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viernes, 10 de agosto de 2012

ORLANDO J. FERRERES, LAS CLAVES DE LA COMPETITIVIDAD, DESDE ARGENTINA, FUENTE TABANO INFORMA,

Entendemos por competitividad la producción de bienes y servicios de calidad comparable a menor costo que los competidores, ya sean países o empresas.
Hay muchas definiciones de competitividad, pero según esta, un factor clave es la productividad por persona ocupada. Depende de las innovaciones aplicadas, las inversiones en maquinaria, equipo y demás instalaciones, de la capacidad organizativa o gerencial para obtener resultados, motivar y capacitar a las personas que trabajan y del nivel salarial promedio del país. Por otro lado, las inversiones dependen mucho de la confianza en las reglas del juego y crecen más cuanto más se mantienen dichas reglas; en gran parte podemos decir que las inversiones dependen mucho de la estabilidad y consistencia de las variables macroeconómicas y políticas.
Otro factor importante, cuando consideramos la competitividad entre países, es el tipo de cambio real neto de aranceles y cuotas. Dejando de lado los aranceles y cuotas que dependen del proteccionismo y del lobbying respectivo, si se deja caer el tipo de cambio real, ya sea por una caída nominal como ocurrió en Brasil hasta hace pocos meses atrás, o por no seguir el ritmo de la inflación (aumento de costos en moneda extranjera) como está ocurriendo acá, también se pierde la competitividad del país, aunque las industrias o sectores sean muy productivos.
Ahora bien, al tipo de cambio real no lo fija la autoridad económica (ésta puede solamente establecer el tipo de cambio nominal). El tipo de cambio real es la resultante de diversas condiciones económicas del país, por ejemplo, la oferta y demanda de dólares y las condiciones de inflación. Y esta inflación es el producto de las condiciones macroeconómicas consistentes con el largo plazo. Por ejemplo, si el gasto público es alto y no sustentable, pero igual se lo quiere mantener, los impuestos no alcanzarán para cubrir dichos gastos y se apelará a gran asistencia monetaria del Banco Central, lo que producirá una inflación por encima del patrón aceptable internacionalmente, que es de 2,5% anual como máximo. Nosotros tenemos una inflación 10 veces mayor que la aceptable, aunque nos acostumbramos a ella y nos adaptamos a sufrirla, e incluso a muchos les parece normal.
El tipo de cambio real, por la razón dicha, evoluciona en sentido inverso al gasto público consolidado expresado en dólares: cuando el gasto público es muy grande, el tipo de cambio real es muy bajo y se vuelve insuficiente para competir para muchos sectores productivos, especialmente las economías regionales, que son las primeras afectadas por el "atraso cambiario", como ocurre ahora. Por eso es que hay que mantener el total del gasto público bajo cierto límites, lo más bajos posibles, para mantener nuestra competitividad y nuestros niveles de ocupación productiva eficiente lo más altos posibles. Querer mantener las dos variables altas al mismo tiempo es imposible, no funciona, aunque esta inconsistencia puede durar el tiempo suficiente como para destruir buena parte del sistema productivo, como recordarán los que vivieron esto en los últimos años de la convertibilidad, y que es similar a lo que también se está viviendo ahora.
En cuanto al otro factor clave de la competitividad, que es la productividad de la persona ocupada, no hemos evolucionado muy favorablemente en los últimos 40 años. Para medir cuantitativamente esta variable, dividimos el valor agregado del país (el PIB), por la cantidad de ocupados que contribuyeron a realizarlo: esto nos da la productividad por persona ocupada. Como esta variable es producto de muchas otras (innovaciones, inversiones, reglas del juego y demás) es importante analizarla en el largo plazo.
Se puede ver en el gráfico que la misma permanece estancada, con fluctuaciones, en los valores alcanzados en 1973, hace 40 años. Las grandes oscilaciones macroeconómicas, producto de la falta de seriedad y visión de largo plazo de nuestros políticos, fue lo que llevó a este resultado incompresible para un país con recursos físicos y gente preparada para la innovación y la producción.

