En
relación al enjundioso artículo del ex-Procurador General de la República,
Dr.Jesús Petit Da Costa “Primero tomar el poder, después convocar a la
Constituyente” cuyo elemento central comparto y que viene a resultar en cierta
medida una respuesta a la posición sostenida, por mi también muy estimado y
respetado amigo Luis Manuel Aguana: “Proyecto País Venezuela Reconciliada…Vía
Constituyente”. Considero mi deber puntualizar, para ambos articulistas y para
los lectores en general, algunos aspectos
esenciales en lo que se refiere a la Constitución Nacional de 1947, a su
redacción y a la forma en que fue sancionada. Además de señalar que, desconozco
un llamado de la juventud democrática a un proceso constituyente en los
actuales momentos.
Lumpen
Constituyente
No había querido hasta ahora terciar en lo que cada día toma
características de polémica, entre otras razones porque la deplorable
experiencia de la última Constituyente, había reforzado mi casi innata
resistencia a que un “bojote” de gente, en su mayoría sin calificación para
ello, establezcan el Estatuto Político, Constitución, Carta Magna, Ley de Leyes
de la República, o como quiera llamársela, quizá es el mal sabor derivado de
los Estados Generales de 1792 y su secuela de sangre y destrucción. El
jacobinismo estridente y anárquico no puede ser el campo propicio para lo que
aspiramos sea la más alta expresión del pensamiento jurídico, que además
debería estar destinado a pervivir.
Sé
que corro el riesgo de que algún lector me tilde de reaccionario, de ser así me
refugio -sin pudor alguno- en la calificación de Don Antonio Machado, en su
semblanza de otro inmortal de su generación, cuando lo retrató, en un hermoso
soneto: “Admirable Azorín, el reaccionario, por asco de la greña jacobina”.
Creo
en la estética, en la afirmación de Albert Camus, que se indignaba y decía que
rechazaba el concepto que reservaba a “la derecha” el privilegio de escribir
una buena prosa y condenaba a “la izquierda” a un lenguaje áspero y sin gracia.
En esas condiciones que opinión puedo tener de la actual Carta de 1999, que
empieza, sin abundar en sus defectos de técnica constitucional, por necesitar
ser traducida al idioma castellano.
Veamos
cómo nació la Constitución Nacional, de 1947, apegándonos estrictamente a los
hechos.Después de redactar de su puño y letra, a tres días de transformarse la
revolución en gobierno, el 22 de octubre de 1945 el Decreto mediante el cual
“los miembros de la Junta se hacen el hara-kiri como candidatos presidenciales”
para citar literalmente al presidente de la Junta Revolucionaria de Gobierno,
Rómulo Betancourt, el 17 de noviembre, a
apenas un mes de establecido el nuevo gobierno, se designó una Comisión
redactora de un nuevo estatuto electoral y de un proyecto de Constitución. La
Acción Democrática de entonces, que no era “presupuestívora” ni nepótica, tuvo
un solo representante en dicha Comisión, si bien es cierto, de enorme prestigio
nacional e internacional, como intelectual y jurista avezado, el Dr. Andrés
Eloy Blanco.
Los
demás miembros eran reputados catedráticos y tratadistas de Derecho
Constitucional, sin vinculaciones partidistas con AD y otros de muy destacada
militancia en partidos de oposición, como el Dr. Lorenzo Fernández, del partido
Copei y el Dr. Luis Hernandez Solís de URD, la mayoría eran independientes,
como los doctores Jesús Enrique Lossada, Nicomedes Zuloaga, Martín Pérez
Guevara, Ambrosio Oropeza y Luis Eduardo
Monsanto. Excepción que confirma la regla, Germán Suarez Flamerich, considerado
entonces como persona de inclinación democrática, miembro de “la generación del
28″ quien iría, años después, a marchitar sus laureles sirviendo de presidente
de la Junta Militar de Gobierno, a raíz del asesinato del Coronel Carlos
Delgado Chalbaut.
Nadie
en la Venezuela de entonces, ni en el exterior, puso en duda los posteriores
comicios que eligieron la Asamblea Nacional Constituyente, con el estatuto
electoral más democrático de América, si había un 75% de diputados adecos, es
porque esa era la conformación del electorado venezolano de ese tiempo, como se
confirmó en las elecciones presidenciales que le dieron a Don Rómulo Gallegos
casi el 74% de los votos.
Nada
de aprovechamiento abusivo de una innegable mayoría nacional, nada de quinos,
ni ningún subterfugio de prestidigitador de feria, nada de Franco Quijano…
Venezuela en rumbo a la modernidad y la democracia.
Alfredo
Coronil Hartmann
acoronil2@gmail.com
@Alfredo43
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