Un clamor  
de gratitud  se me escapa  al estar de nuevo acá en este Lara tan
entrañable y por tan sensibles motivos. Andrés Eloy nos cuenta desde su tribuna
parlamentaria que la casi totalidad de la población venezolana desciende  de aquellos dos centenares de hombres
que  encontró Pérez  de Tolosa 
cuando llegó  a El Tocuyo en 1546.
De sus 60000 descendientes en 1650 se originará casi exclusivamente  la población de Venezuela. En repetidas
ocasiones  se  jactó 
AE de  tener la sangre de Don
Damián del Barrio, que con  Losada,
fueron  los primeros alcaldes de la
ciudad. Por  esta razón empiezan las  raíces hondas 
de su  afecto por este  “nudo vital 
de la nacionalidad venezolana” como 
lo llama Arturo Uslar Pietri.
Y a Barquisimeto, a la que nos unen  tantos 
lazos de apego.  Una vez  caída 
la dictadura que creímos la última, la primera  promoción 
de bachilleres  que llevó el
nombre  AEB  la celebramos acá en el viejo Hotel
Nueva  Segovia.  En repetidas ocasiones, unas  junto con mi madre y  la última ya sin ella visité el  primer 
Colegio Andrés Eloy Blanco que luego fuera Colegio Universitario,
gracias a la devoción de la Sra. Garmendia.
Aquí el 
25  de mayo de 1962 se inauguró,
bajo la idónea gubernatura  del  férreo 
Dr. Eligio Anzola,  miembro
prominente  de la generación que hizo la
democracia,    la plaza Andrés Eloy
Blanco y el busto, con un hermoso discurso de 
Don José Nucete  Sardi. 
 Y
bien, hace 60 años, en su  séptimo  año  
de exilio en la Arcadia del altiplano, 
un automóvil  se lo llevó de
vuelta a la comarca que en sueños habitara desde niño, “la región
maravillosa  del mago de la alfombra y
Clavileño”.  
Dejó tras 
de sí una senda límpida, material de una fábula de lo más noble  que  ha
dado esta tierra a  lo largo  de una historia de inverosímiles sobresaltos.
Su abuelo, su padre, médicos e inermes,
conocieron destierro o cárcel, sello con que la precursora de la independencia
americana marca a sus hijos civiles 
insumisos. Él mismo, sin más armas que un multígrafo, acompañó la
gallarda lucha de los estudiantes  de
1928.  Y 
sin ser parte de  esa generación,
fue  a 
dar con sus huesos a un castillo submarino, la tenebrosa fortificación
de Puerto Cabello, y literalmente, con su osamenta escueta salió de ella hacia
un confinamiento en los Andes venezolanos.
Su vida resume  en  un
relámpago el  pasmo de nuestra historia.
Marcó  con su voz  el día primero de la Creación lanzando al mar
los hierros que atenazaron los pies de los soñadores de libertad durante 35
años. Fue con ello iluminado arúspice de una democracia que le debe  a él 
gran parte  de lo que llegó  a ser.   
Pese a no vivirla sino por escasos 13 años dejó las líneas maestras  de lo que debe ser una república al clausurar
las sesiones  de  la Constituyente de 1947 , dejando entre las
hojas  de la Carta Magna  “con sus cuatro pétalos abiertos ,la
flor  de las cuatro libertades.”  
Salió a las calles con el  siglo XX venezolano -que como sabemos emerge
de  las cavernas en 1935- ,  y en 1948 es aventado al destierro cuando la
tierra  regurgitó  sus demonios en otra cuartelada que lo
arrojó  al exilio definitivo. Un
destierro   que cumplió con fe incólume.
Sin que nada destruyera la gloria  de su
sonrisa. Amortiguado por la solidaridad irrestricta del espíritu libre
convocado en su dulce tierra  de
préstamo. 
Disculpen el sesgo de mis  palabras, pero yo cuento la historia  de un niño del éxodo, que dejó Venezuela a
los 3 años y  la reencontró  a los 10. 
Un cuento  hermoso, vivido a la
orilla de un padre que manaba amor en las enseñanzas  de  la
patria lejana y era puro agradecimiento por el albergue  de los días de intemperie. La hora de su
muerte fue la hora culminante  de un
exilio y en este recuento es difícil soslayar que más que una vida sin patria
fue una  niñez con dos patrias.
