RONNY PADRÓN |
Sobre este asunto del
poder de las palabras fundadas en realidades es mucha la literatura científica
y política disponible, sin embargo la aplicación fáctica de tal certeza en
Venezuela está muy lejos de alcanzar el nivel de eficiencia requerido por la
causa de la democracia. Por el contrario, la sociedad venezolana en especial
nuestra dirigencia demócrata, permite que el discurso socialista, siempre
fundado en la mentira, se entronice como instrumento de poder.
Así entonces fue
evidente como, bien iniciada la tiranía socialista en gobierno, es decir a
partir del 11 de abril de 2002 la tolerancia ante la mentira oficial en boca
del tirano Hugo Chávez, dio lugar a su aceptación tácita e incluso a su
reiteración generalizada, dando así la razón al adagio históricamente atribuido
al jefe de la propaganda nazi, relativo a la conversión de una mentira en
verdad a través de su reiteración. Como prueba de ello tenemos la farsa del
régimen en relación a su propia génesis: El precitado 11 de abril. Evento
histórico de conocimiento público, notorio y comunicacional, un clásico de la
violencia política instigada por el discurso gubernamental, que por el solo
mérito de ostentar el poder político en gobierno, ha devenido en ¨Otro Golpe de
Estado de la Derecha¨, frase públicamente repetida incluso por connotados
dirigentes demócratas venezolanos.
A partir de allí,
resultaba obvio que las pretensiones socialistas en materia de farsa serian de
naturaleza ilimitada, tal y como lo certifica la vigente ¨Guerra económica¨,
que mantiene a una Venezuela postrada en medio de una región sudamericana cuya
regla es el constante crecimiento y la prosperidad.
Vale entonces la
aplicación inmediata de un instrumento de lucha democrático ampliamente
certificado como eficiente: Decir la verdad política de la Venezuela presente,
sin ofensas ni temores, porque llamando las cosas por su nombre es como inicia
el proceso de liberación nacional. Es tan demoledor el efecto de una verdad
dicha frente a la tiranía, que en la Venezuela del presente solo aquellos
dirigentes que se han atrevido a proclamarla oportunamente han merecido el
honor de la prisión política; recordemos el caso del año 2011 cuando el ex
gobernador Oswaldo Álvarez Paz fue condenado por el delito de difusión de
información falsa y el más actual, del patriota Leopoldo López imputado por instigación
pública entre otros delitos, pero solo culpables por decir verdades que
incomodan a una dictadura.
Si bien las
consecuencias por decir la verdad en tiempos de tiranía derivan en peligros
para quienes la proclaman, no es menos cierto que el no hacerlo es garantía de
continuidad para estos regímenes. De allí que no podamos menos que invitar a
todos los patriotas venezolanos, los que asumimos a esta tierra como único
hogar, proclamemos en todo momento y lugar, con la pertinencia a que nos obliga
la prudencia: Que en Venezuela gobierna es una dictadura, y no la democracia
que está en la Constitución. Por ese camino estará más cercano el día cuando la
dirigencia demócrata nacional se atreva a emplear un discurso con base a la
verdad, y accionando en consecuencia. ¨Con la verdad ni ofendo ni temo¨. José
Gervasio Artigas (1764-1850). Militar y estadista uruguayo, máximo prócer de la
independencia de Uruguay. Ora y Labora.
Ronny Padron
caballeropercivall@gmail.com
@caballeroperci
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