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viernes, 13 de agosto de 2010

DESEMBARCO MILITAR VENEZOLANO EN LA ARGENTINA, ALEXIS DI CAPO EN EL INFORMADOR PÚBLICO (CASO ARGENTINA)

A partir del gobierno del Presidente Kirchner ha aumentado notoriamente la cantidad de oficiales venezolanos en la República Argentina. Es así que, en el año 2007 cursaron estudios en la Escuela de Guerra del Ejército siete oficiales (entre capitanes y mayores) que fueron incorporados ante el reclamo del Agregado Militar de la República Bolivariana de Venezuela.

Ese mismo año se ordenó la incorporación de varios oficiales venezolanos a la Escuela de Defensa Nacional, que habían sido rechazados por presentarse fuera de término y no reunir los méritos académicos suficientes para cursar el post-grado en dicho Instituto.

Algunos de estos oficiales cursantes en la Escuela Superior de Guerra del Ejército, como el Capitán Harry Morales, hacían gala frente a sus compañeros argentinos y de otros países, de su marxismo practicante, sin ahorrar elogios sobre el Comandante Chávez y su revolución bolivariana. Perplejos, los capitanes argentinos escucharon por boca de estos oficiales chavistas “los relevamientos sociales” que realizaban los sábados y domingos en los asentamientos de La Matanza y Lomas de Zamora. ¿Tendrá algo que ver con estos “ejercicios militares combinados” nuestro piquetero D’Elía y otros dirigentes argentinos chavistas?

Otros ocho oficiales navales cursaron durante el año referido estudios en instituciones de nuestra Armada.

Además de la cantidad de oficiales mencionada, setenta y cinco militares más del Ejército venezolano cursaron carreras en distintas universidades argentinas. No solamente estudiaban, sino que promocionaban la revolución bolivariana chavista.

En este sentido y con la intención de cooptar o adoctrinar acerca del “ideario chavista” los oficiales venezolanos, solían obsequiar a sus compañeros argentinos y profesores un libro. Se trata de “El Código Chávez”, escrito por una periodista venezolana-estadounidense, Eva Golinger. Básicamente es una apología del Presidente Hugo Chávez y se basa en una fuerte crítica a los EEUU como promotores del golpe de abril del 2002 en Venezuela. Lo curioso es que la primera edición se realizó en Caracas en marzo de 2005, pero la segunda en agosto del mismo año se hizo en Buenos Aires. Se imprimió en los talleres gráficos de “La Verdad S.R.L.”, Posadas, Misiones. De edición “gratuita”, la obra fue financiada por PDVESA Argentina S.A.

¿Milicias en el conurbano?

Surge pues, claramente, el accionar político, militar, social y propagandístico de los militares venezolanos en lugares específicos del conurbano bonaerense (asentamientos urbanos o villas de emergencia). El proselitismo chavista abierto llevado a cabo por oficiales en tareas de relevamiento se asemeja a los procedimientos utilizados en Venezuela para la formación de milicias populares. El posible accionar futuro de estos grupos se vería facilitado por la ausencia de un Ejército en aptitud real de cumplir con su mandato constitucional, al encontrarse virtualmente desmantelado.

En la actualidad, y según información de militares argentinos, elementos de las fuerzas especiales venezolanas estarían “trabajando” en la zona de La Matanza, donde “casualmente” acaba de desembarcar la agrupación “Tupac Amaru” de la jujeña Milagro Sala, discípula predilecta de Evo Morales.

La Ministra de Defensa argentina, Nilda Garré, constituiría una pieza clave en esta maniobra y despliegue, ya que facilita el ingreso institucional de oficiales caribeños e impone a los mandos argentinos la incorporación de éstos a los institutos de perfeccionamiento militar. Esta situación podría a su vez tener relación o verse auspiciada por el hecho de que la funcionaria en cuestión se desempeñó como embajadora en Caracas (reemplazó al Embajador Sadous), donde trabó una estrecha amistad con el mandatario venezolano. En este sentido es dable pensar que las medidas tomadas por la funcionaria Garré respecto de su interés por el incremento de intercambio de oficiales entre ambos países (Argentina y Venezuela) serían funcionales a la maniobra hegemónica regional de Chávez, constituyéndose (consciente o no) en un agente al servicio del mandatario venezolano.

Todo parecería indicar que la política de defensa estaría orientada a seguir reformando a las actuales FFAA (o lo que quede de ellas) para que sean compatibles con eventuales milicias populares revolucionarias. Como ocurre en Bolivia con los paramilitares indigenistas, este plan apuntaría a la creación de un soporte militar necesario para garantizar el desarrollo de un proyecto hegemónico.

Actualmente, en 2010, es interesante conocer el perfil de oficiales venezolanos que cursan estudios en la Escuela de Defensa Nacional de nuestro país.