Volviendo mis ojos al camino andado desde
aquella noche  su sombra se semeja  a la efigie del Buda  al que cantara en 1923:
Por tus
meditaciones  por lo que no existe
Cuando en silencio de
bandada triste
poblaste de  alas blancas la angustia de la higuera
Por la eficacia de tu
sufrimiento
Por la
profundidad  de tu ternura
Por tu sonrisa
helada  en el portento
Sereno Bhagavat  de trenza oscura
De esos 
últimos días de ostracismo tengo las más 
solidas memorias.  Allí
transcurrieron, en paradoja los días más serenos y con cielos más claros.  Nos rodearon y absorbieron las deidades del
mundo asombroso olmeca, tolteca, chichimeca y mexica, plateresco, imperial y
revolucionario. Es el caudaloso y 
heteróclito material de mi memoria.  
Como un inaudito presagio de su destino, el
día en que se recibe de abogado esta allí el poeta azteca José Juan Tablada, y
le dice “Recibe Ud. un escudo para la vida. Que este escudo no pese demasiado
sobre el corazón”. 
Otro augurio singular, intempestivo, acaece
cuando escribe desde la cárcel al maestro José Vasconcelos, advirtiéndole  que 
“ si la liberación que  ha de venir no ha de ser sino una
prolongación    de nuestras clásicas
danzas  de espada, preferimos seguir  acá  en
la perfecta libertad  de la esperanza”
Doce años más tarde le toca escoltar a  Bolívar en 
su entrada  triunfal a la
Ciudad   de los Palacios, el más feliz de
sus  encuentros al consagrar su estatua
con una voz de resonancias épicas. Su oratoria -arte en el que alcanzó cotas
soberbias-  estremece a un auditorio
altísimo. La multitud es presa en la red de su elocuencia  frente al hombre del caballo de bronce que en
la entrada de Chapultepec se levantaba glorioso. Uno de sus más afamados
discursos:
 “ lo
mas parecido a un hombre  es  su cadáver  
, y si a esculpir muertos vamos , saludemos  a la muerte que hace cadáveres perfectos,
pero la función de la patria  ha de ser
función de vida … colocamos  la estatua
de un hombre en una plaza para que dirija el tránsito de la dignidad nacional.
“ 
Su último encuentro con el presagiado destino
lo encontrará  esta vez arrojado de
su  patria, a contemplarla “como al amor
los viejos”. En el México que Martí 
llamó Pueblo Varón , “refugio de 
perseguidos que aman la libertad”, escribirá  sus versos postreros.  Allá fuimos a la escuela  sus hijos. Y a un tiempo  escuchamos las prédicas del padre, “de
aquella patria más poblada en la gloria que en la tierra, que el hijo vil  se le eterniza  adentro y el hijo grande se le muere
afuera”   mientras se imaginó capitán de
“una balandra que soñó un gran viaje y envejeció lavándose las velas”.
Consustanciados con ese polvo de México 
que cuando cae en el alma ya  no
se  puede quitar, como aconteciera a
Malcolm Lowry. México nos dejó el espíritu anegado con los raudales que bajan
por su esplendorosa historia.  
Si nunca aspiró a  galardones académicos,  la fortuna le premió con un Doctorado Honoris
Causa  en 
la Ilustre Universidad Michoacana 
de San Nicolás  de  Hidalgo, el 9 de  mayo de 1953. De ese día feérico tengo   claro en la memoria el escenario, con  las chalupas 
de los pescadores  como libélulas  balanceándose 
al fondo en el idílico  y
esdrújulo marco  del lago de Pátzcuaro. Y
sus palabras.
“Nos dijo un moralista francés que la  generosidad no consiste tanto en dar  mucho, sino en dar a tiempo…en el caso mío la
insigne  universidad michoacana me ha
dado mucho y a tiempo. Mucho por la calidad del honor que me confiere.. y a
tiempo, porque me deja tan ceñido a lo mejor de México que me entrega la llave
de la casa, con el don de pensar en lo mexicano en forma tan señera y delicada
que lo que era refugio se me viste de 
patria..”
