BIENVENIDOS AMIGOS PUES OTRA VENEZUELA ES POSIBLE. LUCHEMOS POR LA DEMOCRACIA LIBERAL

LA LIBERTAD, SANCHO, ES UNO DE LOS MÁS PRECIOSOS DONES QUE A LOS HOMBRES DIERON LOS CIELOS; CON ELLA NO PUEDEN IGUALARSE LOS TESOROS QUE ENCIERRAN LA TIERRA Y EL MAR: POR LA LIBERTAD, ASÍ COMO POR LA HONRA, SE PUEDE Y DEBE AVENTURAR LA VIDA. (MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA) ¡VENEZUELA SOMOS TODOS! NO DEFENDEMOS POSICIONES PARTIDISTAS. ESTAMOS CON LA AUTENTICA UNIDAD DE LA ALTERNATIVA DEMOCRATICA
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domingo, 10 de julio de 2011

ELI BRAVO: NADIE ES PARA SIEMPRE

Lo único que podemos hacer es prepararnos para el día en que toque nuestra puerta.

Ver la muerte a los ojos es algo que cambia la vida. De ello pueden dar fe muchos sobrevivientes. En sus testimonios, suelen hablar del cambio de perspectiva que experimentan, de una nueva manera de sentir el presente con mayor intensidad. Por lo general también concluyen que hay una verdad irrebatible: es imposible escaparle a la muerte porque está entretejida con la vida.

Quienes han tenido sus días contados suelen decir que la muerte trae una mayor humildad, que pone en evidencia la fragilidad del cuerpo, y como si fuese un poderoso detonante, abre el corazón al amor. Ella deja en claro la finitud de nuestro tiempo en la tierra y la necesidad de sembrar para trascender. Para quienes somos testigos, la muerte que se acerca a otro cuerpo nos hace más conscientes del propio. Y a medida que envejecemos y la vemos llevarse nuestros afectos, lo único que podemos hacer es prepararnos para el día en que toque nuestra puerta. En Venezuela los últimos días han girado en torno al cáncer del Presidente. Su enfermedad es la metáfora más cruda de los últimos años en el país, poniendo en relieve las intrigas, los resentimientos, las ambiciones y la polarización que echaron profundas raíces en la sociedad. Más allá del hombre ante la posibilidad de su muerte, asunto que Hugo Chávez pareciera enfrentar con el engañoso ego que por años lo ha movido en el poder, el huracán que su tumor trajo a escena ha sacado a relucir lo mejor y peor de cada quien. El Presidente está librando la batalla más difícil de su vida, y no es precisamente contra el cáncer, sino contra la irreversible realidad de que no vivirá para siempre. Es una lucha similar a la que enfrentan sus seguidores, entregados al culto a la personalidad como una variante religiosa. Y entre sus opositores, esta es una ventana de oportunidad que deberían ver como un espejo: en la dinámica de causa y efecto, las motivaciones detrás de sus próximas acciones determinarán su futuro. Al final del día, lo más acuciante no es si Chávez vivirá o no. Más bien es ¿cómo sanará Venezuela de la enfermedad social que padece? En esta pregunta y sus respuestas están las claves de la supervivencia y de la naturaleza humana de cada venezolano.
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martes, 8 de febrero de 2011

SIETE DÉCADAS. EDDIE A. RAMÍREZ S.

Pasaron muy rápidas. Quizá porque fueron vividas intensamente, con felicidad y sin resentimientos. Aunque hubo períodos difíciles, no tengo motivos de arrepentimiento.  Desde que tuve uso de razón el tema político estuvo presente. En mi triciclo jugaba a ser el chofer de Delgado Chalbaud y de Mario Vargas. A los doce años, en Bélgica, percibí los abusos que suelen cometer quienes detentan el poder, cuando mi padre, Edito Ramírez, fue pasado a retiro y negado el permiso a toda la familia para regresar al país. Conocí lo duro del exilio y a distinguidos desterrados, entre ellos a Jóvito, Rómulo, Mario Briceño y Herrera Campins. 

También sentí las amenazas de la Seguridad Nacional en Curacao y Trinidad, amenazas que neutralizaron las policías de esas islas colocando vigilancia en nuestra casa. Ya en esa época comprendí que los países no tienen amigos sino intereses, al ser expulsados por el imperio británico y por la corona holandesa de  las islas citadas debido a la presión de la dictadura perezjimenista. Recuerdo intensamente el impacto por los asesinatos del teniente Droz Blanco en Barranquilla y de otros compatriotas, así como la prisión de mi tío Rafael Serfaty y la alegría del 23 de enero.

Ya veintiañero, y durante dos años y medio, conocí la realidad de nuestras cárceles, aunque en el privilegiado pabellón de procesados militares de la Cárcel Modelo, en la década de los sesenta.  En ese lugar “donde toda incomodidad tiene su asiento”, como dice el inmortal manco de Lepanto, me nutrí de muchos autores  y, desde luego, hice  inolvidables amigos con los cuales planificamos tres fugas, todas fallidas.

