"La violencia es sustrato de existencia cotidiana, solo que a veces es una cola en un automercado"
LA
LUZ QUE AGONIZA
Venezuela
asiste al ocaso de un régimen que pretendió mantener la ficción de democracia.
Una vez que la protesta se hizo presente en las calles, en vez de intentar -al
menos hasta ahora- un diálogo serio con los representantes genuinos de las
fuerzas democráticas, inventó unos interlocutores para la farsa, y se lanzó a
la represión más deliberada y brutal que el país haya conocido en su historia
contemporánea. Ese régimen del cual se jactaba Chávez, el de la "suprema
felicidad", de la "democracia participativa y protagónica", del "amor
con amor se paga", yace entre las patas del caballo desbocado de su
represión. Las pudibundeces que recubrían las ansias del poder autocrático se
evaporaron y ahora queda el esqueleto de la revolución, con la guadaña
funeraria empuñada, ávida de sangre fresca y joven. ¿Era éste el sueño de la
izquierda revolucionaria que decía soñar con un futuro mejor? ¿Era esto lo que
los antiguos defensores de los derechos humanos se proponían conseguir?
Desde
las montañas de dinero acumuladas por los próceres, ¿era ésta la corrupción que
planeaban combatir? ¿Este largo camino de 15 años para que Nicolás Maduro,
Diosdado Cabello, Francisco Ameliach y Miguel Rodríguez Torres quedaran cebados
con el poder que no quieren aflojar al costo que sea?
Maduro
no puede continuar en el poder mas que a través de la represión y ha demostrado
que está dispuesto a usarla sin limitación. Las regorgallas rojas sobre
derechos humanos, él se las pasó por los tejidos blandos y ahora, atrincherado
en un lugar que ocupa sin legitimidad, envía a grupos paramilitares, a la GN la
Policía a cobrar nuevas vidas.
El
régimen es una dictadura con las características que la posmodernidad impone:
tecnologías represivas más precisas, más selectivas, uso masivo del poder
Judicial como hoja de parra para rodear de tramposa legalidad la persecución;
ruina económica como recurso para el sometimiento; entre otras técnicas. Pero
dictadura es dictadura aunque se vista de seda.
LA
CALLE.
La
explosión de ahora es una respuesta largamente acumulada. Comenzó en 1999 y,
después de tantas luchas, con éxitos y derrotas, vuelve con los aprendizajes
logrados y la determinación que solo producen los principios. La base es la
escasez y la inseguridad, pero en esta dinámica conmovedora y trágica, la
libertad ha emergido como cristalino objeto del deseo ciudadano.
Acá
se ha insistido en que no es cierto que no exista dirección de lo que acontece
en los espacios públicos, sólo que no es la estructura piramidal tradicional
con una "base" y unos "jefes". En este tiempo las
estructuras organizativas son redes, con liderazgos fluidos en espacios y
tiempos determinados, capaces de interconectarse con los de otras redes, para
producir esta inmensa e indómita expresión de descontento. Como proceso social
es arisco y contradictorio, y por su propia naturaleza avanza en medio de
errores y victorias. Ninguno de los dirigentes democráticos quiere ni promueve
la violencia; esta viene del Gobierno, de sus unidades paramilitares, así como
de los grupos antimotines de la GN y de la PN. Nadie en la oposición la
plantea, aun cuando el Gobierno, de manera mendaz se la atribuya, menos ahora
que se ha puesto en evidencia que los asaltos, rotura de vidrieras, destrucción
de bienes públicos y privados, los ejecutan paramilitares rojos. Más allá, la
violencia es el sustrato de la existencia cotidiana, solo que a veces es una
cola en un automercado, otras veces es un secuestro express, ahora con
frecuencia es un guardia o un sebin que asesina, o es un joven con una molotov
en la barricada. No apareció ahora, sólo que la violencia también se quitó la
máscara, como Maduro.
Véase
de seguidas un extracto de posiciones de dirigentes de este proceso:
Leopoldo
López: "El cambio sólo puede llegar de la mano de millones de personas en
la calle, en paz y sin violencia, pero en la calle"
Antonio
Ledezma: "Para mí la calle es el ejercicio de un legítimo derecho de los
ciudadanos venezolanos... Las ollas vacías van a tomar las calles de Caracas,
en paz, con civismo, con determinación, para que sepa el Gobierno y el mundo
que Venezuela sigue en pie de lucha".
María
Corina: "Aunque traten de provocarnos, infiltren marchas o amenacen a
líderes, no lograrán desviarnos de la ruta pacífica, firme y
comprometida".
Henrique
Capriles: "Nadie acepta un monólogo ni imposiciones de un gobierno que ha
querido resolver la crisis con muertos, heridos, torturados, detenciones,
presos". "Todo el apoyo a los estudiantes... y el llamado a no pisar
el peine de la violencia del Gobierno... ".
Juan
Requesens: (Declaraciones del 13 de marzo en N24) "al Presidente le
decimos que no se preocupe por las barricadas y las guarimbas que eso se recoge
y se limpia, yo le diría que se preocupe por los estudiantes muertos, por la
inseguridad que eso es lo que nos interesa a los venezolanos". "Lo
primero que hay que poner en la mesa es la liberación de los estudiantes
detenidos y metan preso a los que han matado a los estudiantes que han caído en
las protestas".
Gaby
Arellano: "No es pueblo contra pueblo; es el pueblo en la calle
resistiendo de manera cívica y pacífica, y unos pocos malandros pagados por el
señor Nicolás Maduro y el Estado tratando de generar estado de zozobra...
Llaman al movimiento estudiantil a sentarse en una mesa de paz, pero siguen
disparando y criminalizando. Ante eso nos queda la calle."
De
los referidos pronunciamientos, a pesar de las diferencias existentes entre
algunos de los mencionados, se desprenden tres elementos esenciales: la lucha
es en la calle, esta debe ser pacífica, y la violencia ha partido de la
represión brutal del régimen de Maduro.
LA
ESTRATEGIA DEL CRIMEN.
Maduro
reprime y habla de paz. Sus paramilitares encienden y atizan la violencia,
mientras los pondera como sereno brazo del pueblo. Censura a los medios y habla
con cinismo del derecho a expresarse. Sus matones torturan o les caen a palos a
los jóvenes en medio del amor que profesan por la juventud. Se refocila en
Miraflores mientras los suyos disparan sin contemplaciones. Es el espectáculo
de la decadencia, la expresión de un régimen exhausto que como proyecto político-ideológico
ha muerto y del cual queda el bagazo de una idea, envuelta en las sábanas
ensangrentadas de los jóvenes.
Heinz
Dieterich, ideólogo del socialismo del siglo XXI y exasesor de Chávez, dijo el
11 de marzo que Maduro "no durará ni ocho semanas en el gobierno y
probablemente será suplantado por una junta de gobierno". Más que una
profecía de iluminado parece el diagnóstico de un internista bastante
familiarizado con el paciente. Nadie sabe, pero hace 22 años emergió este
"proyecto" en medio de sangre venezolana derramada, parece que así
concluirá. El sueño romántico se convirtió en crimen serial.
Carlos Blanco G.
WWW.TIEMPODEPALABRA.COM
Twitter
@carlosblancog
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