En Colombia el deseo de paz le ganó
al de justicia.
Felicito
a Santos por su triunfo, que no fue confortable, pero venció. Colombia cansada
de la violencia perenne votó por la paz aun a riesgo de perder la libertad. La
oposición demostró fortaleza y bajo el mando de la dupla Uribe-Zuluaga será
guardiana de la democracia desde el Congreso. La victoria angosta alerta al
triunfador que su margen es estrecho y que no puede hacer lo que le venga en
gana con las FARC. La paz es un desiderátum difícil de alcanzar en un país
acostumbrado a la guerra, pero hay que darle un chance con la guardia en alto.
Así lo decidieron los vecinos y les deseo suerte pero deben permanecer alertas.
La paz lamentablemente no ha ganado, sino las ganas de paz.
Las FARC no son de confiar y menos
cuando sus jefes se solazan en un hotel de 5 estrellas en Varadero con todos
los gastos pagos por su aliado Maduro. La alianza entre petróleo y droga sin
rendición de cuentas es de temer. Entretanto los venezolanos son reprimidos a
sangre y fuego a diario y pasan hambre haciendo colas humillantes. ¿Hasta
cuándo va a durar el insostenible romance de Santos con las FARC?. La historia
nos lo dirá. Como dijo Zuluaga el domingo pasado, “La voz de 7 millones de
electores tendrá que ser oída.” La paz es deseable, pero será difícil de
alcanzar. Santos ganó porque al final dijo que buscara paz con justicia. Este
era el lema de Zuluaga. Las FARC desean impunidad y no aceptaran fácilmente que
se les aplique justicia.
La elección en Colombia sirvió para
que Santos se diera cuenta que no es omnímodo y que sus acciones futuras van a
ser vigiladas con mucha atención. Los amores secretos con las FARC no serán
bien vistos. O está con la libertad y la democracia o contra ellas, no puede
haber medias tintas. Si Santos endereza su rumbo y logra la paz, sin dejarse
embaucar por los cantos de sirena de la reelección indefinida que le venden los
Castro, puede pasar a la historia como el presidente de concordia que doblegó
la violencia. Santos lo sabe y por ello musito quedo que no aspira a la
reelección, pero si a extender su mandato. Esas promesas pueden ser falsas. Son
como las del galáctico quien para ser elegido se dio golpes de pecho asegurando
que no era comunista y que no trataría de imponer el socialismo de ser electo.
Ganó el deseo de paz, pero esta no
ha triunfado. “Deseos no empreñan” dice el popular refrán. Colombia y Venezuela
entran juntas a una nueva realidad que no sabemos dónde conducirá. Ruego a Dios
porque se logre la paz y la justicia. Los colombianos han definido su futuro
inmediato, pero los resultados no son definitivos. Venezuela aun lucha en las calles por la
democracia y la solución no está a la vuelta de la esquina. Por fortuna en
nuestro país, los jóvenes están de nuestro lado con su adrenalina y patriotismo
vibrando.
El siglo XXI apenas comienza y en
sus albores nació y agoniza en Venezuela la revolución chavista. Chávez
hipnotizó a las masas vendiendo esperanzas que prometían curar todos los males
del pasado sin aliarse con Fidel. Para hacerlo contó con el maná petrolero que
plenó las alforjas de enchufados y boliburgueses creando de la noche a la
mañana una corte de cleptómanos que saqueo al país arruinándolo. La
desaparición del encantador de serpientes dejó huérfanos a sus seguidores cuya
incapacidad empobreció al país. Ahora desorientado el PSUV debatirá en julio en
su III Congreso que rumbo tomar. Ojala triunfe el sentido común. Dependiendo de
esas decisiones sabremos qué clase de futuro tendremos en el corto plazo. Del
largo plazo no se puede hablar porque la revolución no da para tanto.
Luego que enterremos a esta inepta y
ladrona revolución, nuestro destino a largo plazo está en la unión
hispanoamericana. Esa aspiración no pasa por el modelo comunista de “El imperio
de Fidel”, sino por una “Patria Grande” democrática dentro de una confederación
que respete la autonomía interna de los miembros. La globalización y la
internacionalización hacen este rumbo inevitable, Nuestro futuro y capacidad
geopolítica está atada al contexto externo. En ese medio el tamaño de un país,
su sistema político y sus riquezas son determinantes. El futuro y la grandeza
de esa “Patria grande” se basarán en el apego al Estado de Derecho, la libertad
y la democracia. Si nos movemos en esa dirección dejando en el camino los
devaneos dictatoriales marxistas nos salvaremos y alcanzaremos el peso
geopolítico propio al que tenemos legítimo derecho. Por esta vía lograremos
alcanzar los sueños de unión en libertad de Miranda y Bolívar. Marchemos
adelante juntos Colombia y Venezuela hacia el futuro junto con nuestros
hermanos ibero americanos. Para que haya paz, debe haber justicia, libertad,
Estado de Derecho y democracia.
Carlos
Julio Peñaloza
genpenaloza@gmail.com
@GenPenaloza
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