PLATON Y ARISTOTELES |
Con Platón sucede algo curioso, a pesar de
ser uno de los pilares fundamentales del pensamiento occidental, se le acusa de
sentar las bases teóricas de los gobiernos totalitarios (esto lo sostienen,
entre otros Popper, Russell y Strauss), otros, como los perennialistas, lo
tienen como el gran demiurgo de la libertad y la democracia.
Por sus primeras obras conocemos parte del
pensamiento socrático (Sócrates, al igual que Cristo, no dejó obra escrita,
fueron sus discípulos quienes se encargaron de transmitir sus enseñanzas, entre
ellos, Platón).
En el primer libro de La República, obra
tardía y ya alejado de las ideas de su maestro, dice Platón que no hay
justicia, sino el interés del más fuerte; las leyes – sostiene Platón- son
hechas por los gobiernos para su propio provecho y harán lo posible para que no
existan otras instancias que puedan competir con su poder.
Platón fue hijo dilecto de la aristocracia
ateniense, he hizo todo lo que pudo por gobernar, no lo logró, pero aún así
escribió dos de los grandes tratados sobre política, Las leyes y La República,
además de otra serie de diálogos entre los que se encuentra el Gorgias, al cual
vamos a dedicar estas líneas.
Gorgias fue un ciudadano de la ciudad de
Leontini en Sicilia, uno de los delegados enviado a Atenas para pedir ayuda
durante la guerra del Peloponeso, se trataba de un gran orador y litigante,
aparte de un avezado político.
Después de la guerra, Gorgias y su pupilo
Polus se dedicaron a recorrer las ciudades griegas enseñando el arte de la
retórica. Durante su estada en Atenas se hospedó en la casa de un político de
nombre Calicles, éste conoció a Sócrates en el mercado y lo invitó a su casa
para que presenciara de las habilidades de Gorgias como polemista y orador.
El dialogo va encaminado por Sócrates en
averiguar qué clase de arte es la retórica, Gorgias le explica la importancia
del orador en la política al plantearle que la Asamblea ateniense escucha a los
expertos al momento de construir una muralla o un puerto, pero quien vende la
necesidad de su construcción es el orador, concluyen que el orador, a pesar de
ser un ignorante en un determinado tema, puede llegar a ser mas persuasivo que
un experto ante gente ignorante.
La retórica pues, dice Polus “la más bella de
las artes” cuyo fin es producir la convicción o persuasión, sobre todo en los
organismos políticos y en los tribunales donde debe persuadir sobre lo que es
justo e injusto.
Por supuesto, tanto Gorgias como Calicles y
Polus representaban esa especie que no muere, la de los políticos que sólo
buscan su propio interés bajo la apariencia de defender el bien común, y si
pueden hacerse ricos en el intento, mejor.
En esta obra, Platón pone en boca de Sócrates
esta singular idea cuando se refiere a los tiranos: “Un hombre solo puede hacer
lo que es bueno; si comete actos malvados en la creencia que le sirven a sus
intereses, revela entonces que no tiene poder sobre lo que verdaderamente
quiere. Por lo que el Tirano carece de poder…”
Polus, no puede creer lo que Sócrates
afirmaba, el joven retórico, un oportunista profesional, piensa que la
satisfacción humana va en relación directa a los vicios personales, con esa
medida para la vida, cree saber muy bien lo que quiere y hará todo lo posible
para conseguirlo.
Como toda persona engañada y desviada, Polus
proyecta en los otros sus propios deseos y perversiones. No puede creer que una
persona no quiera satisfacer sus más bajas apetencias si la oportunidad se le
presenta y más todavía, si puede hacerlo sin mayores consecuencias, es decir,
desde el poder.
Polus le responde con cinismo: “Como si tú
Sócrates no quisieras tener el poder de hacer lo que te venga en gana, como si
no estuvieras celoso cuando ves a alguien matar, robar o encarcelar gente
cuando quieren.”
A todas estas Calicles, quien resultaría su
contendor más formidable, al punto que éste llega a insultar a Sócrates debido
al intenso antagonismo que surgió entre ambos en el curso del diálogo, repite
cosas como estas: “Lo que la mayoría de la gente cree, debe ser verdad” o esta
otra “Toda persona inteligente tiene que darnos la razón” o explicar que la ley
natural es la ley del más fuerte, que no eran otras cosas que trucos retóricos
para afianzar sus argumentos, simples muletillas con las que trata de reafirmar
sus argumentos. Calicles insistía, que
por conveniencia, los hombres habían creado instituciones y preceptos morales
para restringir la voluntad de los poderosos, argumentaba que, la justicia es
obedecer la ley, pero para aquellos que son suficientemente fuertes para
violarla, la ley es una tontería.
