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domingo, 7 de junio de 2015

EUGENIO MONTORO, EL HOMBRE DE LA ESQUINA ROSADA

         Uno de los gigantes de la literatura es el argentino Jorge Luis Borges al que, como a muchos famosos,  se le recuerda más por anécdotas que por su obra. Borges perdió la vista en sus tempranos  50 y sigue siendo un misterio que no le dieran el premio Nobel.

         Fino y culto poeta, hacedor de fantasías y mundos para el pensar distinto, también dejó espacio para una variada creación desde traducciones de importantes obras hasta cuentos y reflexiones. De su plataforma arrabalera es la obra cuyo título lleva este artículo.
         Un narrador cuenta la historia. Dice que estando en el salón ”Julia” donde se bebía y bailaba con prostitutas en Buenos Aires, entró golpeando la puerta Francisco Real apodado El Corralero buscando a Rosendo Juárez apodado El Pegador, hombre de choque de un caudillo político y famoso por su destreza con el puñal. Allí se encontraba con una de las chicas, La Lujanera, de gran belleza.
         El Corralero retó a Rosendo a demostrar su supuesta valentía, pero para sorpresa de todos El Pegador no aceptó la provocación.  La Lujanera le puso el puñal en la mano a Rosendo pero éste lo tiró por la ventana. Humillada, La Lujanera se separa de Rosendo diciéndole cobarde y se acerca insinuante a Real. Bailan y luego se van juntos como nuevos novios.
         El narrador abandona el sitio y regresa poco después. Al rato entra La Lujanera sosteniendo a El Corralero malherido de muerte por una puñalada que alguien le propinó. Los asistentes acusan a La Lujanera pero el narrador se interpone y razona que ella no tiene la fuerza necesaria.
         Se oyen caballos de la policía y con prisa tiran el cadáver de El Corralero al arroyo cercano y siguen bailando. Al final en privado el narrador sugiere su participación.
         Un cuento de las locuras de Borges o una crónica de la política venezolana??. Quienes son los líderes? Cuál es la lucha de poder?. Cuales amigos dejan de serlo?.
         Posiblemente ni a Borges se le habría ocurrido un cuento tan  absurdo como el venezolano. Poder bicéfalo, Instituciones perrito de taxi, denuncias por corrupción, denuncias por narcóticos, colas, escasez, crimen, dinero sin valor, presos por que me da la gana, ideologías fracasadas en contra del sentido común, dictadura marxista. Ah, teatro de la locura, vivencia de la estupidez.
         Copio a Borges en alguno de sus ramalazos políticos.
“Las dictaduras fomentan la opresión, el servilismo, la crueldad más abominable y hasta fomentan la idiotez. Peones que balbucean efigies de caudillos y vivas prefijados, ceremonias unánimes usurpando la lucidez”.
         Tenemos solución??. Claro que sí.  Este tipo de gobierno solo se sostiene en el populismo y como el verbo está agotado solo queda hacer populismo con dinero y favores, pero con una inflación de 200% no hay populismo material duradero.
         La inteligencia de los venezolanos se refuerza cada día y ningún moco pegado al dedo resiste tanta agua fresca.
Eugenio Montoro
montoroe@yahoo.es
@yugemoto67

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domingo, 3 de mayo de 2015

SAÚL GODOY GÓMEZ, BORGES, ULTRAÍSTA,

Jorge Luis Borges y su familia llegan a Europa cuando estalla la Primera Guerra Mundial; residenciado inicialmente en Ginebra, Suiza, el joven comienza el bachillerato.

