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martes, 8 de julio de 2014

PABLO ROMERO, CAMBIO CULTURAL Y VALORES, DESDE URUGUAY

Entre las tareas claves que la actividad política supone, se encuentra la de tomar decisiones que definan los valores culturales deseables para la sociedad. Existe, pues, un vínculo indisoluble entre el actor político y los valores culturales, lo cual no solamente supone una fuerte responsabilidad ética, sino una preparación intelectual acorde a la complejidad del asunto. Desafío aún mayor en tiempos globales, en los cuales el aceleramiento de los cambios nos enfrenta a nuevos horizontes y lo valorativo se vuelve una necesidad para la comunidad en su conjunto.

La globalización, ese tiempo histórico que nos toca vivir, ha dado un nuevo giro al viejo debate entre valores universales y relativos. En el campo cultural, se ha virado de su concepción más tradicional -donde cultura se  igualaba a civilización, se planteaban diferentes grados culturales en los individuos y entre las sociedades, se proponía un canon universal y se hablaba en términos de cultos e incultos, alta y baja cultura- al giro que los estudios antropológicos le dieron al asunto, priorizándose la idea de diversidad y postulando que todas las culturas tienen el mismo valor. 
En esta perspectiva, no existen grados de valor cultural, en la medida que todo es cultura y todos somos cultos. Aquí los valores culturales, pues, no son universales sino relativos a cada cultura. La concepción postmoderna acentuará esta mirada y nos pondrá nuevamente frente a un dilema de larga data en la historia del pensamiento.
Mario Vargas Llosa, en una exposición titulada Discurso de la cultura –a la cual, por cierto, se puede acceder a través de la web- plantea el debilitamiento del concepto de cultura, en la medida de que si todo es cultura, ya nada lo es, proclamándose abiertamente en contra del relativismo cultural y sus consecuencias. El valorar, el sopesar, el elegir, parece haberse convertido en mala palabra, en algo propio de “conservadores” y “autoritarios” y es, al menos, políticamente incorrecto sostener que determinados valores culturales son preferibles a otros. La diversidad cultural parece haber devenido en una incapacidad valorativa y, a partir de esa situación, la decadencia de los valores culturales se convirtió en un signo de nuestra época. Se ha impuesto la mirada de que “todo vale lo mismo”, lo cual -dirá el premio nobel peruano- no ha significado más que decir que “ya nada vale”.
Por otra parte, la idea de un canon universal siempre ha supuesto una mirada elitista y la marginación de toda expresión cultural que no estuviera en sintonía con esa medida de todas las cosas. Y los juegos de poder parecen emerger allí más claramente, en tanto, en definitiva,  ¿quién establece el canon y bajo qué legalidad?
El fuerte acento en la diversidad cultural ha dotado a nuestras sociedades de una mayor riqueza y ha permitido escabullirnos del autoritarismo de la considerada a sí misma elite cultural.
Ambos posicionamientos llevados a su extremo -ya sea el autoritarismo cultural del universalismo o el relativismo que ya nada valora- parecen ser fieles representantes del agotamiento de un momento u otro del transcurso de los más recientes cambios culturales de nuestra humanidad. En ese vaivén pendulante de conceptos hegemónicos que suele mostrar la historia, los cambios culturales de la globalización posmoderna parecen haberse inclinado fuertemente a favor de un relativismo que ha ido exacerbando su postura y que, sin embargo, comienza lentamente a generar un movimiento en contrario.
El aporte innegablemente positivo de los estudios antropológicos en el campo de la cultura, el beneficio conceptual y democrático de la idea de diversidad cultural, son valores que han llegado para quedarse, pero que en su propio devenir han instalado el germen de la vieja tradición universalista de marcar límites valorativos, en tanto comienza a operar socialmente el reclamo de escapar a las consecuencias de su radicalización.
Aunque Vargas Llosa pueda sonar demasiado fatalista, no parece estar tan errado en su presunción de que los cambios culturales de las últimas décadas no han hecho más que debilitar el concepto de cultura, hasta el punto de casi darle muerte. 
