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viernes, 22 de noviembre de 2013

LA NACION , EL BARATILLO DE MADURO, EDITORIAL, DESDE COSTA RICA

En vísperas de la Navidad y, más importante, de las elecciones municipales, Nicolás Maduro planea fijar por decreto el precio de diversos bienes de consumo

La inflación en Venezuela ronda el 54%, pero el mandatario se niega a atribuirla a la caótica política económica de su gobierno

La escasez de productos básicos no es noticia para los venezolanos, pero tampoco es arriesgado pronosticar un futuro faltante de electrodomésticos, llantas y repuestos para vehículos, entre otros bienes. La razón es sencilla: al presidente Nicolás Maduro se le ocurrió controlar por decreto los efectos de la inflación sobre el precio de esos productos.

En vísperas de la Navidad y, más importante, de las elecciones municipales, Maduro planea fijar por decreto el precio de diversos bienes de consumo. La gente se agolpa en las puertas de las tiendas que los distribuyen para ser los primeros en aprovechar las esperadas gangas. Sabia intuición. Los primeros probablemente serán los únicos porque, una vez desabastecidos los anaqueles, es difícil creer en la reposición de inventarios.

La inflación en Venezuela ronda el 54%. Maduro se niega a atribuirla a la caótica política económica de su gobierno e inventó la existencia de una “guerra económica” contra el régimen, capitaneada por empresarios opositores. Es decir, el alza en los precios es producto de la especulación –una mezcla de avaricia y mala intención– que el mandatario puede resolver con solo decretar rebajas de acatamiento obligatorio.

Por eso advierte a los comerciantes: “No me vengan con cuentos”. Los precios, al parecer, no son en Venezuela materia económica, sino psicológica o volitiva. Frente a la arbitraria voluntad de elevarlos se yergue la del líder máximo, empeñada en empujarlos en la dirección contraria.

Tan peregrina concepción de la economía no tardará en surtir efectos, como ya ocurrió en Venezuela con otros artículos y ha ocurrido en todo el mundo, allí donde los gobernantes dan la espalda a las más elementales leyes del mercado.

El baratillo de Maduro está a punto de suceder. Para asegurar el éxito, la fracción chavista de la Asamblea Nacional se encargó de remover el último obstáculo. El presidente pretende la concesión de poderes especiales para gobernar por decreto, como en su momento lo hizo su mentor Hugo Chávez, pero está a un voto de la mayoría necesaria para hacer su voluntad.

Para subsanar la deficiencia, los oficialistas desempolvaron viejos cargos contra una congresista opositora y aprobaron su desafuero. La legisladora fue sustituida por un chavista y el mandatario completó los 99 votos necesarios para gobernar por decreto, con poderes extraordinarios.

Lo más extraordinario del caso es que la legisladora María Mercedes Aranguren fue elegida por el partido de Maduro, cuando ya se conocían las acusaciones en su contra, y luego se pasó a la oposición. Los cargos datan del 2008, cuando Aranguren ejerció cargos públicos al abrigo del gobernador chavista del estado de Monagas, José Gregorio Briceño, caído en desgracia y expulsado del partido oficialista. Los cuestionamientos no fueron obstáculo para su postulación como candidata del gobernante Partido Socialista Unificado de Venezuela.

El desafuero de Aranguren siguió todos los pasos del procedimiento previsto: la Fiscalía pidió al Tribunal Supremo de Justicia evaluar los cargos y decidir si solicitaría a la Asamblea el levantamiento del fuero de la diputada. Los jueces hicieron la solicitud al Congreso, que votó en bloques, con la oposición en completo desacuerdo y el oficialismo a favor, a fila cerrada.

Sin embargo, ni la Fiscalía ni el Supremo venezolano se han librado de cuestionamientos por obsecuencia frente al Poder Ejecutivo, y mucho menos la fracción legislativa chavista. Aranguren niega los cargos, atribuye la maniobra al deseo de conquistar el voto 99 para otorgar a Maduro poderes extraordinarios y reclama a los parlamentarios oficialistas la obtención de “respeto solamente a punta de miedo, a punta de amenazas”.

