Al descartar el libre
comercio con Estados Unidos para unirnos a Cuba, los traidores han cometido el
crimen de condenarnos a la pobreza, la ruina y el colapso
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Con la caída del Muro
de Berlín a fines de 1989 se inició la desintegración de la URSS y el derrumbe
de su imperio comunista en Europa. Para 1990 el comunismo estaba derrotado por
la democracia representativa y el capitalismo, que entonces se fueron
extendiendo por el mundo entero mediante un proceso que se llamó de
globalización dirigido por Estados Unidos, que emergió como la única
superpotencia mundial. Con tal carácter, tomó dos iniciativas fundamentales: la
inserción de América Latina en la globalización del capitalismo y la inserción
de América Latina en la globalización de la democracia representativa,
teniéndolas como inseparables.
El primer paso para
la globalización económica en América Latina fue el Tratado de Libre Comercio
de América del Norte (TLCAN) celebrado con Canadá y México en 1994, el cual ha
sido factor fundamental para que veinte años después México sea tenido como la
potencia económica de América Latina por encima de Brasil, que ha entrado en
declive. Enseguida Estados Unidos, bajo la presidencia de Clinton, propuso a
toda América Latina, excepto Cuba, el libre comercio continental mediante un tratado colectivo que debía
denominarse ALCA o Área de Libre Comercio de las Américas. Fue acogida la idea
por los gobiernos democráticos latinoamericanos, incluido el de Venezuela, lo
que expresaron en reunión celebrada en Miami en 1994. La integración al mercado
latinoamericano por parte de América del Norte supone una población de 800
millones de personas y un Producto Interno Bruto (PIB) combinado de US$ 21.000
miles de millones anuales, según cifras de la época.
Simultáneamente
Estados Unidos intentaba la globalización democrática de América, para lo cual
promovió la Carta Democrática Interamericana, aprobada el 11-09-2001, en Lima,
Perú. La Carta Interamericana implica en lo político el compromiso de los
gobernantes de cada país con la democracia teniendo como base el reconocimiento
de la dignidad humana, entre cuyos fundamentos están las elecciones justas, el
pluralismo político y la independencia de los poderes públicos, ejerciendo el
papel de frenos y contrapesos.
Confiado Estados
Unidos en que la desintegración de la URSS y el derrumbe del comunismo en
Europa eliminaban el peligro de contaminación ideológica en América Latina, por
lo cual quedaba descartado el riesgo geopolítico para su seguridad nacional,
restó importancia a la constitución del Foro de Sao Paulo (Internacional
Comunista de América) bajo la jefatura de Fidel Castro y Lula da Silva. Cuba
estaba aislada y empobrecida y, por su parte, el partido de Lula no parecía
tener oportunidad de convertirse en gobierno en Brasil. Este ha sido el mayor y
más costoso error de Estados Unidos. Pero no el único. No valoró que el ascenso
de Chávez al poder en Venezuela significaría darle a la Internacional Comunista
un recurso estratégico (petróleo) y la financiación de las acciones en contra
suya. A este segundo error estratégico se le unió otro todavía de mayor
trascendencia. El mismo día en que se firmó la Carta Democrática se produjo el
ataque terrorista que marcó el viraje equivocado de su política internacional.
Con motivo de este ataque, Estados Unidos abandonó a América Latina dejándole
el camino abierto a la Internacional Comunista de Fidel-Lula. En circunstancias
semejantes, Roosevelt tomó una decisión inteligente. En respuesta a la agresión
sufrida en Hawai (Pearl Harbor), Estados Unidos reforzó sus lazos con América
Latina asegurándose de que el enemigo no penetrara el vecindario, el cual tiene
la mayor prioridad para su seguridad nacional. Por el contrario, Bush descuida
a la América Latina para dedicarse a la guerra en el Oriente Medio. Este error
ha tenido un resultado desastroso: ha perdido América Latina y también el
Oriente Medio donde el terrorismo está avanzando victorioso.
El instrumento usado
por Cuba y la Internacional Comunista para impedir la globalización del
capitalismo y de la democracia en América fue el difunto, el más grande traidor
a Venezuela porque puso por encima de ella el interés de Cuba. Si tuviésemos
Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos no estaríamos sufriendo la ruina y
el colapso. Estaríamos viviendo en una economía próspera como México, Colombia
y Chile. En cambio, cada vez somos más Cuba, viviendo en la miseria y sin
futuro.
Jesus A. Petitt Da Costa
petitdacosta@gmail.com
@petitdacosta
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