BIENVENIDOS AMIGOS PUES OTRA VENEZUELA ES POSIBLE. LUCHEMOS POR LA DEMOCRACIA LIBERAL

LA LIBERTAD, SANCHO, ES UNO DE LOS MÁS PRECIOSOS DONES QUE A LOS HOMBRES DIERON LOS CIELOS; CON ELLA NO PUEDEN IGUALARSE LOS TESOROS QUE ENCIERRAN LA TIERRA Y EL MAR: POR LA LIBERTAD, ASÍ COMO POR LA HONRA, SE PUEDE Y DEBE AVENTURAR LA VIDA. (MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA) ¡VENEZUELA SOMOS TODOS! NO DEFENDEMOS POSICIONES PARTIDISTAS. ESTAMOS CON LA AUTENTICA UNIDAD DE LA ALTERNATIVA DEMOCRATICA
Mostrando entradas con la etiqueta NICOLAS MARQUEZ. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta NICOLAS MARQUEZ. Mostrar todas las entradas

martes, 23 de octubre de 2012

NICOLAS MARQUEZ, EL TRIUNFO ELECTORAL DEL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI, DESDE ARGENTINA,

Pocos años después de la caída del Muro de Berlín (1989) y de la disolución de la URSS (1992), la izquierda, muy lejos de extinguirse pudo hoy, en lo que a Latinoamérica concierne, recomponerse notablemente y el mapa de la región nos muestra una importante expansión de este neocomunismo que a diferencias del que prevaleció en el Siglo pasado, ya no tiene su Estado Mayor en Moscú sino en la Habana y Caracas. Este renovado marxismo si bien en esencia es el mismo de siempre, en su apariencia, discursos e instrumentos políticos presenta muchas particularidades y características que constituyen claramente una novedad y que lo diferencian de la versión que conocimos en los tiempos de la Guerra Fría.

