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viernes, 19 de septiembre de 2014

SAÚL GODOY GÓMEZ, A LOS JÓVENES ANTICAPITALISTAS,

Los he visto y escuchado en televisión hablando pestes del capitalismo, en reuniones promovidas por el gobierno comunista de los chavistas para indoctrinarlos,  con una serie de ideas prefabricadas que ustedes repiten sin pensarlo mucho, como que todo lo malo que sucede en el mundo y en nuestro país es culpa del capitalismo, y por el contrario, todo lo bueno, lo asumen, es obra del bendito socialismo o comunismo o revolución bolivariana, que es lo mismo.

Como pienso que no tuvieron oportunidad para que alguien les explicara lo que es el capitalismo, les invito a que me den la oportunidad de hacerlo; no porque pueda convencerlos, ya que estoy seguro de consideran las ideas que les han inculcado como la verdad verdadera, pero con esta lectura pondrían poner a prueba la inefabilidad de sus ideas y lo fácil que es derrotar éstas  a punta de dialéctica marxista.
Vamos a empezar con unas palabras de Ludwig Von Mises, uno de los estudiosos del capitalismo: “Lo  característico  del  capitalismo  es  producir  bienes  en masa  para  el  consumo  de  la  masa,
provocando,  de  esta suerte,  una  tendencia  a  la  elevación  del  nivel  de  vida  en general y  al progresivo enriquecimiento de  los grupos mayoritarios.  El  capitalismo  “desproletariza”  a  los  trabajadores, “ aburguesándolos”,  a  base  de  bienes  y  servicios.”
¿Qué significa aburguesar al proletariado? Muy simple, sacarlos de su miseria, de las necesidades que lo acogotan y no lo dejan dormir, hacerle la vida más fácil, llevarle prosperidad a sus vidas ¿Cómo? Permitiéndole obtener en el mercado las cosas que requiere para su alimentación, vestuario, educación, profesionalización, pero también servicios, como salud, electricidad, seguridad… permitir que su sueldo, que lo gana trabajando, le rinda para adquirir, por precios económicos, lo que todos queremos y necesitamos.
Para ustedes, los socialistas, eso no puede ser; al trabajador hay que conservarlo en la miseria, en la necesidad, y lo que no pueda obtener por su trabajo, que se lo regale el Estado, o se lo quite a los que tienen.
Las economía nacionales que se basan en el libre mercado se sostienen porque existen empresas muy grandes que producen bienes de consumo masivo, bienes a precios populares, para que todos puedan comprarlos; las empresas que producen mercancías de lujo son pocas y no hacen mucho peso en las cuentas de un país, justamente porque son muy pocos los que pueden comprarlas.
Fíjense ustedes cuáles son las empresas más grandes del mundo y se darán cuenta de que todas tienen que ver con el consumo de las masas: energía, alimentos, transporte, viviendas, etc.
Y en una economía de mercado, el consumidor es Rey, y no es una broma, es el consumidor, comprando un producto o dejándolo de comprar, quien decide si una empresa prospera o tiene que cerrar; no es un ministro ni otro funcionario público, no es la Guardia Nacional o un decreto los que deciden, en la economía, quién tiene posibilidades de crecer, competir, ser exitoso… y, por lo general, el consumidor compra lo que quiere entre muchas ofertas, porque hay gran cantidad de empresas trabajando para darle lo que necesita a diferentes precios, calidades, presentaciones.
No es como en el socialismo bolivariano - que posiblemente es lo único que ustedes conocen, digo, por la edad - donde apenas hay dos o tres empresas, vigiladas por la policía, controladas por los sindicatos, reguladas por el Estado, que sólo pueden vender a un único precio, y se consigue una sola presentación de un producto, cuando hay.
Von Mises nos dice: “La  economía  basada  en  el  lucro hace  prosperar a quienes,  en cada momento,  por  una  razón u  otra,  logran  satisfacer  las  necesidades  de  las  gentes  del modo mejor  y más  barato posible. Quien está complaciendo a  los  consumidores  progresa.”  Y quien progresa, es porque se arriesga a invertir, a crear nuevas empresas, a producir más bienes y servicios, sin que nadie lo obligue ni le diga cómo hacerlo; si al empresario le va bien, se asocia con otros para montar nuevas industrias, le pide prestado al banco para conseguir el capital y abrir nuevos mercados… ¿y adivinen qué? Se abren nuevos puestos de trabajo, le dan la oportunidad a la gente para que se gane la vida, para que produzca, para que no exista miseria y puedan superarse en la vida.