A principios de 1919 la familia se muda a España, iniciando en la isla de Mallorca, luego  Sevilla y, por último, Madrid.
Durante los próximos tres años Borges hará un periplo de lugares, pletóricos de tendencias culturales y artistas vanguardistas, impregnándose del expresionismo y del ultraísmo, este último movimiento artístico, influenciará notablemente su pensamiento y obra de juventud.
Con apenas 20 años, funda revistas, hace traducciones, mantiene contactos con lo más avanzado del movimiento creativo europeo, es corresponsal y colaborador de diversas publicaciones avant-garde de España; su trabajo va parejo a su educación, profundizando con esmero su conocimiento del latín.
Lamentablemente, fueron muy pocas las obras de Borges que se conocen de este interesante período, ya que fueron destruidas por él mismo (entre ellas, un libro de ensayos, Los naipes del tahúr, y uno de poesía, Los salmos rojos).
"Yo era todavía anarquista, un libre pensador y estaba a favor del pacifismo", confesaría años después, recordando esa época de experimentos y riesgos literarios, aunque algunos críticos señalan que se trató de su época "socialista".
En ese extraordinario cuento El otro, perteneciente a El Libro de Arena (1975) y que trata de un encuentro entre el Borges viejo y el Borges adolecente a las orillas de un río, el escritor nos refiere que los Salmos Rojos aludían a la fraternidad de todos los hombres, a la gran masa de oprimidos y parias “El poeta de nuestro tiempo- le refiere su alter ego- no puede dar la espalda a su época”.
Aquel joven escritor recogía como una antena las manifestaciones del expresionismo alemán, se convirtió en su difusor en España en extraordinarias traducciones; le siguió la pista al imaginismo, al cubismo, al futurismo, al surrealismo que, como bien decía, era un momento del arte: "…matinalmente intuicionista, de superar la realidad ambiente y elevar sobre su madeja sensorial y emotiva una ultra-realidad espiritual".
En Sevilla hizo contacto con un grupo de escritores que se llamaban así mismos ultraístas y que se habían impuesto como tarea renovar la literatura, desechando las formas y los cánones impuestos por la cultura oficial.
De su breve ensayo titulado Al margen de la moderna estética (1920), Borges define el ultraísmo: “El ultraísmo es la expresión recién redimida del transformismo en la literatura. Esa floración brusca de metáforas que en muchas obras creacionistas abruma a los profanos, se justifica así plenamente y representa el esfuerzo del poeta para expresar la milenaria juventud de la vida que, como él, se devora, surge y renace, en cada segundo”. 
Del mismo ensayo tomo prestadas estas líneas:
"Se nos ha querido imponer la obsesión de un eterno y mustio universo, de ramaje agobiado bajo las grises telarañas y larvas de pretéritos símbolos. Y nosotros quisimos descubrir la vida. Queremos ver con ojos nuevos".
El ultraísmo dio pie para interesantes experimentos con el lenguaje, en literatura fue la incursión del escritor al fascinante mundo de la metáfora muchos de estos ensayos fueron tan complicados y absurdos que perdían todo sentido, pero algunos abrieron puertas a otros mundos.
Fue en la poesía y en la pintura donde se dieron los más importantes hallazgos del ultraísmo y, dentro de lo poco que se ha podido rescatar de Borges de estos vitales años de juventud, hay algunos versos que subsisten y que dan fe de su genio desbocado, entre ellos esa rara pieza Himno del mar que canta, entre otros versos:

Ansío aún crearte un poema
Con la cadencia adámica de tu oleaje
Con tu salino y primeral aliento
Con el trueno de las anclas sonoras ante Thulés ebrios de luz y lepra,
Con voces marineras, luces y ecos
De grietas abismales
Donde tus raudas manos monjiles acarician constantemente a los muertos...
un himno
Constelado de imágenes rojas, lumínicas.

En una entrevista que dio a Georges Charbonier, para la radio francesa en los años sesenta, Borges dijo de aquella época: "Se quería imitar a poetas del género de Pierre Reverdy. Se quería imitar a Apollineire, al chileno Huidobro... Creo que ese movimiento [el ultraísta] no tiene ninguna importancia... estoy avergonzado de haber firmado sus manifiestos". 
En su vejez, mientras escribía los prólogos para la Biblioteca de Babel y reseñaba la obra de Lugones, Borges comentó con ironía la tendencia avanzada de su compatriota en hacer de la literatura un juego verbal: "Quince años antes que la secta ultraísta quiso reducir la poesía, tan diversa tan misteriosa, a una sola figura, la metáfora...", es una dura autocrítica para uno de los períodos más fantásticos y poco conocidos de este gran escritor latinoamericano, que murió renegando de él como la hijo no deseado, y rechazado. – 
Saul Godoy Gomez
saulgodoy@gmail.com
@godoy_saul

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viernes, 21 de junio de 2013

ALBERTO MEDINA MENDEZ, EL PELIGRO DE EMULAR AL ADVERSARIO, DESDE ARGENTINA,


Al brillante escritor argentino Jorge Luis Borges se le atribuye aquella frase que entre ironía y verdad decía  que ";hay que tener cuidado cuando se elige a los enemigos porque uno termina pareciéndose a ellos";.

Algo de eso se verifica en el presente cuando se observa la conducta de muchos que han perdido el rumbo, tal vez por impaciencia, bronca o impotencia, o porque cometieron el pecado de reflejarse en sus adversarios.

Existe cierta ambigüedad en este tipo de situaciones. Por un lado el adversario pone reglas de juego, y en la medida que consigue imponerlas crea la sensación de que sus logros son el producto de sus modos, sus formas, su estilo, y obviamente sus ideas.

Así, la tendencia a imitarlos, se genera como si fuera el único camino. Ellos ya no solo imponen su relato, sino que lo convierten en exitoso, por el solo hecho de que consiguen triunfos electorales, o porque son muchos los que repiten esa cantinela, como si se tratara de una verdad indiscutible.