Efectivamente, el neocomunismo actual (lo que el dictador vitalicio Hugo Chávez denomina “socialismo del siglo XXI”), al contrario de su antecesor, tiene la característica de legitimar su poder político a través del sufragio. Luego, esta nueva versión de socialismo utiliza la democracia para imponer precisamente un sistema ajeno a la democracia, valiéndose de los votos para construir un despotismo y concentrar los poderes en la persona del caudillo “elegido”, adecuando y desfigurando luego la estructura institucional republicana de poder y acomodándola a imagen y semejanza de las necesidades del novel tirano. Como vemos, el sufragio no le quita al socialismo del siglo XXI la impronta totalitaria (que le es connatural) ni mucho menos, pero el modo de acceso al poder es bien distinto del que fuera experimentado en el Siglo anterior. Vale decir, la revolución ya no descansa en las balas de la guerrilla sino en papeletas electorales, ese es su gran elemento distintivo.
El antecedente arquetípico de esta forma de socialismo revolucionario de tinte sufraguista, lo encontramos claramente en el histórico proceso que en los años 70` protagonizó en Chile Salvador Allende, dado que este último comandó la única experiencia en el mundo en la que se intentó llevar a un país hacia el socialismo revolucionario por medio de un sistema electoral. Siempre se recordó a Allende precisamente por esa particularidad y el propio mandatario, en reportaje concedido al agente francés Regys Debray en 1970, confesó su admiración por el despotismo castrista y agregó que su objetivo político era instalar al marxismo tal como en Cuba pero por medio de una táctica distinta para tomar el poder:
-Debray: Cuando la transmisión del mando, en el Estadio Nacional, donde Ud. pronunció su primer discurso político como Presidente, estaba el retrato del Comandante Guevara. Ud. lo mencionó como ejemplo para la juventud chilena. Una pregunta: ¿Por qué Ud. con posiciones políticamente distintas de las del Che sigue asumiendo la bandera del Che Guevara, de la Revolución Cubana, del internacionalismo latinoamericano?
-Allende: Porque yo creo, indiscutiblemente, que en la vida de Latinoamérica pocas veces, o quizás nunca, ha habido un hombre que haya demostrado más consecuencia con sus ideas, más generosidad, más desprendimiento. El Che lo tenía todo, renunció a todo por hacer posible la lucha continental. Ahora la respuesta de porqué, está en la propia dedicatoria del libro del Che: “Para Allende, que por otros caminos trata de obtener lo mismo”. Había diferencias indiscutiblemente, pero formales. En el fondo, las posiciones eran similares, iguales.
-Debray: Diferencias de tácticas…
-Allende: Exacto. Cada dirigente debe proceder al análisis concreto de una situación concreta, esa es la esencia del marxismo. Por eso cada país frente a su realidad traza su propia táctica”[1].
Vale decir: Allende reconoció inequívocamente que la democracia fue un simple mecanismo de acceso al poder distinto del utilizado por la guerrilla, pero que los fines y los objetivos eran idénticos (esto es, la toma del poder para la imposición del comunismo en Chile al fiel estilo castro-comunista). Luego, aquello que antes era monopolio de Salvador Allende (intentar una revolución legitimada en el sufragio) hoy ya no resulta algo infrecuente, sino que numerosos caciques de Latinoamérica están repitiendo esa experiencia, aunque de manera mucho más exitosa que la inconclusa revolución del líder chileno.
Cuando decimos que los caudillos socialistas actuales son más exitosos que Allende no nos estamos refiriendo al éxito de su administración o gestión gubernamental, sino al éxito electoral obtenido, no sólo para acceder al poder sino para conservar o perpetuar ese poder político-institucional. En efecto, Allende ganó su elección presidencial en 1970 con menos del 35% de los votos y en 1973 perdió las elecciones de congresistas en medio de un enorme malestar popular que lo debilitó de manera completa, hasta llegar a la sublevación de septiembre de 1973, en cuyo contexto Allende comprobadamente se suicidó[2].
Con motivo del citado fracaso del experimento socialista soviético y sus satélites, hoy las nuevas generaciones de izquierdistas han tenido que aggiornar y acomodar su libreto y su cartel alejándose un poco de la infamante etiqueta comunista y apelar entonces a proclamas difusas tales como impulsar un programa “nacional y popular”, “latinoamericanista”, “descolonizador”, “antiimperialista”, “indigenista”, “progresista”, “bolivariano” y un sinfín de apodos que para simplificar denominaremos, ajustándonos a la jerga chavista, “socialismo del Siglo XXI”.
En suma, estamos en presencia de un fenómeno que es ideológicamente marxista pero políticamente demo-populista. El populismo y la hetero-praxis son sus instrumentos, pero la imposición del comunismo es su objetivo final. En efecto, la gran nota distintiva es que el despotismo socialista actual sustenta su poder en elecciones, que además tienen la particularidad de ser victoriosas.
¿Cuáles son las claves de estos constantes éxitos electorales que vienen obteniendo Chávez, Cristina, Correa o Evo?, creemos que más allá de matices propios de cada país, son fundamentalmente tres las causas que nos explican estos éxitos electivos:
1)
Hoy Latinoamérica vive el mejor contexto internacional de que se tenga memoria (a modo de ejemplo en el primer año de gobierno de Chávez –1999- el barril de petróleo valía 9 dólares y hoy oscila en los 130 dólares promedio). Esto permite practicar una política de anestesia social que no genera empleo genuino ni producción concreta, pero permite distraer a los sectores postergados con determinados “planes sociales”, subsidios demagógicos y otros entretenimientos por el estilo que generan en estos ambientes una percepción de aparente mejoría y a la vez una relación de dependencia de estos para con el Estado.
2)
El socialismo (sea este internacionalista o nacionalista) confunde al partido con el Estado. Luego, las contiendas electorales  no consisten en disputas entre dos partidos políticos que compiten entre sí, sino que se trata de un partido político (opositor) que debe competir contra el Estado mismo.
En efecto, el partido-Estado que detenta el oficialismo cuenta con la inacabable propaganda oficial o paraoficial, la cadena nacional, los jueces adictos, los servicios de inteligencia, las muchedumbres dependientes del Estado que obran como votantes cautivos y toda una inmensa estructura de punteros y funcionarios que vuelcan sus respectivos aparatos burocráticos en favor de la perpetuidad del régimen al cual ellos mismos pertenecen. ¿Cómo doblegar tamaña maquinaria en dónde encima es el mismísimo partido-Estado el guardián y custodio de los votos?
3)
Por falta de convicción ideológica o por cobardía política, el grueso de los candidatos opositores no ofrecen a la opinión pública un programa sustancialmente superador al del oficialismo, dado que el grueso de los contendientes (sea Capriles en Venezuela o Binner, Solanas, o Alfonsín en Argentina) adhieren a la socialdemocracia (centro-izquierda), por ende también simpatizan con el Estado dirigista, el progresismo cultural y la reescritura de la historia.
Eso sí, estos líderes opositores se presentan en sociedad como honestos y respetuosos de la institucionalidad, pero ocurre que ese valor agregado es insuficiente e incompleto como para que la ciudadanía independiente decida arriesgarse a votarlos y apoyar una propuesta que en definitiva es muy similar a la ya instalada en el poder, aunque esta ostente modales amables o discursos prolijos.
En conclusión: 1) la desigual infraestructura (Estado-partido Vs. organización cívica); 2) el voto cautivo-dependiente; 3) la falta de convicción ideológica de la oposición, conforman la trilogía por antonomasia que deriva en los contundentes triunfos del socialismo populista contemporáneo.
Los dos primeros ítems señalados son más bien trampas inmorales del oficialismo y prima facie no imputables a la oposición, pero a esta última cabe responsabilizarla por el tercer aspecto (ausencia de convicción y sustancia ideológica).
Estas tres causas esenciales (a las que pueden agregarse otros asuntos colaterales) nos explican por qué administraciones pésimas obtienen elecciones envidiables.
La Prensa Popular | Edición 148 | Viernes 12 de Octubre de 2012

