lunes, 25 de mayo de 2015

LUIS FELIPE BLANCO ITURBE, EN LOS 60 AÑOS DE LA MUERTE DE ANDRÉS ELOY, DISCURSO DE ORDEN ANTE EL ILUSTRE CABILDO DEL MUNICIPIO PALAVECINO, ESTADO LARA

Un clamor   de gratitud  se me escapa  al estar de nuevo acá en este Lara tan entrañable y por tan sensibles motivos. Andrés Eloy nos cuenta desde su tribuna parlamentaria que la casi totalidad de la población venezolana desciende  de aquellos dos centenares de hombres que  encontró Pérez  de Tolosa  cuando llegó  a El Tocuyo en 1546. De sus 60000 descendientes en 1650 se originará casi exclusivamente  la población de Venezuela. En repetidas ocasiones  se  jactó  AE de  tener la sangre de Don Damián del Barrio, que con  Losada, fueron  los primeros alcaldes de la ciudad. Por  esta razón empiezan las  raíces hondas  de su  afecto por este  “nudo vital  de la nacionalidad venezolana” como  lo llama Arturo Uslar Pietri.

Y a Barquisimeto, a la que nos unen  tantos  lazos de apego.  Una vez  caída  la dictadura que creímos la última, la primera  promoción  de bachilleres  que llevó el nombre  AEB  la celebramos acá en el viejo Hotel Nueva  Segovia.  En repetidas ocasiones, unas  junto con mi madre y  la última ya sin ella visité el  primer  Colegio Andrés Eloy Blanco que luego fuera Colegio Universitario, gracias a la devoción de la Sra. Garmendia.

Aquí el  25  de mayo de 1962 se inauguró, bajo la idónea gubernatura  del  férreo  Dr. Eligio Anzola,  miembro prominente  de la generación que hizo la democracia,    la plaza Andrés Eloy Blanco y el busto, con un hermoso discurso de  Don José Nucete  Sardi.

 Y bien, hace 60 años, en su  séptimo  año   de exilio en la Arcadia del altiplano,  un automóvil  se lo llevó de vuelta a la comarca que en sueños habitara desde niño, “la región maravillosa  del mago de la alfombra y Clavileño”. 

Dejó tras  de sí una senda límpida, material de una fábula de lo más noble  que  ha dado esta tierra a  lo largo  de una historia de inverosímiles sobresaltos.

Su abuelo, su padre, médicos e inermes, conocieron destierro o cárcel, sello con que la precursora de la independencia americana marca a sus hijos civiles  insumisos. Él mismo, sin más armas que un multígrafo, acompañó la gallarda lucha de los estudiantes  de 1928.  Y  sin ser parte de  esa generación, fue  a  dar con sus huesos a un castillo submarino, la tenebrosa fortificación de Puerto Cabello, y literalmente, con su osamenta escueta salió de ella hacia un confinamiento en los Andes venezolanos.

Su vida resume  en  un relámpago el  pasmo de nuestra historia. Marcó  con su voz  el día primero de la Creación lanzando al mar los hierros que atenazaron los pies de los soñadores de libertad durante 35 años. Fue con ello iluminado arúspice de una democracia que le debe  a él  gran parte  de lo que llegó  a ser.    Pese a no vivirla sino por escasos 13 años dejó las líneas maestras  de lo que debe ser una república al clausurar las sesiones  de  la Constituyente de 1947 , dejando entre las hojas  de la Carta Magna  “con sus cuatro pétalos abiertos ,la flor  de las cuatro libertades.” 

Salió a las calles con el  siglo XX venezolano -que como sabemos emerge de  las cavernas en 1935- ,  y en 1948 es aventado al destierro cuando la tierra  regurgitó  sus demonios en otra cuartelada que lo arrojó  al exilio definitivo. Un destierro   que cumplió con fe incólume. Sin que nada destruyera la gloria  de su sonrisa. Amortiguado por la solidaridad irrestricta del espíritu libre convocado en su dulce tierra  de préstamo.

