La hegemonía ideológico, político, económica
y  la crisis social  son terrenos proclives para la desintegración
de una nación.
La historia de la humanidad está llena de
divisiones políticas y territoriales de muchas naciones e imperios, en que las
crisis del poder entre sus ciudadanos, motivados por  divisiones étnicas, intervenciones foráneas o
por fraccionalismos ideológicos, han causado indeseables movimientos  separatistas, muchas veces logrados, otros
frustrados.
La misma España no ha escapado a estos
sinsabores separatistas, Valencia, Sevilla, 
el país Vasco y Cataluña que generaron 
prolongados  luchas libertarias y
terroristas, particularmente Euskadi, amortiguado por una sabia  decisión constitucional de reconocimiento de
los partidos abertzale Sortu (País Vasco y Navarra) y la coalición Bildu,
(febrero y abril 2011) lo que le ha traído la paz, más o menos  estable, en los recientes  años. Pero actualmente Cataluña se debate en
una lucha independentista pacífica al convocar para noviembre del 2014, un
referendo independentista que el gobierno central español no reconoce. Estos
episodios separatistas han  tocado
algunas naciones americanas como fue la Guerra de Secesión de Estados Unidos, (
196l-1865 ) que concluyó en la  victoria
militar del norte industrializado de 19 estados contra  los 9 sureños en la disputa por la abolición
de la esclavitud defendida a ultranza por los esclavistas del Sur. En nuestra
América es notable  la separación de la
provincia panameña del resto de Colombia por la construcción de su canal, en
1903, tras de una guerra, pero que hoy 
es reconocida por los panameños como una conquista esencial de su idiosincrasia
y economía. Más al sur   de nuestra
América en el cono de convergencia brasilera-argentina-paraguaya, bajo el
asedio de las apetencias de potencias extranjeras y  el fraccionalismo entre blancos y rosados, se
vio nacer la República  de Uruguay, antigua
Banda Oriental de Uruguay, en una tesonera lucha que vio sus frutos
definitivos  en 1852, después de tantas
disputas entre sus propios conciudadanos y el intervencionismo extranjero.
En nuestro país no han faltado los
movimientos separatistas desde nuestra propia emancipación de 1821,
particularmente en  nuestra larga
frontera occidental con Colombia, de       
km  2.219 km de longitud,
limítrofes de los estados actuales de Táchira 
y Zulia, por aquello de la constitución de la Gran Colombia y del amor
de Bolivar que él mismo creó y sembró la semilla de la unión y el destino
común, por cierto fracasada en 1830.
Pero esta división político-territorial no ha
sido óbice para que en etapas aciagas de nuestra vida republicana  se hayan producido acercamientos de  nuestras tierra tachirense y zuliana con  la Colombia 
de Francisco de Miranda, por el dinamismo cultural, comunicacional,
económico y político de sus habitantes fronterizos que comparten anhelos y
desencuentros pero que nunca echan al olvido esos nexos de profundas
raíces,  históricas y actuales. Pero no
sólo se trata de una vinculación  con la
hermana  vecina, sino también  por aspiraciones  separatistas que han blandido desde hace
muchos años los zulianos, al percibir que la excesiva centralización capitalina
de carácter económico y político los empujan a buscar su propio destino, como
el caso de  la Cataluña actual que al
conocer su pasado histórico y su  mayor
aporte económico a España, que dan mucho más 
de lo que reciben, y de la hegemonía del poder nacional. El estado
Independiente del Zulia no ha sido una 
mera ficción histórica trasnochada ni 
romántica sino una realidad por aquello que  cantan los zulianos en su gaita de Ricardo
Aguirre:
                                           
Madre mía, si el   gobierno
                                            No
apoya al pueblo zuliano
                                            tendréis que meter la mano
                                           
y    mandarlo    al    
infierno
La Provincia de Maracaibo, se convirtió en
estado en 1881, principal productor de petróleo y carbón, rico en tierras para
la producción agropecuario, riqueza pesquera y forestal en recursos
hidrológicos y un lago de Maracaibo,  su
corazón territorial, maltratado por la 
contaminación y la industria petrolera, por desidia y corrupción de
régimen actual, pero con una vocación de pertenencia y regionalismo de sus
habitantes, por sus tradiciones, música y folclore que busca su propia
identidad si cualquier gobierno no le devuelve en  bienestar su tranquilidad y riqueza
gigantesca.
Las otras entidades  territoriales del occidentales venezolano,
que se comunican entre sí por vía terrestre y con salida al Lago de Maracaibo,
como los estados Mérida, Trujillo y Táchira, con profundos nexos históricos,
familiares y socioeducativos,  desde sus
orígenes  coloniales españoles, pasando
por   la gesta de la Guerra Federal y su
concepción autonómica, nunca han dejado de percibir este inmenso y rico
territorio desde la perspectiva  de una
UNION DEL OCIDENTE del país, con una Colombia que ha metido sus narices entre ellas,
por compartir   una anexión o forma de
asociación, por su conexión entre ellas mismas y  su vecindad, o por su vocación histórica
independentista.          -
En el presente con motivo de esta profunda
crisis  nacional de excesivo centralismo
del régimen bolivariano,  desde una onda
expansiva iniciada desde Táchira, juventud universitaria patriota  y vigilante, 
por el alcance de esta conmoción febrerista-2014,  trasladada al Zulia y Mérida, han puesto
sobre el tapete  el  SEPARATISMO ANDINO,  a través de una desmedida vocación por
rescatar la democracia venezolana, la calidad de vida de sus habitantes y el
poder de convocatoria juvenil universitario y liceísta, con una sociedad civil
que estaba a la espera de una irrupción ante la 
pasividad del liderazgo político opositor, con la CONSIGNA DE LA
REPÚBLICA DE TÁCHIRA Y EL RESCATE  DE UNA
REGIÓN CAPITAL QUE LANZÓ  EL GRITO QUE
CARACAS DIO.
Los venezolanos no podemos aupar ni
congratularnos con por una secesionismo regional que dé al traste con nuestra
integridad territorial nacional pero tampoco podemos permitir que no se
defiendan a ultranza y pacíficamente la oprobiosa situación de entrega de
nuestra soberanía al castrismo ni se pisoteen los Derechos Humanos consagrados
en nuestra Carta Magna de 1999.
Jesus Rafael Gozalez Briceño
jesusrafael768@gmail.com
@jesusgonzalezbr
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