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sábado, 29 de agosto de 2015

ANTONIO J BENÍTEZ, EL APRENDIZAJE DE LA DEMOCRACIA

Aristóteles define la democracia como un  Estado democrático   en el que prevalece la igualdad política: igualdad en el poder, en la toma de decisiones (isocracia); igualdad ante la ley, mismas leyes para todos (isonomia); e igualdad en la participación en los negocios públicos (isegoria). La soberanía reside por partes iguales en el conjunto del cuerpo cívico, y cada cual está obligado a ejercitarla. En cuanto a la libertad de expresión, con el término parrhesia se designaba la posibilidad de ejercitar el natural impulso de expresar con sinceridad absoluta y sin inhibición alguna los juicios personales.       Luego de su invención los filósofos no tardaron en darse cuenta que la democracia no estaba al alcance del pueblo en general, pues consideraban que solo la élite instruida estaba en capacidad de aplicar el novísimo sistema de gobierno.

   Así comienza el largo camino en busca de las barreras que impedían la participación constructiva de todos.  Una de ellas según Sócrates era que el mayor mal era la     ignorancia   , y la peor forma de ignorancia es el saber mal y no darse cuenta de ello   .       Más    enfático,    Platón negó rotundamente que todos los ciudadanos estuviesen por igual capacitados para participar en política, esto es, para poder ser elegidos gobernantes   . Quedaba claro que para que el pueblo pudiera participar de manera inteligente en la vida política al igual que las élites, tenía que dotarse  de    educación adecuada    y cultura democrática.
  
    Más de dos mil años después la inquietud por mejorar ese principio de convivencia persiste, aun en las democracias más arraigadas del planeta.  Tal es la preocupación de la misión para el civismo en algunas  escuelas de Estados Unidos. A este respecto,    John Dewey un reformador de la educación  responde declarando que   :    … la democracia necesita     renacer    en cada generación y la comadrona es la educación.     

   En nuestro país con su pueblo forzado a vivir bajo gobiernos no democráticos    durante la mayor parte de su historia republicana, la corta experiencia democrática tarda en entrar de manera definitiva en la conciencia ciudadana.  Pero para salvar responsabilidades, podríamos aludir que igual ha ocurrido en la mayoría de países latinoamericanos. Esto sería muy fácil, pero no hay más tiempo para evadir nuestro deber de enfrentar el desafío de llevar al país al lugar que le corresponde entre las naciones democráticas. Ese desafío sin embargo, pasa por reconocer nuestro pasado. Perdimos la primera república por que el pueblo no disponía de elementos suficientes para valorar el hecho de ser libre, siendo una de las causas fundamentales la influencia de la Iglesia en hacerle creer a la población que el terremoto de 1812 representaba el castigo divino " por haber desafiado el poder del rey, "representante de Dios en la tierra",  al declarar la Independencia. Con este estratagema lograron los realistas recobrar el apoyo de la ciudadanía que hasta ese momento brindaba al ejército  republicano. Solo un pueblo con poca instrucción pasaría por alto esta desinformación y sería tan dócil para someterse a tan perversa amenaza.

     Y terminada la guerra de consolidación de la independencia, no tarda en instalarse el caudillismo, iniciado por muchos de los patriotas próceres de la independencia.  Dicho período fue caracterizado por sucesivas rebeliones  y golpes de estado, de uno contra otro, de pueblo contra pueblo como si fuéramos naciones enemigas distintas como en la antigüedad griega cuando la confrontación buscaba la derrota y dominación. La democracia y la educación no figuraban entre las prioridades.  Sí hubo entre tanto intentos de mejorar la educación, pero fue solo bajo el gobierno de Antonio Guzmán Blanco cuando se formaliza la instrucción pública obligatoria incluyendo entre las materias básicas, la enseñanza de la constitución federal.     Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos puestos en práctica por Guzmán Blanco para democratizar la educación, la poca cantidad de maestros existentes para la época y el hecho de que casi todo el presupuesto nacional se empleara en gastos militares para el combate de los continuos levantamientos de caudillos contra el gobierno, impidieron el desarrollo del aparato educativo. 

   La democracia y por ende la educación entran finalmente en escena como prioridad nacional a partir de 1958, casi siglo y medio después de nuestra independencia.    Con gran entusiasmo, a partir de ese año,  el pueblo comenzó a experimentar y conocer las virtudes de la democracia cuyas normas permitían entendernos como un solo pueblo en igualdad de derechos dejando atrás el pasado donde nos habíamos comportado como pueblos distintos en busca siempre de la dominación del otro.  Era hora de anhelar la sinergia en busca de la unidad que nos haría más fuertes.  Esa fue la ambición que dio lugar al    Pacto de Punto Fijo       basado en el diálogo y la negociación en lugar del recurso a la  fuerza de las armas, normalmente utilizado en la historia venezolana hasta ese momento para imponer algún tipo de régimen político o para cambiarlo.    Así se inicia    un periodo de concordia y prosperidad cuyos frutos han beneficiado a todos los venezolanos  en todos los ámbitos, político, económico y social y  en particular la educación.