Regresé a ese gran país que es Costa Rica. En su universidad  me gradué de ingeniero agrónomo y tuve el honor de ser electo Presidente de la Asociación de Estudiantes y liderar la primera huelga exitosa en esa Universidad, cuyo objetivo era mejorar la docencia. Allí conocí a  Anabelle Aguilar, bióloga, poeta y esposa desde hace 42 años y en San José nació mi hija Gloriana, hoy odontopediatra. Ya en Venezuela, tuve la suerte de trabajar en el prestigioso Servicio Shell Para el Agricultor, posteriormente devenido en FUSAGRI. Nació mi hijo Eduardo, ingeniero mecánico con dos Maestrías y hoy ciudadano canadiense.  Experiencias en Cagua, Bejuma, Tucupita, Inglaterra, Maracay y Caracas me permitieron llegar a la Vicepresidencia Ejecutiva de esa organización. En 1988 ingresé a Palmaven, filal de PDVSA,  empresa en la que alcancé la Presidencia y de la cual fui despedido con un pito por el teniente coronel en abril de 2002. Los siete  trabajadores despedidos fuimos reincorporados cuando atemorizado nos pidió perdón, después que  el ejército lo regresara al poder.

Cuando pensaba en un retiro tranquilo, habiendo entregado mi cargo en octubre de 2002 por tener aprobada en PDVSA la jubilación, la misma  me fue revocada con el aval del genuflexo TSJ, por haber expresado mi apoyo al paro cívico de diciembre de ese año. A pesar de este inconveniente,  desde el 2002 a la fecha han sido lo mejores  años de estas siete décadas,  ya que me permitieron  conocer a  valiosos  seres humanos y recibir el apoyo de muchos.  Particular referencia a los miembros de Gente del Petróleo quienes teniéndolo todo, arriesgaron todo y perdieron todo menos la dignidad, en la defensa de principios y valores. El compartir con ellos, con algunos de los presos políticos y con sus familiares, con políticos, con intelectuales,   con militares que perdieron sus carreras, como mi yerno Michael O’Brien,  también con valientes periodistas, con mis hermanos y con innumerables personas, muchas de ellas cuyos nombres desconozco, pero que nos  saludamos como familia en las marchas, me hacen sentir muy bien y por ello doy gracias a la vida. Así como salimos de Pérez Jiménez, también saldremos de esta dictadura siglo XXI, los venezolanos nos reconciliaremos y las nuevas generaciones construirán un mejor país, en lo cual fallamos  mi generación y  algunas anteriores. 

Como ya son setenta años creo es tiempo de dejar de hablar de los hijos de mis hijos y reconocer que tengo cinco nietos maravillosos. 
¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!


eddiearamirez@hotmail.com 


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lunes, 11 de febrero de 2008

*LUIS DANIEL ÁLVAREZ V. ESCRIBE PARA EL UNIVERSAL: “GANÓ LA VIDA”


*LUIS DANIEL ÁLVAREZ V. ESCRIBE PARA EL UNIVERSAL: “GANÓ LA VIDA”

El terrorismo no es beligerante y asesinar no es un ejercicio político


El pasado 4 de febrero fue un día en el que se enfrentaron dos modelos de sociedad. Fue una fecha en la que la historia mostró que puede tener dos rostros pero que solo uno marca un hito en lo que a paz, lucha y constancia se refiere.

Ese día, millones de ciudadanos en el mundo, incluida una emotiva, valiente y concurrida representación de venezolanos, llenaron las calles del mundo para manifestar su repulsión al secuestro y a la muerte, a la vez que sellaban un compromiso con la paz, la libertad y la democracia. Miles de voces blancas se combinaron en el mundo para elevar una plegaria de esperanza y decirle al planeta que el terrorismo no es beligerante y que el asesinar no es un ejercicio de la política sino de arbitrariedad.

Por otra parte, algunos optaron por celebrar un aniversario más del tenebroso 4 de febrero, episodio lúgubre para la historia patria en la que un grupo de hombres, blandiendo el arma de la fuerza y la dominación, atentó contra el sistema, dejando en el camino a decenas de venezolanos que perecieron en la infructuosa aventura militarista.

En paz

En la actividad a favor de la vida, la esperanza demostró que los cambios se pueden hacer en paz y en libertad, mientras que en el festejo por la fatídica fecha, se siguen reviviendo los fantasmas del odio, la diferenciación social y la tristeza.

Afortunadamente triunfó el canto a la vida, pues además de haber convocado más gente, haber sido difundido voluntariamente y haberse realizado en el mundo entero, demostró que el terror que siembran los grupos violentos no logrará aplacar los deseos de bondad y esperanza de los pueblos. Muchas veces los autoritarios requieren que sin miedo gritemos "no más", para que entonces la libertad comience a resurgir.

luisdalvarezva@hotmail.com.