“No escribas como periodista, lo que no puedas sostener como hombre” Joaquín Francisco Zarco Mateos (1829 – 1869), Político, periodista e historiador mexicano.
JOSÉ “CHEO” SALAZAR, |
El día jueves 19 de septiembre del año 2014, Juan
Martínez, el Periodista, cumplió 51 años de actividades laborales en el Diario
ANTORCHA. A ese medio llegó, de la mano de Alberto Guzmán Lárez, para ese
entonces Jefe de Información y dinámico
reportero de calle del que, para la época, era un medio impreso tamaño tabloide y estaba ubicado con sus
oficinas y talleres en la calle Guayana, al frente del recordado Abastos Ban-Frut, de Orestes
Bandini y Rosa de Bandini. ANTORCHA comenzó a editarse en los talleres de la
Impresora El Tigre el 14 de agosto de 1954. Sus fundadores: Edmundo Barrios y
su hermano Mauro Barrios, éste último como financista del periódico, mientras
que su esposa Mercedes Rodríguez de Barrios (MERBA), era la secretaria, y el
Br. Gabriel Ramírez Tovar, el Contador. Un equipo grande ligas.
La amistad de Juan Martínez y Alberto Guzmán Lárez
(QEPD) comenzó en el año 1962,
cuando Juan era el secretario de la Comisión Distrital de Deportes en Simón
Rodríguez, cuyo Comisionado era Francisco “Muñeco” Figueroa (QEPD), a quien
Juan, recuerda con mucho cariño y
respeto. En aquel tiempo, hubo necesidad
de viajar a Barcelona para una
entrevista con don Luis Ramos (Director
Regional del IND) y el Ing. Diego Peñalver Gómez, para ese entonces Director de
Obras Públicas Estatales (DOPE), luego fue gobernador del estado, para
tratar asuntos relacionados con la
construcción del estadio “Alfonso ‘Chico’ Carrasquel”, de El Tigre (hoy “Enzo
Hernández). Con Francisco y Juan viajaron, también, Alberto Guzmán Lárez y
Pedro Emilio Rojas (PEJAS). De allí arrancó lo que sería una grande y sincera
amistad. El destino los unió.
Juan Martínez nació en El Tigre, un 20 de octubre de
1939. Hijo natural de Antonio Verde y María Gualberta Martínez. De su infancia
dice tener muy gratos recuerdos, especialmente el amor, la orientación,
consejos y el respeto por sus semejantes
que, como buena madre, le prodigó e inculcó su querida madre, doña María.
Su formación (estudios primarios), la
completó entre la escuela
“Honor y Mérito al Libertador” (del maestro Juan Manuel Rízquez); la
escuela “José Manuel Cova Maza”
(dirigida por la maestra Carmen Luisa Encinales, “La Chata”), ubicada en
la calle Ricaurte, frente a lo que hoy es el Registro Civil; y el Grupo Escolar
“Simón Rodríguez”, que dirigía la educadora Ada Salges, de donde egresó de 6to.
Grado en julio de 1953. No pudo comenzar
el bachillerato en el “Briceño Méndez”, porque una fiebre palúdica, por poco lo
aleja del mundo de los vivos. Eso lo
obligó a prepararse con urgencia y buscar
empleo, a fin de allegar la arepa al hogar. Eran tiempos difíciles.
A Juan Martínez desde muy niño, dice le llamó la atención
una máquina de escribir, doña María,
para que no perdiera tiempo y lograra una profesión, lo inscribió en la Escuela
Comercial Pitman, bajo la dirección de
la señora Celenia de Quiñones, donde aprobó el curso, y en su incesante
búsqueda de conocimientos, se inscribió para cursar Contabilidad en la Escuela
Comercial “Gregg”, bajo la dirección de
una dama gratamente recordada y respetada en El Tigre, la excelente
profesora Natividad Cintrón de Palomino. Una auténtica institución.
