ANTONIO SÁNCHEZ GARCÍA |
¿Cómo
se entiende que un país rico se hunda en la miseria? ¿Qué un país culto
naufrague en brazos de los incultos? ¿Qué una sociedad relativamente civilizada
se entregue a pandillas y mafias de ladrones, violadores y asesinos, carentes
de toda moral, de todo principio, de toda conciencia?
Nos
faltarán años para entenderlo. ¡Qué vergüenza!
6.300.000.000,00
kms, vale decir: seis mil trescientos millones de kilómetros recorridos en 10
años para terminar aterrizando - ¿o deberemos decir cometizando? – sobre una
roca de escasa densidad y casi imperceptible fuerza gravitatoria, recubierta de
polvo galáctico, descubierta en 1969 gracias a las observaciones de dos
astrónomos soviéticos que le han dado sus nombres. Y que se encontraba, al
momento del acometizaje, a quinientos millones de kilómetros de nuestro
planeta. Una suerte de piedra pómez por su masiva porosidad que según los
encargados de la ESA, el organismo europeo que llevó a cabo la insólita proeza,
flotaría en nuestros océanos. Una cita con una aguja en la infinitud del
espacio cósmico, con fecha y hora tan exacta, que salvo por los rebotes se
cumplió según todos los cálculos programados.
Sabrán los científicos el valor de
esta colosal conquista, más allá de acertar en la inconmensurable inmensidad
del universo con algo menos que una brizna. Descifrar el enigma de nuestros
orígenes, que a juzgar por todo lo que ya sabemos desafía toda lógica y toda
racionalidad. Ortega y Gasset decía que las ideas se las tenía – o no se las
tenía, caso el más corriente en un mundo aplastado por la ignorancia, la
superstición, el miedo – pero que en las creencias se estaba. Al margen de
nuestra voluntad, buen saber y conocimiento. Haber llegado al punto en que un
grupo de científicos europeos puede programar una hazaña de tal calado,
hibernando al objeto por años, despertándolo cuando le fue requerido y
ordenándole cumplir las tareas programadas teniendo el conocimiento y la
experticia suficientes como para hacerla realidad, trasciendo los límites de la
imaginación y de lo que ya es idea o creencia. Así aterre reconocerlo,
parecemos estar al borde de descifrar el misterio más insondable de nuestra
existencia: el de nuestros primeros orígenes materiales. Y no sólo el de
nuestros orígenes, sino el de lo que nos preexistiera. Ya se habla sin que
nadie se asombre, de universos paralelos. La imaginación comienza a quedar
corta.
No me asombra la dimensión
maravillosa de la hazaña: me asombra que lo haya hecho una humanidad hundida en
sus miserias, aprisionada en sus más bárbaros prejuicios, ignorante de las más
elementales verdades, practicante de los ultrajes más elementales. Me asombra
que mientras Philae avanzaba en las penumbras del cosmos, la ambición devoraba
a la barbarie, la guerra desangraba a la humanidad, el crimen se enseñoreaba de
algunas de nuestras sociedades. ¿Cómo
conjugar el reino de lo real maravilloso que nos rodea desde las alturas del
conocimiento con la barbarie que nos asedia, nos reprime, nos aplasta y nos
retrotrae a los orígenes de la especie desde los albañales del Poder desde hace
ya largos y pesadillescos catorce años? ¿Cómo hacer convivir la más actualizada
sabiduría científica que nos posibilita la vida que hoy llevamos con la animal
brutalidad de la barbarie política, la crueldad, el asesinato, el estupro, la
arrolladora imbecilidad campante en un país llamado Venezuela? Aquel gendarme
que le dispara un escopetazo en el rostro a la joven estudiante frente al
portal de su casa, aquellos asesinos que le asestan 36 puñaladas a uno de sus camaradas,
aquelllos generales que saquean los bienes de la Nación y ese otro capitán de
manos ensangrentadas que montado en su barbarie, en sus prejuicios, en su
incultura puede decidir sobre la vida y la muerte instalado sobre la pirámide
del Congreso, hacerse multimillonario y aplastar toda juridicidad, todo
derecho, toda honra, ¿qué tienen que ver con esas deslumbrantes conquistas de
la tecnología y el saber?
Toda la construcción filosófica que
le permitió a Marx echar a andar la sistemática destrucción de la convivencia
social y abrirle los portones de la historia al totalitarismo estalinista y
hitleriano partió de una constatación tan simple como la que precede: la
profunda contradicción entre el desarrollo de las capacidades técnicas y materiales
del hombre, que habían abierto un horizonte inexplorado a la búsqueda y
conquista de la felicidad, y la organización social, que perseveraba en el
pasado, anclada en los principios de la barbarie de la explotación del hombre
por el hombre. Dicho simplemente: el dominio de la naturaleza por el hombre
para, en su decurso, anclarlo aún más al esclavismo del sometimiento y la
dependencia.
¿Cómo se entiende que un país rico
se hunda en la miseria? ¿Qué un país culto naufrague en brazos de los incultos?
¿Qué una sociedad relativamente civilizada se entregue a pandillas y mafias de
ladrones, violadores y asesinos, carentes de toda moral, de todo principio, de
toda conciencia?
Nos faltarán años para entenderlo.
¡Qué vergüenza!
Antonio
Sanchez Garcia
sanchezgarciacaracas@gmail.com
@Sangarccs
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