Ver infografía "Productividad comparada: Arg, y EE. UU,":
http://especiales.lanacion.com.ar/multimedia/proyectos/12/infos/columnistas/columna070812.jpg
En los últimos años ha repuntado algo la productividad por persona ocupada, pero no es mucho mayor que la de mediados de los 70 o fines de los 90. El estancamiento de la productividad es un hecho confirmado en el largo plazo.
Hemos comparado esta evolución con la de otros países, en este caso con los Estados Unidos. La tendencia era similar en ambos países hasta el inicio de los 80. Desde allí se separó notablemente y sobre la base 1970 =100 hoy es 221, en tanto que nosotros llegamos sobre la misma base a 130 en 2011. Esto significa que en aquel país creció un 70% más que en la Argentina. Hay que tener en cuenta que los números índices no miden niveles sino evolución desde un momento en el tiempo (en este caso, para comparar sólo la evolución, se parte de una productividad igual a 100 en 1970 en los dos países).
Para comparar los niveles, hemos hecho una estimación para 2011 y resultó que el trabajador medio produce valor agregado por 108.000 dólares por año en EE. UU. y en Argentina por 30.000 dólares. En este año, la comparación calculada al dólar oficial abulta bastante el valor agregado en dólares del trabajador argentino. Aun así es casi 4 veces menor que el estadounidense. Por eso es que un trabajador allá, cumpliendo las mismas horas que acá y teniendo los mismos conocimientos y experiencias, gana alrededor de 4 o 5 veces más que acá. En EE.UU. la gente es cara y las cosas son baratas y aquí las cosas son caras y la gente es barata. ¿Se entiende ahora qué es la productividad? Por esto es importante que pongamos el foco en la productividad y en su crecimiento de largo plazo. De nada sirve que aumente 4 o 5 años si después, a causa de las crisis, se desploma a los mismos niveles anteriores.
Para no seguir declamando "queremos tener un país competitivo", hagámoslo. El tipo de cambio real y la productividad son dos factores clave que, a su vez, dependen de muchas variables macroeconómicas que deben estar en permanente equilibrio y debemos cuidar también, celosamente, la continuidad de las reglas del juego. Podemos "ser un país competitivo", que ocupe a toda la población productivamente. Necesitamos una estrategia de país de largo plazo para lograrlo.
Este es un reenvío de un mensaje de "Tábano Informa"
tabano.informa@gmail.com

