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LA LIBERTAD, SANCHO, ES UNO DE LOS MÁS PRECIOSOS DONES QUE A LOS HOMBRES DIERON LOS CIELOS; CON ELLA NO PUEDEN IGUALARSE LOS TESOROS QUE ENCIERRAN LA TIERRA Y EL MAR: POR LA LIBERTAD, ASÍ COMO POR LA HONRA, SE PUEDE Y DEBE AVENTURAR LA VIDA. (MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA) ¡VENEZUELA SOMOS TODOS! NO DEFENDEMOS POSICIONES PARTIDISTAS. ESTAMOS CON LA AUTENTICA UNIDAD DE LA ALTERNATIVA DEMOCRATICA
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domingo, 11 de agosto de 2013

NELSON CASTELLANO HERNANDEZ, ACOSTUMBRASE, AL ABUSO

Quién puede estar a salvo en Venezuela, los que nos gobiernan no son demócratas, violan las leyes a su conveniencia, sin importarles la Constitución ni el derecho, es pocas palabras son unos delincuentes y además sinvergüenza, todo se comete a la luz pública.

Cuando dentro de un Estado se pierde la noción de justicia y de seguridad jurídica, nadie está a salvo, solo es cuestión de tiempo para que vengan por cada uno de nosotros, bastará que molestemos un poco más, de lo que pueden soportar los que se creen su dueño, para que se nos convierta en un preso más del régimen.

El difunto violó la Constitución para apoderarse de los poderes públicos, allí sentó las bases de su régimen autoritario, a su muerte la banda que se instaló en el poder, lo hace de manera mucho más torpe y grotesca, conscientes que solo se mantienen a través de la fuerza, la trampa, las bayonetas, la persecución, la corrupción y las amenazas.

En este país se firman acuerdos internacionales que comprometen el futuro del país y se regalan los recursos a espaldas de los venezolanos. Se expropia sin que se declare la utilidad pública, la Asamblea Nacional le quita la inmunidad a un parlamentario de la oposición en abierta violación a lo establecido en las normas jurídicas y nada pasa.

Un país donde la arbitrariedad es la regla, donde los mafiosos del poder hacen los que les vienen en gana, tiene un futuro sombrío. Los atropellos, los abusos y la corrupción son el plato del día, cuentan con unas Fuerzas Armadas envilecidas con la corrupción, con la fiscal, la Contraloría, la defensora del pueblo, el Tribunal Supremo de Justicia, todos al servicio del partido único.

Un país entero sometido al abuso de pseudo-revolucionarios, dedicados a hacer dinero a cualquier precio. El socialismo del siglo XXI fracasó porque nunca tuvo un proyecto de país. Fue tan sólo un amasijo de consignas y confusiones intelectuales que le brotaban de la cabeza del iluminado de Sabaneta.

Se dedicaron al trabajo proselitista, con un equipo de inexpertos e incapaces en gerencia, que conservaban el cargo adulando al comandante. La ineficiencia ha sido la regla, pero les brindó el tiempo necesario para atornillarse y amasar fortunas, en lo que han sido muy diestros. Un hombre con escasa preparación no puede pasar de conducir un autobús a dirigir la diplomacia y luego los destinos del país, por eso Venezuela se encuentra dirigida por un gobierno extranjero que implementa y utiliza sus peones.

Nos encontramos en una situación de indefensión de nuestros derechos fundamentales y observamos con horror como la gente va acostumbrándose o disimula tratando de pasar desapercibido, con la esperanza de no ser víctima del atropello gubernamental.

Con un sistema judicial podrido, las decisiones arbitrarias se suceden en detrimento de nuestros derechos humanos, se busca someternos a su única autoridad, a través del abuso y la violencia, con una política de coerción plena de odios y resentimientos.

Esta gente llegó al poder con la intención de nunca entregarlo, no hay razonamiento posible para justificar la inacción. Permanecer paralizados, solo les brinda el tiempo necesario para eliminar definitivamente cualquier posibilidad de reacción.

Los interesados  ¡somos todos!, sino somos capaces de reaccionar ante los atropellos, ante la violencia citadina, ante las decisiones arbitrarias, frente al abuso de poder y ante la corrupción, no habrá salida posible para Venezuela.

Lo peor que podría pasarle a nuestra nación es que su pueblo pierda la voz y la voluntad, que decida permanecer callado y temeroso ante el atropello permanente.

