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sábado, 15 de marzo de 2014

MERCEDES PULIDO, ¿NEGOCIACIÓN PARA QUÉ?

Si bien ha sido un largo mes de malestares, confrontaciones y abierta acción de lucha de libertades, no podemos olvidar que su origen se remonta al referéndum del 2007 donde claramente y con múltiples amenazas la mayoría reafirmó su compromiso con la libertad como norte de la convivencia. Asumiendo descaradamente que esa voluntad era descartable por la imposición de la fuerza, en siete años se han pisoteado principios para imponer lo que mayoría había rechazado. No es de extrañar que los "gases" del hostigamiento se hayan acumulado y estemos ante una realidad con fuerzas propias orientada a generar el camino que la ilusión del poder temporal distorsionó.

Ahora bien, las imágenes de la tremenda represión con la violación inaudita de la vida  nos llevan a comprender cómo hay dos lógicas en acción que parecen irreconciliables. Para la visión militar "las bajas humanas" no tienen rostros, todo se somete al cumplimiento o no del objetivo de la guerra. De allí no hay sino un paso para eliminar cualquier obstáculo mediante  medios lícitos o ilícitos  a lo que estorbe al mantenimiento de "mi orden público". La lógica   "civil" se sustenta en  la vida humana como  principio irrenunciable y por ello los derechos humanos tienen prioridad en toda confrontación social. Su desconocimiento deja huellas perennes limitando la construcción de un futuro y su fortalecimiento abre nuevas compuertas a la convivencia de la diversidad y la posibilidad de un tejido social con capacidad de ser iguales pero diferentes. La represión es inoperante en el marco de las aspiraciones legítimas de libertad, al  cerrar caminos sometiendo sin modificar conductas y mucho menos los principios o creencias que las sustentan, que nuevamente buscaran sus propios cauces.

De allí que no puede pensarse en diálogo para la negociación de las aspiraciones, sino tenemos claro qué es lo que está en juego.  Están en juego las libertades. Por lo que es  desconfiable toda propuesta que implique desconocimiento de los principios pisoteados desde el "referéndum del 2007 que en su momento fue calificado como "victoria pírrica".

Nuestra constitución como  marco del país, que asumimos y aspiramos construir, le otorga prioridad a la lógica civil, de allí que ciertos instrumentos no son los únicos, sea la separación de los poderes públicos para que exista capacidad en el debate de las diferencias y apertura de consensos confiables en las decisiones personales y colectivas, esenciales en la dinámica humana.

Del pasado aprendimos que toda negociación requiere ganar algo nuevo y perder algo que estorba con la finalidad de reconocer y superar la crisis que genera el "terremoto social".

Sin reconocer el "pecado original" en esta confrontación, son pocos los caminos que generen confianza para la nueva institucionalidad que está en juego. Pretender seguir imponiendo un modelo que a todas luces no se sabe para dónde va es desconocer el potencial de las aspiraciones humanas.

Mercedes Pulido
mercedes.pulido@gmail.com
@mercedespulido

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jueves, 12 de diciembre de 2013

Elinor Montes, ¿Negociación por la Paz? ¿Negociación por la Democracia?, Caso Colombua


Si el fin de las FARC no es dejar las armas sino acceder al poder electoralmente, está negociando Santos con ellas ¿la paz o la democracia?  

Para no ser cómplice por omisión, bajo el riesgo de que me descalifiquen como “enemiga de la paz”, como se viene haciendo con quienes expresan su preocupación legítima por las graves consecuencias que pudieren derivarse de las condiciones y los precedentes terribles que se están sentando en la negociación de “paz” entre el gobierno de Santos y las FARC, doy mi opinión al respecto (“paz” porque el verdadero objetivo para ambos actores pareciera ser el poder y no precisamente como un medio para garantizar el respeto de la dignidad de la persona humana y el bien común – como debería ser- sino todo lo contrario).

De entrada el que la negociación no se esté realizando en un territorio neutral y democrático sino en Cuba, promueve el totalitarismo comunista, lo cual favorece los planes de las FARC. Por otro lado, mediante el Canal de TV El Tiempo, defensor de la negociación, se ha sugerido que una vez que las FARC se incorporen como partido político se les dé la posibilidad de tener su canal de TV, cuando en ese mismo programa de opinión se admitió que hay división en ellas, un grupo no quiere abandonar las armas ¿Qué tal? Entonces ¿De qué paz hablan cuando se avizora que una parte de las FARC continuará con sus crímenes contra la humanidad, conservará el territorio tomado y financiará a la otra parte que se incorporará a la política con total impunidad -precedente además gravísimo en denegación de justicia y en promoción del crimen, el daño hay que hacerlo en grande para librarse del peso de la Ley-.

¿Acaso no ven que las FARC cambian la estrategia pero no el objetivo de destruir la democracia y tomar el poder para imponer el totalitarismo comunista mediante el uso de las instituciones e instrumentos democráticos –elecciones, Ley, justicia, etc.-? como ocurrió en lo que fue la República de Venezuela con la pacificación e incorporación a la política de los guerrilleros comunistas, que 40 años más tarde demostraron que nunca se convirtieron, no cambiaron el qué sino el cómo.

Conciudadano colombiano, mírese en el espejo venezolano, si no desea, entre otros males, perder la democracia –libertad, justicia, igualdad y paz-, ni que su patria sea invadida y dirigida por Cuba, ni que su nación sea dividida, empobrecida y corrompida por especialistas en lograr un cambio cultural para que la gente haga el mal convencida de que hace bien, es hora de que se active, de que se pronuncie en contra, de que no sea cómplice por omisión de la traición, de la inmoralidad, de los que negocian la democracia de Colombia.

@elinormontes    

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