Ante
un mundo cada vez más poblado y de creciente escases, los gobiernos no
encuentran la fórmula mágica para enfrentar ese reto, el reto de abrir las
puertas a la prosperidad. El filósofo Santayana afirmaba que, aquellos que no
aprenden de la Historia, están condenados a repetirla. Yo pienso que la lección
más importante de la historia moderna es la que nos han enseñando tres eventos
conformados recientemente:
Los
éxitos y fracasos al tratar de construir una sociedad civil en lo que fue la
Unión Soviética; el fracaso estrepitoso del modelo Neo Confuciano aplicado en
el este de Asia; y el resurgimiento de las economías en el mundo de habla
inglesa, particularmente en los Australia y Nueva Zelanda y recientemente las
de los países bálticos. Esas experiencias nos permiten entender las raíces
culturales del nuevo fenómeno que hoy emerge y que se le ha llamado “ultra
prosperidad.” Ultra prosperidad se ha definido como la habilidad de una
economía para generar un crecimiento a largo plazo por encima de las normas
históricas. Un crecimiento económico no inflacionario y en un estado de pleno
empleo.
Bajo
los estándares del concepto de ultra prosperidad, el crecimiento experimentado
por los EU durante los últimos treinta años no ha sido un hecho excepcional,
sino la conformación de una nueva norma que, a pesar de sus problemas actuales
y las nocivas interferencias del estado, se espera continúe agresivamente
durante todo el Siglo XXI, en el que se proyecta el PIB de los EU al final de
la segunda década se ubique cercano a los 30 Trillones de dólares. Hay varias
explicaciones para este fenómeno. Todas ellas asumen un Dow de 30,000 para
mediados de la próxima década, y algunas van hasta predecir un Dow de 250,000
para mediados de este siglo.
Estas
lecciones nos han enseñado una cosa—la relación entre prosperidad y sociedad
civil. Una Sociedad Civil es en la cual la gente tiene dos cosas fundamentales;
libertad y las herramientas para formar
asociaciones— compañías, clubes, sociedades, empresas, y redes
informales— que después actúan como un gran sistema intercomunicado y
autorganizado para resolver las necesidades de la comunidad. Los gobiernos en
las Sociedades Civiles exitosas han servido básicamente como los proveedores de
la estructura que alguien ha llamado el guardián de funciones—un justo e
imparcial adjudicador, mantenedor de la paz
y el centinela de la paz interna y externa.
Las
Sociedades Civiles se desarrollan lenta y gradualmente, no se encuentran en
estado natural. En la actualidad los países con sociedades civiles débiles o
que no las tienen, se dividen en dos tipos. Los primeros son aquellos en los
que la sociedad civil es un tejido de complicidades entre el estado y ciertos
miembros de la familia política, un exclusivo club de saqueadores. Los menos comunes
son aquellos en los que sociedades civiles existentes fueron destruidas por el
Estado opresivo. En Siglo pasado vimos cómo ideologías opresivas crearon
maquinarias gubernamentales perversas para destruir las sociedades civiles. Las
monarquías nunca las permitieron, las dictaduras las asesinaron.
Las
experiencias la ex Unión Soviética y el este de Asia, han reforzado la
importancia de la Sociedad Civil en la prosperidad de las naciones. El
comunismo ha sido la maquinaria más eficiente para destruir la Sociedad Civil.
La recuperación de esa fatal plaga se puede predecir respondiendo dos
preguntas— ¿cuánto tiempo estuvo un determinado país bajo tal yugo y que tan
fuerte era su Sociedad Civil antes de que lo subyugaran? Países como Polonia,
Hungría, Estonia que portaban Sociedades Civiles relativamente fuertes antes
del comunismo y fueron subyugadas después de la segunda guerra mundial, son las
que mejor se han recuperado. Aquellas que estuvieron oprimidas por más largo
tiempo, como Rusia y sus diferentes regiones, viven todavía un limbo de falta
de definiciones. Las regiones que tenían sociedades casi monárquicas como
Albania y Asia Central, permanecen al final de la lista. Insurrecciones,
corrupción, y sociedades civiles putrefactas hacen imposible la recuperación.
El
este de Asia es una historia diferente pero con los mismos resultados. Los
países exitosos de Asia siempre tuvieron economías de mercado pero con
sociedades civiles sumamente débiles. Los negocios siempre se basaron en
relaciones familiares o gubernamentales, los que no pertenecieran a esos
círculos, siempre corrieron riesgos muy anormales al tratar de participar. Ese
tipo de sociedad prospera por algún tiempo, sobre todo si tienen ética de
trabajo. Los tigres se convirtieron en expertos copiadores de negocios para
repetirlos en sus países mas barato, más eficiente, y con el apoyo y
capitalización gubernamental.
Finalmente
el modelo neo confuciano—lealtad familiar, proteccionismo, supresión del
individualismo, ética de trabajo, ayuda estatal—tuvieron que enfrentar las
furias de los mercados libres agigantados por las verdaderas sociedades civiles
a nivel mundial, provocando el derretimiento del milagro asiático y un
tapabocas para todos aquellos profetas del Apocalipsis que durante los 80s
inundaron el mercado con sus libros prediciendo el declive de los EU ante el
imparable Japón. Curiosamente países como Hong Kong y Singapur, que habían sido
colonias inglesas heredando sobre todo su sistema legislativo, fueron salvadas
por sus “blindajes” Anglo Confucianos contra ese neo confusionismo.
Ahora, ¿este análisis deja a México y América Latina sin respuesta? En México nunca ha existido una verdadera Sociedad Civil. La concentración de poder en la época de la colonia no permitió su formación. Al lograr nuestra independencia no tuvimos paz hasta el gran invento de los revolucionarios; el PRI. En esos momentos, como dice Fukuyama, el PRI asumió el papel de Luis XVI en Francia concentrando todo el poder para impedir el desarrollo de la Sociedad Civil. Fue en esa época cuando Plutarco Elias Calles le dio vida a la Cosa Nostra mexicana. Mediante los tentáculos opresivos de “La organización” se controlaron obreros, campesinos, burócratas, profesionistas, partidos políticos e inclusive infinidad de “organizaciones empresariales”
En
estos momentos México es un potaje de lo peor analizado; un país con noveles y
débiles instituciones, sin una verdadera sociedad civil, sin un verdadero
sistema legislativo, con una economía todavía controlada por la familia
revolucionaria, con una incipiente democracia que nadie sabe qué hacer con
ella, con insurrecciones, con una gran corrupción. Ahí es donde debe estar la
lucha, en crear ese potaje de esta nueva Ultra prosperidad—sociedad civil
libre, economía libre.
Ricardo
Valenzuela
chero13704@gmail.com
@elchero
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