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martes, 7 de enero de 2014

PEDRO R. GARCÍA, ¿POR QUÉ TEMEMOS EN EL PAÍS A LA REFLEXIÓN POLÍTICA-FILOSÓFICA?

Tal vez una subsiguiente profundización en el tema podría realizarse a la luz de lo que se ha llamado la existencia anónima 

El principal inspirador de este tipo de abstracciones es sin lugar a duda, Soren Kierkegaard. Él como sabemos, hizo la contraposición entre “singular” y masa, la clave de todo el pensamiento y de su entera existencia y función en la vida; y arrastrado por su incontenible pasión religiosa, dejo escrito: “El singular” (Soren Kierkegaard, Diario VIII A, 482).

Igual la respuesta de Heidegger no se aleja mucho de la de Pascal, aunque las categorías que emplea resultan más agudas. A decir del filósofo de Friburgo, la mayor parte de los hombres viven una vida anónima, adocenada, en la que falta el valor para soportar el riesgo de ser uno mismo.

Es el reino del “Ser”, de la forma impersonal. Uno no se atreve a decir “Yo” sino se mimetiza dentro de la masa sin rostro lo que da seguridad. “Nos divertimos como la gente se divierte, vemos y juzgamos la literatura, los deportes, el cine y el arte como se ve y califica, encontramos escandaloso lo que se encuentra escandaloso”.  Martín Heidegger, Ser y el Tiempo, Fondo de Cultura Económica, México, 13era. Reimpreso, 1980, Pág. 143.

Hoy en el país podemos comprobar la claridad de esta denuncia: modos uniforme de referirse, de enfocar los problemas que nos afectan, las inevitables frases hechas, reiterativas comportamientos rituales que suelen manifestarse con mayor énfasis, e impresiona por cuanto existe la cándida seguridad de estar desafiando a una sociedad que de hecho sin nosotros saberlo, nos ha sometido a sus reglas, a los juegos del poder.

Esto aturde e incluso se aloja cómodamente en los terrenos de lo impersonal. “Ser” camina hacia delante dejándose conducir por el flujo frívolo de lo que todos los demás hacen, piensan y dicen, descargando en ellos la responsabilidad de que nosotros mismos somos: El “Ser” puede responder con prontitud de todo porque no hay “Nadie” que pueda ser llamado a rendir cuentas. Cada uno es “los demás” nadie es el mismo. (M. Heidegger Ibídem Pág. 144).

Podemos hoy evidenciar con frecuencia a través de los noticieros y “debates” especialmente en nuestro país, promovidos por los medios,”lo que cuenta es el discurso”. Los mensajes que deberían revelar la realidad, se convierten en un sustituto: “Las cosas son así porque así se dicen” Ibídem, Pág. 188.

De esta manera el aproximarse a un tema, se convierte más bien en un entramparse a aquello mismo que se intenta formular, es un modo de simplificación y vaciado de su contenido: Se ha logrado ya por un largo periodo que no se “hable” de lo esencial de los problemas que nos acucian.

Ejemplo la campaña electoral que culmino con las elecciones el 8 de diciembre nos hizo recordar las fantasías subversivas: A través del espejo, de Lewis Carroll, donde sucede que primero se grita de dolor, luego se empieza a sangrar y finalmente se sufre el pinchazo en el dedo… lo que se tiene que abordar en el debate en el paَís es entre otras cosas es la reconsideración, critica del estamento militar, su dimensión, estructura y composición y las estrictas funciones civilistas de ese mal necesario, que resulta ser la Institución Castrense.

La democratización aun con sus fragilidades no tiene ascendencia pretoriana: es un decidido empeño civilista igualmente es inaplazable un proceso de “evolución” o actualización del quehacer político, esto supone pasar por la criba de la autocrítica de quienes se empeñan en ser actores de primer orden del modelo “democrático venezolano”, ya que se sienten predestinados para “salvar” la Nación, pero siguen sin dar algún tipo de muestra de rectificación, es necesario abrir paso a un profundo y paciente proceso de cambios estructurales en las instituciones especialmente en los partidos políticos, que los lleve a reconducir su acción con parámetros distintos, con claridad doctrinal, humanizados, no clientelares, eficientes, con bases internas ágiles, programáticos, con un acentuado sentido ético, que se planteen el ejercicio del poder desde una perspectiva de una genuina cultura política democrática.