   La euforia causada por el primer ensayo de democracia formal atravesó fronteras. Nuestro sistema electoral sirvió de ejemplo a varios países, entre ellos España y varios de América Latina.  Pero en apenas unas dos décadas nos invade el desencanto.  Con el    llamado    viernes negro    en febrero de 1983 descubrimos que nos encontrábamos en una profunda crisis económica.   Por otro lado, los partidos políticos, pilares de la democracia, habían llegado a un punto de agotamiento tal que dejan  de ser organizaciones generadoras de proyectos de futuro, de ideas, y organizaciones políticas. En lugar de representar al pueblo se empeñan en sustituirlo. Se olvidan de la    educación ciudadana    para convertirse en administradores de una vasta red clientelar, alimentada con renta petrolera e infectada por el virus expansivo de la corrupción administrativa.      

De protagonistas principales de la democratización del país,  los partidos políticos pasan a constituirse en obstáculos para la continuidad del proceso.         
Pese a este descalabro político,    el pueblo confiado en las promesas de sus líderes,  con gran civismo y de buena fe, seguía honrando la democracia con su voto.   Sin embargo, es fácil entender la paradoja si aceptamos que si un pueblo  vota por un partido que no le garantice sus derechos democráticos, no significa que sea irresponsable consigo mismo y con la sociedad.  Si lo hace es porque no ha sido instruido sobre el significado profundo de la democracia y lo que ésta puede aportarle.       

   Los líderes que en 1958 se propusieron implantar el sistema democrático, eran, sin duda, gente educada.  No obstante, venían de las últimas generaciones que habían vivido bajo el régimen de una élite dominante  que por más de un siglo había usurpado la libertad del pueblo.  Estas    nuevas generaciones, aunque más instruidas que las anteriores, todavía no estaban  exentas del síndrome del autoritarismo y es así que el golpismo    reaparece en varias ocasiones durante el periodo democrático que se inicia a la caída del dictador Marcos Pérez Jiménez.     Así, tal vez, si en la década de los 80, nuestros líderes hubieran venido de una sociedad impregnada por generaciones de los ideales y principios de la democracia, la crisis política que contribuyó a su estancamiento no se hubiera producido;  la habrían anticipado y llevado a cabo las reformas necesarias para retomar el camino trazado inicialmente,

   Somos libres desde 1811, pero debemos reconocer que la libertad no nos llevó automáticamente a la democracia. Y no podía ser de otra manera porque no hay tendencia natural hacia la democracia ya que esta no es un ente biológico, es cultural.  Por ello,  cada generación tiene que ser educada en ella. (   Xavier B. Seoane C   .)     Reconocer esta realidad nos permite retomar con fuerza las enseñanzas de nuestro Libertador recordando su preocupación    por la educación, de ahí su famosa reflexión sobre la moral y las luces y su categórica posición respecto a la ignorancia.    “Un    pueblo ignorante    es un instrumento ciego de su propia destrucción; la ambición, la intriga, abusan de la credulidad y de la inexperiencia de hombres ajenos de todo conocimiento político, económico o civil; adoptan como realidades las que son puras ilusiones; toman la licencia por la libertad, la traición por el patriotismo, la venganza por la justicia   ”.

   Por fortuna, tenemos la capacidad intelectual de aprender y        apreciar las virtudes que comporta  la democracia. Solo se necesita    una buena       educación, que enseñe el razonamiento critico,     que haga    pensar por si mismo   , es decir, una que vaya más allá de la propia alfabetización   " y     q   ue nos ofrezca la capacidad de conocer los derechos y obligaciones inherentes a la vida en democracia. Esta además debe ser complementada con una información idónea pues sin ella no    puede haber una opinión pública real, sólo hay cabida a la manipulación. Pues es bien cierto que d   ifícilmente un pueblo no instruido podrá detectar la    desinformación   , el engaño, la falta de integridad y la mala preparación de sus dirigentes, funcionarios y periodistas cuando estos personajes se expresan a través de los medios de comunicación.

