El crimen se organiza por varias razones, la
primera, es para poder abarcar más en su ámbito de acción y explotar convenientemente
un territorio y la población que allí vive.
La segunda, proteger mejor sus operaciones e intereses. La tercera,
hacer "el negocio" más rentable y eficiente. La cuarta, pero no menos importante, invertir
y crecer en la economía legal.
Para ello se vale de las últimas técnicas y
tecnologías disponibles, contrata personal altamente calificado, aplica los más
modernos métodos financieros y de gerencia en el mercado, y hasta hace
investigación y desarrollo de procedimientos y productos.
Por ser su actividad ilegal o producto del
crimen, su función permanente es cuidarse de que sus operaciones no se vean
interrumpidas por el largo brazo de la ley y para ello, cuenta con una serie de
recursos como sobornos, extorciones, favores políticos, deudas pendientes,
regalos, vínculos de amistad y compadrazgo o el simple asesinato, todo esto
parte de lo que llamamos, corrupción.
El crimen organizado (C.O.) se ha
sofisticado, pero sigue estando presente en el trasfondo, el elemento que le da
vida y lo caracteriza: la violencia.
Luego de la Segunda Guerra Mundial hubo un
incremento en la internacionalización de las actividades criminales; ya no se
trataba sólo de la droga, las armas, el juego ilegal y la prostitución, otras
actividades igualmente lucrativas efervecieron como la espuma; la pornografía,
la basura contaminante, los niños para familias sin hijos, el tráfico de
especies salvajes y en peligro de extinción, los emigrantes ilegales, órganos
para los trasplantes humanos, tecnología secreta hurtada de las grandes
corporaciones y gobiernos, materiales radioactivos y hasta passwords a los
bancos de datos de personas e instituciones.
El crimen organizado se ha globalizado y a
una rapidez pasmosa, cabalga sobre los últimos adelantos científicos y se
amolda a las formas sociales más avanzadas.
El C.O., prospera y se hace fuerte en países
con conflictos sociales, con gobiernos débiles, donde exista la subversión y se
violen los derechos humanos, donde grupos revolucionarios, por lo general de
ideología comunista, se hacen gobierno y se declaren contrarios a la
civilización occidental.
Es muy fácil detectar a los países que se
convierten en zonas de tolerancia para el C.O., donde existan regímenes
“anti-imperialistas” por lo general existe una amplia aceptación de actividades
irregulares y un rechazo a las normas internacionales y organizaciones que
combaten el crimen, por aquello de que el enemigo de mi enemigo es mi amigo,
los gobiernos que se dicen anti-imperialistas son un paraíso para traficantes
de armas, carteles de las drogas y otras actividades que requieren de una alta
cooperación de los gobiernos allí constituidos, puede llegarse el caso en que
los gobiernos se hacen parte de estos sindicatos del crimen involucrando a sus
fuerzas armadas como parte integral de las operaciones.
La venta de drogas, el robo a tarjetas de
crédito, el blanqueo de dinero por medio de transacciones bancarias vía
Internet, la compra venta de acciones en las diferentes bolsas asiáticas con
fines de manipular precios, los remates fraudulentos de obras de arte y otros
objetos de colección valiosos son todos hechos ilícitos que son comunes en la
autopista de la información.
El aparente don de la ubicuidad de los
criminales cibernéticos son un verdadero dolor de cabeza para las policías del
mundo, el crimen se puede estar cometiendo en un país, el perpetrador puede
estar en uno diferente y la víctima al otro lado del mundo.
Pero como mencioné al principio, uno de los
intereses primordiales del C.O., es convertir sus ganancias ilegales en dinero
limpio, la actividad de lavar dinero se ha transformado en una operación
tentacular y altamente tecnificada (aunque sorprende la cantidad de dinero que
todavía se lava con métodos primitivos y tediosos, como lo sería trasladar
maletas de dinero fuera del área productiva, en billetes de bajas
denominaciones, para ser inyectadas en los mercados del menudeo y convertidas
en depósitos bancarios legales, fácilmente detectable, pero efectivo, hasta que
no sea descubierto).
Un dinero que bien lavado, se integra a la
economía legal en inversiones importantes; en actividades tan consolidadas como
la construcción, los medios de comunicación, partidos políticos, grandes
comercializadoras, transporte, turismo, entretenimiento y hasta universidades
privadas, puede convertirse en la ruina o repentina prosperidad de regiones
enteras.
Una vez que el dinero sucio se blanquea no
hay límites. Las economías de los países
son afectadas por esta economía paralela, hasta el punto, de trastocar el
intercambio de bienes y servicios y la calidad de vida de los ciudadanos. Pero sin duda el peor mal que surge del
crimen organizado se llama corrupción.
Se trata de uno de los fenómenos más
interesantes de la civilización, sus raíces llegan a la misma naturaleza humana
y su confrontación con el poder.
Un mal tan terrible que las naciones mueren
por su causa, la historia nos da claros ejemplos de ello. La corrupción ha
llegado a ser tan dañina para el orden social que se ha convertido en un tema
de seguridad de Estado y de preocupación internacional.
Pero también hay otro lado del crimen
organizado y es el que respecta a corporaciones e instituciones legalmente
establecidas, y que utilizan sus fachadas para cometer actos ilícitos.