El 
desenlace 
Ahora viene la saga del largo viaje  de su féretro. La torpe muerte segadora lo
sorprende  el día en que homenajea al
compañero Alberto Carnevali caído en el cautiverio venezolano justo un año
antes. Permaneció un mes en la capilla ardiente del Panteón Español, porque el
precavido déspota, visitando el Perú, esperaba estar de vuelta y desalentar
inciertos disturbios. La artera pluma del poeta mereció 5 años de mazmorras y
por ello más cuidado habría de tenerse 
con su cadáver. A la vuelta del tirano, y solo a través  de la negociación lograda por influyentes
parientes, se accedió a su repatriación. 
El  ataúd fue al aterrizar
prácticamente arrestado, como le correspondía 
a quien fuera  reo de  tan alta peligrosidad. La valiente asistencia
del pueblo, las notas del himno nacional 
estremecedoras en la voz de las alumnas del Colegio Santa María,
llevadas  allá  por la 
indómita Doña  Lola
Fuenmayor,  son contundentes y
tiernas  muestras  de un 
amor correspondido. Los valerosos 
jóvenes que alzaron su voz en el sepelio, apresados, pagando  con  
cárcel la  osadía. Heroico papel
que esos estudiantes  de 1955, émulos  de los de 1928, y ancestros de los  de 2014, 
han jugado  en la desigual batalla
por el alumbramiento de la democracia venezolana.  Después 
de 25 años de celoso reposo en el camposanto familiar le fue
concedida  la distinción del Panteón.  Fue 
aquel entonces   el tercer
domicilio del féretro errante. Su último sepelio  fue una entrada triunfal en el Olimpo. En
hombros de su pueblo, del Cementerio General del Sur al Palacio Legislativo al
que enalteció con su verbo de tribuno 
esclarecido y donde  dejó su
impronta  con la Constitución ,”el mas
democrático documento  en la
historia  de la nación venezolana”(Austin
Mac Donald) . En el entonces sagrado 
anfiteatro de las Leyes se le 
recibió como a Victor Hugo en su hora. De allí a al viejo templo de la Santísima
Trinidad, a la diestra del Padre  de la
Patria. Desde aquel día mora en un panteón celestial, intocado, el poeta bien
amado del colectivo.
Prócer y Poeta
Pero fue mucho más que eso. Fue el prócer
civil por antonomasia, el lugar que reclamo yo, por encima de  sus buenos o malos modales poéticos. Embelesó
al pueblo con su canto y se enorgullecía de eso. Hizo suya desde los tiempos
del Castillo lúgubre la vieja frase  de La
Bruyere:   “Si es necesario optar, no
tengo ninguna duda. Yo quiero ser pueblo”.
A los tiernos 25 años escribió un poema a las
glorias de España. Ganó un premio en un certamen continental, y fue famoso.
Desde entonces ningún otro poeta ha sido tan famoso.  Como se sabe fue ungido con el sacramento de
la palabra. Porque tenia  eloquentia
corporis  como mandaba el romano tribuno.
Ahora vamos un poco más  atrás en el recuerdo. En 1915 se gradúa  de abogado y se va a probar suerte al Llano :
le toca defender  a Doña Pancha Vásquez. 
 ”
arcilla para el modelado de Doña Barbara” . 
Y de  aquel tiempo cuenta:
“Comenzaba 
yo a ejercer en los llanos de mi tierra la profesión de abogado, oficio
que debí abandonar al darme cuenta de que en mi país para ese tiempo el poder
judicial era un pequeño predio del Poder ejecutivo” .  
Eso 
fue hace  100 años. ¿Y habrá hoy
que disimular una sonrisa?
Su figuración política dura apenas 13 años,
desde que se aparece en las calles  de
Caracas bautizando “Juan Bimba” al hombre del pueblo. Pronto inicia su
identificación con el programa y la ideología del Partido revolucionario
mexicano   durante la Presidencia del
general Cárdenas ,y  su primer cargo
electo es Concejal por la parroquia caraqueña de San Juan en 1937. De allí su
lucha por la  reivindicación de los
barrios,  su defensa  a ultranza 
de la municipalidad  como el
germen de la independencia americana, su alegato fervoroso  por 
las autonomías municipales. Es 
por ello que este acto de hoy, en que un Concejo edilicio, sea el
primero en honrarlo en su sexagésimo aniversario mortal está  más lleno de  
significaciones puras. El estudió el origen y el papel de los cabildos y
fue especialista  en la materia. Marcará
el camino de las instituciones nacientes. Diputado, Presidente de la Asamblea
Constituyente y  Ministro de  Relaciones Exteriores.