Es inaplazable que los actuales cuadros de las organizaciones reconozcan que la realidad los ha desbordado abiertamente, y que su concepción restrictiva de la democracia ya no satisface las demandas de la mayoría, que dejen de repetir un discurso sostenido en estereotipos conductuales que inducen a la irresponsabilidad, lleno de temáticas marchitas que han contribuido a forjar y mantener la base social del gobierno con todo y los 15 años de precarios logros.

Mientras tanto el mundo se ha articulado de una forma que se ha hecho realidad a despecho de importantes y razonados rechazos, especialmente en lo concerniente a la economía y a la comunicación: mercados financieros integrados, redes de comunicación de fibra óptica, comportamiento planetario desde el cable y los sistemas satelitales.

Sin embargo, este escenario es un espacio fragmentario, conflictivo sin un orden cohesionado y que parece apuntar a su desintegración, a través de la complejización de intereses corporativos.

En los recientes casos de las crisis de Italia, Grecia, Irlanda, Portugal, España, Finlandia, comienzan a vérseles las trazas. Sobresalen gruesos desafíos: proliferación de tecnología militar-nuclear incontrolada, graves riesgos químicos y bacteriológicos (léase caso Japón) potenciales crisis ecológicas, creciente e insostenible presión demográfica con movimientos migratorios a escalofriante escala, vergonzantes hambrunas, complejización de la cuenca petrolera en los países Árabes por colapso de sus descompuestos regimenes, (sostenidos por el orden civilizatorio occidental) y sin posibilidades de transición en paz, ya que los Islamistas están ganando terreno, son cada vez más, toleraran los privilegios del ejército a cambio de asegurar su hegemonía, crimen organizado continental, (Los casos Venezuela-México son espantosos) sin salida aparente, mafia, carteles de drogas, contrabando, prostitución y como bofetada moral al orden civilizatorio, sobretodo el cristiano occidental, la pederastia, prostitución infantil, trafico de órganos humanos y la insostenible cada vez mayor exclusión social.

En este contexto la noción clásica de política esta siendo severamente cuestionada, los marcadores que definían ese orden ya no son validos, los significados no se corresponden con los significantes. En innumerables regiones han comenzado a operar órdenes informales que coexisten conflictivamente con el status, y en correlato con los innegables avances de la revolución científico-técnica se está socavando el esquema de relaciones laborales, con la acelerada intensificación de la automatización de los procesos de producción con la incorporación de tecnologías ahorradoras de “energía” y particularmente de mano de obra. En síntesis estos son los urgentes desafíos que debemos enfrentar toda la sociedad en su conjunto en sus derivaciones, nacionales, regionales y locales, estas son las líneas gruesas de lo que hoy debemos debatir, el sentido de la democracia, la gobernabilidad, la legitimidad, cuya fragilidad ha llevado al Estado y al mercado a ser en gran escala los exclusivos generadores de las relaciones sociales, que se expresan cada día con mayor radicalidad, rechazando la visión colectiva restringida de la democracia, lo político y una insalvable desconfianza inducida a los políticos.

Hay en el mundo un concierto de opiniones dominantes pretendiendo encasillarnos en falsos dilemas y se han reproducido en el país con innegable influjo atrincherados detrás de una reducción extrema en una supuesta confrontación comunismo-democracia-capitalismo, nos vemos hostigados incesantemente por todo tipo de adjetivaciones y estímulos, la atención pasa frenéticamente de uno a otro, sin saber como detenerse para intentar penetrar en el sentido de ninguno de ellos.

Artículos frívolos excesivamente ilustrados de periódicos y revistas, sensualizadas imágenes de la pantalla chica, ritualizaciones, modas, frenesí estético, ostentosas vallas publicitarias, todo tipo de efigies mitopopeyicas y en Internet, todo es “recorrido” por una mirada tanto más ávida, cuando menos capaz, en el fondo de accesar verdaderamente la realidad.

Ese insufrible afán de novedades al que no sin cierta amargura, apelaba ya San Pablo en el Areópago de Atenas.

