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martes, 15 de octubre de 2013

EL COLOMBIANO.COM, MADURO Y SU REALIDAD PARALELA, EDITORIAL,

Quince años de desastre en la gestión gubernamental, y el chavismo sigue culpando del fracaso a otros: la derecha, el imperialismo. Nada de autocrítica. Maduro quiere decretar "un hombre nuevo".

Todos los medios de comunicación internacionales independientes seguimos día a día la situación venezolana. Situación desesperada en lo económico, turbulenta en lo político y social y directamente calamitosa en lo institucional.

Hay desabastecimiento de productos básicos de la canasta familiar. Y no por mucho que lo niegue el gobierno, hace que aparezcan los bienes de consumo en los estantes vacíos de los supermercados.

Y desde allí mismo se reporta, por parte de los medios que aún resisten el acoso por cumplir su deber democrático de informar, que el desorden y la ausencia de autoridad legítima en los centros urbanos es alarmante. Entre milicias bolivarianas y grupos de moteros que aplican sus particulares leyes de la selva, la ciudadanía se encuentra acorralada entre unos gobernantes vociferantes y sin rumbo, esa escasez de productos básicos y una corrupción desmedida. Esta sí, fuera de todas las "justas proporciones".

El martes pasado, el presidente Nicolás Maduro solicitó a la Asamblea Nacional que le concediera poderes habilitantes para ejercer, durante un año, la facultad legislativa extraordinaria que le permita expedir decretos ejecutivos con fuerza de ley, sin necesidad de pasar por el Congreso.

Maduro carga con el peso de una herencia caudillista de un líder carismático -Hugo Chávez -, a quien no iguala ni siquiera en lo malo; de un sistema económico que no funciona; de una falta de capacidades para gobernar que avergüenza incluso a cierta izquierda crítica; y de una dispersión del poder que lo mantiene en permanente zozobra, al vaivén de las apetencias de su principal rival, Diosdado Cabello, y de los militares "boliburgueses" que no lo respetan.

Y el denominado heredero de Chávez considera que con poderes normativos excepcionales podrá contener por lo menos dos de los descomunales problemas (corrupción y crisis económica) que tienen a la República Bolivariana en estado de postración moral y financiera.

En uno de los párrafos de su macondiano discurso ante la Asamblea Nacional, Maduro sostuvo que "si la corrupción sigue reproduciéndose y perpetuando su lógica capitalista de destrucción, aquí no habrá socialismo, el socialismo nunca podrá afianzarse plenamente en su dinámica profundamente humana entre nosotros, en medio de los antivalores de la corrupción".

La corrupción, dijo, es derivada del sistema capitalista, de sus desórdenes y de su equivocada concepción del hombre. No es, en el caso de su país, resultado de 15 años de un mismo régimen, ni de la consolidación de camarillas de discurso socialista, pero de bolsillos sin fondo para atiborrarse de recursos públicos.

Igual con la economía. El desabastecimiento es producto de un bloqueo de la derecha fascista y de enemigos externos, que no permiten que los bienes lleguen al ordenado sistema de planificación estatal. La cadena productiva murió no por arbitrariedades gubernamentales, expropiaciones y falta de gestión. No: no funciona porque hay un complot de la derecha, que no deja producir bienes y servicios.

El discurso de Maduro podría indicar una patología política ya irremediable, de buscar cambiar la realidad con ruidosas arengas revolucionarias, o acabar la corrupción gubernamental no sancionando a quien incurre en ella, sino acorralando a la oposición. La farsa, en fin, de crear un hombre nuevo con políticas fracasadas y sin futuro.

http://www.elcolombiano.com/BancoConocimiento/M/maduro_y_su_realidad_paralela/maduro_y_su_realidad_paralela.asp

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viernes, 11 de octubre de 2013

EMILIO NOUEL V., ¿PARA QUÉ SERVIRÁ LA LEY HABILITANTE, MAESTRO?

Me cuenta un querido amigo que a la espera de un marroncito en una panadería, otro cliente en lo mismo le disparó a quemarropa la pregunta -no la de los 400.000 euros delictivos que admite impunemente el gobierno haber trasladado a Bulgaria- sino la de los 64.000 bolívares débiles y devaluados de hoy: “¿para qué servirá la habilitante, maestro?”.


Mi amigo, un tanto descolocado, no sólo por la hora tempranera, trastabilló antes de dar una respuesta, que esperaba no lo dejara mal parado ante el inopinado compañero de barra cafetera.  