La opinión mayoritaria le conoce como poeta,
y solo  por  esta faceta 
se le  alaba o apostrofa. La crítica
académica, particularmente  acerba, le
incriminó su  escasa  renovación del lenguaje poético, el
facilismo,  tradicionalismo formal, el
afán de encantar  al auditorio. Todo lo
que  forma parte natural de una   vigilancia estricta a la evolución de la
lírica. Pero también en buena parte, como ocurrió en los años  60, sirvió como blanco fácil para el ataque
al gobierno del partido del que fuera 
esencia. En aquella era de la violencia guerrillera, reputados literatos
de la extrema izquierda prodigaron la descalificación sistemática de Gallegos y
de AEB  para  atacar por mampuesto al gobierno democrático.
En su último Canto, dedicado a sus hijos y a
todos los niños  del planeta cabe todo su
sentimiento, toda su angustia, su estremecimiento y su legado . De él emerge
como el ruiseñor de lengua cortada, callada y renacida que encarnó durante la
vertiginosa singladura  de  su vida. 
Mas hoy les  aseguro, después de
tantos  años  escuchando infinitas loas y contados
vituperios, que si hubiera de iniciar de nuevo el camino de la letras,  con menos dudas que  entonces cuando se  confesó poeta, sin duda  elegiría la opción  que  le
permitió el raro  epítome de poeta
popular, que sus versos  sean silabeados
lentamente en tono de plegaria  por los
hombres y mujeres  del común, y que tras
60 años de transfiguración su nombre aun sea alzado como una bandera.
Mucho más que la  gloria de las academias- a las cuales nunca  aspiró 
y por  ende    a las que nunca fue postulado-, se definió
muy temprano como un poeta  prestado
a  la política a nombre de la
responsabilidad del pensamiento. Se 
hermanó con las causas nobles y fue siempre un desprendido paladín de
las libertades.  Su  ideario, fresco aun, desde los primeros  días de juventud, con los laureles  de la fama aun florecidos se definió en
“vivir es desvivirse por lo justo y lo bello”, y se acogió a lo que Trenet  llamaba poeta: “esos seres, mitad monstruo,
mitad niño, que se pasan la vida garabateando versos y atrapando metáforas”.
Creó para su gente un imaginario tan robusto que aun sus personajes se debaten
entre la vida y la leyenda. Cualquiera puede escuchar la historia de alguien
que conversó con Luz Caraballo. Que va  a
despedirse de  la amada diciéndole  trémulo en sus  palabras   
“...no sé si me olvidarás,  ni si
es amor este miedo”,  o que ante la
tragedia del niño cercano  clame
“...Cuando se tiene un hijo toda risa nos cala, todo llanto nos crispa… se
tiene todo el miedo del planeta.” 
 Él,
inopinado pintor de cielos, dotó al mundo de una pequeña y novedosa
mitología,  Angelitos negros que oran y
cantan en 30 idiomas regados por el mundo. 
Quiero concluir estas palabras agradeciendo
emocionado a este Ilustre Concejo  el
recuerdo al poeta y sobretodo  la
evocación de lo que significó su nombre en la denodada pugna por alcanzar la
libertad, la  más vieja de nuestras  batallas y la más oportuna en esta hora
adversa. Y dejo en epílogo de ellas, como en el epílogo de su vida, las de un
maestro egregio de América, José Vasconcelos, 
pronunciadas   ante su ataúd  hace hoy 60 años
“El hombre suele conquistar como por milagro
las calidades y el esplendor  de lo
sobrenatural .  Este es  el caso de Andrés Eloy Blanco que no se hizo
entre nosotros pero llegó a ganar por derecho propio el ingreso en la
estirpe  de los Arcángeles.  “
Muchas Gracias Señores
Luis 
Felipe Blanco
luis_b2002@yahoo.com
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