¿Estamos frente al “fin de la cultura”? Ciertamente, no, pero quizás como en ningún otro período de tiempo, el desafío es enorme, porque la sociedad se ha complejizado como nunca antes y la diversidad ha aflorado con toda su magnitud -aunque en un movimiento global que en su contracara tiende también a envasar, caricaturizar y homogeneizar esa misma heterogeneidad que proclama, alienta y genera- y el valorar, el discriminar positivamente entre los diversos grados de valores en juego, pasa a ser la tarea central  que tenemos por delante.  Y esta conlleva el regreso a un ejercicio fundamental para la salud democrática de toda sociedad: el debate fundado en la capacidad argumentativa, donde la pluralidad de miradas de todos los actores involucrados se pone en juego dialécticamente y se cristaliza en tomas de decisiones surgidas a partir de la consagración de los mejores argumentos. Y con la mirada apuntando al campo ético y a la mejor construcción posible de un factor que resulta más decisivo que el capital económico en esta sociedad del conocimiento: el capital cultural.
La labor es compleja, en la medida que se debe oscilar entre dos procesos por momentos complementarios, por momentos contradictorios, característicos de la globalización cultural: por un lado, uno que visualiza los procesos de cambio cultural en los niveles globales, y, por otro lado, aquel que considera el contexto local de cultura. Se rescatan y se acentúa la defensa de las identidades culturales autóctonas, a la par que el movimiento global abre las puertas a la convivencia en un bricolaje de identidades, a la composición cultural híbrida. No la tienen sencillo quienes de algún modo están en el primer frente de esta batalla entre los cambios culturales y los valores.
¿Y quiénes son aquellos que están en ese primer frente? ¿Qué actores constituyen lo público, son determinantes en la producción y circulación de los valores culturales y proyectan las posibilidades de enriquecimiento del capital cultural en una sociedad?  Entiendo que existen al menos cinco actores fundamentales, relacionados y en modo alguno interdependientes: el núcleo familiar, las instituciones educativas, los medios de comunicación, los gestores culturales y los actores políticos.
Y en buena medida cualquier proyecto político inteligente y deseable para el bien común de una sociedad contemporánea, debe construir sus políticas culturales sobre la base de enfrentarse al desafío desde una óptica ética que atienda la problemática de manera integral, o sea, incorporando decididamente a esos otros actores.
Como sea, en tiempos donde el valor supremo de lo cultural parece estar arraigado en lo divertido, lo simpático, lo espontáneo, lo fresco, lo efímero e incluso lo decididamente chabacano no será sencillo apelar a una subjetividad ávida de “consumir” otros  “productos” culturales, aquellos cuyas huellas escapen al mero divertimento de ocasión y, en definitiva, marquen valores positivos en la comunidad. Pero esto es parte vital, justamente, del desafío que todo actor político toma al momento de asumir su rol. Hay una larga tarea de reconstrucción por delante y hacia allí es donde debe orientarse la tarea.
Se abren en nuestro país, a partir de una nueva instancia electoral, renovadas posibilidades de abordar una coyuntura que es adversa en el plano cultural. Los principales problemas que el país está padeciendo en materia educativa o incluso en materia de seguridad pública, tienen que ver básicamente con esta cuestión de la desvalorización del capital cultural, con la debilidad del entramado que conforma el espacio cultural-ético. Fallará toda política de gestión o proyecto técnico en áreas como la educación y la seguridad -temas que la ciudadanía ha puesto en el tapete como su principal preocupación-, sino es abordada desde el concepto central que es el del fortalecimiento del capital cultural, abordaje que requiere ir más allá de la mirada meramente economicista o del modismo de la diversidad carente de valoraciones con que se han sustentado estas políticas en los últimos años. Una cultura de valores y valores culturales que fortalezcan la idea de convivencia y bien común es la propuesta que debe encabezar una política cultural que logre superar las actuales dificultades. Articularla y ponerla finalmente en juego es el desafío por el que se debe estar trabajando desde ya y más allá de banderías político partidarias. Desde el aporte de ideas apostamos a construir junto al otro, porque cualquier otro camino resulta simplemente inútil y supone la pérdida de oportunidades de mejorar como sociedad.