Juan Martínez, con esos cursos aprobados, prestó servicios al Banco de Venezuela, Sears
de Venezuela, Stefano Massobrio, a una empresa de servicios en Anaco, y desde
1963, llevado de la mano de su
entrañable amigo Alberto Guzmán Lárez, al diario Antorcha, hasta el sol de hoy,
dónde cubre sus guardias, a la espera de la decisión final de la gerencia, ya
que el periódico tiene más de un año que
no circula y de cuyas razones, se abstiene de emitir opinión. El respeto al
derecho ajeno es la paz, nos ilustraba don Benito Juárez.
En el año 1972, Juan Martínez contrajo nupcias con la distinguida señora
Maritza Yépez, con quien procreó dos hijos: Jeancarlo José y William José. Afirma que sus hijos, ambos
brillantes profesionales y, su esposa constituyen su más valioso tesoro, y sin
ambages, los califica como una bendición de Dios. Su palabra vaya adelante.
En el diario Antorcha, se inició como redactor deportivo
y corrector de pruebas, para luego pasar
a información general como reportero de calle haciendo pareja con el “Chamo”
Pedro Emilio Rojas (PEJAS), quien ese entonces se desempeñaba, como reportero
gráfico. En el año 1975, don Edmundo Barrios lo nombró Jefe de Redacción, cargo
que aún ostenta. Una larga y dilatada carrera periodística que deja una huella
indeleble en la historia de la ciudad. Testigo de excepción.
Al diario Antorcha, que le ha dedicado su vida, le
permiten conservar excelentes recuerdos de compañeros de trabajo (hoy
desaparecidos), destacando, por supuesto en primer lugar a su fundador Edmundo Barrios, y del ecuatoriano Juan Meza Vergara, quien era el Subdirector.
Ambos, afirma eran par de caballeros y los cuales, en esa época dorada, como
máximos timoneles del diario Antorcha, nunca utilizaron palabras altisonantes y
mucho menos obscenas, para llamar la atención
a los trabajadores o empleados; es más, los
orientaban en determinadas
actividades y contribuían con su formación. Al decir de Juan: ¡Fueron dos
verdaderos maestros! Testimonio incuestionable.
La característica más distintiva de la personalidad de
Juan Martínez, aparte de su calva, es indiscutiblemente, su seriedad y
precisamente por esa forma de actuar en
su vida y profesión, es que tiene muchas anécdotas, pero recuerda estas con
mucho cariño, cuenta que, “estando al frente de la máquina de escribir,
redactando una nota deportiva, en la pequeña sala de redacción del diario
Antorcha, en la calle Guayana (la cual destruyó un voraz incendio), llegó una mujer a denunciar la desaparición
de uno de sus hijos y, aun cuando no era
su área de competencia; le tomó los datos diligentemente, pero con su proverbial seriedad., Don Edmundo
Barrios, que lo observaba desde la pequeña oficina de la Dirección, se levantó
de su silla, se le acercó y le dijo: Juan, por favor, cambia esa cara. Esa
señora se va a asustar, pareces un “juez de crimen” a lo que Juan ripostó con
una leve sonrisa: “No se preocupe… no estoy bravo”…y volvió a poner su cara de
cañón. El que nace barrigón, ni que lo fajen chiquito.
Y, del viejo Juan Meza Vergara, también recuerda una
anécdota muy simpática.
Resulta que en el Bar Restaurant Capri, frente a la sede
del diario Antorcha en la calle Guayana, sitio casi obligado de reunión de los
“antorcheros”, estaban una tarde el señor Juan Meza, su sobrino Roberto García
Meza, autor de la desaparecida columna titulada “Pisa y Corre”, y el linotipista colombiano Hernando Sierra, sentados a la barra
disfrutando de unas cervezas bien frías.
El tema de conversación giraba alrededor de sus actividades como linotipistas, cuando de
improvisto llegó Freddy Nogales (para
ese entonces un chamo que se había entregado al Señor), también trabajador de
ANTORCHA; y al ver como el trío
“empinaba el codo”, se le acercó al viejo Meza y, poniéndole una
mano sobre el hombro, le dijo: señor Meza, señor Meza, mire que ¡Cristo
viene! Y el viejo Meza, mirándolo por
encima de los medio-lentes de lectura, le dijo: Mira hijo, cuando llegue me
avisas, para decirle a Pedro Rojas que le tome una foto y me lo traiga para
mandarle hacer una entrevista con Juan Martínez” Eran salidas ingeniosas que
tenía el viejo Meza Vergara, para justificar su inclinación a los tragos. Esas
anécdotas y muchísimas otras cosas muy gratas, son parte de las vivencias, de
los recuerdos que Juan Martínez, atesora de esos cincuenta y un años de trabajo
en el diario Antorcha. Y…de Pedro Marrero Hernández, ni se diga.
