Y el candidato Capriles llegó hasta el Orinoco,
navegando en una curiara; llegó a escuchar la voz de los nativos y colonos de
Caicara del Orinoco y sus alrededores.
¿Hasta dónde más irá para encontrarse con los
olvidados? Para encontrarse con aquellos que no exigen, porque desconocen los
derechos que los citadinos se atreven a exigir a sus gobernantes. Pero eso es
pasado, ahora el candidato de la gorra azul y grana va a comunicarles que
tienen derechos, va a tomar nota de sus aspiraciones y a comprometerse con
cumplir sus promesas.
Ahí va, el candidato llegando al lejano Caicara
del Orinoco, donde las aves son dueñas de la región y con licencia ilimitada para
escandalizar a los nativos con sus bullangueros trinos y donde el río corre
plácidamente sin tráfico vehicular que lo detenga. Por eso, todo nativo, sea
hombre o mujer, aprende desde edad temprana a conducir una curiara a menos que
alguno se haya infectado con el virus de la ciudad y menosprecie conducir el
vehículo familiar, la singular curiara.
Las curiaras que se conducen a motor vuelan
raudas hacia su encuentro con el río, el conductor siempre tiene que estar
atento a cualquier devaneo del río porque puede aparecer un cocodrilo o caimán
y poner en entredicho el viaje y a los ocupantes.
Pero dominar el arte de conducir la curiara a
remo quiere decir que ya se ha adquirido cierto poder sobre el río, -significa
haber logrado escuchar la voz del río, lo que es similar a aprender a escuchar
al pueblo- así es, pararse en la mitad y al frente de la curiara navegando sin
perder el equilibrio y escuchar la voz del río y el viento, es una destreza que
solamente los nativos o predestinados logran dominar, de lo contrario, nunca
podrá lanzarse a la conquista del río en una audaz curiara -góndola criolla-.
La cuerda que hace de timón también hay
dominarla, al momento de acercarla a la orilla del río, so pena de terminar
encallando con todo y curiara.
Así es, viajar en curiara es toda una
experiencia, es un auténtico encuentro cercano con el río que emerge majestuoso
y orgulloso para dejarse dominar por la sencilla curiara. Haga como el
candidato andante, Capriles, encuriése para el Orinoco y conozca a sus coterráneos
y aprenda a escuchar la voz del pueblo para suplir las necesidades de tierras
tan lejanas pero cercanas en sus necesidades, el país le agradecerá y con
seguridad le enseñarán a dominar el arte de conducir una curiara a remo.
Pero, por favor no los contamine con los
problemas de la política y la ciudad porque aún son felices navegando en
curiara y disfrutando del aroma de sus vidas plenas de naturaleza y sencillez,
ahora en espera de que un camino se abra para que sus derechos se atiendan como
los de todos los demás ciudadanos que no navegamos en curiara.
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