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jueves, 2 de agosto de 2012

ORLANDO J. FERRERES, BRASIL, EL ÚNICO BENEFICIADO DEL MERCOSUR

En teoría, un mercado común beneficia a los países más chicos de la zona, pues la ampliación del mercado es mucho mayor para ellos que para los países más grandes.
Por lo tanto, nosotros podríamos haber calculado que las exportaciones de Paraguay, Uruguay y, en alguna medida de la Argentina, intrazona Mercosur deberían haber crecido en mayor medida que sus importaciones por la ampliación del mercado.
Pero esto no fue así, según la evolución de los últimos 10 años, dado el saldo del balance comercial, que refleja que fue deficitario para los países más chicos.
El único beneficiado en los últimos 10 años del Mercosur fue Brasil con un superávit intrazona de u$s + 36.818 millones, en tanto que Uruguay presentó un déficit de u$s -11.856 millones, la Argentina otro de u$s -13.618 millones y Paraguay de u$s - 12.666 millones. Los tres países más chicos están financiando a Brasil y son cada vez más dependientes de él.
Los tres países más chicos están financiando a Brasil y son cada vez más dependientes de él
Los brasileños, mejor organizados que los otros tres miembros, han obtenido resultados muy buenos con el Mercosur, tanto en superávit comercial como en la captación de inversiones directas que prefirieron la localización brasileña por su mayor continuidad de política económica, mayor ortodoxia y coherencia a largo plazo, sin defaults ni quitas de deuda, comparado con lo que puede ser nuestro caso.
¿Para qué quieren el Mercosur Argentina, Paraguay y Uruguay?
No se sabe, pues los resultados son malos tanto en saldo comercial deficitario como en volúmenes ya que el comercio extrazona creció más que el intra Mercosur.
Este resultado abrumador no es la única mala noticia sino que además tenemos que soportar altos aranceles externos comunes y casos especiales de protección de 35% al empresario en perjuicio del consumidor de nuestros países, cosa que no ocurre con Chile, que nunca quiso entrar al Mercosur.
Otro aspecto a resaltar es que Brasil es más caro que la Argentina y seguramente más caro también que Uruguay y que Paraguay. Comprar un dólar hace unos años costaba 3,90 reales, ahora cuesta 2,03 reales y hace unos 6 meses atrás valía 1,53 reales. Es decir, Brasil logra este balance positivo contra los otros tres países del Mercosur, aún con atraso cambiario.
El Mercosur nunca va a funcionar, como tampoco funcionaron con el éxito esperado la Alac (Asociación latinoamericana de libre comercio, fundada en 1960) y la Aladi (iniciada en 1980), pues ninguno de los países quiere ceder mercado a los demás más que en una pequeña proporción. La entrada de Venezuela al Mercosur es otra cuestión más política que económica que va a complicar más que simplificar la evolución de este Mercado Común del Sur.
El hecho principal es que casi no hay recursos humanos propios del Mercosur -que piensen en función del mismo- sino que hay empleados de Comercio Exterior y de Cancillería de los cuatro países, con preponderancia de Brasil, que piensan para sus propios países. Brasil lleva la iniciativa en casi todas las negociaciones y es lógico que sea el que obtuvo los únicos resultados atractivos.
La entrada de Venezuela al Mercosur es otra cuestión más política que económica que va a complicar más que simplificar la evolución de este Mercado Común del Sur
¿Qué podemos hacer? Es más lógico que los países pequeños y nosotros cambiemos de estrategia antes de que sea tarde y de que todas las localizaciones industriales más interesantes y las actividades económicas del futuro se ubiquen en Brasil. En nuestro caso, creo que es más eficiente seguir el camino de Chile, que hizo acuerdos comerciales con una gran cantidad de países y logró resultados mucho mejores que los de Uruguay, Paraguay o la Argentina con el Mercosur. Lo que no podemos es seguir como en los últimos 10 años..
cee@ojf.com

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domingo, 13 de mayo de 2012

ORLANDO J. FERRERES, KEYNES Y LA REALIDAD 80 AÑOS DESPUÉS, FUENTE DIARIO LA NACIÓN DE ARGENTINA

Cuando John Maynard Keynes escribió la Teoría General de la Ocupación, el Interés y el Dinero, en la década de 1930, predominaba la producción de bienes. Por eso dijo que "era mejor hacer un pozo y volverlo a tapar que tener gente desocupada". De esa manera, al realizar obras (básicamente obras públicas) se ponía en marcha el multiplicador de la inversión y se llegaba a un nivel de producción y ocupación mayor. Esto justificó la intervención del Estado en la economía en las épocas de crisis.

Posteriormente, el populismo y corrientes ideológicas afines utilizaron la intervención del Estado en la economía aun en épocas normales. Esto fue incrementando el grado de participación del Estado dentro del Producto, no sólo para cumplir sus funciones primordiales, como educación, salud, justicia y seguridad, sino también como regulador y productor directo de bienes y servicios. En general, casi todos los gobiernos, en los diferentes países, han caído en la tentación de querer solucionar los problemas económicos con mayor intervención del Estado en la economía.

Sin embargo, en la última crisis de 2008 en adelante, el resultado de tremendas dosis de gasto público y déficit fiscal unidos a expansiones monetarias muy grandes, no han logrado una respuesta como la que se esperaba y los efectos en la ocupación han sido magros. Es más, los economistas ligados a líneas ideológicas propensas a la intervención del Estado en la economía, premios Nobel incluidos, han pedido aún mayor intervención para solucionar el problema, que ya era de bastante exceso de gasto. ¿A qué puede deberse esta gran diferencia con el pasado y los errores de diagnóstico?

La economía se ha transformado y ha aumentado mucho el sector servicios. En los países desarrollados, los servicios representan cerca del 80% del producto. En los últimos 15 años, se ha desarrollado mucho la "economía del conocimiento" de altísimo valor agregado y se ha enviado la producción de bienes, que requiere el uso de mano de obra en forma más intensiva, a los países emergentes, con menores salarios en términos de moneda comparable. El incremento de la producción industrial en los países emergentes se ha más que duplicado desde el año 2000 hasta ahora, en tanto que en los países centrales no ha crecido nada. Los países centrales quieren concentrarse en la producción de servicios de alto valor agregado que les rinde mayor ingreso por persona, aunque requiere una mayor capacitación. Podemos observar también esta tendencia en la capitalización bursátil de empresas de tecnología, como Apple o Google, que superan ampliamente a la de empresas manufactureras por excelencia, como GM u otras automotrices, para tomar un ejemplo.

