jueves, 4 de diciembre de 2014

JOSÉ “CHEO” SALAZAR, PERSONAJES DE MI PUEBLO, JUAN MARTÍNEZ,

 “No escribas como periodista, lo que no puedas sostener como hombre” Joaquín Francisco Zarco Mateos (1829 – 1869), Político, periodista e historiador mexicano.

JOSÉ “CHEO” SALAZAR,
El día jueves 19 de septiembre del año 2014, Juan Martínez, el Periodista, cumplió 51 años de actividades laborales en el Diario ANTORCHA. A ese medio llegó, de la mano de Alberto Guzmán Lárez, para ese entonces Jefe de Información y  dinámico reportero de calle del que, para la época, era un medio impreso  tamaño tabloide y estaba ubicado con sus oficinas y talleres en la calle Guayana, al frente   del recordado Abastos Ban-Frut, de Orestes Bandini y Rosa de Bandini. ANTORCHA comenzó a editarse en los talleres de la Impresora El Tigre el 14 de agosto de 1954. Sus fundadores: Edmundo Barrios y su hermano Mauro Barrios, éste último como financista del periódico, mientras que su esposa Mercedes Rodríguez de Barrios (MERBA), era la secretaria, y el Br. Gabriel Ramírez Tovar, el Contador. Un equipo grande ligas.

La amistad de Juan Martínez y Alberto Guzmán Lárez (QEPD)  comenzó en el  año 1962,  cuando Juan era el secretario de la Comisión Distrital de Deportes en Simón Rodríguez, cuyo Comisionado era Francisco “Muñeco” Figueroa (QEPD), a quien Juan, recuerda  con mucho cariño y respeto. En aquel tiempo,  hubo necesidad de viajar a Barcelona para  una entrevista  con don Luis Ramos (Director Regional del IND) y el Ing. Diego Peñalver Gómez, para ese entonces Director de Obras Públicas Estatales (DOPE), luego fue gobernador del estado, para tratar  asuntos relacionados con la construcción del estadio “Alfonso ‘Chico’ Carrasquel”, de El Tigre (hoy “Enzo Hernández). Con Francisco y Juan viajaron, también, Alberto Guzmán Lárez y Pedro Emilio Rojas (PEJAS). De allí arrancó lo que sería una grande y sincera amistad. El destino los unió.

Juan Martínez nació en El Tigre, un 20 de octubre de 1939. Hijo natural de Antonio Verde y María Gualberta Martínez. De su infancia dice tener muy gratos recuerdos, especialmente el amor, la orientación, consejos  y el respeto por sus semejantes que, como buena madre, le prodigó e inculcó su querida madre, doña María. Su  formación (estudios primarios), la completó entre  la  escuela  “Honor y Mérito al Libertador” (del maestro Juan Manuel Rízquez); la escuela “José Manuel Cova Maza”  (dirigida por la maestra Carmen Luisa Encinales, “La Chata”), ubicada en la calle Ricaurte, frente a lo que hoy es el Registro Civil; y el Grupo Escolar “Simón Rodríguez”, que dirigía la educadora Ada Salges, de donde egresó de 6to. Grado en julio de 1953.  No pudo comenzar el bachillerato en el “Briceño Méndez”, porque una fiebre palúdica, por poco lo aleja del mundo de los vivos.  Eso lo obligó a prepararse con urgencia y buscar  empleo, a fin de allegar la arepa al hogar.  Eran tiempos difíciles.

A Juan Martínez desde muy niño, dice le llamó la atención una máquina de escribir,  doña María, para que no perdiera tiempo y lograra una profesión, lo inscribió en la Escuela Comercial Pitman, bajo la dirección de  la señora Celenia de Quiñones, donde aprobó el curso, y en su incesante búsqueda de conocimientos, se inscribió para cursar Contabilidad en la Escuela Comercial “Gregg”, bajo la dirección de  una dama gratamente recordada y respetada en El Tigre, la excelente profesora Natividad Cintrón de Palomino. Una auténtica institución.