El gobierno actual arruinó al país con ideas atrasadas y que fracasaron donde intentaron aplicarse, creyó que con el petróleo podían comprar todo, hasta tu conciencia. Hoy en día abusa del poder por que lo ejerce de manera ilegítima y está convencido que su ideología es más importante que nuestro hogares. Esa misma experiencia en otras naciones fue desalojada por los ciudadanos, en consecuencia o nos convertimos en borregos o les damos un parao.

Excónsul de Venezuela en París

Presidente de Venezuela-Futura, Francia

nelsoncastellano@hotmail.com

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viernes, 23 de noviembre de 2012

NELSON CASTELLANO HERNANDEZ, PARTICIPAR,

Venezuela no es la misma, tiene 14 años viviendo una lucha entre dos proyectos de país, uno que quiere imponerse con toda la fuerza que le brinda el poder y otro que lucha con la fuerza de los principios y las concepciones de libertad y democracia.

Uno que niega al individuo como persona, para colocarlo como una pieza dentro de un engranaje que ellos manejan a su antojo y otro que le da prioridad a los derechos inherentes que tenemos como ser humano y que aspira construir una sociedad con los ciudadanos y para los ciudadanos.

La lucha es desigual, el gobierno tiene todos los recursos económicos, con ellos compra voluntades, tiene las armas con las que amenaza, las fuerzas de represión puestas al servicio de su partido, la manipulación de las leyes y el irrespeto a la constitución que le permiten las instituciones del Estado, dirigidas por los que asumen la posición servil típica del que pusieron en un puesto para obedecer órdenes.

Ya esto dura 14 años y todavía no han logrado apoderarse de todo, las últimas elecciones presidenciales abrieron un camino, que nos acerca a la Venezuela posible, recuperamos la confianza, demostramos que podemos trabajar juntos y conciliar diferencias por objetivos mucho más trascendentales que los personales o los del partido.

Estamos conscientes que representamos a la mitad de un país que cree en la libertad y en la democracia, que no desea convertirse en un apéndice de la Cuba de Castro, que exige respeto a las diferencias. Que defiende sus principios con coraje, a pesar de los atropellos, la persecución, las expropiaciones, las multas millonarias, los presos políticos, las bandas armadas.

Un país que todavía cree que estamos a tiempo para reconstruir una sola nación, donde cabemos todos, donde se mejoren las condiciones de vida de todos sus ciudadanos, donde haya trabajo, educación y el pueblo pueda progresar, pero sobre todo vivir con la seguridad que no perderás la vida al salir a la calle.

Todos sabemos que ese camino es difícil, que será el resultado de un esfuerzo mancomunado y que solo lo lograremos si participamos juntos. Por lo que, si rechazamos el autoritarismo que se ejerce desde el poder, con mayor razón las veleidades personalistas en las que podrían caer algunos miembros de la oposición.

Este país está cansado de la incertidumbre, nadie invertirá en una sociedad sin leyes que garanticen sus derechos, los trabajos se perderán si todas las empresas cierran o las vuelven improductivas al expropiarlas.
Por este camino no dirigimos a la pobreza como política de Estado, una manera de controlarnos indefinidamente, una manera de tener que vivir de la migaja y de la limosna, que nos dará en mandamás en la medida en que nos convirtamos en fichas de su partido.

Estaremos allí para simular reír cuando se le ocurra hacer un chiste, diremos presente para agasajar a su familia y compinches, todos calladitos haciendo fila para aplaudirlo cuando pase y eso de lejos por que ya no se confiará del pueblo, oprimidos todos porque ya no estaremos en capacidad de reaccionar.

El pueblo entero sabe que la dependencia a los caprichos del mandamás solo trae servilismo, humillaciones, manipulación y el control de tu vida junto a tu familia por parte de los jefes del partido rojo, que de todo se apropia.

La campaña electoral pasada nos debe enseñar a formar mejores equipos, a aprender de los errores, que los hubo, a dejar la soberbia típica del que se siente palanqueado, nos enseñó que las páginas de la libertad las escribimos todos, con nuestra participación decidida.
En los pueblos más recónditos de nuestra geografía se abrieron espacios democráticos a punta de esfuerzos y riesgos, gracias a ello se pudo escuchar los diferentes mensajes.

