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domingo, 2 de marzo de 2014

DANIEL J. SANCHEZ S. LOS ESTUDIANTES EN LA HISTORIA DE VENEZUELA

Uno de los actores sociales que ha generado cambios a lo largo de la historia de Venezuela han sido los estudiantes. La juventud que muchas veces se relaciona con rebeldía, con “estar en contra del sistema” y con su insaciable deseo cambios; también ha entrado en el ruedo de la historia política de nuestro país a lo largo de los años. 

Este año 2014 se celebraron 200 años de la batalla de la Victoria. Con esta fecha se conmemora aquel 12 de febrero cuando los estudiantes de la Real y Pontificia Universidad de Caracas, antiguo seminario, fueron reclutados para combatir las fuerzas realistas a favor de la libertad.

Si algo hay que dejar en claro, es que el movimiento estudiantil no pertenece a ningún partido político y ninguna ideología se puede atribuir su monopolio. La bandera de los estudiantes a través del tiempo ha sido la Libertad y la lucha en contra de las injusticias. Esto se ha demostrado durante toda la historia en donde han triunfado movimientos apoyados por estudiantes, que luego estos jóvenes rechazan cuando se convierten en gobiernos autoritarios. Venezuela está plagada de ejemplos en donde el movimiento estudiantil ha sido fundamental para generar cambios políticos en la nación.

Durante el año 1886 cuando se cumplían los 100 años del natalicio de José María Vargas, primer rector civil y de la era republicana en la UCV, y padre de la medicina nacional. Se corrió el rumor, que el presidente Joaquín Crespo nombraría a Telmo Romero, su brujo personal, rector de la universidad.  Inmediatamente los estudiantes recogieron todos los ejemplares del libro que había publicado Romero “El Bien General” y fueron quemados como desagravio frente a la estatua de Vargas. Esto forzó al gobierno a desistir de esa idea descabellada.

En el año 1889 una masa de estudiantes de la Universidad Central de Venezuela en conjunto con la sociedad civil, derriban y destrozan la estatua ecuestre de Guzmán Blanco, conocida popularmente como “El Saludante”, la cual se encontraba entre el palacio legislativo y la sede de la universidad. Los estudiantes con este acto enterraban los vestigios del “Guzmancismo” plagado de autoritarismo y corrupción.

Durante La dictadura del General Juan Vicente Gómez, se cuentan un sinfín de historias sobre los estudiantes encarcelados por protestar en contra del gobierno. El mismo Miguel Otero Silva, miembro de la “Generación del 28’”, inmortaliza estos hechos en su novela “Fiebre” en la cual un estudiante universitario se une a las filas de la guerrilla antigomecista para morir en prisión. La frase más descarada de  dictador hacia los estudiantes cuando estaban presos y trabajando en las carreteras fue la siguiente “Me he portado como un padre severo, ¡no quisieron estudiar entonces los puse a trabajar!”

El 21 de noviembre de 1957 los estudiantes de la UCV, UCAB, así como una gran mayoría de estudiantes de educación media; deciden alzarse en contra de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. Hubo represión, encarcelamiento de estudiantes y el cierre de las universidades. Sin embargo esto fue el inicio de una huelga general que en menos de dos meses daría al traste con la última dictadura del siglo XX.

A mediados de 1968 surgió un “movimiento de renovación universitaria” principalmente en la UCV que cuestionaba tanto el modelo educativo como las estructuras del sistema político de aquella época. Inspirados en el mayo francés y en las reformas universitarias europeas, este movimiento se extendió a varias universidades y realizo diferentes manifestaciones las cuales terminaron con estudiantes presos y el cierre de la UCV durante dos años por el presidente Caldera.

El 13 de marzo de 1987 es asesinado un estudiante en la ciudad de Mérida, el cual estaba celebrando su graduación. Esto genero un movimiento principalmente en Mérida pero que luego se extendió por toda Venezuela en repudio a este vil hecho. La casa del asesino fue quemada, la ciudad tomada por los estudiantes y el presidente Lusinchi se vio obligado a militarizarla. Tanquetas y soldados abundaban por la ciudad de los caballeros, la otrora ciudad de los estudiantes era ahora un inmenso cuartel.