Disculpen el sesgo de mis  palabras, pero yo cuento la historia  de un niño del éxodo, que dejó Venezuela a los 3 años y  la reencontró  a los 10.  Un cuento  hermoso, vivido a la orilla de un padre que manaba amor en las enseñanzas  de  la patria lejana y era puro agradecimiento por el albergue  de los días de intemperie. La hora de su muerte fue la hora culminante  de un exilio y en este recuento es difícil soslayar que más que una vida sin patria fue una  niñez con dos patrias.

Volviendo mis ojos al camino andado desde aquella noche  su sombra se semeja  a la efigie del Buda  al que cantara en 1923:

Por tus meditaciones  por lo que no existe

Cuando en silencio de bandada triste

poblaste de  alas blancas la angustia de la higuera

Por la eficacia de tu sufrimiento

Por la profundidad  de tu ternura

Por tu sonrisa helada  en el portento

Sereno Bhagavat  de trenza oscura

De esos  últimos días de ostracismo tengo las más  solidas memorias.  Allí transcurrieron, en paradoja los días más serenos y con cielos más claros.  Nos rodearon y absorbieron las deidades del mundo asombroso olmeca, tolteca, chichimeca y mexica, plateresco, imperial y revolucionario. Es el caudaloso y  heteróclito material de mi memoria.  

Como un inaudito presagio de su destino, el día en que se recibe de abogado esta allí el poeta azteca José Juan Tablada, y le dice “Recibe Ud. un escudo para la vida. Que este escudo no pese demasiado sobre el corazón”.

Otro augurio singular, intempestivo, acaece cuando escribe desde la cárcel al maestro José Vasconcelos, advirtiéndole  que

“ si la liberación que  ha de venir no ha de ser sino una prolongación    de nuestras clásicas danzas  de espada, preferimos seguir  acá  en la perfecta libertad  de la esperanza”

Doce años más tarde le toca escoltar a  Bolívar en  su entrada  triunfal a la Ciudad   de los Palacios, el más feliz de sus  encuentros al consagrar su estatua con una voz de resonancias épicas. Su oratoria -arte en el que alcanzó cotas soberbias-  estremece a un auditorio altísimo. La multitud es presa en la red de su elocuencia  frente al hombre del caballo de bronce que en la entrada de Chapultepec se levantaba glorioso. Uno de sus más afamados discursos:

 “ lo mas parecido a un hombre  es  su cadáver   , y si a esculpir muertos vamos , saludemos  a la muerte que hace cadáveres perfectos, pero la función de la patria  ha de ser función de vida … colocamos  la estatua de un hombre en una plaza para que dirija el tránsito de la dignidad nacional. “

Su último encuentro con el presagiado destino lo encontrará  esta vez arrojado de su  patria, a contemplarla “como al amor los viejos”. En el México que Martí  llamó Pueblo Varón , “refugio de  perseguidos que aman la libertad”, escribirá  sus versos postreros.  Allá fuimos a la escuela  sus hijos. Y a un tiempo  escuchamos las prédicas del padre, “de aquella patria más poblada en la gloria que en la tierra, que el hijo vil  se le eterniza  adentro y el hijo grande se le muere afuera”   mientras se imaginó capitán de “una balandra que soñó un gran viaje y envejeció lavándose las velas”. Consustanciados con ese polvo de México  que cuando cae en el alma ya  no se  puede quitar, como aconteciera a Malcolm Lowry. México nos dejó el espíritu anegado con los raudales que bajan por su esplendorosa historia. 

Si nunca aspiró a  galardones académicos,  la fortuna le premió con un Doctorado Honoris Causa  en  la Ilustre Universidad Michoacana  de San Nicolás  de  Hidalgo, el 9 de  mayo de 1953. De ese día feérico tengo   claro en la memoria el escenario, con  las chalupas  de los pescadores  como libélulas  balanceándose  al fondo en el idílico  y esdrújulo marco  del lago de Pátzcuaro. Y sus palabras.

“Nos dijo un moralista francés que la  generosidad no consiste tanto en dar  mucho, sino en dar a tiempo…en el caso mío la insigne  universidad michoacana me ha dado mucho y a tiempo. Mucho por la calidad del honor que me confiere.. y a tiempo, porque me deja tan ceñido a lo mejor de México que me entrega la llave de la casa, con el don de pensar en lo mexicano en forma tan señera y delicada que lo que era refugio se me viste de  patria..”