El gobierno caribeño mandó a dos de sus mejores militares a cursar estudios en este instituto. Uno es el Coronel José Carrizales Flores (hermano del ex vicepresidente de Chávez), quien en la cualidad mantiene sendas reuniones con la Federación de Tierra y Vivienda que coordina Luis D’Elía. El coronel Carrizales fue, y lo sigue siendo, uno de los responsables de la formación de las milicias armadas y revolucionarias bolivarianas en Venezuela.

Otro alto oficial que “cursa” estudios en nuestra Escuela de Defensa es el Capitán de Navío Giussepe Alejandro Alessandrelo, quien fue en el año 2009 el responsable y encargado de la compra de armamento a Irán por parte del gobierno de Chávez.

El Coronel José González Peña, Magister en Defensa Nacional, título obtenido en la Universidad de Tres de Febrero, en la actualidad “dicta” clases de adiestramiento (¿físico o militar?) en González Catán a un grupo de treinta personas que pertenecen a las “tropas” del “Gral.” Luis D’Elía. El nexo en este “intercambio cultural” es la Directora de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario del ministerio de Defensa, la Dra. Ileana Arduino, quien tiene a su cargo a la Dra. Nora Bluro, docente de la Escuela de Defensa Nacional, militante del Partido Socialista Auténtico y, como abogada, especialista en Derechos Humanos.

Los destacados y distinguidos oficiales venezolanos, junto a los civiles mencionados, han mantenido reuniones en el camping del Centro Naval de Olivos, las que se “disfrazan” con el rótulo de “UNASUR: Civiles y Militares para una nueva Defensa de América”.

A toda esta actividad no es ajeno el general Aníbal Laiño, director de la Escuela de Defensa Nacional, como tampoco uno de los subsecretarios del Ministerio, el Licenciado Alfredo Forti, figura muy poco simpática para los oficiales de Campo de Mayo.

Ambas personas mencionadas, y con la anuencia de la Universidad de Tres de Febrero, organizaron una carrera de post grado de especialización de “civiles para la defensa” que dura un año. Actualmente están cursando la misma unas veinte personas, en su mayoría militantes de las organizaciones de D’Elía y Emilio Pérsico. El objetivo planteado es que a fin de año, al finalizar el ciclo, estos “nuevos especialistas en Defensa” sean contratados en el ministerio, y el año próximo queden incorporados a la planta permanente del mismo. Esto ya habría generado conflictos con la Unión de Personal Civil de la Nación (UPCN) por el hecho de que los nuevos “profesionales” en esta materia serían incorporados sin concurso.

Todas estas actividades (contactos, reuniones, etc.) no podrían llevarse a cabo sin la presencia del argentino “organizador”. Se trata del Capitán de Corbeta Marcelo Sáenz Hinze, cursante en la Escuela de Guerra Naval y en la Escuela de Defensa Nacional. Es un muy efectivo operador de la ministro Garré y ya demostró su incondicionalidad al gobierno. Sus camaradas de armas de la Armada lo saben, sobre todo sus superiores, por lo que parece seguro que no alcanzará la jerarquía necesaria para “bajar cuadritos” o contribuir desde el almirantazgo a consumar la destrucción de las FFAA.

http://www.informadorpublico.com/100322.html

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domingo, 6 de septiembre de 2009

*LA TAREA MILITAR NO ES CONTRA LOS VENEZOLANOS, ALBERTO RODRÍGUEZ BARRERA

Fue a la hora misma de nacer la República de Venezuela, soberana y libre, que nacieron las Fuerzas Armadas. Los patricios del Congreso y de la Sociedad Patriótica, los blancos pobres y los zambos, negros y mestizos de las barriadas caraqueñas y luego los de todo el país, fueron a poco de proclamada la independencia una nación en armas para consolidar en los campos de batalla el Acta suscrita el 5 de julio de 1811.

El guerrear incesante duró hasta Ayacucho, en 1824, porque detrás del dolmán rojo del Libertador se fue su pueblo armado, en la más hermosa y generosa de las aventuras, a ir regando de sangre y huesos de venezolanos llanuras y serranías, en el empeño de contribuir a la independencia de patrias hermanas, después de haberse logrado la de Venezuela en el segundo Carabobo.

El ejército de la República nació bajo el signo del heroísmo desinteresado, de la entrega de sacrificios y vidas a la patria recién nacida. En hermoso lenguaje, el Libertador le hacía justicia a sus compañeros de armas cuando calificó ante el Congreso de Angostura, en 1819, su desinteresado modo de comportarse, con estas palabras: “No combatiendo por el poder, ni por la fortuna, ni aun por la gloria, sino tan sólo por la libertad, títulos de Libertadores de la República son sus dignos galardones”.

En forma relevante contribuyó el Libertador a plasmarle a los ejércitos que conducía, a través de victorias y descalabros, su condición de fuerza armada subordinada a las leyes: “Yo soy soldado y mi deber no prescribe otra cosa”.

