«Intentar entrar en
la mente de un escritor es como querer cruzar una frontera y caminar sobre
ella. En esta frontera no se sella pasaporte ni visa, sino se entra en una
región de palabras»
Abordar una obra
literaria es lanzarse a lo que yo llamo cruzar la «frontera del pensamiento escrito».
Lo defino de esta manera porque cada uno de nosotros llevamos un mundo
particular en nuestras mentes, el cual podría ser una «región». En la mente se
lucubra, tejen, construyen, crean, maquinan todo tipo de ideas, desde las más
nobles hasta las más pervertidas que luego son alimentadas por el fuego del
corazón. Nuestra mente es ese rincón donde se producen las más fuertes
precipitaciones de nuestros actos y acciones.
Intentar entrar en la
mente de un escritor es como querer cruzar una frontera y caminar sobre ella.
En esta frontera no se sella pasaporte ni visa, sino se entra en una región de
palabras. Cruzar esa frontera es caminar por los terrenos del pensamiento del
escritor, aunque este se encuentre alejado físicamente de nosotros (lectores,
investigadores, ensayistas, estudiantes). El escritor está cerca en el papel o
digitalmente. Adentrarnos a un libro es querer descubrir el tesoro que está
oculto en algún mapa antiguo, como los aventureros que se lanzan al mar en
búsqueda de una isla llena de oro. Cuando lo abrimos y arrojamos nuestros
sentidos en ella descubrimos que la lectura es un viaje de palabras.
Intentar llegar a la
mente de un escritor es como creer encontrar la otra parte que nos hace falta
para también serlo. Porque cuando leemos a un autor determinado buscamos en él
los conocimientos de la vida en su transitar por las palabras. Pero, considero
que si un lector cruza esa «frontera del pensamiento escrito» puede quedar
«atrapado en el autor». Entrar en la
mente de un intelectual es sumirse en las ideas y creaciones de un ser
sensible, soñador, pensador. Quien es arcano y hermético. El escritor mueve el
pensamiento de quien lo lee. Esta forma de movilizar los sentidos lo hace
Alberto JIMÉNEZ URE (n. el 13 de abril de 1952, en el campo petrolero de Tía
Juana, Estado Zulia, Venezuela). A lo largo de su magnífica y maestra obra
narrativa, poética, novelística y ensayística, ofrece un disparador en el
lector: mueve el pensamiento. El filósofo-narrador-poeta no quiere que
ingresemos en su psiquis, más bien promueve que seamos nosotros (los
jimenezureanos) quienes entremos en nuestras propias mentes.
He leído el libro
ABSURDOS de Alberto JIMÉNEZ URE y encontré en la mente de sus personajes la
conexión con la realidad, «el comportamiento humano» (Antología máxima personal
de cuentos, a cargo de Sebastián ARENA de EPULIBRE, 2014). Durante siglos, por
nuestras acciones, hemos merecido el calificativo de monstruos. En todo el
libro se observa las aberraciones de las mujeres y hombres. Cuando leí ABSURDOS,
quedé atrapado. Así como le estado, plexo, en otras de sus obras que he tenido
el privilegio de leer. Aunque no conozco personalmente a Alberto, lo he seguido
virtualmente. Leyéndolo desde su blog, en facebook o escuchado sus cuentos en
páginas electrónicas.
Alberto JIMÉNEZ URE
trasmite la voz de un maestro de la ficción-elucubración filosófica, porque,
como afirman los herméticos: «[…] Todo es mente, el universo es mental […]». Sé
que muchos escritores, críticos, estudiantes, ensayistas, han analizado su
obra. Pero, tengo la seguridad de sostener que sólo son esbozos de su creación
literaria, porque nunca sabremos la totalidad de lo que circunda en su mente.
Lo que percibimos es que tenemos ante nosotros a un escritor que pareciera
haber nacido en otro mundo, más sensible, y que llegó al nuestro para luchar
contra el Mal. Emplea la palabra y la hace sangre, terror, un miedo que eriza
la piel de quienes lo leemos porque moviliza nuestros pensamientos: entra en el
ser de cada uno. Para algunos dejarlo de leer
y para otros atraparse en sus escritos. Para otros difamarlo y para
otros vetarlo. Pero el escritor ríe y sabe que su obra atrapa la mente y mueve
la realidad.
ABSURDOS es una
«ficción-real» porque, aunque cubierta por el manto de lo imaginario y creyendo
que leemos cuentos, él decodifica la «Verdad» respecto de nuestra desahuciada y
horrenda Humanidad. Podría mencionar algunos cuentos en los cuales transmite
esa Verdad. Digo mencionar algunos para no fastidiar con mis modestos
comentarios: pero, prefiero que lo hagan los críticos, ensayistas y profesores
universitarios con mayor autoridad. Lo que sí puedo inferir es que esta obra
es, sin duda, la etapa cumbre y madura de Alberto JIMÉNEZ URE. Ha dejado que
sus fantásticos personajes salgan y transiten libremente por la Tierra. A
veces, cuando veo las atrocidades que cometen, los defino «demoniacos» y
«escalofriantes». Entonces, me desconecto del libro y pienso en lo fieras que
somos como Humanidad. Luego enciendo la radio, escucho las noticias y presiento
que por Argentina andan sueltos los protagonistas de las narraciones de JIMÉNEZ
URE. Toda su obra es un retrato de la realidad. Todo lo que ocurre en el mundo
es absurdo. Las mujeres y hombres cometen actos criminales, catastróficos,
oscuros, macabros, y de ellos está hecha la Humanidad. Alberto lo intuye y los
describe. Nosotros lo leemos y sentimos que nos dice la verdad.
El nuestro es un
abominable mundo encima del cual el escritor escupe sus palabras. Lo absurdo
junto con el Mal está ganando porque el Hombre se preocupa en dominarse,
destruirse y huye de lo que es «ser humano». Creo en lo que Herbert Marcuse
cuando afirma: «[…] El hombre somete su existencia a un fin situado fuera de sí
mismo. El que un fin exterior sea el único que preocupa y esclaviza al hombre,
presupone ya una mala ordenación de las relaciones materiales de la vida […]»
Eso está ocurriendo en el mundo donde vivimos, dominado por la fealdad: de ahí
las cosas absurdas a las que somos sometidos.
La violencia e ira
están asfixiando al planeta y Alberto JIMÉNEZ URE lo advierte, denuncia, se
burla a veces y hasta infunde temores o intuiciones sobre lo que sucederá.
Debemos también decodificar frente a sus palabras. Pero, ¿cómo hacerlo
atrapados en su obra? Esa es la finalidad de su literatura, que seamos nosotros
(lectores, ensayistas, críticos, investigadores, profesores) igual personajes
de sus obras. La conexión está hecha entre el escritor y nosotros. Aunque no
sea fácil explicar esa situación. Hay que dejar que sea el escritor quien nos
atrape y envuelva con su manto creativo. Que nos lleve al sepulcro, para decir
como Keats: «[…] Aquí yacen los restos de quien escribió su nombre en agua […]»
Así es Alberto JIMÉNEZ URE. Su nombre está escrito
en agua porque en ella está la vida. Yo digo que donde hay vida hay literatura.
Con seguridad infiero que es un ser espiritual y, cuando digo «espiritual», no
me refiero al hecho que él profese una religión. Todo indica que es
anticlerical, irreverente. Espiritualidad que se refiere a su forma de
vincularse con lo universal.
Moises Roberto Cardenas Chacon
viajesideral2@hotmail.com
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