Más allá del debate sobre las responsabilidades atribuidas a la legisladora, lo menos que puede decirse de su desafuero es que resulta oportuno para las pretensiones de Maduro. Pero la inflación y, en general, la economía no resultarán igualmente vulnerables ante la maniobra política

http://m.nacion.com/ultimas-noticias/nota/61593079

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martes, 12 de junio de 2012

LA NACION DE ARGENTINA, EDITORIAL, LA TENTACION DE LA PERPETUIDAD

La Nación - 06-Jun-12 - Opinión

http://www.lanacion.com.ar/1479542-la-tentacion-de-la-perpetuidad

Editorial I
La tentación de la perpetuidad

Las feroces críticas del oficialismo a Scioli por sus
aspiraciones presidenciales desnudan el autoritarismo imperante

El anuncio de Daniel Scioli de que será candidato a presidente en 2015, si Cristina Kirchner resolviera no aspirar a un nuevo mandato, recreó una realidad que no por conocida deja de ser inquietante: la que muestra a la Argentina como un país política e institucionalmente endeble desde el momento en que está a merced de lo que quiera y decida una sola persona, la Presidenta.

Esto quedó en evidencia con la confesión de Scioli, quien expuso sus aspiraciones como si estuviese invadiendo un terreno que le está vedado y, en el mismo momento, se apresuró a dejar en claro que resignaría sus planes si la jefa del Estado quisiera postularse para el período 2015-2019.

Pasaron minutos, no más, desde que se conocieron las declaraciones de Scioli, para que hiciera oír su voz el coro de satélites de la Presidenta, que aprovechó todos los medios a su alcance para reprender, así, en el literal sentido del término, a quien había osado perturbar, según muchos de ellos lo dijeron, la marcha del país y a la propia primera mandataria con su confesión.

No fue una ráfaga o simplemente un azote a Scioli, sino algo que perduró un par de días al amparo del tratamiento que dieron al tema los programas del gigantesco pool de comunicación que el Gobierno mantiene y acrecienta con el dinero de todos.

Gobernadores, ministros, intendentes, legisladores nacionales y provinciales, dirigentes sociales y, por supuesto, el vicegobernador de Scioli, Gabriel Mariotto, desfilaron por los medios con un discurso del que nadie se apartó un ápice y que contenía dos puntos: primero, Scioli se había desubicado al perder de vista que no era momento de hablar de candidaturas y había cometido el peor de los pecados al olvidar que sólo la Presidenta tiene la potestad de designar al candidato del Frente para la Victoria para 2015; segundo, que sólo la Presidenta puede llevar adelante el proyecto iniciado el 25 de mayo de 2003.

Por genuflexión, por temor -muchos de los satélites son ultradependientes de la caja oficial- o por un genuino convencimiento, el coro que retó a Scioli, al que también se sumaron periodistas del multimedio oficial, terminó por exponer, con total crudeza, que el país está en manos de una única persona, con todo lo que ello significa y sobre lo que no hace falta explayarse. Todo esto, sin olvidar también la fuerte cuota de sometimiento del gobernador a la voluntad presidencial, como lo demuestra la exitosa presión de la Casa Rosada sobre Scioli para apurar el impuestazo inmobiliario rural, del cual el principal beneficiario será paradójicamente el gobierno nacional por lo que recaudará en materia de impuesto a los bienes personales y ganancia presunta.

La Constitución Nacional impide a la Presidenta ser candidata a una segunda reelección consecutiva con vistas a los comicios de 2015, pero eso, que de por sí debería ser suficiente para clausurar este tipo de debates y de postulaciones condicionadas, evidentemente constituye un punto menor para los que anhelan la perpetuación de la primera mandataria en el poder.

Habrá que ver qué actitud asume finalmente la jefa del Estado respecto de la posibilidad de que se reforme la Carta Magna para lo que, en definitiva, sería su propio beneficio. Esa definición resulta hoy un dato clave, pues muchos esperaban de Cristina Kirchner que aportara calidad institucional al modelo iniciado en 2003, institucionalidad que, sin dudas, está directamente vinculada con el cumplimiento de la ley.

Hace pocos días, en el acto por el 25 de Mayo, realizado en Bariloche, la primera mandataria deslizó lo que podría ser una primera respuesta: "Transferir la posta es ineludible", dijo la mujer que ha logrado acumular incluso más poder que el propio Néstor Kirchner.

Las democracias fuertes se nutren de partidos políticos vigorosos, del debate de ideas y del pluralismo. Por cierto, la Presidenta no es la única responsable de que la oposición siga envuelta en tinieblas, pero sí lo es de que su partido se haya convertido en un conjunto de personas que sólo practican la obediencia debida.

Esa situación es la que el sinceramiento de Scioli ha expuesto de manera cruda. Es lo que la Presidenta ha creado; es lo que ella puede y debe desactivar. Salvo que crea que la Argentina puede convertirse en una monarquía.

Este es un reenvío de un mensaje de "Tábano Informa"

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