A pesar del ventajismo del que gozó el partido de gobierno, de los atropellos jurídicos y de la violación de la ley, el venezolano logró hacerse respetar. Entendimos que los espacios conquistados no podemos perderlos, que unidos somos una fuerza que no pueden atropellar fácilmente, que una masa opositora solida no la detiene nadie.

Que les producimos temor porque saben que podemos y que en efecto ya hemos ganado. Cada vez más el gobierno tendrá que recurrir a mecanismos irregulares, cada vez más se encontraran en una situación de ilegalidad fácil de demostrar, cada vez más se sentirán tan inseguros que recurrirán a la fuerza.

Lo que demostrará cada vez más su debilidad, cuando un gobierno necesita de la fuerza para sostenerse significa que ya está listo para caer, que su tiempo llegó a su fin.

Participar significa ir colocando cada piedra, ir conquistando espacios, aun en el interior de cada votante, animando a la gente, siendo un ejemplo de autenticidad.

La democracia es un valor que hay que vivir, que se transmite en la mirada y en el comportamiento, “pichones de dictador” existen en cualquier bando, el manipulador, el interesado, el recién llegado pescando en rio revuelto, el palanqueado siempre estará allí para acomodarse, son producto de la misma sociedad.

Participar es darnos la posibilidad de decidir nosotros mismos, significa escoger aquellos que de verdad la personifican y la aplican, es no dejar que otros tomen las decisiones por nosotros. Es mantener gobernaciones lejos de la influencia perniciosa del poder central, que todo lo acapara.

Es reconocer al otro, exigir que se te reconozca, con los mismos derechos y posibilidades, votar es participar, significa afirmar tu propio discernimiento, expresar tu opinión dentro de una sociedad y hacerla respetar.

Participar es seguir siendo digno y tener valor, frente a aquellos tan pobres de espíritu y de cultura política que solo cuentan con un cargo, la palanca o el abuso de poder.
 
Nelson Castellano-Hernández
nelsoncastellano@hotmail.com

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jueves, 1 de noviembre de 2012

NELSON CASTELLANO HERNANDEZ, LOS MAS FELICES

Un estudio reciente de la Universidad de Columbia señalaba que Venezuela es el 2° país más feliz de Latinoamérica, el reporte indicaba que sus ciudadanos se sentían más felices que los alemanes, los colombianos o los españoles.

Evidentemente esto hay que entenderlo en circunstancias en la cual, cada grupo de nacionales juzga su situación dentro de su propia realidad.

Los que elaboran las conclusiones aclaran que para determinar la felicidad, no se basan en la posesión de bienes materiales, sino también en elementos como la salud, el trabajo y la familia.

Cualquiera que viva en Venezuela no puede sino interrogarse sobre semejante afirmación y sobre la razones de sentirnos tan bien como los habitantes de Dinamarca, Finlandia, Holanda o Canadá.

Venezuela tiene 27.150.095 habitantes, de los cuales 50,3% son mujeres y 49,7% son hombres. Es válido preguntarse sobre quienes serían las personas entrevistadas, si consideramos que la mitad de los venezolanos están desesperados por cambiar de gobierno, nos queda solamente la otra mitad.


Imaginamos también que no fueron entrevistados los familiares de las víctimas de los 123.091 homicidios ocurridos durante diez años de este régimen, que dudamos pueden sentirse felices.

Resulta difícil comprender que haya sido la respuesta de los padres, esposas e hijos de los 23.000 licenciados en PDVSA o a los obreros y sindicalistas de las empresas del estado de Guayana, que reclaman que en sus empresas se discuten los contratos colectivos desde hace tres a cinco años.

Suponemos que tampoco manifestaron su opinión los dueños del 34% de empresas que han desaparecido en los últimos 13 años, ni los 300 mil empleados que perdieron sus puestos de trabajo, según el informe del 2012 de Conindustria. Ni tampoco las familias de las 5.370 personas muertas y 15.131 que fueron heridas en las cárceles, desde que asumió el poder Hugo Chávez, en 1999, según el Observatorio Venezolano de Prisiones.

Un país en el cual los secuestros aumentaron 20 veces entre 1999 y 2011, hasta alcanzar la cifra de 1.105 casos, según las cifras oficiales citadas por InsightCrime, no ofrece muchas razones para la felicidad. Sobre todo si a eso agregamos la situación de los hospitales, del transporte urbano, del estado de las carreteras y puentes y la elevada tasa de desempleo.