Juan Martínez, con esos cursos aprobados,  prestó servicios al Banco de Venezuela, Sears de Venezuela, Stefano Massobrio, a una empresa de servicios en Anaco, y desde 1963,  llevado de la mano de su entrañable amigo Alberto Guzmán Lárez, al diario Antorcha, hasta el sol de hoy, dónde cubre sus guardias, a la espera de la decisión final de la gerencia, ya que el periódico  tiene más de un año que no circula y de cuyas razones, se abstiene de emitir opinión. El respeto al derecho ajeno es la paz, nos ilustraba don Benito Juárez.

En el año 1972, Juan Martínez  contrajo nupcias con la distinguida señora Maritza Yépez, con quien procreó dos hijos: Jeancarlo José  y William José. Afirma que sus hijos, ambos brillantes profesionales y, su esposa constituyen su más valioso tesoro, y sin ambages, los califica como una bendición de Dios. Su palabra vaya adelante.

En el diario Antorcha, se inició como redactor deportivo y corrector de pruebas, para  luego pasar a información general como reportero de calle haciendo pareja con el “Chamo” Pedro Emilio Rojas (PEJAS), quien ese entonces se desempeñaba, como reportero gráfico. En el año 1975, don Edmundo Barrios lo nombró Jefe de Redacción, cargo que aún ostenta. Una larga y dilatada carrera periodística que deja una huella indeleble en la historia de la ciudad. Testigo de excepción.

Al diario Antorcha, que le ha dedicado su vida, le permiten conservar excelentes recuerdos de compañeros de trabajo (hoy desaparecidos), destacando, por supuesto en primer lugar a su fundador  Edmundo Barrios,  y del ecuatoriano  Juan Meza Vergara, quien era el Subdirector. Ambos, afirma eran par de caballeros y los cuales, en esa época dorada, como máximos timoneles del diario Antorcha, nunca utilizaron palabras altisonantes y mucho menos obscenas,  para llamar la atención a los trabajadores o empleados; es más, los  orientaban  en determinadas actividades y contribuían con su formación. Al decir de Juan: ¡Fueron dos verdaderos maestros! Testimonio incuestionable.

La característica más distintiva de la personalidad de Juan Martínez, aparte de su calva, es indiscutiblemente, su seriedad y precisamente  por esa forma de actuar en su vida y profesión, es que tiene muchas anécdotas, pero recuerda estas con mucho cariño, cuenta que, “estando al frente de la máquina de escribir, redactando una nota deportiva, en la pequeña sala de redacción del diario Antorcha,  en la calle Guayana  (la cual destruyó un voraz incendio),  llegó una mujer a denunciar la desaparición de uno de sus  hijos y, aun cuando no era su área de competencia; le tomó los datos diligentemente,  pero con su proverbial seriedad., Don Edmundo Barrios, que lo observaba desde la pequeña oficina de la Dirección, se levantó de su silla, se le acercó y le dijo: Juan, por favor, cambia esa cara. Esa señora se va a asustar, pareces un “juez de crimen” a lo que Juan ripostó con una leve sonrisa: “No se preocupe… no estoy bravo”…y volvió a poner su cara de cañón. El que nace barrigón, ni que lo fajen chiquito. 

Y, del viejo Juan Meza Vergara, también recuerda una anécdota muy simpática.

Resulta que en el Bar Restaurant Capri, frente a la sede del diario Antorcha en la calle Guayana, sitio casi obligado de reunión de los “antorcheros”, estaban  una tarde  el señor Juan Meza, su sobrino Roberto García Meza, autor de la desaparecida columna titulada “Pisa y Corre”,  y el linotipista colombiano  Hernando Sierra, sentados a la barra disfrutando de unas cervezas bien frías.  El tema de conversación giraba alrededor de  sus actividades como linotipistas, cuando de improvisto llegó  Freddy Nogales (para ese entonces un chamo que se había entregado al Señor), también trabajador de ANTORCHA; y al ver como el trío  “empinaba el codo”, se le acercó al viejo Meza y, poniéndole  una  mano sobre el hombro, le dijo: señor Meza, señor Meza, mire que ¡Cristo viene! Y  el viejo Meza, mirándolo por encima de los medio-lentes de lectura, le dijo: Mira hijo, cuando llegue me avisas, para decirle a Pedro Rojas que le tome una foto y me lo traiga para mandarle hacer una entrevista con Juan Martínez” Eran salidas ingeniosas que tenía el viejo Meza Vergara, para justificar su inclinación a los tragos. Esas anécdotas y muchísimas otras cosas muy gratas, son parte de las vivencias, de los recuerdos que Juan Martínez, atesora de esos cincuenta y un años de trabajo en el diario Antorcha. Y…de Pedro Marrero Hernández, ni se diga.