Algunas prácticas empresariales se mantienen
en un difuso límite entre la legalidad y el crimen y cuando cruzan la línea, se
convierten en entes del crimen organizado ya que aprovechan sus estructuras
organizativas no sólo para cometer la fechoría, sino para ocultarla y hacerla
pasar como una operación legítima.
La manipulación de precios, la cartelización,
el engaño a los consumidores, el fraude a los accionistas, la competencia
desleal, los delitos contra el fisco, la manipulación ilícita de la información
bursátil, la compra- venta fraudulenta de activos son algunos de los crímenes
donde las empresas utilizan sus organizaciones para romper con la ley y el
orden, por esta razón es que los registros públicos son un eslabón tan
importante en la consecución de estos delitos, y cuando un país permite que sus
registros y notarías sean manejados por extranjeros expertos en cometer estos
fraudes, lo que hace el gobierno que lo permite, es sembrar la institución de
la propiedad privada de “paquetes” de inversiones provenientes del delito para
ocultar su verdadero origen y poderlas utilizar sin problemas posteriores.
La última ola de quiebras financieras de
grandes corporaciones norteamericanas ha puesto en evidencia lo que mucha gente
ya sabía; el engaño, la corrupción y el latrocinio ha penetrado las instancias
más poderosas de la política en las principales capitales del mundo, mirar para
el otro lado cuando se comete un fraude puede ser muy rentable y si no hay
castigo, se convierte en una actividad muy apetecida, pero el resultado siempre
será un daño de grandes proporciones a la sociedad entera.
Y a este respecto surgen preguntas
inquietantes, ¿Puede la ley estar a la par en el avance del crimen organizado?
¿Se pueden perseguir y enjuiciar criminales cuyas acciones aún no están
recogidas en la legislación penal?
El crimen organizado es justamente un
laboratorio de nuevas formas y maneras de embaucar a la sociedad, se hace la
ley e inmediatamente aparece la trampa o se lleva una libertad hasta el límite,
donde se confunde con el abuso, cada día se ven más y más gobiernos que
sucumben a la tentación del dinero fácil y prestan sus instituciones a las
mafias internacionales y a otros gobiernos extranjeros que necesitan blanquear
grandes cantidades de dinero, muchas veces en forma de préstamos y ayudas
internacionales.
Las nuevas tecnologías y las necesidades de
la sociedad van en continuo cambio y es en esa avanzada donde aparecen las
nuevas formas de criminalidad.
Nuestro país, Venezuela, es un caso que está
siendo observado por el mundo con mucho interés, se trata de un estado que ha
sido tomado por un gobierno revolucionario con formas aparentemente legales, es
apoyado y protegido por un conjunto de países del área reforzando esa visión
que quieren vender de que se trata de una democracia formal y un socio que
supuestamente guarda las garantías para la convivencia regional, pero en
realidad se ha convertido en el paraíso de los negocios sucios del continente,
entre ellos y debido a que se trata de un país petrolero que mueve mucho dinero
en plazas internacionales, es la lavadora de dinero ilegal más grande del
continente americano.
La relación del gobierno socialista
bolivariano con la subversión latinoamericana, lo ha hecho un cercano socio de
las actividades criminales con las cuales se sustentan los diversos grupos
guerrilleros y terroristas del área, por lo que Venezuela se ha convertido en
una importante plaza del narcotráfico mundial, la prueba más contundente es que
el gobierno tiene en nómina, como importantes funcionarios públicos a los
hombres más buscados por las policías del mundo, y como ya es común, con
pasaportes diplomáticos para que estén protegidos por la inmunidad que este
documento otorga.
Otra señal incontrovertible de que Venezuela
se ha convertido en narco-estado es la defensa a ultranza de estos criminales por
parte del propio presidente del país, quien bajo argumentos de soberanía
emplaza a las autoridades mundiales a que respeten el país, un argumento no
sólo risible pero muy lamentable, que provoca bochorno en quienes somos
ciudadanos de este país.
Este experimento a gran escala que se está
dando en Venezuela convertida en un narco-estado ha probado una vez más que la
asociación de una sociedad con el crimen lo que trae es la disolución de la paz
y la convivencia social, los grados de violencia y horror que está
experimentando nuestra sociedad no tienen parangón en el mundo, el crimen se ha
apoderado de las calles, la población vive en un permanente toque de queda,
nadie está seguro, ni siquiera sus más connotados jefes, que siempre pueden ser
víctimas del homicidio por encargo, del secuestro o de la desaparición forzada.
Venezuela es un experimento de todas estas
nuevas formas de desarrollo del crimen organizado, y operará, hasta que las
autoridades mundiales consideren conveniente y seguro el aprendizaje de esta
experiencia, hasta que sus socios latinoamericanos, países del área con
importantes intereses internacionales, se den cuenta del terrible daño que
provoca a sus reputaciones, una asociación con este tipo de gobierno, y por
último y no menos importante, que sus nacionales se den cuenta del tipo de
gobierno que se han dado y que nunca jamás se repita este nefasto episodio de
entregarle el país a lo más bajo e incapaz de su recurso humano. –
Saul Godoy Gomez
saulgodoy@gmail.com
@godoy_saul
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