Pablo Romero
pablorg@montevideo.com.uy

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sábado, 7 de junio de 2014

ZENAIR BRITO CABALLERO, ¿ES CULTURAL Y EDUCATIVO EL FENÓMENO DE LA VIOLENCIA EN VENEZUELA?

La cultura de la violencia en nuestro país, se nos ha venido imponiendo desde las conductas, actitudes y formas de gobernar de quienes  se han adueñado del poder  en los últimos 15 años. 

Impulsadores de un mal llamado socialismo del siglo XXI, q no es más que el reflejo de la injusticia, de la represión, de la discriminación, de la tortura, de la cárcel, del exilio, de la usurpación y explotación de los recursos naturales, legal pero fraudulentamente a favor de los dueños del poder, desde el militarismo, golpismo y la práctica salvaje de la usura e imposición de reglas en contra de los pobres y excepciones a favor de los acaudalados y poderosos del gobierno
.
La fisura inmensa entre extrema pobreza y extrema riqueza, ha ido generando odio y violencia entre chavistas y opositores,  y esto se acrecienta a medida que el asalariado va descubriendo que su patrón se va haciendo cada vez más rico, mientras el trabajador sigue siendo cada vez más pobre, con el miserable salario mínimo que recibe, que no le alcanza ni para sobrevivir
.
¿Es cultural el fenómeno de la violencia? Claro que sí lo es,  porque es el  producto de la reacción forzada por el hambre, la miseria y la carencia que padece la población venezolana pobre, sobre todo, cuando la conducta se tradiciona en procedimientos funcionales.

Y cuando las condiciones de pobreza muestran leves mejorías por implementación de algunos programas sociales como las llamadas misiones en contra de la pobreza o por los pocos emprendedores que se atreven a montar microempresas, pues ante estas alternativas, quienes mandan, ejecutan métodos y estrategias para facilitar condiciones que mantengan o sostengan los niveles de inseguridad, el crimen, la zozobra y la desesperanza, para garantizar su estatus.

Es penoso que nos siga afectando esta epidemia llamada socialista-comunista, y luego se nos llame a Venezuela “un país comprometido”, y es que la carencia de liderazgos tanto de izquierda como de derecha, no nos permite unir esfuerzos para atacarlo, porque nuestra sociedad está fragmentada en todos sus aspectos, lo que potencia el viejo asunto del clasismo, aunando en esto, la atomización social, que solo beneficia al poder.

¿Es posible atacar el fenómeno de la violencia de forma eficaz y efectiva, por medio de la cultura y de la educación? Si, es posible, porque el trabajo por la cultura de una nación debe abarcar ese aspecto, pero ese trabajo debe ser acompañado de transformaciones de orden estructural en el sistema educativo, lo que incluye la masificación y popularización de las artes y las ciencias humanísticas, para cumplir con los derechos que tiene la población a disfrutar, participar y hasta producir en estos aspectos

Pero para acabar con la violencia, hay que corregir la plana impuesta en este socialismo-comunismo por la injusticia social, la desigualdad, la concentración de la riqueza en pocas manos rojas-rojitas, y sobre todo, reconstruir la dignidad nacional que ha sido el problema mayor, dado que por ello, nuestra soberanía cultural y educativa ha sido invadida, con salvoconducto estatal, de tanta basura subcultural que ha complicado más las conductas de violencia.

Esta es una responsabilidad del estado en general y del gobierno socialista-comunista en especial, del que han debido aparecer líderes reales  y no solo PSUVISTAS que enfrenten tan grave dificultad, pero no les conviene.

Hay que deshacer los vínculos generados por  este socialismo-comunismo respecto a la educación y a la cultura, porque da vergüenza que se nos vea en otros países como ciudadanos salvajes, criminales, corruptos, mal educados, de pobre cultura y en todo el mundo, solo por la conducta de sectores gubernamentales  interesados en sostener la situación de violencia, poniéndole a ésta espiral delictiva, raíces políticas e ideológicas, maquiavélicas, mórbidas, mal intencionadas, conducidas y sostenidas por grupos de ultra-izquierda que obedecen línea de ofensiva desde uno de los bandos políticos, por mezquindad y estrategias ruinosas que llevan la intención de dañar la imagen del  grupo opositor o contrario.

No es posible que sigan existiendo amparadores del mal, que a control remoto, planeen y resuelvan fríamente, cuantos deban morir para cumplir con una estrategia de beligerancia impulsada por tan bochornosa mezquindad, que solo lleva la  intención de impedir que otros hagan algo por el bienestar de nuestra ciudadanía venezolana, asunto que los diabólicos y maléficos del régimen gobernante jamás quieren ni intentan.