El  desenlace

Ahora viene la saga del largo viaje  de su féretro. La torpe muerte segadora lo sorprende  el día en que homenajea al compañero Alberto Carnevali caído en el cautiverio venezolano justo un año antes. Permaneció un mes en la capilla ardiente del Panteón Español, porque el precavido déspota, visitando el Perú, esperaba estar de vuelta y desalentar inciertos disturbios. La artera pluma del poeta mereció 5 años de mazmorras y por ello más cuidado habría de tenerse  con su cadáver. A la vuelta del tirano, y solo a través  de la negociación lograda por influyentes parientes, se accedió a su repatriación.  El  ataúd fue al aterrizar prácticamente arrestado, como le correspondía  a quien fuera  reo de  tan alta peligrosidad. La valiente asistencia del pueblo, las notas del himno nacional  estremecedoras en la voz de las alumnas del Colegio Santa María, llevadas  allá  por la  indómita Doña  Lola Fuenmayor,  son contundentes y tiernas  muestras  de un  amor correspondido. Los valerosos  jóvenes que alzaron su voz en el sepelio, apresados, pagando  con   cárcel la  osadía. Heroico papel que esos estudiantes  de 1955, émulos  de los de 1928, y ancestros de los  de 2014,  han jugado  en la desigual batalla por el alumbramiento de la democracia venezolana.  Después  de 25 años de celoso reposo en el camposanto familiar le fue concedida  la distinción del Panteón.  Fue  aquel entonces   el tercer domicilio del féretro errante. Su último sepelio  fue una entrada triunfal en el Olimpo. En hombros de su pueblo, del Cementerio General del Sur al Palacio Legislativo al que enalteció con su verbo de tribuno  esclarecido y donde  dejó su impronta  con la Constitución ,”el mas democrático documento  en la historia  de la nación venezolana”(Austin Mac Donald) . En el entonces sagrado  anfiteatro de las Leyes se le  recibió como a Victor Hugo en su hora. De allí a al viejo templo de la Santísima Trinidad, a la diestra del Padre  de la Patria. Desde aquel día mora en un panteón celestial, intocado, el poeta bien amado del colectivo.

Prócer y Poeta

Pero fue mucho más que eso. Fue el prócer civil por antonomasia, el lugar que reclamo yo, por encima de  sus buenos o malos modales poéticos. Embelesó al pueblo con su canto y se enorgullecía de eso. Hizo suya desde los tiempos del Castillo lúgubre la vieja frase  de La Bruyere:   “Si es necesario optar, no tengo ninguna duda. Yo quiero ser pueblo”.

A los tiernos 25 años escribió un poema a las glorias de España. Ganó un premio en un certamen continental, y fue famoso. Desde entonces ningún otro poeta ha sido tan famoso.  Como se sabe fue ungido con el sacramento de la palabra. Porque tenia  eloquentia corporis  como mandaba el romano tribuno.

Ahora vamos un poco más  atrás en el recuerdo. En 1915 se gradúa  de abogado y se va a probar suerte al Llano : le toca defender  a Doña Pancha Vásquez.

 ” arcilla para el modelado de Doña Barbara” .  Y de  aquel tiempo cuenta:

“Comenzaba  yo a ejercer en los llanos de mi tierra la profesión de abogado, oficio que debí abandonar al darme cuenta de que en mi país para ese tiempo el poder judicial era un pequeño predio del Poder ejecutivo” . 

Eso  fue hace  100 años. ¿Y habrá hoy que disimular una sonrisa?

Su figuración política dura apenas 13 años, desde que se aparece en las calles  de Caracas bautizando “Juan Bimba” al hombre del pueblo. Pronto inicia su identificación con el programa y la ideología del Partido revolucionario mexicano   durante la Presidencia del general Cárdenas ,y  su primer cargo electo es Concejal por la parroquia caraqueña de San Juan en 1937. De allí su lucha por la  reivindicación de los barrios,  su defensa  a ultranza  de la municipalidad  como el germen de la independencia americana, su alegato fervoroso  por  las autonomías municipales. Es  por ello que este acto de hoy, en que un Concejo edilicio, sea el primero en honrarlo en su sexagésimo aniversario mortal está  más lleno de   significaciones puras. El estudió el origen y el papel de los cabildos y fue especialista  en la materia. Marcará el camino de las instituciones nacientes. Diputado, Presidente de la Asamblea Constituyente y  Ministro de  Relaciones Exteriores.

