La
sociedad democrática venezolana tiene el 8 de diciembre del presente año la
extraordinaria oportunidad de propinarle una segunda derrota al autoritarismo
del heredero del Comandante Chávez y a un buen número de alcaldes y concejales ineptos y corruptos que
han actuado con un servil incondicionalismo a las políticas centralistas y
militaristas del fracasado socialismo del siglo XXI, con lo cual se puede y se
debe cambiar la correlación de las fuerzas que se disputan y disputarán en el
futuro inmediato de la conducción y el destino de la nación.
Sin los espejismos que puedan abrir caminos a un nuevo “Carmonazo” o a un “Pinochetazo”, la sociedad democrática tiene que actuar con la clara conciencia de que Maduro es derrotable por la vía electoral y que el posible intento desconocer la victoria de la oposición, le puede salir tan costoso, que vuelque en su contra a la mayoría de los sectores sociales del país..
La
disidencia en importantes sectores que apoyaban
las políticas del difunto Comandante, con el dedo de Nicolás Maduro
para imponer sus candidatos a Alcaldes y
concejales, no sólo es evidente, sino que pueden adquirir una dinámica que los
impulse hasta el rompimiento. Si la
Alternativa Democrática obtiene una mayoría de votos se abre una perspectiva de
diálogo con todos sectores sociales de la nación, incluyendo
a chavistas democráticos, que
permita a los venezolanos encontrar un salida constitucional a la grave crisis
que afecta edl desarrollo y bienestar de la población.
Si la oposición y la disidencia
derrotaron las aspiraciones de Maduro de sacar una altísima votación el 14 de Abril y perpetuarse en el poder, hoy
con una oposición más unida, con más experiencia política y una nueva
disidencia, hay que votar: para crear un contrapeso político en las alcaldías
que fortalezca la democracia social y enfrente el totalitarismo, defienda la
propiedad privada al lado de la colectiva; contribuya a restablecer la
seguridad jurídica y la seguridad de las personas y de los bienes; apoyen la
recuperación del aparato productivo y un desarrollo sustentable que garantice
trabajo a millones de desempleados y mejor calidad de vida; se conviertan en un
ejemplo de civilidad y progreso que
ayude a restablecer la institucionalidad en toda la nación y defender la soberanía popular
desconocida por las leyes habilitantes.
En
síntesis, votar es un ejercicio democrático que ha servido en el mundo
civilizado para consolidar sociedades plurales, respetuosas de los
derechos humanos y ciudadanos en
general, y en algunos casos, como el nuestro, evitar la prolongación de una
pesadilla provocada por el ascenso al poder de algunos dinosaurios del
estalinismo. El rechazo a todas las provocaciones del gobierno de Maduro contra
la oposición, particularmente contra Capriles, Ledezma, Leopoldo López, María
Corina Machado y el gobernador de Lara, Henry Falcón, ha demostrado que la
madurez y la conciencia democrática adquirida por los principales líderes de la
Alternativa Democrática, es una garantía de que Venezuela puede encontrar una
salida constitucional a la crisis económica, social y política que confrontamos
en estos difíciles momentos de nuestra
historia republicana.
En
el voto están las posibilidades de frenar la marcha apocalíptica o infernal de
Maduro y su camarilla militar-civil,
hacia el comunismo a la cubana, que es lo mismo que hacia eternizar las colas,
el hambre, el desabastecimiento y el atraso general de nuestra nación.
jpaezavila@gmail.com
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