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sábado, 7 de septiembre de 2013

JESÚS ALEXIS GONZÁLEZ, CRECIMIENTO ECONÓMICO: ¡¡PRECISIONES!!

Al hablar de economía se referencia implícitamente lo relativo a cómo debe la sociedad gestionar adecuadamente sus escasos recursos a los efectos de producir bienes y servicios (ByS) para ser bien distribuidos entre la población. 
En este sentido, se presta importante atención al tema del crecimiento económico como fuente de prosperidad y bienestar para los ciudadanos y el país como un todo; siendo al propio tiempo una medida de idoneidad de la actividad gubernamental en su rol de propiciar un crecimiento sostenido del producto per cápita, a la luz de una eficiente política económica (fiscal: gasto público e impuestos; monetaria: cantidad de dinero en circulación, inflación controlada y estabilidad de la moneda) que condicione una tasa favorable del PIB (valor de todos los ByS finales producidos en un período de tiempo determinado) que para el caso venezolano mostró para el IT 2012 un crecimiento del 5,9% en contrario al IT 2013 que fue de 0,7%, en el entendido que el incremento del capital y del trabajo no explica suficientemente sus variaciones, aún cuando es claro que si una nación presenta altas tasas de inversión ello se traduce en altos niveles de renta y crecimiento, en obligante armonía con un sector externo (importaciones y exportaciones) que muestre dinamismo con adecuado grado de apertura y la presencia de un bajo índice de inflación (aumento continuo, sustancial y general del nivel de precios).
Mediante la contabilidad social (datos que miden la contribución de los sectores al PIB) y haciendo uso tanto de la información estadística disponible, como de modelos econométricos (aplicación de técnicas matemáticas para la verificación y solución de problemas económicos), se hace factible integrar distintas  variables condicionantes  del crecimiento económico en aras de generar enfoques analíticos cuyos resultados aperturen la posibilidad de instrumentar acciones a favor de la actividad económica. 
A tenor de ese norte resulta vital la medición—haremos inferencias para Venezuela—de aspectos tales como el consumo privado (gasto total en ByS que realizan las familias) que muy probablemente baje en un 6% en 2013; el consumo público (gasto en ByS que realiza el Estado) que se estima disminuya en 2013 un 8,1%; la demanda doméstica (demanda interna sin incluir las importaciones) que puede decrecer un 7,2% en 2013; la tasa de inflación que puede superar el 45% a final del 2013; las exportaciones totales que es muy factible disminuyan en un 7,6% en 2013; las importaciones que también podrían disminuir en un 14,9%; la productividad que al presente ha caído en un 35%, y la inversión en infraestructura que para 2013 se situó en 2% muy lejano de un deseable 5%. Ante tal comportamiento esperado para nuestra economía en 2013, la CEPAL estimó que crecería sólo en un 1%, diferente a otras opiniones que pronostican un crecimiento negativo cercano al -2,5%.
Adicionalmente pueden mencionarse otros elementos que condicionan el crecimiento económico, dentro de los cuales podemos citar la distribución de la renta (distribución de la riqueza entre el trabajo y el capital) que expresa el nivel de bienestar social muy desigual que induce la aplicación de programas sociales compensatorios (y de modelos económicos de corte ideológico diferente) que contradictoriamente tienden a contraer las expectativas e incentivos para la inversión, lo cual afecta negativamente la oferta doméstica (oferta interna sin incluir las importaciones) hasta generar tensiones sociales ante la aparición de escasez y desabastecimiento de bienes, que genera mayor presión sobre las importaciones; también debe mencionarse el capital social (normas y relaciones que facilitan la acción colectiva) al establecer las reglas para la existencia de un clima de paz social. En fin, el crecimiento económico es mucho más que un asunto de cantidad de divisas.
Jesús Alexis González
@jagp611

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domingo, 4 de agosto de 2013

JESÚS ALEXIS GONZÁLEZ, CLASE(S) MEDIA(S) Y CRECIMIENTO ECONÓMICO.