Y entonces llegamos al primer escollo. Los socialistas, convenientemente, piensan que el lucro es malo, que ser rico es un pecado; les han dicho que los empresarios son unos ladrones, pues le quitan a sus trabajadores una “plus-valía” a la que tienen derecho porque es su trabajo, que sacan unas cuentas raras y le asignan valores fantasmas a los productos y a las cosas que son transformadas por el trabajo; todavía peor, le asignan valores morales y humanos a esas transformaciones y, al final, los capitalistas no sólo roban a los trabajadores, sino que los alienan, los vuelven locos y les quitan la vida.
Pero no contentos con esto, han inventado unas “empresas socialistas”, de empresarios y personas que se arriesgan a invertir su dinero por amor, por pura solidaridad, que creen que los trabajadores son capaces de unirse y crear, mantener y hacer exitosas unas industrias que producen de acuerdo a la necesidad de la gente, o a lo que ustedes, o el gobierno socialista cree que la gente quiere.
De acuerdo a esta tesis, si la gente no puede pagar sus productos se los pueden regalar, no importa que las industrias quiebren, que es lo que siempre sucede - porque una empresa o produce, o muere.
Lo que sucede en socialismo es que las empresas de producción social cuentan con el “papá” Estado para que las ayude y mantenga, el Estado obliga a la gente a pagar impuestos con los cuales mantienen a las empresas socialistas abiertas y produciendo perdidas.
Pero la cosa no es tan sencilla, desde el momento en que el estado interviene una economía, regulándola, poniéndole trabas a los empresarios privados, aplicando multas, negándole los recursos para que pueda trabajar, sembrándola de sindicatos políticos para que intervengan en la gerencia, dictando los precios, inventarios, inspeccionando, amenazando con cierres, llamando ladrones a los dueños de la empresas, en ese momento, el consumidor deja de ser soberano, la economía deja de ser libre, y el país se atrasa.
Hay personas como el profesor Giordani, el fracasado ex-ministro de planificación chavista, principal genio de la gran quiebra del país (un país rico en petróleo), que cree que el Estado puede y debe controlar cada uno de los aspectos y detalles de la economía (algo imposible de lograr y hacer), aplicando las recetas del socialismo.
Logró lo que parecía un imposible, arruino a un estado petrolero y multiplicó la pobreza, ¿Como lo hizo? Permitiendo que el Estado fuera conformado por ineptos y socialistas como él, que creían que podían prescindir de la empresa privada y de las libertades económicas, y por medio de la fuerza implantó un sistema de corrupción robándoles a todos los venezolanos el futuro. 
La gran diferencia entre capitalismo y socialismo es que el capitalismo necesita confianza y prospera cuando la sociedad es libre, el capitalismo necesita el concurso de toda la sociedad; en socialismo, todos desconfían de todo el mundo, se ve ladrones hasta en la sopa, y por ende, la tentación de controlar y castigar es apremiante.
El socialismo, con la excusa del amor, somete a los pueblos eslavizándolos, con la promesa de la igualdad arruina a muchos y enriquece a unos pocos.
El gobierno chavista a tratar de embaucarlos en algo que ellos llaman comunas, los van a organizar en grupos como si fueran una gran familia, van a jugar con sus sentimientos y necesidad de tener amigos, vecinos, padrinos preocupados por su bienestar, pero ¡mosca! fíjense bien, detrás del juego de camaradas y hermanos hay planteada una estructura de poder que tiene un jefe, una política y un guión, nada es inocente, allí hay personas inescrupulosas que quieren posesionarse de sus mentes y de su alma con fines de dominio y de guerra, trabajan como una secta, les dan trabajo y dinero y a cambio les piden su lealtad incondicional, los van a indoctrinar y los van a vigilar, una vez que entras, es muy difícil salir.
El trabajo de las comunas consiste fundamentalmente en cambiar tus prioridades de vida, van a tratar de que ustedes renuncien a su vida personal, a sus sueños, a sus propios intereses a cambio de los intereses, la vida y los sueños del grupo, un mal negocio, quieren convertirlos en animales de manada, en vez de personas, usarlos, quitarles responsabilidades para que se disuelvan en la comuna, robándoles lo más preciado que tiene el ser humano, la libertad. 
Es muy probable que ustedes muchachos que hoy se dicen socialistas, o revolucionarios, o “ñángaras”, con el pasar del tiempo se den cuenta de la trampa en que están metidos y rectifiquen, si no, lo más probable es que terminen presos por ladrones o buscados por violentos –
Saul Godoy Gomez
saulgodoy@gmail.com
@godoy_saul

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