¿A qué sectores va destinado el incremento del gasto público para salir de la crisis en una economía de servicios, con casi toda la infraestructura al día? En el "Recovery Plan" aplicado en 2009 en Estados Unidos por el presidente Barack Obama, la mayor parte del mismo fue asignado a planes inversión en capacitación para docentes, cursos de preparación para enfermeras y similares. La porción destinada a inversión en obras públicas fue pequeña aun suponiendo que los gastos enviados a los municipios fueron todos para obras públicas. El resultado en el empleo fue muy limitado.

Cuando se hace una obra pública, la demanda de cemento, por ejemplo, incrementa el trabajo de esas fábricas, las que incrementan el empleo y pagan más salarios, lo que incrementa la demanda de bienes de consumo, que aumentan el empleo en dichos sectores y así se expande el Producto y el empleo. Lo mismo podemos decir con el hierro redondo usado en la obra pública o con los ladrillos utilizados en ella y demás insumos. Esto no ocurre con el incremento de gastos de inversión en capacitación de personal. Por lo tanto, el objetivo básico de estos gastos, que es el aumento del empleo, se logra de una manera muy débil en economías como la americana, de acuerdo a la experiencia reciente. Esto también es cierto para los países europeos en estos momentos.

Por lo tanto hay que repensar las ideas de Keynes, que eran útiles para una economía de hace 80 años atrás, y adaptarlas a la realidad del siglo XXI. La gran participación de los Servicios y de la Economía del Conocimiento dentro del PIB han cambiado mucho las cosas. Las mismas recetas que antes funcionaban bien hoy dan poco resultado. Él dijo que hay que ocuparse del corto plazo "pues en el largo plazo estamos todos muertos". Pero como se observó recientemente: "Keynes está muerto y nosotros estamos vivos en el largo plazo". Nosotros tenemos que pensar la realidad, que es lo que hubiera hecho Keynes.

http://www.lanacion.com.ar/1471279-keynes-y-la-realidad-80-anos-despues

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miércoles, 7 de marzo de 2012

ORLANDO J. FERRERES: POPULISMO, CREENCIAS ILUSORIAS Y NIVEL DE VIDA SUSTENTABLE (FUENTE LA NACION DE ARGENTINA)