Como se ve, la historia de Venezuela no es diferente de la historia universal. Es la historia de la civilización contra la barbarie, de las balas contra los libros, de Telmo Romero contra José María Vargas, de la toga y el birrete en contra de la bota militar. Y como dije en un principio las banderas de los estudiantes en todas las épocas son “La Libertad”, “La Justicia”, “La Verdad” y “La Igualdad”; los ideales que han iniciado todas las revoluciones en el  mundo. Afortunadamente también la historia nos indica que tarde o temprano los ideales estudiantiles triunfaran.

“Que Dios bendiga a nuestros valientes estudiantes”

DANIEL JOSÉ SANCHEZ SILVA
@CodigoVenezuela

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viernes, 16 de agosto de 2013

JOSÉ FÉLIX DÍAZ BERMÚDEZ, EL FIN DE MONTEVERDE, HACE DOSCIENTOS AÑOS


La historia es implacable, ningún gobernante es perpetuo. Había sido nombrado Capitán General del Ejército e Isla de Puerto Rico, Gobernador Militar de su Plaza, el brigadier Domingo de Monteverde, el 03-12-1823. No obstante ello, solicitó que se le expidiese una orden escrita para prevenir cualquier contrariedad en virtud de: "la experiencia y conocimiento que tengo adquirido del genio y propensión a toda clase de novedad de los americanos..." por hechos ocurridos con sus mismos oficiales durante su presencia en Venezuela, tierra a la sometió sin piedad en los inicios de la República. Exigía esa formalidad a fin que: "se evitaran disgustos, y se afirmara el objeto de mi comisión...". El Rey, por último, dispuso la suspensión de su viaje y la permanencia en el cargo del Mariscal de Campo Miguel de la Torre.

Había logrado Monteverde derrotar a la República que: "el traidor Miranda" había defendido, y avisaba al Rey que hizo jurar a Caracas: "lealtad eterna" el 24-12-1812, en: "un día de efusión y alegría universal. Parece que todos olvidaban las calamidades de la guerra, los furores del gobierno intruso, y los estragos del terremoto... en las tres principales Plazas de esta arruinada ciudad". Sin embargo, poco duraría ese gozo, cuando entre varios hechos que le fueron adversos, el 06 de agosto de 1813,  Bolívar entró a Caracas triunfante, concluyendo la llamada: "Campaña Admirable", asegurando que continuase Monteverde reducido en la Plaza de Puerto Cabello, donde fue depuesto por los suyos. Había señalado anteriormente el realista que Venezuela: "se halla en entera tranquilidad", olvidando la vindicta de la justicia y la razón.

Domingo de Monteverde y Rivas, Lugo y Home -quien fue Capitán General de Venezuela-,  era originario de Laguna, Canarias. Su abuelo paterno Manuel Joaquín de Monteverde, nacido en la villa de Orotava, había recibido privilegios y escudo. De la misma manera, Valentín de Rivas, su abuelo materno, obtuvo gracias reales.

Monteverde fue Capitán de Navíos de la Real Armada, y su padre Antonio, Capitán de Milicias. Su casa,  era según su expediente como caballero de la orden de Carlos III: "una de las principales de ésta Isla de Tenerife" y "está emparentado con todos los títulos de Castilla de la Provincia, y con todos los caballeros de las cuatro órdenes militares que ha habido... en estas Islas". Eran considerados: "limpios, cristianos viejos, sin raza ni mezcla de judío, moro, o converso...".  Igualmente, se le juzgó como un hombre: "de una vida arreglada y de muy buenas costumbres" con: "distinguidos servicios... y con particularidad en Caracas contra los rebeldes insurgentes en aquella provincia..., donde con su valor en medio de los mayores peligros subyugó todas las provincias de la capitanía general de Venezuela". No tuvo desde entonces mayores lucimientos en América.

Despótico, ambicioso, aventurero y cruel, fue acusado por el Regente Heredia por: "el destrozo de este bellísimo país",  haber violado la capitulación de 1812 y llevado a prisión a numerosos individuos, afirmando el funcionario colonial que: "las opiniones... no se disipan con suplicios..." y que era necesario restablecer: "la confianza, la seguridad y la tranquilidad que son las que constituyen la fuerza moral que sostiene a los Gobiernos justos", juicio sustancial válido ayer y hoy.