nickmarquez2001@yahoo.com.ar

EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, REPUBLICANO LIBERAL, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA,CONTENIDO NOTICIOSO,

viernes, 13 de julio de 2012

NICOLAS MARQUEZ, SOCIALISTAS DEL SIGLO XXI,, DESDE ARGENTINA,

Cuesta entender cómo tras el fracaso mundial en el que ha incurrido el socialismo (derrota formalizada y simbolizada con la caída del Muro de Berlín en 1989), sus adherentes, en vez de efectuar un riguroso acto de constricción y reflexión mudando de tan horrorosa ideología hacia aquellas que han demostrado eficacia y vigencia, prosiguen aferrándose al colectivismo y sus derivados a modo de masoquismo intelectual o espiritual.
De todos modos y a pesar de su insistencia en permanecer en el desacierto, existe en los numerosos prosélitos de este espectro ideológico una notable gama que va desde aquella izquierda rabiosa (conocida como comunismo), hasta aquella otra cuya militancia se presenta ante la opinión pública con un tinte presuntamente moderado y académico conocido como “progresismo”, o de manera mas orillera y festiva también se la denomina como “proyecto  y popular”.
A estos ingeniosos apodos aplicados a las diferentes versiones y/o matices de la izquierda contemporánea, para sintetizar nosotros unificaremos de manera indistinta el mote llamándolo “socialismo del Siglo XXI” (el cual es igual que el socialismo del Siglo XX pero mas aburrido, porque ya conocemos su desenlace).
En cuanto a la izquierda furiosa y de impronta radicalizada, según lo describe la fastuosa pluma del Profesor Antonio Caponnetto, la misma está compuesta por variados grupos que “Ideológicamente hacen gala de anarquismo y marxismo explícitos, de guevarismo y comunismo directo y brutal, y de una forma mentis signada por la promiscuidad, el hampa, la roña moral y física, y el odio a todo lo que represente la más elemental noción de autoridad humana o divina. Son en sentido estricto, irrecuperables hordas rojas, llámense quebrachos, polos obreros, corrientes clasistas y combativas, izquierdas unidas o delincuentes rejuntados”. (1)
En tanto, el “progresismo” (versión izquierdista de apariencia civilizada), no osa confrontar o cuestionar de manera abierta el Derecho de Propiedad (aunque se lo relativice) ni la Economía de  (aceptada como medicina amarga) e incluso han virado el debate hacia un costado menos economicista haciendo hincapié en aspectos culturales o morales. Los objetivos de sendos grupos suelen ser los mismos. Los métodos, distintos.
Siguiendo la pluma del citado profesor Caponnetto, a este último espectro, lo componen por igual“funcionarios y piqueteros,  y legisladores, partidócratas y punteros de comité, abortistas y manfloros, sedicentes defensores de los derechos humanos y esa inmensa ralea en la que tanto cabe el cantautor como el comunicador social, el universitario progresista, el marginal salteador, el atildado dirigente oficial, el curerío apóstata, los jueces garantistas y la turba juvenil o senil a la que han llenado el alma de resentimientos e historias mendaces”. (2)
Complementando esto, el pensador y sociólogo Juan José Sebreli nos define al progresismo argentino como una “franja compuesta por un sector de la clase media semiculta de los grandes centros urbanos, agrupada bajo la denominación vagarosa de “progresismo”… Sus principios confusos y contradictorios, mezcla de ingenuidad e hipocresía, de contestación y conformidad con las bogas vigentes y beata devoción por las “buenas causas”, asemejan a los progresistas de hoy a los “idiotas útiles” de los tiempos dorados del estalinismo. “Los progresistas inciden en la opinión pública, ya que muchos son profesores, escritores, periodistas, psicoanalistas, artistas, comunicadores sociales, a los que se suman ricos con sentimiento de culpa, o gente exitosa en el  del espectáculo, el deporte o los negocios. Para muchos de ellos, el progresismo, en la acomodada madurez,  la fidelidad al ultraizquierdismo cultivado en su juventud.
Rasgos característicos del progresismo son la confusión entre la moral y política, entre moral y economía, el rechazo por toda forma de realismo político, la sustitución de los análisis concretos por la denuncia y la lamentación, el reemplazo de propuestas viables por la sujeción a principios abstractos, a bellos deseos imaginarios, una obstinada negación a ver la cruda realidad y una memoria histórica maniquea y distorsionada…
