JESÚS ANTONIO PETIT DA COSTA |
Los
títeres de Cuba nos han hecho el favor de clausurar definitivamente la vía
electoral para salir de la tiranía, dejando sin argumentos a los
colaboracionistas, que les han servido de comparsas y adornos.
La única salida exitosa ha sido la rebelión
popular de 2002 que obligó a la intervención militar, la cual fue determinante
para forzar la renuncia del tirano. Confirmó que de las tiranías se sale en
Venezuela por guerra civil (siglo XIX) o por rebelión cívico-militar (siglos XX
y XXI). No hay otra manera. No ha habido en nuestro país un solo caso del fin
de una tiranía mediante elecciones. Los 12 años siguientes lo han ratificado.
Toda elección en tiranía es fraudulenta. Durante siglo y medio de historia
republicana, marcado por una sucesión de tiranías, rigió este aforismo:
“gobierno no pierde elecciones.” Debió venir la democracia para que, por fin,
el gobierno perdiera una elección presidencial (1963). Se concluye, por tanto,
que sólo en democracia gobierno pierde elecciones. Jamás en tiranía. Quedó
definitivamente consagrado con el revocatorio de 2004. Nunca antes hubo una
concurrencia tan masiva, evidentemente para votar contra el tirano. Y, sin
embargo, el tirano ganó, desde luego por fraude. Se cumplió la regla: ningún
tirano ha perdido en Venezuela la elección presidencial o en que esté en juego
la presidencia. Sólo los colaboracionistas, disfrazados de oposición, sostienen
lo contrario. Precisamente porque son colaboracionistas.
Habiendo tomado conciencia de esta realidad
los electores democráticos se abstuvieron en las parlamentarias de 2005. Se
calculó la abstención en 85%. Era la deslegitimación de la tiranía. Pero los
colaboracionistas impidieron que surtiera efectos. Dijeron, por el contrario,
que había sido un inmenso error. Y que, por culpa de ese error, la tiranía
había ejecutado el primer plan comunista, aprobando todas las leyes destinadas
a implantar el comunismo y eligiendo discrecionalmente a los magistrados del
TS, al fiscal, al contralor y al defensor y a los miembros del CNE. Muchos les
creyeron. Se convirtió en verdad absoluta que la abstención es el peor error
que se puede cometer. Si ellos, los colaboracionistas, hubiesen estado allí en
la Asamblea, como diputados, no se habrían aprobado las leyes comunistas. Si
ellos, los colaboracionistas, hubiesen estado allí en la Asamblea, como
diputados, no habrían sido elegidos comunistas para el Poder Judicial, el Poder
Electoral y el Poder Ciudadano. Si ellos, los colaboracionistas, hubieran
estado allí en la Asamblea, como diputados, no se habrían cometido injusticias
ni abusos de poder.
Vino la elección parlamentaria de 2010. Esta
vez los electores de oposición fueron a votar. Lo hicieron masivamente. Y, sin
embargo, perdieron otra vez por el fraude. No obstante, eligieron diputados
suficientes para cumplir lo prometido. Entonces empezó la compra de los que se
pasaron a la tiranía con el mayor descaro. Le siguió el allanamiento de los
diputados cuyos suplentes ya estaban comprados. A continuación fue promulgado
como ley el programa comunista llamado PLAN DE LA PATRIA. Luego le fue
transferida al Presidente de la República la función legislativa, mediante ley
habilitante, para que dictara las leyes previstas en este plan. Y, por último,
han elegido discrecionalmente, a gusto del gobierno, Fiscal, Contralor,
Defensor, magistrados del TSJ y miembros del CNE. Todo lo cual fue antecedido
por la indignidad de los viajes del difunto a Cuba, el misterio de su
enfermedad y muerte, la inconstitucionalidad de su ausencia, la inconstitucionalidad
de la suplencia durante su ausencia, la inconstitucionalidad de la sucesión
presidencial, la inconstitucionalidad del presidente encargado y después
titular por no tener partida de nacimiento que pruebe su nacionalidad
venezolana de origen o desvirtúe la doble nacionalidad. Toda una sucesión de
inconstitucionalidades en presencia de los diputados supuestamente de
oposición, que se dejan vejar y humillar en la Asamblea. Todo esto bajo el mayor escarnio: estar bajo
el dominio de Cuba. Y lo peor, todo este bochorno (Cuba, títeres,
inconstitucionalidades) está legitimado por la presencia de estos diputados que
le sirven de adorno a la tiranía. Sin duda, mejor fuera que no estuviesen allí.
A los títeres les debemos el favor de
demostrarnos con hechos contundentes que la vía electoral para salir de Cuba y
de ellos está clausurada. Hay que tomar la alterna, que es la calle.
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@petitdacosta
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