En Venezuela existen más de 10 mil niños en la calle, según cifras del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), unos 7 millones de menores de 18 años en situación de pobreza y de acuerdo a las informaciones del Instituto Nacional del Menor (INAM), hay 305 mil niños, niñas y adolescentes trabajando en la economía formal, más de un millón en la informal y 206 mil en actividades marginales, desde el robo hasta la explotación sexual, pero normalmente en estos estudios no interrogan a menores de edad.


Otra consecuencia de ese problema es que Venezuela sigue siendo el país con el índice más alto de embarazos a niñas adolescentes, el más alto de América Latina y se sitúa entre 27% y 30%, comparable con países de África.

En los barrios la proporción de embarazos en menores de edad aumenta, un estudio de la UCAB concluyó que en zonas del municipio Sucre como Caucagüita, Fila de Mariches y La Dolorita, y en Antímano, Macarao y Santa Rosalía, de Libertador, una de cada 3 adolescentes es madre.

En maternidades como la de Santa Ana, en el centro de Caracas, la mayoría de los casos sólo tienen 15 o 16 años menos que sus madres.

“Entre 30% y 40% de los partos de aquí son de adolescentes y hemos atendido hasta a niñas de 12 años. Un gran problema es la falta de prevención antes e incluso después de tener el primer bebé, porque 60% de las muchachas vuelve a quedar embarazada un año después y 80% a los dos años”.


Es posible que al Venezolano no le importen los apagones ni la escasez de agua, ni el hampa, ni los arrebatones, ni el tráfico de droga, ni la indiferencia que los representantes del gobierno demuestran, ocupados en sus mansiones de la Lagunita o Miami, o contratando guardaespaldas y comprando camionetas hummer blindadas.

Quizás la explicación habría que buscarla en aspectos sociológicos, podría ser resignación “hay que ser felices a pesar de….”, o porque al compararnos con otras realidades relativizamos las nuestras “A pesar de los problemas estamos bien. Hay muchos países, específicamente, en áfrica, que viven en la más grande miseria…”.

Hay quien piensa que el humor característico del venezolano lo ayuda a sobrepasar los problemas, que la expresión “se sufre, pero se goza” nos ha enseñado a convivir y a ser felices en cualquier circunstancia por negativa que esta sea. Hay quien piensa que “Todos los venezolanos siempre estamos felices, es un don natural y pase lo que pase, siempre sacamos algo divertido de nuestro corazón para olvidar las malas pasadas y hacemos un chiste de todo”.

Es bien probable que el venezolano tenga un alma altruista y se sacrifica personalmente por el beneficio de los otros. Con su aceptación y comportamiento busca aumentar las probabilidades de supervivencia de otros a costa de una reducción de las propias. Podría ser también su fe, que lo lleva a confiar en la providencia divina y a estar “en gratitud con Dios y feliz ante eso, sea cual sea las circunstancias”.

O será más bien desprendido y cree profundamente que “la felicidad la hace uno mismo”, que la felicidad no se compra con dinero, que no puede medirse con la posesión de bienes, sino con la riqueza que proviene de nuestro interior. “Si no eres feliz contigo mismo no eres ni serás feliz con nadie”, “no es más rico el que más tiene sino el que menos necesita” afirman.


En todo caso el estudio pretende demostrar que los venezolanos somos seres muy felices, nobles, alegres, eso no garantiza a los escépticos que seamos el país más feliz.

Pero si habla de una actitud positiva ante la vida, lo que nos permite presumir que nuestros ciudadanos no se han rendido, que enfrentan la vida con coraje, entusiasmo y “buena nota”, que tienen sueños y aspiraciones. Que trabajan y luchan por conseguir el futuro prometido.

Su fe los lleva a afirmar que “El tiempo de Dios es perfecto” y que el momento vendrá, pero sin permanecer impasibles, ya que a la vez y gracias a su alegría, asumen el día a día con entusiasmo, confiados y avanzando paso a paso hacia el avenir que se han propuesto.

Con cualidades como esas, no podemos sino confiar que Venezuela sabrá encontrar el camino de la paz y de la reconciliación.

Un camino democrático, de respeto, de trabajo conjunto, por un país que brinde felicidad a todos sus ciudadanos.