Juan Martínez, es un tigrense de pura cepa y recuerda perfectamente en sus años de mozo, que en El Tigre Viejo, allá por los años 47 y 48, cuando a partir de las 5:30 de la mañana, con una cesta llena de arepas, que hacía doña María, acudía a venderlas a las puertas del Mercado Principal, ubicado en la calle Guevara Rojas. Exquisitas arepas, calienticas y a precio de medio real, que los clientes degustaban con deleite, lo que permitía que saliera de la tarea rápidamente, para  regresar a la casa; dónde entregaba “cuentas claras”, desayunaba y se preparaba para ir a la escuela. Nunca olvida Juan, que las primeras letras, se las enseñó una señora de nombre Carmelina Gamboa, oriunda de Margarita, la cual vivía  casi al frente de su eterna residencia, en la calle Sucre. Primero, con una Cartilla, y luego con el célebre “Libro Mantilla”. Hacha, cuchillo y machete, musiú.  

Muy joven Juan Martínez,  vivió una experiencia que lo impacto y fue al mirar muy de cerca, a quien para ese entonces era Presidente de la República, el escritor Rómulo Gallegos. Cuenta que ocurrió durante una visita que hizo a El Tigre y se le brindó un almuerzo en la casa de José “El Mudo” García  y su esposa  Sara Aslan de García, en la calle Sucre, la  casa donde actualmente funciona el Centro Superior de Estudios. Juan perdió el cabello, pero no la memoria y recuerda, también, que poco tiempo después, el gobierno del eximio escritor don Rómulo Gallegos, era derrocado por una asonada militar, que le costó 10 años de una cruenta dictadura al país. Es historia contemporánea.

Juan Martínez durante su ejercicio activo como periodista, cuidó con mucho celo su credibilidad y la ética. Nunca escribió algo que no pudiera sostener como caballero y muy pocas veces, fue conminado a alguna rectificación o le solicitaron derecho a réplica y al referirse a la actividad gremial, hace una apretada síntesis, para destacar que ejerció la Secretaría General del Colegio Nacional de Periodistas en El Tigre durante un período y la Secretaria de Actas. El horario de trabajo, no le permitía mayores libertades, sin embargo, cumplió y nunca aspiró reelecciones. En cuanto a los reconocimientos a su trabajo, Juan recuerda un Premio Regional de Periodismo escrito; dos Municipales; órdenes Honor al Mérito al Trabajo en Primera y Segunda Clase otorgadas, en la democracia por el extinto Congreso Nacional; y por la Gobernación de Anzoátegui. Merecidos y mejor ganados.

Otra cuestión Juan Martínez, se empeña  en destacar la generosidad de la gente del El Tigre y Anzoátegui, que por su trabajo periodístico al servicio de la comunidad, le otorgaron infinidad de  placas, pergaminos y también disfrutó del reconocimiento de organismo, gremios, clubes e instituciones locales y regionales, que si los enumera y anoto, este destello, sería una enciclopedia y… esa no es la idea. Basta la mención genérica ¿O no?

Hablar de Juan Martínez, es hablar de periodismo, es hablar del diario Antorcha y hablar de buena parte de la historia de la ciudad. En tal sentido, lo traemos a estos destellos, con la firme aspiración de que, cuando nuestros eximios cronistas, historiadores e investigadores de nuestro prolijo y bello pasado, decidan escribir la verdadera y autentica historia de esta ciudad, que nació al calor del oro negro, el 23 de febrero de 1933, lo incluyan, junto a los otros personajes e instituciones mencionados, en el disco duro de nuestra memoria histórica ¡Vale la pena!

José “Cheo” Salazar
sjose307@gmail.com
@Cheotigre

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