LUIS MANUEL AGUANA |
Es interesante observar el contraste de las épocas y
las herramientas. En la medida que se desarrollaron con el tiempo las
herramientas, la humanidad avanzó en su forma de vivir y desarrollar calidad de
vida. Tómese por ejemplo el transporte. De no haber existido una tecnología
para transportar personas y cosas en las diferentes épocas, no se hubieran
desarrollado ciudades y conglomerados industriales. La invención del automóvil
y su masificación a principios del siglo pasado marcó un hito en la forma como
se construyeron las ciudades y donde vivían las personas.
Sin embargo así como operaron esos cambios profundos
de la humanidad con relación al transporte y la manera de vivir de la gente, no
existe relación alguna en términos de proporción con lo que ocurre con los
cambios producidos por la tecnología de la información y la manera en cómo
ahora nos relacionamos las personas entre nosotros mismos, nuestros trabajos, e
incluso nuestros gobiernos, y la manera en que nuestros representantes nos
“representan” para tomar decisiones que nos afectan a todos.
Si bien es cierto ahora sabemos instantáneamente lo
que ocurre al otro lado del planeta, tanto como lo que ocurre en nuestra misma
ciudad, esa información, más allá de saber lo que pasa al instante, representa
una sobredosis que paraliza al ser humano, siendo en la mayoría de los
casos-para quien no sabe qué hacer con eso-, una maldición más que una
bendición.
Cuando viajaba al exterior siempre me llamó la
atención que los ciudadanos de localidades importantes de países desarrollados,
fuera de las muy cosmopolitas, no sabían donde quedaba Venezuela, y lo más
llamativo aún, ni les interesaba. Los que más tenían una idea, sabían de un
país que producía petróleo en Sudamérica. Solo estaban pendientes de su propio
círculo local de vida y de su propia cotidianidad.
Entonces, me decía yo, ¿qué hacían estos tipos con
el Internet? ¿Porqué los periódicos locales no decían nada del resto del mundo?
Y la respuesta no la vine a entender sino mucho tiempo después: esos países
dividen sus problemas y los manejan desde su propio ámbito territorial de
conocimiento y aplicación. Y cuando cada “espacio” es administrado por su
gente, aplicando sólo el conocimiento que necesitan para resolver los problemas
locales, no requieren saber de nada más, el resto les sobra.
En esos países cuando un individuo se hace más
general, ya bien sea por razones de liderazgo público o privado, y su entorno
va más allá de lo local, haciendo su esfera nacional o internacional, el
sistema lo lleva a tener que conocer más. Y allí es donde se ve que un líder
político o empresarial es global y generalista. En Venezuela los liderazgos no
han aprendido eso todavía porque nuestro sistema de hacer las cosas y ver al
mundo apunta a ser generalista de una sola vez, donde se sabe de lo general sin
haber aprendido lo local.
En los países desarrollados, a pesar que los cambios
en la tecnología de la información no se han traducido muy fuertemente en el
modo en que la gente se relaciona, si tienen claro que poco a poco esos cambios
se darán de una manera gradual dentro de su propia manera de hacer las cosas,
dejándole a la tecnología el justo lugar que le corresponde. Por ahora, la
mayoría de la gente asiste con un horario a un puesto de trabajo a pesar que en
ésta nueva época, prácticamente todas las personas somos procesadores de
información y podemos hacer el trabajo desde nuestras casas. Incluso podemos
vernos y reunirnos virtualmente sin movernos de lugar. Y eso nos lleva también
a la redefinición gradual del nuevo rol de nuestros representantes en esta
época de contacto digital masivo, que hace que la relación entre representantes
y representados estén comunicados de una manera directa y sin barreras.
Todavía la mayoría de nuestro liderazgo político en
Venezuela cree que las nuevas herramientas de comunicación se usan como se
usaban las anteriores (radio, prensa y televisión). Tienen cuentas de Twitter y
Facebook porque es la moda y no saben usarlas. No discuten bis-a-bis con sus
electores y representados. Creen que era como antes que escribían artículos en
la prensa y eso se quedaba allí, sin que la gente pudiera replicarles
inmediatamente y ellos darse el lujo de no contestar. La aparición de nuevas
caras en esos medios que no necesitan pedirle permiso a ningún editor de prensa
o dueño de medio televisivo o radial para ser tan conocidos como ellos y que
fijan nuevas líneas de política, es el pan de cada día. Es un mundo nuevo y un
juego político muy diferente que tiene un tablero dinámico para operar.
En Argentina un grupo de jóvenes crearon un nuevo
partido político con el nombre “Partido de la Red” que “propone mejorar la
democracia aprovechando las virtudes de Internet” (ver Wikipedia Partido de la
Red en
La intención principal es que los representantes
electos hagan lo que sus representados en mayoría dispongan. Para ello
concibieron una aplicación por teléfonos inteligentes denominada DemocraciaOS.
“La propuesta del Partido de la Red es que los ciudadanos puedan debatir y
votar en la plataforma Democracia OS sobre los proyectos de ley de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires. No habrá barreras para la participación: todos los
ciudadanos de la Ciudad de Buenos Aires podrán expresar su opinión.”. Les
invito a ver la extraordinaria conferencia de Pía Mancini fundadora de ese
partido, explicando los alcances de esa iniciativa (ver TED
http://www.ted.com/talks/pia_mancini_how_to_upgrade_democracy_for_the_internet_era)
y su historia en YouTube (http://youtu.be/scCKzU2jQWc).
Esa conceptualización de democracia directa, sin
intermediarios de cogollos o negociadores de política, que hacen con el mandato
de los ciudadanos lo que les viene en gana, está en vías de extinción. Pero más
allá de eso, la combinación de comunicación directa entre elector y elegido a
través de una herramienta novedosa y la subdivisión con responsabilidad real y
de recursos de los “espacios” locales (Municipales), Estadales y Federales,
establecen unos niveles de responsabilidad diferentes, haciendo mucho más
preciso quien debe ocuparse de qué, y qué debe exigírsele a quien.
Una democracia basada en un nuevo modelo de
descentralización como el propuesto en el Proyecto País Venezuela
(http://proyectopaisviaconstituyente.blogspot.com/) está en completa sintonía
con ese tipo de democracia que ya visualizamos como una realidad en el mundo
dentro de los próximos años y que bien podríamos bautizar como Democracia
Digital. Ya estamos dando los primeros pasos para llegarle al ciudadano y
convocarlo como nunca antes se había realizado en el país, aprovechando las
herramientas del Siglo XXI para refundarlo con nuevas estructuras, que nos
permitan heredarle a las nuevas generaciones una Venezuela que si mire hacia el
futuro.
Luis Manuel Aguna
luismanuel.aguana@gmail.com
@laguana
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