Días atrás me
invitaron y asistí a la graduación de la Universidad Pedagógica Experimental
“Libertador”-Instituto Pedagógico de Maturín “Antonio Lira Alcalá.
Tuve el
privilegio de conocer a Antonio Lira Alcalá y de compartir con él; fue desde
muy joven un apasionado de la docencia y titulado en biología dedicó su vida a
la enseñanza que entre muchos logros exhibe la fundación de la institución que
ahora lleva su nombre. Maturinés, dirigente gremial, activo militante de Acción
Democrática, enamorado de su esposa Juanita y padre devoto, es buen ejemplo de
lo que es posible ser y contribuir con el bien común cuando se posee una
vocación excepcional de servicio.
El acto sobrio y
solemne con un manejo cuidadoso de los detalles y las emociones lo que dice
mucho del responsable, Roberto Tineo, educador también de dilatada trayectoria
en Monagas. Pleno el auditorio de familiares orgullosos de los en minutos
graduados, ingresaron en procesión profesores, especialistas, magister y
doctores, el claustro, los consejeros directivos y universitarios para
finalmente ocupar el presidio las autoridades rectorales.
El himno nacional
y el “Gaudeamos Igitur”, canción anónima estudiantil del siglo XVIII
originalmente llamada “Sobre la brevedad
de la Vida”, interpretados magistralmente por la coral de la UPEL-IPM, la
solicitud de los títulos, la lectura de las actas, fueron parte de un guion
milimétricamente llevado que tuvo como protagonistas principales a cada uno de
los estudiantes –que todos lo eran- que recibieron sus medallas y títulos
cerrando con los doctores investidos como tales al serles impuestos sus
insignias académicas.
Por mis
responsabilidades universitarias, concurro anualmente a una veintena de
graduaciones-de hecho este fin de semana co-presidiré la de Millennia Atlantic
University, institución educativa acreditada estadounidense basada en Florida-
pero me siento en cada una como padre entusiasta que se llena con el triunfo de
su hijo. Confieso que en esta oportunidad lo disfruté más y me admiré más
porque estaba consciente del esfuerzo personal de quienes egresaban, del combate
diario contra la adversidad de bastantes de los que vestían toga y birrete, del
empeño por ser mejores que marcaba a la totalidad de la promoción. No era, no
es ninguno, de los que se graduaban privilegiados de la fortuna o como diría mi
abuela Pancha “nacidos en cuna de oro”, por el contrario, sin excepción, son
demostración de cómo a fuerza de tenacidad y fe se alcanzan estadios superiores
de existencia a pesar de lo humilde de nuestro origen.
Cerró el acto, el
rector en funciones Alcides Zaragoza, a quien me unen lazos de permanente
afecto, con un discurso que gustó mucho. La calificación de la UPEL como “La
Universidad de los Maestros” fue muy dignificante y pone bien en alto la
distinción de Maestro que va mucho más allá de cualquier título profesional.
Maestros fueron Simón Rodríguez, Andrés Bello, Rómulo Gallegos –el primer
presidente civil y civilista de Venezuela-, Mario Briceño Iragorry, Cecilio
Acosta, Luis Beltrán Prieto Figueroa; maestras –es justicia recordarlas y no
por paridad de género- fueron las
hermanas Sáez –Faustina, Irma y Daría-, Armenia de Alfaro, Estela Mata, Leonor
de Brión, y con ellas y ellos, miles más que en las aulas formaron
generaciones.
Zaragoza recalcó
dos premisas para los recién graduados: “Estudiar, estudiar, estudiar”;
“Trabajar, trabajar, trabajar”. Lo dijo tres veces para que no quedara duda.
En lo que a mí se
refiere, suscribo plenamente el exhorto del rector en funciones, de “La
Universidad de los Maestros”, porque es estudiando recurrentemente y trabajando
infatigablemente que individuos y pueblos superarán sus limitaciones de hoy y
convertirán sueños en realidades.
Mucho se habla de
los males que nos aquejan pero poco se indica de cómo superarlos. A cada mal
que es posible mencionar las soluciones definitivas terminarán pasando por
trabajar y estudiar. Y si el caso es ver fuera de nuestras fronteras, a otros
países que hoy son ejemplo de prosperidad, equidad y progreso, analizando lo
alcanzado necesariamente tenemos que concluir que lo fue el resultado del trabajo
colectivo y de la educación –de excelencia hay que acotar- para el común.
A la comunidad de
la Universidad Pedagógica Experimental “Libertador”-Instituto Pedagógico de
Maturín “Antonio Lira Alcalá, en ocasión de la pasada graduación, mis más
efusivas felicitaciones en verso del himno del graduado: “Vivat Academia/Vivant profesores/Vivat
membrum quodlibet/vivant membra qualibet/Semper sint in flore” que traducido
libremente podemos leer como: Viva la Universidad/vivan los profesores/ vivan
todos y cada uno de sus Miembros/resplandezcan siempre.
Luis Eduardo Martínez Hidalgo
vicerrector.ugma.unitec@gmail.com
@rectorunitecve
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