La opinión mayoritaria le conoce como poeta, y solo  por  esta faceta  se le  alaba o apostrofa. La crítica académica, particularmente  acerba, le incriminó su  escasa  renovación del lenguaje poético, el facilismo,  tradicionalismo formal, el afán de encantar  al auditorio. Todo lo que  forma parte natural de una   vigilancia estricta a la evolución de la lírica. Pero también en buena parte, como ocurrió en los años  60, sirvió como blanco fácil para el ataque al gobierno del partido del que fuera  esencia. En aquella era de la violencia guerrillera, reputados literatos de la extrema izquierda prodigaron la descalificación sistemática de Gallegos y de AEB  para  atacar por mampuesto al gobierno democrático.

En su último Canto, dedicado a sus hijos y a todos los niños  del planeta cabe todo su sentimiento, toda su angustia, su estremecimiento y su legado . De él emerge como el ruiseñor de lengua cortada, callada y renacida que encarnó durante la vertiginosa singladura  de  su vida.  Mas hoy les  aseguro, después de tantos  años  escuchando infinitas loas y contados vituperios, que si hubiera de iniciar de nuevo el camino de la letras,  con menos dudas que  entonces cuando se  confesó poeta, sin duda  elegiría la opción  que  le permitió el raro  epítome de poeta popular, que sus versos  sean silabeados lentamente en tono de plegaria  por los hombres y mujeres  del común, y que tras 60 años de transfiguración su nombre aun sea alzado como una bandera.

Mucho más que la  gloria de las academias- a las cuales nunca  aspiró  y por  ende    a las que nunca fue postulado-, se definió muy temprano como un poeta  prestado a  la política a nombre de la responsabilidad del pensamiento. Se  hermanó con las causas nobles y fue siempre un desprendido paladín de las libertades.  Su  ideario, fresco aun, desde los primeros  días de juventud, con los laureles  de la fama aun florecidos se definió en “vivir es desvivirse por lo justo y lo bello”, y se acogió a lo que Trenet  llamaba poeta: “esos seres, mitad monstruo, mitad niño, que se pasan la vida garabateando versos y atrapando metáforas”. Creó para su gente un imaginario tan robusto que aun sus personajes se debaten entre la vida y la leyenda. Cualquiera puede escuchar la historia de alguien que conversó con Luz Caraballo. Que va  a despedirse de  la amada diciéndole  trémulo en sus  palabras    “...no sé si me olvidarás,  ni si es amor este miedo”,  o que ante la tragedia del niño cercano  clame “...Cuando se tiene un hijo toda risa nos cala, todo llanto nos crispa… se tiene todo el miedo del planeta.”

 Él, inopinado pintor de cielos, dotó al mundo de una pequeña y novedosa mitología,  Angelitos negros que oran y cantan en 30 idiomas regados por el mundo.

Quiero concluir estas palabras agradeciendo emocionado a este Ilustre Concejo  el recuerdo al poeta y sobretodo  la evocación de lo que significó su nombre en la denodada pugna por alcanzar la libertad, la  más vieja de nuestras  batallas y la más oportuna en esta hora adversa. Y dejo en epílogo de ellas, como en el epílogo de su vida, las de un maestro egregio de América, José Vasconcelos,  pronunciadas   ante su ataúd  hace hoy 60 años

“El hombre suele conquistar como por milagro las calidades y el esplendor  de lo sobrenatural .  Este es  el caso de Andrés Eloy Blanco que no se hizo entre nosotros pero llegó a ganar por derecho propio el ingreso en la estirpe  de los Arcángeles.  “

Muchas Gracias Señores

Luis  Felipe Blanco
luis_b2002@yahoo.com

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