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jueves, 13 de febrero de 2014

ENRIQUE MELÉNDEZ, PERO SI HAY PAPEL PARA SEMBRAR ODIO

         Yo como periodista me digo que, si no hay plata para importar ese analgésico tan popular en el medio venezolano, que es el Ibuprofeno (desaparecido por completo de las farmacias), va a haber plata para el papel de los periódicos. Por aquí comienza el problema que nos hemos encontrado en este comienzo de año: la prensa a punto de desaparecer por falta de este insumo.
        
Claro, hay que tomar en cuenta las denuncias que ha venido haciendo el diputado Luis Barragán; de que a un fondo denominado “Complejo Editorial Alfredo Maneiro” se le otorgó la partida de un crédito adicional, sin haber tenido ese fondo naturaleza jurídica; lo que significa que se trata de un fondo sin fondo, y con el perdón de la digresión, recursos destinados a la compra de toneladas de papel periódico; que yo no sé si tiene que ver con la denuncia que ha hecho el diputado Julio Chávez, acerca de unos dólares, que se les otorgó a unos supuestos dueños de periódicos, y quienes, según sus palabras, terminaron colocándolos en el mercado negro.
         Es posible que en su fuero de larense el diputado Chávez no se refiera a la honorable familia de los Carmona, dueños de El Impulso; que ha sido de unos periódicos más asediados en esta guerra que el gobierno ha desatado contra la libertad de expresión, y que se refleja en el retraso para la liquidación de las divisas, que requiere el órgano para la compra del papel en el exterior; al punto de que ha visto, no sólo reducida su edición, sino que está a punto de colapso, consecuencia de este hecho, que decía, en efecto, que se debe a un cercenamiento paulatino a la libertad de expresión, como estrategia de largo plazo, pero también al hecho de que no hay divisas, y por aquí se observa su gran fracaso. Porque, en verdad, yo no veo a esta familia, prefiriendo quebrar una empresa editorial, que es de larga trayectoria, al punto de ser la decana de la prensa en Venezuela, sólo por ganarse unos reales en el mercado negro del dólar, y cosa que no debería estar en labios del diputado Chávez, ya que, en ese sentido, está admitiendo la existencia de un mercado cambiario ilegal, y el cual comienza por ser negado por el gobierno.
         Al caso de El Impulso le sigue el resto de la prensa nacional y de provincia; de pronto aquellos órganos impresos, muchas veces inflados por el número de páginas y de encartes; muchos de ellos con cuatro cuerpos; han visto reducir sus ediciones, volviéndose cada vez más magros; opacos muchos de ellos, porque también aquí se atraviesa el problema de la escasez de tinta, y lo caro que se ha vuelto este insumo en el mercado nacional. Es por aquí por la cadena productiva de una industria, por donde comienza a verse el carácter cojitranco de las políticas económicas del gobierno. Luego, si no hay plata para el Ibuprofeno y no hay plata para el papel; tampoco hay plata para la tinta.
         He allí la precariedad a la que pueden llegar las condiciones de vida de un país; precisamente, un turista que por primera vez llega al territorio de un pueblo como el de nosotros, en lo primero que se fija, para determinar su situación económica, es en el estado de su parque automotor; luego mide su situación política por lo que en el siglo XIX se conoció como prensa, a propósito del invento de Gutemberg cuando desarrolló la imprenta; que suponía la utilización de una prensa; pero que la tecnología ha dejado de lado; de modo este turista allí observará que si sólo existen dos periódicos, como sucede en Cuba, cuya trayectoria periodística ocurrió a semejanza, de lo que ocurre hoy en Venezuela, entonces reparará en que está ante un régimen político de carácter autoritario, cercenador de la libertad de expresión.
         Entre tanto, hay un pasquín que reparten en el Metro de Caracas, con el título de CCS (Ciudad de Caracas), y que recuerda mucho al periódico El Heraldo de Vallenilla Planchart, ministro de Relaciones Interiores del régimen de Marcos Pérez Jiménez; aunque no con la elegancia que el último latinista que tuvo el país le imponía a sus ediciones; en especial, unos editoriales, que firmaba Laureanito, como lo conocía el medio venezolano, con unas iniciales que no tenían nada que ver con su nombre; por supuesto, un tanto para ocultar su alta investidura. Pues aquí lo que se destila también está impregnado de cloaca, como todo lo que sale del chavismo; en realidad, ellos no entienden, como dice Kant, que no sólo la conducta moral de los hombres supone un conjunto de reglas éticas, sino también estéticas, y de allí que se hable de una elegancia en eso que se conoce como el difícil sacramento de administrar las palabras.
         Aquí son objeto de escarnio todos los días figuras de alto perfil de la oposición venezolana, como Henrique Capriles, María Corina Machado, Leopoldo López (“la trilogía del mal”, por ahí vienen los tiros), a través de artículos, caricaturas, informaciones redactadas en forma malintencionada o con declaraciones descontextualizadas; pero lo que más indigna es que, mientras tú observas que el resto de los periódicos hace grandes esfuerzos por salir así sea con 4 páginas como La Razón; el pasado 4 de febrero este CCS apareció con una edición de unas sesenta y pico de páginas, si no me equivoco; a todo color, y la misma dedicada a exaltar la supuesta gesta del héroe del Museo Militar, ocurrida ese mismo aciago día del año 1992; con relatos de Diosdado Cabello; que le hacen pensar a uno en un guerrero como Piar: lleno de gloria el hombre y de talento militar, y que, por cierto, para volver a Chávez, quizás por eso no se llama ahora Museo Militar, sino Cuartel de la Montaña, quizás para ocultar lo que el fondo fue una cobardía, y que implicó la ironía esa del “héroe del Museo Militar”, que la manejaba sobre todo Manuel Caballero, y que se coló en la historia, sólo porque este país donde huele militarismo, ahí está él.
melendezo.enrique@yahoo.com

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