Y en las vísperas mismas del doliente deceso de Santa Marta ratificaba esa que fue su indesviable línea de conducta, más admirable porque sobre los hombros suyos reposaba la gloria de haberle dado libertad a media América. Afirmó que el soldado “no es el árbitro de las leyes ni del gobierno; es el defensor de la libertad. Sus glorias deben confundirse con las de la República; y su ambición debe quedar satisfecha al hacer la felicidad de su país”.

Esta doctrina bolivariana fue negada y contradicha por cuantos a lo largo de nuestra historia de nación independiente utilizaron las armas que la República entregaba, confiada, a sus soldados, para volverlas contra la nación y ejercer mandatos usurpados y despóticos. Y esto es lo que hoy no puede volver a repetirse, pese a los enconados y viles esfuerzos que se están haciendo.

Las Fuerzas Armadas de Venezuela, en su desarrollo profesional y técnico, jamás se beneficiaron de esos gobiernos autocráticos, que usurpando su nombre y representación tiranizaban al país y obstaculizaban su progreso político, económico y social. Empeño confeso o apenas disimulado de esos mismos regímenes de usurpación ha sido el de abrir zanjas de incomprensión entre las Fuerzas Armadas y los millones de venezolanos que integran la comunidad nacional.

Todos los venezolanos, los civiles tanto como los militares, tenemos cada uno una parte de responsabilidad en que tales gobiernos deslegitimados y sin vocación de servicio a la República hayan hecho padecer a Venezuela y entorpecido su proceso evolutivo y ascendente.

Los pueblos y los hombres, cuando tienen la voluntariosa decisión de hacer historia, no se esterilizan en el recuerdo de los males pasados. Aprenden de ellos la lección que impida recaer en los mismos errores que los hicieron posibles, y encaran afirmativa y optimistamente el porvenir.

Ello fue lo que hizo y seguirá haciendo, para ejemplo de América y orgullo de nuestro gentilicio, la Venezuela que arrancó el 23 de enero de 1958. Desde entonces vivimos buscando la convivencia y armonía dentro de un régimen de derecho, resultado de la soberanía que permite un sistema donde la colectividad decide y define inobjetablemente su destino.

En el ámbito civil y en la esfera castrense no pudde imponerse a la diabla el capricho de un gobernante, sino el imperio de la ley, que rige las relaciones entre el poder público y la ciudadanía. Y unas Fuerzas Armadas con sentido de total responsabilidad nacional tiene que preocuparse hoy, con un mismo interés venezolano, porque se quemen etapas en el camino del progreso colectivo, para desterrar el tiempo perdido.

Esa preocupación por mejorar y superar a Venezuela en todos los órdenes de su vida de nación también se orienta hacia un mayor perfeccionamiento de sus Fuerzas Armadas. No son ellas un añadido de la República, ni unos jefes superiores de todos, sino una necesidad sustancial de la República.

Sus hombres han escogido para servir a Venezuela una profesión signada de responsabilidades y deberes; y sus tareas cotidianas, intensas y con escaso tiempo libre para dedicarse a labores de pertinencia civil, escapan a la mirada de quien no traspone las puertas de los cuarteles, de las bases aéreas y navales.

Es la tarea del adiestrarse cotidiano para ser el eficaz brazo armado de la nación en la defensa de la intangibilidad de sus fronteras y de su sistema de vida democrático, si la patria llegare a ser agredida o si contra sus instituciones se pretendiera atentar. Es una tarea de defensa, que no de ataque.

Consciente de ello, la verdadera prioridad del gobierno es cumplir con un plan para que cada día sea mayor la capacidad técnica y la idoneidad profesional de las Fuerzas Armadas, con dotación suficiente y adecuada para la defensa de la libertad y la paz de los venezolanos. ¿De qué sirve la reaparición de recelos entre la nación y sus Fuerzas Armadas, esa herencia detestable que siempre dejan los gobiernos de usurpación?

Hoy más que ayer este último empeño deberá ser facilitado por la conducta correcta y digna, de respeto y apoyo a la constitucionalidad, de las Fuerzas de Aire, Tierra y Mar.

De cada una de las aventuras fallidas de los pocos que han pretendido convertir de nuevo al Gobierno en botín de audaces, debe salir fortalecida la fe de los venezolanos en los hombres a quienes entregó y confió la custodia de sus armas.

Los venezolanos inermes necesitan trabajar sin zozobras en la fábrica, en el surco, en el taller, en el laboratorio, en las aulas, en todos los lugares del crear constructivo, con la seguridad de que les velan y cuidan su derecho a la paz los venezolanos armados que han jurado frente a la bandera acatar y respetar la Constitución y las leyes de la República.

chinorodriguez1710@yahoo.com
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