Sócrates combatía la tiranía cada vez que la
encontraba, argumentando y actuando siempre desde la verdad. No era posible
para él usar el vocabulario o los principios de los criminales, mucho menos
aceptar el punto de vista de los corruptos como Calicles.
Sócrates llamaba a las cosas por su nombre,
jamás aceptó las presiones de ese lado oscuro de la naturaleza humana, y se
convirtió en un dolor de cabeza para los que tenían en la política un negocio,
por ello fue condenado a muerte.
Sócrates más adelante afirmaba: “… la realidad superior de un hombre es
su alma, no sus destemplados deseos y comportamientos sensuales. Una persona
verdaderamente desea lo que es bueno para ella, es su esencia, y si hace el mal
pensando que sirve a sus propios intereses, se degrada.”
La ética socrática es profundamente
libertaria e individualista, su idea de hacer política es la realización del
bien dentro de lo social, la igualdad era un elemento fundamental en su concepto
de justicia, no aceptaba superiores o inferiores, la razón hacía posible que
todos los hombres pudiéramos llegar a términos de igualdad en asuntos
importantes para la vida de la polis, de allí que la democracia era un sistema
fundamental para derrotar la ignorancia.
Polus y Calicles, tratando de descalificarlo,
lo llamaron pobre, porque no tenía dinero ni poder, se burlaban de sus ropas
raídas, llegaron a decirle que era un don nadie cuando lo compararon con el
Tirano Arquelao que tenía fama de injusto y corrupto pero se rodea de los
signos del poder y la riqueza.
Sócrates insistía, un hombre corrupto como
Arquelao prefiere cometer injusticias que sufrirlas, por lo que se descalifica
como hombre libre, justo y razonable ¿y quien desea ser gobernado por un hombre
esclavo de sus pasiones y temores? La
vida llevada con desenfreno y abusos es mala principalmente porque daña a quien
comete los desmanes, sobre todo si tiene poder; si el tirano roba, viola y mata
su vida personal y la de su familia se convierten en un infierno, el hombre que
obra injustamente y queda sin castigo, es un infeliz por el daño que propina a
su alma.
Para los políticos oportunistas y
parasitarios, el fuerte debe mandar, y ellos, los cortesanos aduladores, que
hacen su entorno y lo apoyan, deben obtener a cambio el mayor beneficio
posible, mientras más deseen, mejor, pues más satisfechos estarán luego que lo
arrebaten de los demás, consideraban que ésta actitud era una virtud.
Esa era la tesis del poder salvaje que muchas
veces viene disfrazado por el interés en el pueblo, por el bien general y el
amor al colectivo, pero que en realidad reposa en la injusticia y el dominio
absoluto del hombre por el hombre, Sócrates insiste durante el dialogo que la
injusticia es mala y deshonrosa para el que la comete, Calicles se enfurece y
abandona la discusión.
Esta obra trata sobre lo que es justo e
injusto en política e igualmente sobre la retórica política, de los discursos
vacíos y falsos de los demagogos, que solo buscan alagar a su público y
construir falsos argumentos con el solo fin de conseguir para sí la
satisfacción de sus deseos, sin importar si se cometen injusticias. Este dialogo en particular termina de manera
de manera abrupta, sin conclusiones, dejando en el aire muchas interrogantes.
La posición de Calicles es la de los hombres
que separa la política de la moral, de los pragmáticos, de los negociadores, de
esa gran parte de los políticos que conocemos.
Como muy bien opina el experto en la obra de
Platón W.K.C. Guthrie, Platón escribe el Gorgias a la mitad de su vida cuando
se pregunta ¿Qué es una vida digna de vivirse?
Se trata de un Platón desencantado con la política de su época, como muy
bien podrían estar alejándose muchos venezolanos de sus políticos y retóricos
por falsos.
Este dialogo es sumamente importante para
quienes desean conducirse con propiedad en la vida pública como políticos
profesionales, es una lectura que estoy seguro ningún chavista conoce, y si lo
ha leído, ha tomado partido por los retóricos y no por el filósofo.
Saul Godoy Gomez
saulgodoy@gmail.com
@godoy_saul
EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, SIN COMUNISMO UN MUNDO MEJOR ES POSIBLE, ESTO NO PUEDE CONTINUAR, UNIDAD NACIONAL ALTERNATIVA, DESCENTRALIZAR, DESPOLARIZAR, RECONCILIAR, DEMOCRACIA PARLAMENTARIA, LIBERTARIO ACTUALIDAD, VENEZUELA, INTERNACIONAL, NOTICIAS, ENCUESTAS,
No hay comentarios :
Publicar un comentario
Comentario: Firmar con su correo electrónico debajo del texto de su comentario para mantener contacto con usted. Los anónimos no serán aceptados. Serán borrados los comentarios que escondan publicidad spam. Los comentarios que no firmen autoría serán borrados.