Fui
la primera en reconocer el triunfo de Chávez en las pasadas elecciones. Creo que
técnicamente nuestro sistema electoral es bueno. No a prueba de balas, pero
bueno. Creo también que la gerencia de los sistemas los hacen quienes están a
cargo. Y ahí el asunto se me pone turbio.
Los rectores del CNE padecen de una
terrible dolencia: creen que tienen derecho a "corazoncito político".
Eso es una enfermedad a la que nos hemos ido acostumbrando, como quien se
habitúa a un molesto callo en el dedo chiquito del pie. La democracia se basa
en el derecho que tienen los ciudadanos a que sus autoridades electorales sean
prístinamente imparciales. Es como una suerte de voto de castidad.
El
Presidente tiene ante sí un sinnúmero de retos y responsabilidades. No puede
hacerse la vista gorda frente a una realidad: que una inmensa cantidad de
personas no concuerda con su manera de hacer las cosas y con su visión de
nación. Y él tiene el deber de gobernar para todos y no sólo para quienes
gustan de él.
Tiene
un grave problema de actitud el primer mandatario. Y esos millones de votos que
no obtuvo le están diciendo que debe rectificar. Muy bueno el gesto de llamar a
Capriles. Pero eso no basta. Porque el Presidente tiene que comprender que no
puede querellarse con esos millones de venezolanos que no lo apoyaron, pero que
tienen derecho a un estupendo país.
El Presidente tiene que cesar en su verbo
violento y ofensivo, que permea a toda la ejecutoria gubernamental. Y el
Presidente tiene que dar testimonio de su compromiso con la reconciliación. De
nuevo, no basta con el gesto de una llamada. La circunstancia le obliga a abrir
espacios de debate, a reconformar su equipo de gobierno y poner en cargos
ministeriales a gente alejada a los sectarismos.
¿Puede hacerlo? Claro que
puede. ¿Querrá hacerlo o seguirá preso de esos funcionarios irresponsables e
indolentes para quienes el país es una especie de comarca que un ejército
ocupó? El Presidente puede abrir las compuertas o puede cerrarlas a cal y
canto. Está por verse qué hará. El Presidente tiene la palabra.
Desde
aquí le recordamos al señor Presidente que el domingo el pueblo habló. Y que él
no puede escuchar sólo la mitad del sonido.
smorillobelloso@gmail.com
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