Zenair Brito Caballero
britozenair@gmail.com
@zenairbrito

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viernes, 3 de enero de 2014

MARIAHÉ PABÓN, LAS LISTAS INFAMES, DE ANDAR Y VER

"Un verdadero apartheid cultural divide al campo creador en críticos y adeptos. Y ya sabemos lo que la posición crítica trae como consecuencia: el ostracismo de cara a cualquier prebenda pública. Si, pese a todo, nuestros creadores sobreviven con admirable salud, esto se debe a que la indiferencia pública ya forma parte de nuestra condición genética.
En tiempos en los que el olor a muerte, a disolución republicana, a crisis nacional, cunde por todas partes, es bueno tener muy en cuenta la voz de nuestros creadores, quienes nunca han hecho diferenciaciones de ningún tipo y mucho menos discriminado actos o gestos de nuestro gentilicio. Ante la muerte del sentido, de la condición ciudadana, ahora y siempre, cultura y más cultura. O dicho de mejor manera en los versos del gran cultor José del Pilar Rivera: “Si yo muriéndome estoy/ y me vienen a buscar/ como sea para cantar/ dejo la Muerte y me voy”.
Antonio López Ortega, un aparte de su columna de opinión “ Cultura contra la muerte”, diario EL NACIONAL, enero 02/2014
Delcy Tascón
En estos tiempos en que los Snowden y los Assange, se llevan titulares periodísticos por sus hazañas de hurgar en los archivos ajenos y descubrir las patrañas de los gobiernos,Delcy Rodríguez, Ministra de Comunicación, buena alumna de Izarra, no pudo quedarse atrás y ha realizado un trabajo policial digno del Premio Nacional de Periodismo farandulero. Ella no ofrece noticias de los despachos oficiales no envía notas a la prensa sobre asuntos que pudieran cambiar la imagen de sus amos. Ni siquiera escribe para saber en qué estilo maneja el idioma castellano y si posee alguna virtud de comunicadora, como la brillantez que en otros tiempos tuviera el ministro  Simón Alberto Consalvi, para nombrar a alguien cuyo papel fue siempre el de publicar libros  de autores venezolanos y revistas tan memorables como Imagen en cuyas páginas colaboró siempre la gente de izquierda que no es la misma que lame hoy los egos de los gobernantes y aporrea a los de la acera de  enfrente.
La señora Delcy ha realizado un trabajo descomunal de investigación , metiendo sus narices en las agencias de viajes o bien en las listas de pasajeros que salieron del país a diferentes destinos, como lo han hecho miles de venezolanos, chavistas o no, porque han trabajado todo el año, se han ganado sus dineros y  como se puede apreciar en el grupo acusado, la mayoría son miembros de la oposición, algún periodista y desde luego Lorenzo Mendoza que bien puede irse a donde le de su real gana .
Yo no figuro en esa lista pero estoy en Miami muy feliz junto a mi familia y conmigo miles de  personas pertenecientes a diversos estratos sociales y a distintos partidos políticos que tenemos el derecho a dejar de ver por una semanas a tanto rojo de rabia, como es esta periodista que le hace competencia a Chepa Candela y  se pregunta “¿ dónde estarán vacacionando la trilogía del mal y la dirigencia opositora? Ella misma se contesta: ” De seguro no es en Venezuela”.
Vaya  ministra de comunicaciones que tiene este gobierno y  de la cual ha de sentirse  muy orgulloso el propio Maduro, experto en esconder los trapos sucios de los suyos, porque aún estamos esperando la publicación de una lista que prometió con los nombres de quienes hoy pasan vacaciones en Dubai, China o Corea del Norte, después de haberse llenado los bolsillos con dólares de Cadivi.
Destino Delcy
A Delcy la pueden mandar de vacaciones a cualquiera de nuestros barrios para que realice un trabajo de investigación sobre los más de 569 muertos  que han caído bajo la violencia desatada  solo en el mes de diciembre. Pueden igualmente pautarle un trabajo serio de la lista de traficantes que asolan la frontera y se han instalado en numerosos estados del país. Propongo que forme un buen equipo de reporteros para que indague en la Maternidad Concepción Palacios  la razón por la cual encabezamos la lista de partos en adolescentes  latinoamericanas .  Sugiero que elabore junto al Presidente la lista de corruptos que se han llevado los dineros de alcaldías , gobernaciones  y hospitales, sin que hasta ahora se les haya juzgado. Aconsejo que  realice un estudio del por qué cada día asesinan a directores del Sebin y miembros de la Guardia Nacional Bolivariana.
Es más, bien podría dedicarse a divulgar el trabajo de nuestros músicos, poetas, escritores, cineastas, gente que trabaja para el país, eso sí, sin tener en cuenta su condición política. Hay suficiente tema cultural del cual hablar, pero no creo que a ella le interese un poeta , digamos como Rafael Cadenas,ni un escritor como Federico Vegas, ni un guitarrista como Alirio Díaz, tampoco un genio como Alexis Cárdenas. ¿ Le interesará saber por dónde anda Cruz Diez ,en qué teatro famoso va a dirigir hoy Dudamel o va  tocar Saúl Vera ?
A ella lo que le gusta es el chisme y le encantaría averiguar en qué lugar María Corina pasó con sus hijos la noche vieja , qué champaña bebió Lorenzo Mendoza y con  quién disfrutó la navidad JJRendón, para montarles una olla.
Feliz 2014.  Lo bravo, apenas comienza.
Mariahe Pabon 
mariahep@yahoo.com

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