo precio resulta mísero en comparación con lo que se paga por ellos en Colombia y cualquier país del Caribe.

En ocasiones, las bandas de bachaqueros visitan al dueño o gerente del supermercado y lo presionan –bajo amenaza de secuestro de un familiar, por ejemplo– para que les asignen los primeros 50 números de la cola. Una vez hechos con paquetes de comida o sacos de cemento (ahora también electrodomésticos), los llevan a los dueños de los camiones, también llamados “dueños de ruta”, que son los verdaderos barones de este trajín.

Los dueños de ruta les pagan a los bachacos que les han traído las pacas de productos, con un sobreprecio que basta para mantener las legiones de porteadores, pero que son cantidades insignificantes en contraste con lo que ellos van a obtener una vez trasladada hasta Colombia la comida, la gasolina, el cemento, los objetos de plástico (sillas, baldes, palanganas) y los enseres.

Se les dice “dueños de ruta”, pero en realidad todos transitan los mismos caminos, tanto en el Táchira como en el Zulia, rumbo al país vecino; y tienen el mismo contacto “con el pesado de la zona”,que es la autoridad por cuya orden se le dará paso franco al contrabando. Lo que cambia es la caravana y el producto. Cuando la recua es pequeña la componen 50 camiones, y cuando es grande, hasta 200. Las más productivas son las que pasan con pipas de gasolina: cada camión lleva de 25 a 30 pipas (cada una con 220 litros, aproximadamente, de combustible).

Una vez completado el flete, los camiones ya descargados regresan a Venezuela, donde los vuelven a abarrotar para emprender nuevamente viaje a Colombia. Esto puede ocurrir hasta tres veces en una noche. Hay algunos que solo van cuando arreglan el paso o, como se dice en su jerga, cuando les “dan pista”, esto es, haber arreglado con la Guardia Nacional, la policía o el Ejército, quien vaya a estar en las sucesivas alcabalas al momento de cruzar la frontera con las cargas, para no ser inspeccionados ni mucho menos detenidos por extracciones de semejantes volúmenes.

Este tráfago ocurre entre las 11:00 de la noche y las 5:00 de la mañana. Ese es el arreglo con las autoridades. Según mis informantes (que son unos cuantos, porque todo esto ocurre entre las sombras de la noche, pero a la vista de mucha gente) estamos hablando de alrededor de 600 camiones todos los días, de lunes a domingo, fajados en la labor de exprimir a Venezuela. “Eso lo sabe todo el mundo”, me aseguró una fuente cuya identidad queda en reserva. “De hecho, es la principal fuente de trabajo en la zona de Mara, Páez y toda la Guajira, tanto venezolana como colombiana. Es un negocio redondo, no solo para los dueños de las rutas, sino para el camionero (que cobra 10.000 bolívares por viaje), para las autoridades, quienes se quedan con 2.000 o 3.000 bolívares por camión, los jefes, y 200 bolívares por unidad de transporte para cada guardia o soldado (a esto se le llama ‘dejar la muela’), eso sí, en todas las alcabalas, incluida una que tiene la guerrilla, un poco más allá de la entrada del caserío El Escondido, todavía en territorio venezolano, no lejos de una alcabala de la GN”.

Este traqueteo mueve tanta plata que en la subregión Guajira han bajado los índices de criminalidad porque es más provechoso y seguro bachaquear que atracar, robar carros o secuestrar.

En estos tiempos de censura y temblorosos silencios, es deber de la prensa poner esta ignominia ante los ojos de la sociedad. Ya será responsabilidad de cada uno pactar con el sistema que ha auspiciado el devastador saqueo de Venezuela.

socorromilagros@gmail.com

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viernes, 21 de junio de 2013

FERNANDO FACCHIN B, CONSENSO: ¿ REPARTO NEGOCIADO ? ESTADO CARABOBO

Los carabobeños tenemos el convencimiento de que es necesario realizar una profunda reflexión en cuanto a las candidaturas a alcaldes y concejales para las próximas elecciones, como una estrategia para poder rescatar los gobiernos municipales. Esa reflexión debe estar concebida en el análisis y reconocimiento de los errores cometidos en recientes elecciones, pero sin recriminación de ninguna especie, dentro de un marco de madurez política e interés por el futuro de nuestra región.

El cinismo político es una costumbre, por ello, una veraz reflexión nos obligaría a deponer intereses individuales e imposiciones absurdas de candidatos no aceptados por las comunidades o extraños a ellas, de nada vale mantener candidaturas impuestas en un “reparto negociado con nombre de consenso”, si no se garantiza el triunfo; es fundamental apelar a la conciencia y responsabilidad que nos impone la situación actual que vive el país y en especial Carabobo y su municipio capital. Se requiere dejar de lado los triunfalismos ilusos que solo buscan construir sin cimientos o hacer crecer sin raíces a políticos que son estatuas de arena, ídolos ocasionales, hay que analizar con crudeza lo que nos demanda el colectivo. 
Respetar las identidades de los nuevos liderazgos, para constituir un gobierno municipal comprometido en una lucha frontal contra la corrupción, la pobreza, la marginalidad, la impunidad y el desarrollo sostenible, convocando a las fuerzas económicas, políticas y sociales a un gran acuerdo regional con destino a establecer mecanismos efectivos de participación ciudadana en la toma de decisiones sobre las políticas públicas municipales. 
En Venezuela, luego de las dos últimas elecciones se nos presenta otra realidad política totalmente diferente y la mayoría de los escogidos por consenso están debilitados, obviar esto significaría la exclusión de los nuevos liderazgos locales, Valencia quiere y precisa de caras nuevas en las concejalías, que conozcan las demandas sociales de los ciudadanos y estén en condiciones de afrontar la problemática más sentida de cada localidad parroquial con facultad para generar propuestas incluyentes donde las principales alternativas de solución emanen de la propia opinión ciudadana, los concejales actuales no se han compenetrado en el trabajo diario con las bases sociales de las comunidades, lo que no les permite el posicionamiento de su imagen como líder municipal con poder de triunfo. 
Carece de sentido negar la importancia que ha alcanzado el movimiento social que ha canalizado la Unidad, pero es preciso definir unos objetivos estratégicos, como la revisión de las candidaturas, que vayan más allá de lo que he llamado “reparto negociado mal llamado consenso” o cinismo político, la mayoría sospecha que con dichas candidaturas no se garantiza el triunfo, la unidad efectiva de hoy debe ser abierta al diálogo sincero con las comunidades. 
No es el momento de entrar en polémicas estériles, de lo que hay que hablar es de cuestiones básicas y fundamentales que afectan a los municipios, especialmente a Valencia, lo contrario será una debacle electoral aprovechado por la ilegítima casta gobernante que ha demostrado que la ciudadanía les importa un bledo. Las elecciones municipales son un reto colosal a la medida de nuestra historia, por tal razón, la acción de la Unidad debe estar contra la manipulación, el oportunismo político y el cinismo como ideología del fariseísmo. Las candidaturas: ¿Consenso o reparto negociado?
 Fernando Facchin Barreto 
ffacchinb@gmail.com

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