La suerte de Monteverde cambió dramáticamente. La derrota militar que sufrió en Maturín por parte de Piar, le alteró de manera significativa. Un testimonio de la época por parte del ingeniero realista José Mariano Aloy al encontrar a Monteverde en Valencia señalaba que: "... me dirigí al General, a quien todos habían abandonado menos tres oficiales, y lo hallé en el último abatimiento; dispuso a retirarse a esta plaza [Puerto Cabello] y en ella ha continuado, perdido el tino enteramente, pues está como fuera de juicio...", y finalizaba: "El Sr. C.G. Monteverde, fue gravemente herido, haciéndose víctima de su propio plan contra el dictamen de la Junta de Guerra ...  En vista de tan costosa experiencia, del estado físico y mental..., puede asegurarse también que echará a perder todo cuanto se ponga a su cuidado...".

Asi concluyó de hecho su mando en Venezuela, en medio de la derrota y el desconocimiento de los suyos, en medio de sus males físicos y la anarquía de los españoles, que algunos observaban: "... en las enemistades de Monteverde con Zeballos, y los militares de profesión con los de genio que mandan los demás cuerpos de lo interior como Boves, Yanez, Millet...". Lo sucedió el Mariscal de Campo don Juan Manuel Cagigal, pero para muchos españoles, como expresaba don Francisco de la Hoz, comisionado del gobierno español en Curazao: "... D. Tomás Boves que se halla en Calabozo,... es el único oficial que sabe hacer la guerra contra el tirano Bolívar...".

De estos y otros sucesos en la difícil formación de nuestra República, se están cumpliendo doscientos años de heroísmo y sacrificios por la libertad.

Jfd599@gmail.com
@jfd599

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jueves, 26 de abril de 2012

ANDRES URDANETA CLASE DE HISTORIA DE VENEZUELA PARA EL PRESIDENTE DE LA VENEZUELA BOLIVARIANA EN CARTA IMAGINARIA DE JOSE ANTONIO PAEZ

