PEDRO R. GARCIA M. |
El grito que sale de las gargantas
conturbadas de los pueblos pide paz en la tierra...
¿Estará, en el reloj del tiempo esculpida la
hora en que la paz instale su reinado, y se escabullan espantadas las sombras
de las amenazas, las injusticias y ese oscuro entramado de calamidades que
lastima especialmente a los más débiles y que ensombrecen la mirada del hombre?
¡Señor dad sabiduría y sensibilidad a los que
se arrogan el poder, y que detengan esa insensata carrera precipitando la
muerte! ¡Iluminad sus mentes y corazones para que los colosales recursos que
invierten en industrias, para lo estético, el espectáculo y la guerra, se
utilicen para aliviar la miseria, el dolor, la ignorancia de esta sacrificada
humanidad!
Lo vital de la vida no cabe en una sola
expresión: tal como Dios, amor, libertad, justicia, y paz. Cualquiera de estos
profundos enunciados no pueden recubrir a realidades que trituran las fronteras
en las que no se vislumbra ni el principio ni el fin, ambicionando conquistar
desde lo más recóndito al ser humano abriéndose a la aventura universal y a lo
eterno, siempre entrañable y siempre esquivo.
A esta insondable cota pertenece la paz,
anhelada por todos pero buscada con denuedo por los que sufren tiranías que
hacen crecer sus angustias. Individuos y pueblos, roídos por los atropellos de
las reinteradas injusticias, que los aguijonean en la periferia y en la
intimidad. Nunca fue tan lacerante, tan uniforme la embestida hacia ellos como
ahora apoyados en el uso inteligente y perverso de la informática, ni tan
refinadas las técnicas de su uso, para que se filtren desapercibidas las
ofensivas. (Las diferencias con las del pasado son solo la opacidad y la
tosquedad de aquellas).
A contrapelo de los pasados avatares, nunca
la voluntad colectiva había sido tan exigida por una seguridad que se hace más
autoritaria y regresiva que estimula inéditos ataques de signo antagónico.
Pero una vez más al culminar el año y al inicio de uno nuevo, vuelve a erguirse en la esperanza de miles de millones
de hombres y mujeres de todas las latitudes, razas, lenguas, condición social,
a partir de los rescoldos de las ruinas de los despropósitos de los burócratas
de todo pelaje ideológico y de las incesantes guerras, el anhelo de paz de una
sociedad agobiada. Y ese clamor se
templa en acerada amalgama de quienes increpan con inquebrantable valor,
respeto a la dignidad humana y que se les procure a todos el efectivo disfrute
de sus derechos fundamentales, de libertad, de igualdad y de solidaridad.
Una inasible dialéctica coaliga radicalmente
la justicia y la paz. Sin vivencia real y compartida de todos los derechos
humanos por todos, no habrá alianza auténtica, sino la construimos y la
protegemos, su ausencia quiebra todos los derechos esenciales como es el de la
libertad y la vida.
“La paz es la hija de las honestas nupcias de
orden y justicia, ella aunque el hombre no siempre se atreva a confesarlo es su
último y más intimo anhelo. Ese animal racional como lo definió el estagirita,
lleva largos siglos tratando de destrozarse a si mismo por que se piensa peor
de lo que es. Lo malo será el día que Dios, harto de el y su cúmulo de insensateces deje secar su
amorosa fontana de tolerancia.
Para que nuestros hijos puedan oír, sin
horror, el estridular de las chicharras y el triscatriscar de los matos de agua
y de los tuqueques limpiadores de las casas, para que puedan ir a los templos a
celebrar sus ritos pascuales, para que puedan visitar sus parques y patinar en
sus avenidas; para que puedan mirar la luz de las estrellas sin miedo al más
allá; para no sentirnos sojuzgados por el vozarrón del más fuerte, ni
confundidos por artificiosas voces y adocenados ademanes pretenden como
fulgurados guías llevarnos a la tierra prometida .
Para amarnos en un lecho de floresta a la
orilla de un río, o sobre una cama recién hecha con sabanas limpias olorosas a
café y a pan que ahora en navidad sale del horno”.
Para concluir citemos al gran poeta del amor
Pedro Salinas “Que alegría vivir sintiéndose vivido, rendirse en la certidumbre
de que un ser me vive por detrás de la no muerte”.
Con renovada esperanza te deseamos un mejor
año 2015 desde lo más íntimo de nuestros corazones: Pedro Rafaél, Rafaél
Antonio García, en unión de nuestra familia,
Feliz navidad…
Pedro
R. Garcia M.
pgpgarcia5@gmail.com
@pgpgarcia5
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