La
mayor parte del país procura el reemplazo del régimen de Nicolás Maduro lo más
pronto posible, mediante vías constitucionales y pacíficas. Salvo pequeños
grupos convivientes, el chavismo y las fuerzas opositoras coinciden en ese
objetivo. Es claro que el país no aguanta, menos aún con la crisis humanitaria
que asoma sus fauces.
Ese
objetivo requiere un liderazgo capaz de plantearse el relevo, de abordar la
transición en marcha, de tener un programa viable para el futuro inmediato y de
abrir canales para una nueva elección presidencial lo más pronto posible. Se
requiere una oposición vigorosa que sea capaz de tender puentes con aquellos
representantes del régimen saliente que también buscan el cambio. La oposición
no se restringe a la MUD, aunque ésta ha sido la herramienta para la
participación electoral. Pero, no lo está haciendo bien. Más bien refleja
arrogancia y sectarismo de parte de quienes la controlan.
El
fracaso de la reciente convocatoria de la MUD tiene relación con su manejo
político. Es obvio que han procurado deslindarse respecto de los liderazgos de
Leopoldo López, Antonio Ledezma y María Corina Machado. Los dos primeros presos
y la tercera inhabilitada por el régimen. El más reciente episodio lo
demuestra. Cuando MCM propuso a Isabel Pereira no sólo lo hizo porque debía
aplicarse la misma regla que a los otros inhabilitados (sus partidos
propondrían a sus sustitutos) sino que al contar con el apoyo expreso de
Leopoldo López, se pensaba que su partido, Voluntad Popular, no se prestaría a
sustituirla como querían los fanáticos del “deslinde”. Pero no ocurrió así.
Voluntad Popular, de manera insólita, o no le hizo caso a su líder o éste
cambió de posición. Así se perdió la oportunidad de que una mujer como Isabel
Pereira, de altos quilates intelectuales y ciudadanos fuese candidata.
Sin
duda los ciudadanos aprovecharán cualquier oportunidad que tengan para derrotar
al régimen. El 6-D es una de ellas. Pero no es lo mismo movilizarse con
entusiasmo en una política de victorias sucesivas hasta las elecciones y de
allí en adelante, que pensar que los opositores ante la carencia de
alternativas diferentes a las elecciones, están atados a la MUD.
Los votos no bastan,
aunque son indispensables; la convicción de que vale la pena hacerlo por el
futuro y que esos votos tienen un liderazgo que los defienda, es fundamental.
El fracaso del sábado pasado es una señal de alerta.
La
unidad debe ser un raudal en el que concurran con entusiasmo muchas vertientes
y no el peor-es-nada de los ciudadanos.
Carlos
Blanco G.
@carlosblancog
.
www.tiempodepalabra.com
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