Esto dijo Chávez:  “Voy a quitar a Páez de mi despacho. No voy a destruir la obra porque es de Tito Salas, pero no merece estar en el despacho presidencial junto con Bolívar y Sucre, fue un traidor”  15 de octubre de 2006  “Nos enseñaron a admirar a Páez y a Gómez. Se hablaba del Benemérito General Gómez…Y del León de Payara…León para la oligarquía… grandes traidores de nuestra historia”  28 de diciembre de 2006.  “No hay corrupto del tamaño de José Antonio Páez y lo tenemos aquí en el Panteón, la oligarquía lo trajo aquí al Panteón claro y lo sembró aquí, no debería estar aquí, desde mi punto de vista, el traidor José Antonio Páez”  
CARTA IMAGINARIA DE PAEZ
17 de diciembre de 2006 Querido Hugo:
Es un placer dirigirme a tí en la oportunidad de aclararte algunas situaciones que al parecer fueron las que te obligaron a pensar en retirar mis restos del Panteón Nacional, donde descansan en sana paz desde el 19 de abril de 1888. Hugo, quiero saber por qué me echas esa broma a mí, tu paisano, recuérdote que nací en Curpa, provincia de Barinas (que algún divisionista convirtió en Portuguesa), el 13 de junio de 1790. 
Yo, al igual que tú, era un pata en el suelo, hasta analfabeta, porque no tuvimos ni el Acude de la cuarta ni mucho menos tu Misión Robinson, pero lo que si puedes tener por seguro es que fui un verdadero patriota, que amaba a mi país, que luchó por la libertad de los venezolanos, por deshacernos del yugo de esos españoles que nos maltrataban y explotaban.  
Yo, Hugo, no entré en ninguna escuela militar para que me dieran el comando de un batallón de paracaidistas como a tí. Yo tuve que convencer a campesinos, vegueros y cuanto bicho de uña se me presentaba para que formaran parte de mi ejército. Luego tuve que parir recursos para vestirlos, armarlos y darle bastimentos para que fueran a dar la vida por la Patria.  Créeme, yo hacía eso por iniciativa propia, ni conocía a Bolívar. Fue el 30 de enero de 1818, en el Hato Cañafistola, cuando, por fin, lo conocí. Él venía de Angostura, ejecutando la Campaña del Centro, y nos pusimos de acuerdo para la prosecución de las operaciones contra el ejército del general realista Pablo Morillo, que nos cargaba azotaos, y debo confesarte que prácticamente tuve que echarle pichón yo solo, incrementando mi ejército y ganándome los méritos y el concepto de El Libertador, con quien nuevamente me reuní el 28 de abril de 1821 para iniciar los preparativos de la Campaña de Carabobo. 
Me tocó a mi echarle pichón para incrementar mi ejército y salir de Achaguas el 10 de mayo, y a caballo (no en aviones y helicópteros VIP, como tú viajas) para incorporarme en San Carlos al Ejército Libertador.  
Por fin, el 24 de junio del mismo año libramos la Batalla de Carabobo, y debe ser que como yo tenía fama de bravo, me pusieron al mando de la primera división, o sea, la que puso el pecho, conmigo al frente. Yo no me metí asustado en museo militar alguno ni nada por el estilo para mandar a mis lanceros… 
Ah, después que ya yo había vuelto leña a los realistas fue cuando mandaron a la segunda, dirigida por el general Manuel Cedeño, pero sólo fue para que los rematara.  
Así que Hugo, la batalla la gané fui yo y la mejor prueba de ello fue que en ese mismo campo de batalla Bolívar me ascendió a General en Jefe, o sea, que esa independencia que tú celebras y que disfrutas hoy, me la debes a mí, quien fue el que se quemó el pecho peleando y arriesgó el pellejo ¿Y tú no crees que esos son suficientes méritos para estar en el panteón? No seas mal agradecido…  
Bueno Comandante, yo entiendo que Bolívar, como lo derrotaron en Venezuela, tuvo que huir a Colombia, y entiendo que los colombianos lo querían mucho ya que les dirigió su independencia, y que desde ahí mismo mandó a Sucre a liberar a Ecuador, a Perú, a Bolivia, pero de eso a querer hacernos a todos colombianos, pues, no se lo podíamos permitir, 
¿Por qué no hizo la Gran Venezuela en vez de la Gran Colombia? Ah no, no sé qué pepera tenía Bolívar con ellos, porque nos quería imponer esa Gran Colombia,ah, y fíjate que hasta el Vicepresidente era el colombiano Santander, no, que va, no nos la calamos, así que iniciamos en abril de 1826 “La Cosiata”, y rompimos relaciones con el gobierno de Bogotá, mas no con Bolívar, y planteamos la separación de Venezuela de la Gran Colombia. Sin embargo, no nos separamos, y disciplinadamente obedecí a Bolívar cuando regresó del Perú y asumió en Bogotá la Presidencia de la República, pero no, aquí los venezolanos no nos convencíamos, nos negábamos a ser colombianos y sin enfrentarme abiertamente a El Libertador tuvimos que desconocer la autoridad de los órganos de Bogotá y consumar la separación de Venezuela de la Gran Colombia a mediados del 27. 
O sea Hugo, que si yo no hubiera hecho eso, hoy no hubiera Venezuela, hoy tú serías colombiano y lo peor, tú no serías Presidente, sino un caliche más.  Entonces reconócelo, me debes el país y tu Presidencia a mí, entonces, ¿por qué me echas esa broma? Mal agradecido. 
Otra cosa que tú me debes Hugo, es la democracia, porque yo no era profesional universitario, pero leía mucho y conocía lo que se hacía en otros países para gobernarlos, me dejaba asesorar y así, el 24 de marzo de 1831, fui electo primer Presidente Constitucional de Venezuela y con mas porcentaje que tú, por 136 votos de los 158 sufragantes surgidos de las asambleas electorales. En este primer gobierno, me tocó organizar el Estado con medidas administrativas en materia de impuestos, inmigración, liberalización del crédito, educación, orden público, y asuntos internacionales.  