El populismo se caracteriza, principalmente, por generar altas expectativas de consumo a la población con el objetivo de obtener más votos en las elecciones, sin embargo, dichas expectativas van mas allá de lo posible. Este tipo de comportamiento genera crisis periódicas, crisis que llegan cuando las promesas consumistas ya no pueden cumplirse dado que las inversiones en infraestructura, energía e industrias no fueron hechas a tiempo. Últimamente, con la democracia de masas, como lo que interesan son los votos, al igual que una empresa que actúa en un mercado de un bien o servicio, lo que se procura por encima de todo es ganar mercado, para lo que hay que obtener un mayor "market share", mayor porcentaje de votos, al menos mas de 40%, mucho mejor 45% y sino todo lo que se pueda, arriba de 51%. Hacer ilusionar a la gente es fácil, lo difícil es cumplir en el largo plazo.
¿Cómo es posible que gran cantidad de gente crea algunas promesas que analizadas más profundamente se ve que son de difícil realización? Es que el ser humano, a pesar de lo que creemos, suele tener percepciones sesgadas de la realidad. El Premio Nobel de Economía del año 2002, Daniel Kahneman, en su libro "Thinking Fast and Slow" (Pensamiento rápido y lento) dice que sufrimos muchas ilusiones, y lo ejemplifica con el famoso diagrama de Muller-Lyer. Se pueden ver dos líneas horizontales comunes, pero con flechitas en direcciones opuestas. La línea de abajo es obviamente más larga que la de arriba, según el siguiente diagrama.
Pero si las medimos con una regla, podemos comprobar que ambas rectas son de igual largo. Ahora sabemos que son iguales. Aun así, si las volvemos a mirar, sigue siendo evidente para la gran mayoría de las personas, que la línea de abajo es más larga que la de arriba. Esto es lo que pasa con muchas afirmaciones del populismo, se perciben como verdaderas aunque no lo sean y es difícil convencer de lo contrario hasta que la realidad se impone.
Para resistir a la ilusión uno debe aprender a no creer en todas las impresiones o promesas (pensamiento rápido) y debemos analizar más cada cosa que decimos o nos proponen y hacerlo con mayor detenimiento (pensamiento lento). Obviamente no todas las impresiones son visuales, hay de todo tipo, económicas, psicológicas, políticas y demás. Los políticos le dirían a la gente que crean en lo que ven, que la recta de abajo es más larga, y posiblemente tendrían éxito en las elecciones en relación a los que le dijeran la verdad, que ambas son iguales. Este es un gran drama de la democracia: decir la verdad no consigue votos.
El diagrama que vimos es un ejemplo muy estudiado pero resulta mucho más difícil en la vida cotidiana distinguir lo que es falso de lo que es cierto, más aún cuando las personas que hacen las afirmaciones o propuestas ocupan puestos importantes en la sociedad o el Estado. Esta es una característica significativa de los populistas, pero en menor medida lo hacen todas o casi todas las orientaciones ideológicas.
Cuando la población de un país tiene un sistema de creencias contrario a lo que le conviene, un sistema de creencias ilusorio encarnado progresivamente en los ciudadanos por más de 70 años, es muy difícil para ese país salir de esa situación. Creemos (impulsado por dirigentes influyentes) que la inflación es mejor que la estabilidad monetaria. Creemos que es posible sustentar la ilusión monetaria de aumentos saláriales sin ninguna relación con la productividad por persona ocupada. Creemos que consumir sin dedicar recursos a la inversión es lo que nos hace crecer "pues invirtiendo cualquiera crece". Creemos que cerrando la exportación de un producto nos hace tener precios más bajos en el mercado interno, aunque después el precio de ese producto explote por falta de oferta (pasó con la carne). Creemos que se puede financiar el gasto público con emisión monetaria. Creemos que endeudarse excesivamente en el Estado es bueno y después aplaudimos el default. Festejamos los créditos y lloramos y negamos las deudas, sin percibir que son la misma cosa. Con esta lista, aun incompleta, de creencias bien arraigadas es difícil poder obtener resultados duraderos con la política correcta, pues la población va a querer volver a estas creencias. En otras palabras, la población va a volver a decir que la línea de abajo del diagrama es más larga que la de arriba, aunque no sea verdad. Cada uno puede agregar o descartar conceptos a la lista de creencias ilusorias que tenemos los argentinos y se verá que es muy larga y preocupante.
OFRECER EL CIELO EN LA TIERRA
Lo que es dramático es que los políticos y demás dirigentes del país (empresarios, profesionales, intelectuales, periodistas, directivos de ONG) fomenten este tipo de ilusiones pues eso nos lleva al progresivo retraso relativo respecto de otros países que se dan cuenta que para progresar no se puede creer en los vidrios de colores. Es una cuestión moral, no podemos prometer lo que no se va poder lograr, es un comportamiento reñido con la ética.
Cuanto más realidad confirmada tengan los dirigentes, mas va a crecer el país en el largo plazo y mejor será el nivel de vida que gozarán sus habitantes en forma permanente. Para ello tenemos que estudiar más, prepararnos mejor, ver lo que da resultado en el largo plazo, comparar con políticas exitosas aplicadas en otros países, discutir más las ideas para corregirnos mutuamente de las ilusiones. Aún así habrá errores, pero mucho menos ilusión que si prometemos metas falsas, que no se pueden cumplir o sostener en el largo plazo. El populismo paga al contado e hipoteca el futuro. Otro que venga después tendrá que pagar el costo político de arreglar las cosas. Tenemos que superar ese famoso péndulo argentino.
http://www.lanacion.com.ar/1453926-populismo-creencias-ilusorias-y-nivel-de-vida-sustentable


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