   La vida en democracia se ejerce en una permanente interacción entre dos grandes entes. En primer lugar el pueblo entre sí y luego este con las instituciones del Estado.  Para que ese encuentro sea fructífero, es imperativo que el pueblo se preocupe por tener un    conocimiento claro de las funciones principales de las    instituciones públicas    que están hechas para servirles y no para servirse del ciudadano ni maltratarlo. Se debe saber que estas instituciones no están hechas para servir al estado ni al gobierno sino al ciudadano, esa es su naturaleza.   

   El camino hacia la democracia en Venezuela ha sido lento pero podemos mejorar el ritmo aprendiendo y conociendo mejor nuestras propias leyes e instituciones. Comencemos por la constitución, nuestra carta magna    que rige los derechos y obligaciones de todos.  Nuestra porque nosotros el pueblo la hemos aprobado con nuestros votos, aceptándola como el contrato social que nos une a todos para la vida en sociedad.  Al analizarla veremos los beneficios que le ofrece al pueblo.  Entenderemos qué significa violar la constitución y por qué todos estamos obligados a respetarla.     

   Pueblos contemporáneos se nos han adelantado en el disfrute de la democracia.  Por eso urge  impulsar un programa educativo formal y permanente para hacerla del conocimiento general de  niños y adultos. El aprendizaje de la democracia es asunto de interés nacional. Sin distingo ideológico, los líderes actuales debieran trabajar conjuntamente para lograr este cometido. Si no lo hacen, seguiremos amenazados por los    peligros    que la asechan.    Ese programa en ningún momento debe ser una acción pasajera, puntual.  La democracia es infinita, perfectible en cada amanecer y como bien lo dice    A. Duque   ,  …   será estupenda el día que el pueblo se acabe de educar.

Antonio J Benítez,  
abenitezj@aol.com
@kuikense

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sábado, 21 de septiembre de 2013

EUGENIO MONTORO, EL ÓRGANON

El Órganon es un conjunto de obras escritas por Aristóteles que constituyen la disciplina de la lógica. En realidad no tiene que ver con este artículo pero no pudimos evitar la tentación de inventar una parodia por la reciente decisión del gobiernucho al crear “El Órgano Superior para la estabilidad Económica” (que suena como a órganon).
En su conocida paranoia el gobiernucho ha llegado a la conclusión de que pronto lo van a tumbar creando un “caos” económico que incluye reducir la producción, frenar el transporte, demorar los puertos y formar largas colas disminuyendo (así como lo leen) el número de cajeras en los supermercados.
El nuevo órgano ya está formado por Ministros y otros funcionarios cuyo objetivo es evitar que las malas intenciones de la oposición tengan éxito y que la economía se alegre.
Aunque el órgano es ya una forma de aceptar que la situación económica está peludísima (por cierto creada por el manirroto de Chávez) tiene la virtud de plantear un grupo multidisciplinario y eso, direccionalmente, es correcto pues los grupos son más listos y creativos que las individualidades. Famosos son los ejercicios en que por separado cada individuo anota nombres, por ejemplo, de películas y luego lo hacen en grupo. Invariablemente “salen” más nombres en grupo y usualmente entre 20 y 30% más.
Pero también debemos decir que, lamentablemente, el nuevo órgano va a servir de poco.
En primer lugar la mala situación económica que tenemos ha sido creada por los mismos Ministerios que ahora forman el órgano. Es como reunir a perritos con sarna para hablar de Mozart. Ya está demostrado y recontra demostrado que en el gobiernucho no hay talento económico y sin eso tampoco se tendrá el beneficio grupal.
En segundo lugar la necesaria actitud de admitir errores para corregir estará disminuida por la conocida baja autoestima de los sensibles rojitos que explican todos los problemas como si fuesen causados por otros. La luz, saboteo, el incendio, saboteo, la falta de aceite, saboteo, la economía, saboteo. No fuña mi amigo y de qué discutimos?.
Y en tercer lugar la ausencia de humildad de estos piratas para solicitar ayuda desprecia la inteligencia y muchísima experiencia de los que sí saben de economía y pueden ayudar a salir del hueco. Donde está la banca privada?, donde están los industriales?, los comerciantes?, los transportistas?, los agricultores?, los ganaderos?, los asesores externos?, donde están los que si saben?.
Realmente no tenemos idea si al gobiernucho le están poniendo un peine para Octubre, pero de lo que si estamos seguros es que de lo que obtendremos con este organismo superior de la economía o de hablar con un zamuro será parecido.
La economía bajo el esquema actual no se va a recuperar y si el gobiernucho cree que si no mejora lo van a tumbar pues escríbelo.
Lo bueno de todo es que como pueblo habremos aprendido que para vivir buenamente hay que trabajar duramente.
montoroe@yahoo.es

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jueves, 8 de agosto de 2013

JOSÉ FÉLIX DÍAZ BERMÚDEZ, DEMAGOGIA O VERDADERA DEMOCRACIA,

Los gobiernos, los partidos, los movimientos y agrupaciones políticas que surgen para la defensa y la práctica efectiva de la democracia, se deben apartar de las viejas y desacreditadas prácticas del sectarismo, de la exclusión, del oportunismo, del uso indebido del poder, de la falta de transparencia, de dirigencia capaz y responsable, de verdadera discusión colectiva de los asuntos. Esos vicios y errores son causantes del deterioro y del desprestigio de la democracia.