La seguridad económica de un hogar (entendida como la mínima posibilidad de volver a la pobreza) es determinante en los movimientos de clase progresivos para propiciar algún tipo de ubicación dentro de las denominadas clases (capas), a la luz de la capacidad que se tenga para superar perturbaciones y así procurar una igualdad social por efecto de la movilidad social ascendente (cambios de clase social) apoyados en el impulso que les confiere el crecimiento económico nacional (aumento del ingreso per cápita promedio) apuntalado por la inversión doméstica (y no por el gasto público) con quien debe existir una íntima correlación, que le permita a las familias una disminución de la desigualdad al avanzar—luego de abandonar la indigencia-- desde la pobreza (aquella que permanecen sin cruzar el umbral de clase) hasta la clase media vulnerable (aquella con altas probabilidades de regresar a la pobreza), desde donde se le abren oportunidades para continuar su avance hasta ubicarse en la clase media baja, e inclusive—con alta dificultad y mucho esfuerzo—alcanzar la clase media-media para desde esa posición  iniciar el sueño de situarse en la clase media alta mediante acciones alejadas de antivalores. 


En tal contexto, el movimiento desde la vulnerabilidad hasta la clase media baja (y potencialmente la clase media-media) está altamente condicionado por el nivel educativo (años de escolaridad alcanzados) y muy especialmente por el logro educativo (puntuación en test estandarizados), en complemento con un empleo en el sector formal de la economía (los pobres y vulnerables experimentan autoempleo o desempleo).

Todo ello dentro del marco de un transparente contrato social-económico (¿cómo contribuyo con el Estado y qué recibo de él?) que equilibre la obligante atención—nunca exclusiva—hacia los indigentes, pobres y vulnerables, sin desatender a las clases medias ya que tal política puede inducir en dichas clases una desesperanza—¿para qué participar?—habida cuenta de percibir que su esfuerzo no se pondera y recompensa con justicia, y muy por el contrario son obligados a pagar por servicios públicos que muchos otros reciben gratuitamente, amparados en programas de redistribución y protección social sustentados en ayudas selectivas (monetarias, de vivienda y alimentación),  razón por la cual esas clases medias minimizan su participación ciudadana al extremo de actuar aisladamente, incluido el deseo por desvincularse del mencionado contrato social-económico. Vale preguntar: ¿ante tal panorama los pobres y vulnerables desearán  cambiar de clase?

Las clases medias urbanas pujantes están preparadas para crearse una mejor vida—y para luchar por un país de bienestar--; hecho  que se traduce en la necesidad de fortalecer sus ingresos y capacidad de compra—y aporte como capital humano—como condicionante para el comportamiento del PIB, habida cuenta que las principales actividades motoras del crecimiento económico basado en el consumo interno—en un sistema de mercado—son las construcciones, las manufacturas, la compra de vivienda, vehículos, vestidos, tecnología, entretenimiento y cultura; lo cual permite alcanzar una sociedad prospera, incluyente y antioligárquica. 

Tal aspiración se dificulta en Venezuela ante la distribución poblacional por estratos que presentaba—según nuestras estimaciones—en 2012: clase alta: 3,25% (949.000 personas); media alta y media: 17,25% (5.037.000 p); media baja y vulnerables: 36,3% (10.599.000 p); pobres: 30,5% (8.906.000 p) e indigentes: 11,7% (3.416.000 p). En definitiva, apreciamos que la movilidad social ha de responder a una articulación entre las clases medias y el resto de la sociedad a la luz de un enfoque “políticopartidista-técnico” con implícita reorientación ideológica, que facilite la participación ciudadana—desde sus distintos roles—en aras de armonizar con el Estado sus ofertas y demandas, en conjunto con la ruptura del “ostracismo” de las clases medias y con el “facilismo” de los vulnerables; haciendo valer la expresión: “Mejor un final terrible que un terror sin fin”.

@jagp611



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