Si bien el Evangelio nos dice que por
"los hechos conoceremos la realidad humana", la explosión de
señales cotidianas contradictorias
refuerza la visión de un circo con múltiples pistas en acción, cada una con su
espectáculo propio, ausentes de coordinación y dirección.
Ya van ocho meses de
permanente y abierta represión: estudiantil, sindical, institucional,
empresarial y ciudadana que finalmente
apunta a un "estado policial".
El tema que domina la opinión pública es la
política. De allí que sea necesario indagar la razón de su preeminencia. Dos
arterias poderosas parecen alimentar
sin detenerse ese caudal de
incertidumbre que busca asidero. Por una de ellas viajan los temores y las
sombras de la represión, el totalitarismo, el comunismo, la supresión de la
propiedad privada, los derechos individuales y colectivos, con ello el fin de
la esperanza.
Paralelamente, hay otra arteria que bombea continuamente como es el poderoso aparato informativo oficial, con amenazas, anuncios de profundización de controles y exigencias burocráticas, eliminación de instituciones, criminalización de las diferencias, censura masiva, guerras bacteriológicas y terroristas, cuyo resultado es la supresión de la esperanza y la confianza.
Estos dos poderosos
caudales ocupan casi toda nuestra atención desplazando la urgencia de las
penurias económicas y sociales. Es así, que el caos de la realidad construye la
percepción de sobrevivencia. Y la percepción será subjetiva al depender de la
interpretación que hagamos de la realidad. No es de extrañar que el poderoso
asume que los demás no saben….no ven ni sienten y el sometido que nada puede.
Visible o invisible a la opinión pública la
economía sigue transitando el eje central del colapso del país y no deja de
arrastrarnos hacia un vacío que puede ser peor de todo lo que pudiéramos haber
imaginado. Hasta ahora el discutir económico ha estado centrado en tener o no tener divisas. En dirimir entre
la deuda financiera y la deuda comercial.
Entre la inversión social y la
económica; entre categorías socialistas y capitalistas. Y sin embargo cuando
nos alejamos del tema político y se escucha
a empresarios, comerciantes,
profesionales de la economía y la
sociedad descubre que el problema no es
de divisas, sino de estructura, de sistema y sobretodo de visión del país.
Destruido el aparato productivo, para nuevamente arrancar hay que refundarlo,
reindustrializando, desmontando la gigantesca burocracia del Estado, Dante
Rivas nos señala la existencia de más de
mil trámites en la toma de decisiones. Seguimos pensando en el petróleo cuando
el mundo está cambiando. No es solo sembrarlo sino convertirlo en eje de
transformación, diversificación, competitividad y abastecimiento.
Nada de ello es posible sin la libertad y la
esperanza para organizar y allí la política
tiene potencial tanto para someter como para transformar los laberintos
en esperanza. Actualicémonos…
Mercedes Pulido
mercedes.pulido@gmail.com
@mercedespulidob
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