Hacer
un resumen de la reunión gobierno-oposición es relativamente fácil: el gobierno
mintió al país, evadió su responsabilidad, intentó incriminar a la oposición en
la creciente violencia y repitió la misma retórica de los últimos 15 años. Para
cualquier espectador: nada nuevo, más de lo mismo.
Por su parte, la oposición aprovechó la
oportunidad para solicitar la liberación de los presos políticos, el cese de la
represión y respeto a la Constitución, mientras develaba en cadena nacional la
devastadora crisis política, social, económica y moral de la Nación. Quizás
para muchos ello tampoco sea novedoso pero fue contundente.
No importa lo que
piensen los oficialistas y opositores convencidos, cada uno “jalará la brasa
para su sardina”, por ahora. Tampoco es relevante la opinión de los radicales
de lado y lado, quienes coincidirán en la descalificación e insulto.
Mucho
menos preocupa la opinión de los “francotiradores” y cultores de la
anti-política. Lo importante es lo que pensará ese pueblo chavista que cada día
se distancia más del gobierno de Maduro. ¿Se sentirán cautivados por el
"disco rayado" del oficialismo o más bien, los sólidos argumentos
opositores inspirarán alguna reflexión? La segunda opción luce mas probable y
por si misma, tal reflexión es ganancia para las fuerzas democráticas. La
inaplazable necesidad de cambio se sintió mucho más allá de las fronteras
opositoras.
Es
clave destacar que el diálogo no supone el fin de la protesta, al contrario
quedó claro que debe mantenerse, extenderse y popularizarse, siempre por la
senda constitucional. Ahora bien, la presencia de los cancilleres y del
Vaticano en ese encuentro evidencia que el gobierno necesita ayuda, es una
prueba irrefutable de su incapacidad para dialogar con "el otro país"
ergo confirma su talante autoritario e intolerancia. Así que la sola
convocatoria es una derrota para el régimen, sobre todo en el escenario
internacional. Y aunque Maduro sienta que salió bien librado del encuentro, la
realidad es otra. En todo caso, hay que
ver este diálogo –mas bien diríamos “debate”- como un proceso y no como un
evento. Es una pelea a 15 round y en cada uno, el gobierno tendrá que ceder
algo para avanzar.
Al
final, ¿a donde conducirá esta iniciativa? El gobierno está obligado a
rectificar y si lo hiciera seria bueno para el país, pero la actitud cínica e
irresponsable de los voceros oficialistas hacen que nadie se genere grandes
expectativas. Por supuesto, el mayor costo político de un eventual fracaso lo
pagaría el gobierno. Si la oposición no obtiene logros tangibles y “se para de
la mesa”, la responsabilidad es exclusiva de quien tiene el poder y en
consecuencia, está obligado a ceder y a ofrecer soluciones. Si Nicolás manipula
el diálogo para ganar tiempo –como se presume- se colocará de espaldas al país,
se debilitará aun más y se elevará la expectativa de cambio. En efecto, el 87%
del país piensa que “gobierno y oposición deben llegar a acuerdos a través del
diálogo” (Encuesta Datos). En términos
boxísticos, la MUD ganó este primer asalto. Esperemos el 2do round….
Richard Casanova
richcasanova@gmail.com
@richcasanova
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