La indignación del progresismo es una actitud moralista y sentimental que, en abierta contradicción con el marxismo clásico, consideran reaccionaria la preocupación por los datos de la economía, por los fríos y deshumanizados números… El progresismo, que nada aprende, repite eternamente los mismos errores y su arrogancia no le permite admitirlos, prefiere creer que fue traicionado por estos partidos aunque las expectativas no cumplidas solo estaban en su propia imaginación y no en la voluntad de los dirigentes políticos; el engaño será siempre posible mientras existan quienes desean ser engañados y necesitan engañarse a sí mismo”. (3)
¿Y por qué a pesar de los hechos concretos de la realidad se prosigue en esa tozudez irreflexiva consistente en sostener y defender una posición comprobadamente inútil y fracasada?
Sin excluir otras causas, notamos que por regla general se puede ser “socialista del Siglo XXI” por tres factores concretos:
A) Por error ideológico y/o doctrinal. Algo relativamente frecuente, así como de fácil corrección en las personas de buena fe que abrazan ideas de izquierda suponiendo que en ellas está la prosperidad y solución a los males. Tanto sea por sana pedagogía, contacto con bibliografía de contenido sensato, por corrección fraterna de algún amigo o allegado, por madurez psíquica o por mantenimiento del contacto con la realidad, el desvío ideológico puede y suele ser subsanado en el corto o mediano  sin demasiados inconvenientes.
B) Por resentimiento. Esto es mucho más difícil de solucionar y ha sido analizado extensamente por pensadores de la talla de Robert Nozick y Von Mises. Este último, nos enseña que ¨Está uno resentido cuando odia tanto que no le preocupa soportar daño personal grave con tal de que otro sufra también. Gran número de los enemigos del capitalismo saben perfectamente que su personal situación se perjudicaría bajo cualquier otro orden económico (…). Cuántas veces oímos decir que la penuria socialista resultará fácilmente soportable ya que, bajo tal sistema, todos sabrán que nadie disfruta de mayor bienestar!¨ (4)
Es dable aclarar que el resentimiento del individuo no debe ser visto como una consecuencia necesaria del fracaso personal (todos los mortales en mayor o menor medida tenemos frustraciones y objetivos inconclusos)  que los hombres rectos y desprovistos de esta perturbación pueden perder y aceptar con hidalguía la adversidad.
El resentido, en cambio, ante la incapacidad para tolerar sus infortunios se refugia en los anestésicos y embriagantes desvaríos socialistas para aminorar la angustia interna provocada por sus naufragios. En esta situación, y como bien lo define el ensayista Enrique Arenz, el izquierdismo se constituye en un “retardo madurativo” (5).
En este acápite, a diferencias del punto “A”, ya no se trata sólo de presentarle al izquierdista argumentos razonables y lógicos para recuperarlo del error, ya que la lógica y la razón se estrellan ante la ceguera proporcionada por el dogmatismo ideológico que además le sirve de alivio para apalear su malestar interno. Por ende, la tarea de reencauzamiento ha de ser minuciosa, prolongada en  y con no pocas probabilidades de fracaso.
C) Por conveniencia patrimonial. Ya que siendo socialista se abren inacabables puertas para “trabajar en política”, en secretarías burocráticas, obtener cátedras, cargos en O.N.G.s “humanistas” (muchas veces subsidiadas por el Estado), facilidades para llevar adelante actividades “artísticas”, periodísticas, impunidad ante la comisión de determinados delitos, premios literarios otorgados precisamente por “academias” o institutos conformados por izquierdistas que se aplauden entre ellos y obviamente, generosos espacios en los medios de  social. Al presentarse alguien en sociedad como “izquierdista”, de inmediato se posee la presunción de que sus actividades (en la materia que fueren) son de gran valor y profundidad intelectual.
La izquierda, comprobadamente no sirve ni nunca ha servido para nada (excepto para engendrar daño). Si existen tantos militantes al servicio del error empíricamente ratificado, además de las aristas expuestas, cabría agregar un dato más:
Las ideas de izquierda no se suelen juzgar en función de sus infructuosos resultados, sino en función de la aparente bondad de sus objetivos. El problema, además, radica en que los objetivos son tan aberrantes como los resultados mismos de sus . Pero ello ya es harina de otro costal.

noticias@laprensapopular.com.ar 
@NickyMarquez1
EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, REPUBLICANO LIBERAL, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA,CONTENIDO NOTICIOSO