Lo cierto -confiesa el amigo lleno también de dudas- es que no alcanzó a dar una réplica satisfactoria, aunque aventuró una explicación improvisada de contenido opositor del tipo de “ésa es otra vaina más del gobierno para seguir jorobando al país”.

Y ciertamente, todos los venezolanos estamos en la misma, preguntándonos sobre la utilidad de tal propuesta, si es necesaria en las actuales circunstancias (por cierto, muy graves) o qué hay detrás de ella.

Nadie sabe de qué viene la fulana Ley habilitante, y está más que claro que para combatir la corrupción no es. ¡A otro perro con ese hueso! Normas y organismos tenemos suficientes; otra cosa es que no quieran marear con la propuesta.

¿Para enfrentar una supuesta “guerra económica” contra el país? ¿cuál? Porque la única que conocemos es la ha que ejecutado el chavismo durante 15 años en los que ha destruido el aparato productivo público y privado con políticas absurdas. 
¿De qué se trata entonces todo este tinglado?

Sin embargo, hay mucha gente sencilla que no termina de comprender el asunto, y cómo eso pudiera mejorar, si es que ésa fuera la intención, la ya precaria y angustiosa situación económica de los venezolanos.

El gobierno de Maduro está en un brete serio, que cada día que pasa se complica más y más. Por los vientos que sopla, en las elecciones de diciembre les irá muy mal. Está siendo sobrepasado por las circunstancias. No hay luces ni talento y mucho menos deseos de rectificación en la burocracia chavista, que haga a uno pensar que se quiere resolver tamaño problemón.

Ante tal desastre tantas veces advertido ¿Tendrá la ley habilitante pedida una intención correctiva del rumbo económico, a pesar de nuestro escepticismo? ¿Es ése el objetivo, enderezar semejante entuerto? ¿O es un señuelo más del gobierno para que nos distraigamos del acogotamiento de la escasez y el alto costo de la vida?

¿Forma parte de un guión fraguado por los amos cubanos del gobierno, que apunta a profundizar los rasgos de un modelo político-económico fracasado, y así cerrar más el cepo autoritario?

¿O es también una huida hacia adelante sin brújula, producto de la improvisación de quienes, incompetentes e ignorantes proverbiales, no saben gobernar ni administrar?
¿Quién tendrá la clave de todo este embrollo? ¿Dónde está “la madre del cordero”?

Mientras tanto, los venezolanos, víctimas de la falta de transparencia, seguimos desconociendo para qué serviría la habilitante. Su contenido sigue siendo un misterio. Quizás ésa sea la idea. Una ley para hacer y deshacer a voluntad.

En su discurso “histórico-trascendental” de estos días, creo haber oído que Maduro habló del fetichismo de la ley, tema que parece haber pasado por debajo de la mesa de los comentaristas. Me pareció entender -no sé si él se comprendió a sí mismo- que el respeto al Derecho no sería algo fundamental. La ley sería un fetiche. Opinión de tufo marxista, por cierto, aunque dificulto que el personaje lo haya leído alguna vez, si es que es un hábito en él la lectura, lo que también dudo.

Y si es un tal fetiche ¿por qué entonces solicitar una ley habilitante?

La única explicación sería la de que la necesitan como barniz formal “legal” para esconder sus propósitos inconfesables. Es lo que han hecho todos estos años. Utilizar la legalidad y la institucionalidad para socavar a la democracia desde adentro.

Goebbels, que parece ser uno de los maestros de quienes gobiernan hoy a Venezuela, escribió sin muchos escrúpulos en 1928: ““Entramos al Parlamento para tomar las armas de la democracia. Si la democracia es tan estúpida como para darnos entrada gratis y salarios por ese trabajo, ése es su problema. Cualquier forma de traer la revolución es buena para nosotros (…) El Parlamento no es nuestro objetivo. No venimos como amigos, ni siquiera como neutrales. Venimos como enemigos. Como el lobo que ataca el rebaño de ovejas, así venimos.”

Y así vinieron también los chavistas. Destruyeron instituciones y forjaron leyes en función de sus objetivos demenciales.

¿Será la ley habilitante otro apretón de tuercas en la deriva tiránica del chavismo?

“¿Para qué servirá la habilitante, maestro?”, le reiteramos la pregunta también nosotros al amigo, y la respuesta sigue siendo una incógnita.

Porque resulta una enorme demostración de esquizofrenia oír a un Presidente que representa 15 años de la corrupción más grande conocida en la historia patria, hablar del tema, flanqueado y rodeado de quienes la han causado y usufructuado.
¿Es la habilitante para perseguir y encarcelar a esos allegados?


EMILIO NOUEL V.
emilio.nouel@gmail.com
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