Avanzan, empujan, aplastan, y de ese modo, transmiten la idea consolidada de que para superarlos hay que hacer lo mismo que ellos, pero mejor, es decir ofrecer más de lo mismo, con matices adicionales. Pero ese es solo el comienzo, porque el problema arranca allí, para empeorar, cuando las inmoralidades del régimen se convierten en reglas de juego inmutables.

Parece tan potente ese falaz argumento, que consiguen trasmitir la visión de que para ganarles habrá que ser más tramposos que ellos, se deberá mentir el doble y recurrir a todos los ardides y picardías que ellos aplican.

No está mal aprender de sus aciertos, si los tuvieran. Tampoco es incorrecto detectar sus eventuales fortalezas, pero solo para ver si esos ingredientes son necesarios o pueden ser reemplazados en una estrategia equivalente pero opuesta. El desafío es justamente no parecerse al adversario, diferenciarse en todo lo que sea posible, sobre todo en lo esencial que no tiene que ver con sus formas sino con su inmoralidad intrínseca.

Siempre parece más fácil ganar haciendo trampas que siguiendo valores y convicciones, pero imitarlos en su vulgaridad y falta de escrúpulos, en su crueldad y ausencia de principios, solo implica distanciarse de la meta.

Se trata de triunfar, pero no a cualquier precio. Obtener un buen resultado haciendo lo incorrecto, no es ganar, sino perder. Y es peor cuando esa derrota implica que se ha claudicado en las convicciones para que ellos impongan las suyas y logren que la sociedad las considere indispensables.

La gran batalla que vienen ganando no es la que parece, no es la de los triunfos electorales o la implementación de sus perversas políticas. Han ganado mucho más que eso. Impusieron sus reglas, diseñaron un contexto moral a su medida, fijando los parámetros bajo los cuales quieren competir,  y es justamente por eso que triunfan muchas veces, porque son SUS reglas.

Para lograr equilibrio, armonía y orden, hay que animarse a hacer las cosas de un modo diferente. Está claro que eso requiere paciencia. Este desafío no es para ansiosos. No es casualidad que sean los más añosos quienes hayan caído en la trampa de aceptar el presente con resignación, o bien de incitar a la búsqueda de recursos indebidos cruentos e inaceptables.

La historia de una sociedad no se modifica por arte de magia. De hecho, es correcto y hasta saludable que las sociedades paguen por sus propios errores, como corresponde. De lo contrario, se podría creer que se pueden corregir rumbos con solo apretar un botón, y eso no forma parte del mundo real, sino de un universo imaginario ajeno a la esencia humana.

Hay que hacerse cargo de los errores, de eso se trata. Claro que el aprendizaje es doloroso y amargo, pero solo de ese modo se asumen los desaciertos y se los internaliza para evitar repetirlos.

El camino de regreso a la sensatez, será probablemente largo, lento y también difícil, porque hacerlo con corrección, honestidad, transparencia y con la verdad como bandera, traerá consigo tropiezos y cierta dificultad para lograr acuerdos y consensos. Pero eso es lo que se precisa hacer, es lo que se debe y lo que resulta imprescindible para dar vuelta la página.

Tal vez, con algo de inteligencia, creatividad, y sobre todo tenacidad y perseverancia, se dispondrá de la posibilidad de acortar en algo estos plazos que pueden parecer interminables.

Se necesita construir una alternativa o, tal vez, varias, pero que todas ellas sean capaces de transitar ese camino diferente, distinto, diverso. Se debe poder reemplazar el odio como matriz para que vuelva la armonía, esa que logre sustituir la imposición autoritaria del presente por el debate, el intercambio de inquietudes, la articulación de propuestas, la discusión pausada y serena de variantes que nos acerquen a las soluciones.

Algunos que intentan buscar atajos, están equivocando el camino. Apurados por terminar este proceso de indignidad, atropellos y autoritarismo sistemático, pretenden recurrir a cualquier artilugio, imitando a sus adversarios y solo proponiendo otra alternativa demasiado parecida que ofrecer los mismos ingredientes y similares herramientas.

A no confundirse. La recuperación del equilibrio, viene de la mano de hacer lo adecuado, con métodos que no puedan ser cuestionados por su inmoralidad, y transitando una construcción prudente, para que el futuro sea la consecuencia esperable de hacer las cosas del modo correcto.

Es por eso que se debe abandonar esa mágica idea de imitarlos. Allí está la clave, en evitar esa tentación, porque hacerlo implica terminar pareciéndose a ellos y asumir entonces el peligro de emular al adversario.


Alberto Medina Méndez

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