En estos días tuve la oportunidad de salir
desde mi querida isla Margarita a otros estados del País, el objetivo principal
fue cumplir con algunos compromisos,
disfrutar de otros ambientes, encontrarme con viejos amigos, dialogar
con paisanos de otros pueblos y zonas de la geografía nacional.
Efectivamente
pude cumplir lo estimado, aun cuando el tema de conversación siempre terminaba
en las quejas, reclamos e insatisfacción con la gestión de gobierno de Nicolás
Maduro y el grupito de privilegiados que le rodean, donde no escapan miembros
del PSUV, diputados, militares y familiares.
En
verdad Venezuela esta descuidaba, las vías de comunicación en abandono, los
servicios públicos un desastre total, la escasez en punto crítico, la
inseguridad es el lamento de cualquier venezolano o extranjero que este en
nuestro país, el servicio hospitalario en el suelo, los medicamentos
convertidos en aventura o más bien en un laberinto para encontrarlos, los
conductores del transporte público y/o privado con una paciencia enorme para
conseguir: aceite, cauchos, batería, repuestos y un sinfín de etcéteras, los
apagones una constante así como la falta de agua por tuberías y qué decir de los precios de los artículos
de primera o segunda necesidad todo absolutamente todo por las nubes. Amén!
dicen los miembros de la familia cuando llegan todos al hogar, con vida, y
comienza la tertulia sobre la odisea del día.
Entre
protegernos de la delincuencia, estirar el mísero sueldo para comprar la comida
y pagar las deudas de la casa, se va la conversación de la realidad vivida cada
24 horas por cualquier ciudadano de la República Bolivariana de Venezuela.
Ahora
hablan del aumento de la gasolina y del ajuste cambiario, mantienen el discurso
del plan de la patria, el cacareado poder habilitante se fue sin pena ni
gloria, el combate a la corrupción es todo un espejismo, el contrabando de
productos que deben venderse en
Venezuela pero que pasan en gandolas “invisibles” a Colombia y Brasil viento en
popa, el gasoil y la gasolina viajan en barcos a otros lares, las cabillas y el
cemento un misterio a voces su comercialización, los pocos autos nuevos
(americanos, japoneses) ensamblados en
el país llegan a las manos de privilegiados a precios de gallina flaca al pueblo
le toca comprar en el mercado secundario o ganarse la lotería de tener un amigo
del régimen para conseguir un carro del imperio Chino.
Y
vienen las clases, un nuevo dolor de cabeza para los venezolanos y venezolanas
que seguramente recorrerán librerías y otros comercios para adquirir por parte
los útiles escolares y uniformes. Las escuelas se repararan paralelamente al
inicio del año escolar, pues el gobierno anda “muy ocupado” con la venta de
Citgo por un lado, la compra de equipos antimotines por el otro y continuar
endeudándose con el régimen comunista de Xi Jingpin.
Todo
lo demás que espere. En fin regrese a Margarita, al estado Nueva Esparta, las
cosas aquí están cortadas con la misma tijera del resto del país, con las
mismas necesidades, las mismas mentiras de los gobernadores afectos al régimen
de Maduro, las mismas quejas del pueblo y la misma ineptitud e ineficacia de
los demagogos. Este gobierno es un
fracaso total desde el punto de vista de resolver los problemas fundamentales
del pueblo.
La
elite gobernante se ocupa más de sus intereses que del colectivo.
Hoy
estamos peor que en cualquier otra época de la historia contemporánea, pero al
igual que en otros tiempos también saldremos de esta pesadilla totalitaria
llena de impunidad y maldad. El venezolano no se rinde. Nos merecemos un
gobierno honesto, eficiente y que piense en la gente. Es la hora de despertar,
de unirnos como venezolanos de buena fe, de aprender la lección que nos deja la
mediocridad de este gobierno que
hipotecó el mañana de Venezuela para que no se repita en el futuro.
Adalberto
Orta
orta.adalberto@gmail.com
@adalbertomas
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