Juan Martínez, es un tigrense de pura cepa y recuerda
perfectamente en sus años de mozo, que en El Tigre Viejo, allá por los años 47
y 48, cuando a partir de las 5:30 de la mañana, con una cesta llena de arepas,
que hacía doña María, acudía a venderlas a las puertas del Mercado Principal,
ubicado en la calle Guevara Rojas. Exquisitas arepas, calienticas y a precio de
medio real, que los clientes degustaban con deleite, lo que permitía que
saliera de la tarea rápidamente, para
regresar a la casa; dónde entregaba “cuentas claras”, desayunaba y se
preparaba para ir a la escuela. Nunca olvida Juan, que las primeras letras, se
las enseñó una señora de nombre Carmelina Gamboa, oriunda de Margarita, la cual
vivía casi al frente de su eterna
residencia, en la calle Sucre. Primero, con una Cartilla, y luego con el
célebre “Libro Mantilla”. Hacha, cuchillo y machete, musiú.
Muy joven Juan Martínez,
vivió una experiencia que lo impacto y fue al mirar muy de cerca, a
quien para ese entonces era Presidente de la República, el escritor Rómulo
Gallegos. Cuenta que ocurrió durante una visita que hizo a El Tigre y se le
brindó un almuerzo en la casa de José “El Mudo” García y su esposa
Sara Aslan de García, en la calle Sucre, la casa donde actualmente funciona el Centro
Superior de Estudios. Juan perdió el cabello, pero no la memoria y recuerda,
también, que poco tiempo después, el gobierno del eximio escritor don Rómulo
Gallegos, era derrocado por una asonada militar, que le costó 10 años de una
cruenta dictadura al país. Es historia contemporánea.
Juan Martínez durante su ejercicio activo como
periodista, cuidó con mucho celo su credibilidad y la ética. Nunca escribió
algo que no pudiera sostener como caballero y muy pocas veces, fue conminado a
alguna rectificación o le solicitaron derecho a réplica y al referirse a la
actividad gremial, hace una apretada síntesis, para destacar que ejerció la
Secretaría General del Colegio Nacional de Periodistas en El Tigre durante un
período y la Secretaria de Actas. El horario de trabajo, no le permitía mayores
libertades, sin embargo, cumplió y nunca aspiró reelecciones. En cuanto a los
reconocimientos a su trabajo, Juan recuerda un Premio Regional de Periodismo
escrito; dos Municipales; órdenes Honor al Mérito al Trabajo en Primera y
Segunda Clase otorgadas, en la democracia por el extinto Congreso Nacional; y
por la Gobernación de Anzoátegui. Merecidos y mejor ganados.
Otra cuestión Juan Martínez, se empeña en destacar la generosidad de la gente del El
Tigre y Anzoátegui, que por su trabajo periodístico al servicio de la
comunidad, le otorgaron infinidad de
placas, pergaminos y también disfrutó del reconocimiento de organismo,
gremios, clubes e instituciones locales y regionales, que si los enumera y
anoto, este destello, sería una enciclopedia y… esa no es la idea. Basta la
mención genérica ¿O no?
Hablar de Juan Martínez, es hablar de periodismo, es
hablar del diario Antorcha y hablar de buena parte de la historia de la ciudad.
En tal sentido, lo traemos a estos destellos, con la firme aspiración de que,
cuando nuestros eximios cronistas, historiadores e investigadores de nuestro
prolijo y bello pasado, decidan escribir la verdadera y autentica historia de
esta ciudad, que nació al calor del oro negro, el 23 de febrero de 1933, lo
incluyan, junto a los otros personajes e instituciones mencionados, en el disco
duro de nuestra memoria histórica ¡Vale la pena!
José
“Cheo” Salazar
sjose307@gmail.com
@Cheotigre
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