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lunes, 20 de julio de 2015

CARLOS BLANCO, LA VICTORIA ES ANTES DEL 6-D O NO EXISTE

En una democracia una fracción del descontento actual significaría segura victoria opositora. En una dictadura posmoderna el abrumador descontento necesita condiciones para no ser nuevamente escamoteado. El enojo masivo es como el de un vastísimo ejército que para alcanzar la victoria necesita una dirección, tanto un cuerpo de generales como una estrategia.

La voluntad de transformación es mayoría como otras veces, pero ahora nadie la discute. Se necesitan tremendos cambios para que se exprese: el descontento tiene que mutar en empeño de votar, el empeño de votar en votos efectivos, los votos efectivos en votos contados, y los votos contados en votos reconocidos, lo que significa imponer la aceptación ante quienes se plantean desconocerlos.

En lo que va de hoy al 6-D se demanda mostrar una voluntad férrea para hacer respetar el triunfo opositor que luce como lo más probable. El gobierno dice que Maduro tiene gran apoyo, se apresta a eliminar los cuadernos de votación para convertir el proceso en una elección virtual, así como expresa sin equívoco alguno su voluntad de ganar a como dé lugar. Se podría tomar como un inevitable blufeo; pero, conocida la disposición del régimen al fraude, no sería extraño que sea el marco para justificar luego las trapacerías conocidas, con el concurso de quienes dicen hoy: la oposición va a ganar si no se equivoca; para decir más adelante, como habíamos previsto, la oposición se equivocó; o una variante: la oposición no perdió, sólo llegó en segundo lugar.

Es obvio que las condiciones electorales son propicias al fraude. También es obvio que es imposible que haya elecciones limpias bajo este régimen y que se consigan todas las condiciones de unos comicios libres. De allí surge la necesidad de definir, de cara al país, qué es lo absolutamente indispensable para que se pueda confirmar el triunfo democrático. Las condiciones mínimas sin las cuales todo el proceso se reducirá a una nueva farsa.

Se puede argumentar que si se exigen esas condiciones, justamente el régimen las negará para desmoralizar, y si no se reclaman sería como ir al matadero. La única solución es que una dirección opositora unida plantee de manera firme hasta dónde está dispuesta a exigir y a llegar. Sería un pulso dramático pero es la opción para que la trampa no se vuelva a dar. ¿Será la observación (no el acompañamiento internacional) y la libertad de los presos políticos? ¿Será el recuento del 100% de las papeletas de votación? ¿Será…?

Tal situación se decide en estos meses. No el 6-D.

Carlos Blanco G.
@carlosblancog .
www.tiempodepalabra.com

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lunes, 16 de febrero de 2015

JOSÉ FÉLIX DÍAZ BERMÚDEZ, SIGNIFICACIÓN DE LA BATALLA DE LA VICTORIA

"... los ejércitos de la República libertarán a los oprimidos y exterminarán a los opresores". Tomás Montilla
Cuando se presentó sobre Caracas la implacable amenaza de las huestes de Boves el Libertador desde Valencia, el 05 de febrero de 1814, hizo un llamamiento extraordinario con el cual no solamente invitaba otra vez al heroísmo sino también a la comprensión de aquel momento que exigía una resolución definitiva para salvar la vida y sostener a la  República:
"Habitantes de la Provincia de Caracas: Un jefe de bandidos, conocido por su atrocidad, el perverso Boves, ha podido penetrar hasta la Villa de Cura, reuniendo esas cuadrillas de salteadores esparcidos en los caminos de los Llanos...", y recordaba: "Ejércitos disciplinados no han podido avasallarnos, y sólo han combatido para su oprobio...".
Ante tal situación, carente como se encontraba la ciudad de un ejército regular para defenderla, exigió Bolívar a los suyos lo más caro del orgullo patrio, lo más alto del honor ciudadano al preguntar sí: ¿... una irrupción de viles asesinos podría, pueblos generosos, envilecer vuestro indómito brío? ¿Podrían ser alguna vez infamados esos venezolanos invencibles, terror de la España, honor de la América, admiración del mundo? No,  vuestra indignación exaltada vuela ya con una noble cólera, a castigar tantos ultrajes. Armaos en el instante, pueblos todos; que un ladrón no puede desolar ni deshonrar impunemente; corred a presentaros en La Victoria y Valencia...".
Pocos días antes, el 3 de febrero, los patriotas habían sido seriamente derrotados en La Puerta y sus fuerzas se encontraban dispensas por lo que el avance de Boves resultaba inminente. Al conocerse en la ciudad la proclama de Bolívar, la alarma se generalizó pero, al mismo tiempo, la población se movilizó. El entonces coronel Juan Bautista Arismendi,  gobernador militar, ordenó el 8 de febrero que: "... a las dos de esta tarde deberán hallarse en la plaza de la Catedral todos los individuos desde la edad de doce años hasta los sesenta, sin excepción alguna, con las armas que cada uno tenga..." advirtiendo que en caso contrario los que faltaran iban a ser considerados reos de lesa patria. Se dispuso igualmente que los clérigos y los religiosos se reunieran en el Convento de San Francisco lugar que fue testigo de tantos hechos trascendentes y, en especial, el juramento que los libertadores habían pronunciado en defensa de la patria y la conservación de la República. En horas de la tarde, en los distintos sitios donde fue colocado el llamamiento: "en cinco partes diversas de esta capital" -tal y como lo asentó el Escribano Público don Francisco Valles- los ciudadanos: "demostraron aplauso con vivas a la Patria".
Aquello iba a constituir un nuevo sacrificio que aceptaban los hombres y las mujeres de Caracas, aquellos para ir a luchar y estas para despedirlos como lo hizo cierta vez Juana Antonia Padrón, madre de los célebres patriotas Mariano y Tomás Montilla, al indicarles que: "No hay que comparecer en mi presencia si no volvéis victoriosos". La indiferencia, la cobardía y la traición esconden desde entonces sus rostros ante tal ejemplo de dignidad venezolana.
Los seminaristas y estudiantes se despojaron de sus hábitos y se integraron a las fuerzas ciudadanas de la División Caracas al mando de José Félix Ribas. En apenas 2 días se logró reunir unos 1200 hombres quienes llegaron a La Victoria el día 10 para oponerse a Boves y derrotar la tiranía.
La: "Gazeta de Caracas" apuntó para la historia un admirable testimonio: "la mañana del 8, lejos de ser un día de conflicto, es un día de triunfo por el pueblo caraqueño. Más de 4.000 hombres se reunieron en este día, al toque de alarma..., con repetidas vivas y aclamaciones a la libertad de la patria".
La batalla de La Victoria representa un acto de virtud republicana, de heroísmo civil, de valor militar, de sacrificio ciudadano. Se erige entre nuestros hechos principales no tanto por la magnitud de los ejércitos o lo decisivo de la acción sino por sus actores, su carácter, su significación. Ella personifica a la libertad que sin recursos tomó las armas contra la tiranía, se precipitó contra ella, llevó entre sus defensores a soldados bisoños, estudiantes que a Dios se consagraban y resolvieron entregarse a la patria para sostener a la República contra los bárbaros de entonces, los bárbaros de siempre, que amenazan libertades y derechos para detener injustamente la marcha enaltecedora de la historia. Es por ello que La Victoria simboliza lo mejor de nuestro orgullo patrio, lo mejor de la fidelidad republicana, la irrenunciable determinación de Venezuela a ser libre.
José Félix Díaz Bermúdez          
jfd599@gmail.com
@jfd599

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