El personalismo, el autoritarismo, la hegemonía, la inexistencia de escrúpulos morales, el sentido grupal opuesto al colectivo, son parte de las fallas de los gobiernos y de los partidos, que antes que desarrollar una conducta ejemplar, consecuente con los ideales superiores del país, ceden ante lo transitorio, postergan los principios, actúan a favor de propios intereses, olvidan la necesidad del bien común, el carácter ductor de la dirigencia, el rol que les corresponde como factores de cambio, progreso y reivindicación social.

La falta de civilización y diálogo político ha alcanzado en Venezuela inadmisibles proporciones, que hace responsables a quienes ejecutan una conducta antidemocrática, discriminatoria y violenta contra grupos y sectores de venezolanos. La vulneración de las libertades y de los derechos políticos han adquirido un carácter ilícito en virtud de diversos actos, hechos y omisiones que significan atentados contra el régimen democrático al no permitir su cabal desenvolvimiento, mediante amenazas e insultos a los dirigentes y a los ciudadanos, fomento del odio nacional, alteración del equilibrio de las instituciones, entre otros, degradando las condiciones democráticas, los derechos individuales y generales asociados a la vida política. La persecución en razón a las ideas, se ejecuta tanto con el sometimiento al descrédito público como con a la violación al derecho a la intimidad.

En entorno político durante muchos años ha sido de avieso enfrentamiento, intolerancia, atropello, aversión a la disidencia interna y externa, a la crítica, a la auténtica y legítima discusión de posiciones.

El liderazgo no ha sido verdaderamente colectivo, ni expresión continua y renovada de la voluntad mayoritaria, sino individual, personalista, caudillesco, y se ha admitido, en muchos casos, por obediencia, complicidad, temor, ignorancia o ciega disciplina, que son contrarias a la esencia de organizaciones democráticas, que existen y se desarrollan en condiciones de libertad, amplitud en el debate, decisión de la mayoría, reconocimiento de las minorías, valores que fundamentan este orden político dentro del marco de la pluralidad y la diversidad, para alcanzar el equilibrio de una nación.

La falta de rectitud, dignidad, transparencia y trascendencia de la vida política, mucho más allá las declaraciones y discursos -la retórica utilizada para el engaño y el error-, es lo que motiva su descrédito, aunado a la falta de liderazgo transformador que enfrente tales vicios y ejercite su corrección.

El uso ambiguo y engañoso de la expresión política y su contradictoria praxis, es lo que ha simbolizado en nuestro medio al político como un individuo de ardides, deshonesto, falso, de propósitos torvos, que siempre adquiere una ilícita fortuna e influencia.

Cuando no se cumplen las promesas, se tergiversan o se ocultan los hechos, se burla la buena fe, se fomenta el engaño para mantener en el poder a un individuo o a un grupo, nos encontramos, entre otros ilícitos, con lo que Aristóteles calificó como la forma más impura de la política: la demagogia, que representa la peor modalidad de degeneración de la democracia para engañar al pueblo.

La indiferencia y el silencio no es la forma de defender la democracia y de ejercer el legítimo derecho a exigir los cambios políticos, sociales y económicos que requiere la nación. Los gobiernos como mandatarios de la sociedad, están obligados a acatar la voluntad nacional e introducir las rectificaciones necesarias, como simples mandatarios de la sociedad en general. El fracaso en la gestión de los asuntos públicos, en diversas materias, obliga la introducción de profundas rectificaciones de estilo, modelo, concepción, conducta, prácticas y de hombres si es preciso, establecimiento de las responsabilidades que corresponden, siendo preciso escuchar la voz de la nación que las reclama, como es obligante en una: "sociedad democrática", "participativa", "que consolide los valores de la libertad", "el bien común", "la convivencia", "el imperio de la ley"..., si verdaderamente se quiere cumplir y hacer la Constitución y la tradición republicana del país.

Ante la tiranía y la demagogia, Aristóteles señalaba que: "ninguno de estos gobiernos piensa en el interés general".  La política debe ser el arte de alcanzar en una sociedad libre el bien común.


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