Retórica, curiosidad, equivoco, di-versión, inmersión frenética en lo efímero con el fin de evitar el encuentro consigo mismo.

Carlos Llano en “Los Fantasmas de la Sociedad Contemporánea” nos ofrece un conjunto de sugerencias, que profundizan, amplían y resumen lo anterior trajinado, y que muy bien podría servir para cerrar esta reflexión.

En el “fenómeno de un claro predominios del facere sobre el agere, términos para los que el castellano nos ofrece una traducción fácil.

Hay un afanoso empeño del hacer cosas exteriores, desde superautopistas, hasta novedosos ordenamientos jurídicos, desde faraónicas presas hasta sistemas políticos, con absoluto abandono de otra acción interior, el agere que se configura así mismo como persona, que me define individualmente destacándome a mi solo, a despecho de toda la relación masiva y despersonalizante que la sociedad impersonal pudiera ejercer sobre mí. Esa acción interna en el mundo me convierte en único e irrepetible como responsable que soy de un destino propio, de una vocación personal a la que ningún otro ser humano puede objetar por mí y que, por ello mismo, yo no puedo transferir a otro, tiene su punto de partida en la vigorización de mi consciencia personal, y es por ello por lo cual la vida adquiere un perfil adecuado y genuino que los demás no podrán imitar”.

“La preeminencia del facere sobre el agere, la indignación hacia las grandes realizaciones objetivas con demerito de mi vida anterior, fue anunciada por San Agustín con palabras que tal vez no encuentren mejor contexto que nuestra sociedad impersonal: Tal parece decía el Obispo de Hipona, que el bien del hombre consistiría en hacer buenas las cosas, la maravillosa perfección de nuestros artefactos con expresión de sí mismo. Ya lo señalo en tono agonista, Juan Pablo II, al clamar si tendría sentido plantearse hablar del sentido de la vida. El sentido es lo que muestra que los humanos damos a la vida y al mundo, frente al abismo del caos al que vencemos surgiendo y al que nos sometemos muriendo. Reveladora victoria y derrota insignificante porque muere el individuo pero no el sentido que quiso dar a su vida. Ese queda para nosotros, sus compañeros de humanidad. Pero el insondable abismo caótico esta también oculto en todos nuestros significado, como su reverso como su ser. 

Pendemos, sobre el abismo y concientes de él. Por eso la razón humana no es mera fábrica de instrumentos ni se contenta con encontrar respuestas a preguntas aún no definitivas. Y también por eso la filosofía no es solo razón sino imaginación creadora: y cito a (George Steiner en Errata), “Es la mediación de los imaginario, de lo inverificable (lo poético) y las posibilidades de la ficción (mentira) y los saltos sintácticos hacia mañanas sin fin lo que ha convertido a los hombres y mujeres, a mujeres y hombres, en charlatanes, en murmuradores, en poetas, en metafísicos, en planificadores y en rebeldes ante la muerte”.

No quisiera concluir sin recordar el penetrante testimonio de Teresa de la Parra, quien habla de “nuestro sentimentalismo criollo que quiere siempre con dolor y se exalta hasta la tragedia en los casos de ausencia de enfermedad o muerte”.
Viene a completar en su intuición lo narrado por Gallegos, a tal punto identifica querer y dolor, el dolor de la patria le parece la expresión más alta de patriotismo.

“En nuestra literatura, los que se van para siempre, los que se encierran en si mismo son los que más aman a la patria”.
Se trata de un fuga, de un alejarse del mal presente. El venezolano abandona la patria en busca de la patria plena y con ello huye de si mismo en busca de si mismo.

La religión cristiana promete salvar el alma y resucitar al cuerpo; la ciencia a través de la nanotecnología promete prolongar sine die la vida del hombre, en cambio la filosofía no salva, ni resucita, ni alarga, sino que solo tiene la modesta pretensión de llevar hasta donde pueda el sentido de lo humano, la exploración de los significados y significantes. Ni rechaza la realidad de la muerte, como el miedo y el odio que de ella brotan: intenta pensar y repensar los contenidos de la vida y sus límites…y lo hace con tal empeño que más de las veces provoca burla o conmiseración…

pgpgarcia5@gmail.com

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