Me tocó difícil, hasta me tocó enfrentarme al Arzobispo de Caracas, nuestro paisano Ramón Ignacio Méndez, y enfrentar el alzamiento de los generales José Tadeo y José Gregorio Monagas (el primero con el pretexto loco de restituir la Gran Colombia y el otro con la locura de la autonomía de un Estado Oriental), pues, y no tuve que meterlos presos, ni matarlos, ni nada de eso, pude conciliar con ellos y resolver el problema. 
Pues como yo no tenía control del CNE, ni del TSJ y mucho menos de la Asamblea Nacional, no pude reelegirme, y así en 1835 tuve que entregar el poder a José María Vargas, como lo hace un demócrata, y no me quise perpetuar en el poder como al parecer tú quieres hacerlo.  
En 1838 fui legalmente electo para una segunda presidencia que asumí el 1 de febrero de 1839 y me ocupé de la educación, el crédito exterior, y el mono de deuda pública contraída por la antigua República de Colombia, y para que no creas esa paja que te han dicho de que yo era enemigo de Bolívar, es bueno que sepas que fui yo quien comenzó a solicitarle a Colombia la posibilidad de retornar los restos mortales de El Libertador y ponerlos en el Panteón del cual me quieres sacar.  
Así, sin chimbear resultados, ni infectar el REP, en enero de 1843 entregué la presidencia de la república al general Carlos Soublette, eso como una demostración de que era un verdadero demócrata y que no tenía ni tuve odios contra nuestro Libertador, sólo diferencias. 
Ahora, tú no eres quien para quitarme lo bailao, para despojarme de mi lugar en la historia, y fíjate que el 13 de julio de 1867, el Gobierno de Venezuela me expidió el título que me acreditaba como “Ilustre Prócer de la Independencia Suramericana”.  
Ahora Hugo, no se por qué tú me acusas de oligarca, de corrupto, de que me aproveché de los dineros públicos, de veras que eres un difamador. ¿Qué pretendías tú?, que luego de todo lo que luché en mi vida, de ser General en Jefe, presidente de este país por tres períodos, de darle realmente la independencia a los venezolanos y hasta luchar en la federación, ¿pretendías que después de todo eso muriera arruinado como un perro en la calle? Pues, tienes que entender que aquí hubo haberes militares y que se nos permitió a todos los que nos jodimos en guerra desarrollar una pequeña fortuna. 
Tú y tu familia son el mejor ejemplo… ¿No has visto como viven ahora todos los que salieron de allá, de tu humilde casita de la avenida Carabobo de Barinas?, ¿no les has visto las prendas de oro en sus manos y pies, en los carros que andan, en las casas que viven, como se visten?  
Hugo, y vete tu mismo, el súper avión que te compraste, los helicópteros VIP que encargaste, tus relojes, tus gastos en trajes y zapatos multimillonarios, los viajes y lujosos hoteles donde llegas. Ves que eso es muy bueno, pues, no chico, lo que es bueno pa’l pavo es bueno pa’la pava. Además, ¿que fortuna? Es que acaso tú ves que los Páez son los oligarcas de Venezuela, no, los Páez están pelando, así como tú tienes a la gran mayoría de los venezolanos y eso porque no les dejé real. Así que no seas injusto.  
Mira cámara, no seas tampoco mal agradecido, no te perdono que tus jala mecates hayan blasfemado el sitio donde reposaba la casa de mi mujer Dominga Ortiz de Páez allá en la Calle Bolívar de la ciudad de Barinas, lugar donde construyeron una plaza con mi nombre y fue erigido mi busto, obra de un artista paisano tuyo. Pues, tus vándalos seguidores, esos ignorantes de este país, quienes hambreados son los únicos que te pueden seguir, dañaron el busto y pintaron mi cara en azul y también quitaron todo el adorno de luces navideñas que había sido colocado en la misma, dejando a todos los vecinos del sector sin Navidad, por tus ridiculeces.  
Fue la única plaza en la ciudad a la cual no se adornó y lo más ridículo fue que ahora van a cambiarle el nombre a todo lo que te recuerde a mí, cuando la historia de Barinas es mi historia. Recuerda, el que escupe hacia arriba le cae la saliva. No sigas sembrando odios, pariente, tú vas a salir de esa presidencia algún día, porque el poder es efímero, no te creas que vas a ser el nuevo Fidel de América, Venezuela no es una isla y a tí no te quiere la mayoría de los venezolanos.  Fíjate en mi, cómo después de todo lo que hice, algunos malagradecidos me metieron preso, me sacaron del país tres veces y tuve que ir a morir el 6 de mayo de 1873 en el olvido, lejos de la patria, en Nueva York, allá en eso que tú llamas el imperio, en los Estados Unidos. Cónchale, chamo y el país gastó un dineral para repatriar mis restos y sepultarlos en el Panteón Nacional, para que, por una puntada de rabo, tú vengas a querer borrar casi 200 años de historia. No jile. Finalmente te recomiendo que “no le hagas a nadie lo que no te gustaría que te hagan a tí” porque vas a terminar peor que tu pana Hussein. ¡Caracha, negro!  
José Antonio Páez  Misiva imaginaria del Tcnel. (GN) Jesús González Cazorla defendiendo el papel del “Centauro de Los Llanos”.

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