Este año al decidir tomar vacaciones, no
sabía donde ir, pues para nadie es un secreto que viajar dentro de Venezuela se
ha convertido en un desgaste a nuestra billetera de considerables proporciones.
En realidad no sabía cuál sería mi destino y un día me comenta mi hermana que
va a Ecuador y me animé con la idea de ir al ombligo del mundo. Compré mi
pasaje aéreo algo indecisa pensando que iría a un país sin muchos recursos ni
lugares de interés turísticos y como la mayoría de mis coterráneos, pensando en
“raspar” mis tarjetas de crédito ya que en Ecuador la moneda es el dólar y
podría conseguir algunos dolarillos.
Mi sorpresa fue impresionante al arribar a
Quito, me encontré con un aeropuerto impecable, limpio y nuevo (construido
según me dijeron por el difunto Presidente Chávez), pensé con cierta
incertidumbre “seguramente hay aquí el mismo y desastroso pseudosocialismo que
tenemos en Venezuela” y por supuesto, con una opinión bastante negativa del
principal gobernante de ese país el Presidente Rafael Correa. Pero ¡qué fallo!,
¡qué equivocación más grande!, me encontré con una ciudad limpia, organizada,
dolarizada y americanizada al 100%, nada que envidiarle a una ciudad en USA. Un
país que da a su pueblo tranquilidad, en el que la gente camina por las calles
de mañana, tarde o bien entrada la noche ¡con tranquilidad!, con su celular en
la mano y nadie los asalta para quitarle su cartera, su dinero, su teléfono. En
el que entré a un supermercado y aluciné al encontrarme con productos de primera necesidad por
montones, donde un pollo de 1Kg 115grms cuesta US$ 5,40 (BsF 34,02), en el que
venden 8 huevos por 1 dólar (BsF 6,30), una bandeja que tiene 4 chuletas, 4
churrascos de carne roja y 4 de pollo,4 salchichas de pavo y 4 chorizos todo
con un peso de 1kg 498grms (o sea una parrilla para 4 personas) cuesta US$16.09 (BsF 101,36); y pare usted de
contar con los productos que se consiguen en un supermarket, productos que hace
añales no vemos en nuestro empobrecido país. En los Centros Comerciales se ven
diferentes tiendas de grandes diseñadores que si bien es cara la ropa o
calzados por ser de marca, siempre es económico para nosotros, como por ejemplo
un par de zapatos de goma Adidas puede costar US$ 90 (BsF 567) o unos Nike en
US$ 120,oo que es el equivalente a 6.30 de BsF 756) ¿Pero en cuánto los
conseguimos aquí, gracias a la exuberante inflación que tenemos? Pues oscilan
entre los 3 y 4 mil bolívares, y así por el estilo. Donde puedes conseguir un
teléfono móvil de última generación por US$ 190,oo (BSF1.197) cuando aquí
cuestan entre los 7mil y 13mil bolívares. Comprar en Venezuela un buen perfume es
dejar como mínimo una persona que gane BsF 10.000,oo una quincena de su sueldo,
como el caso del Chanel No. 5 que allá se consigue en US$ 120,oo, ¿Qué estos
últimos artículos que he mencionado son superficialidades? –así me dijo un
amigo del oficialismo-; pues no lo es tanto, particularmente ni me acostumbraré
ni me gusta a andar mal calzada y con un perfume barato de imitación, porque
esas sean cosas de oligarcas. Un país en el que no vi carros viejos ni
destartalos, donde es muy fácil comprar carro de cualquier marca porque dan
créditos de una forma rápida y las agencias están repletas de automóviles de la
marca que se busque, donde hay concesionarios de Audi, BMW, Toyota, etc, etc,
etc. Un país donde no vi niños en la calle ni indigentes. Un país que tiene
refugios para aquellos que pasan
momentos difíciles y en los que cobran sólo US$ 1 la noche y dan la cena
(como le ocurrió a un paisano a quien su tarjeta no le pasó en ningún negocio y
no pudo sacar los US$ 300,oo del telecajero, por habérsele bloqueado).
Me encontré con un país donde puedes entrar a
baños públicos sin ninguna desconfianza, ya que están impecablemente limpios y
con una persona atendiendo a los usuarios. Un país que tiene sus sitios
turísticos bien cuidados y donde los empleados de esos sitios dan información
completa y detallada de una manera educada, donde hay guías turísticas
dispuestos a orientar a los visitantes; donde el transporte público es bueno y
seguro y no como en mi deteriorado país que el transporte público es como entrar
en la “boca del lobo” pues se está expuesto a un asalto seguro. Un país en el
que una carrera de taxi no pasa de los 3 dólares en una ciudad capital (al
menos que vayas muy lejos como a Cotopaxi, o a la Mitad del Mundo y sin embargo
tomando un bus de tour no pasa de 12 dólares, que al cambio de 6.30 son BsF
75.60) Un país en el que su Presidente es amado y respetado por el pueblo, que
no vive en la residencia presidencial, porque ésta le pertenece al pueblo y
mora en su casa de siempre, que no utiliza la “vajilla presidencial” (que está
exhibida al público en el Palacio de Gobierno) si no su vajilla personal, la de
su familia, y valga destacar que también se puede entrar al Palacio de Gobierno
donde están exhibidos todos los regalos que le han hecho sus colegas de otros
países (o sea, que no se los queda para sí, son del pueblo). Palacio éste que
se puede visitar libremente sin tanto guardia de seguridad, ni tanquetas
rodeándole. Un Presidente que siempre usa el mismo tipo de camisa artesanal,
muy sencilla por demás, un Presidente que como me dijeron todas las personas
con las que conversé ha hecho en estos siete años de gobierno más que ningún
otro presidente. Un país donde los hospitales públicos prestan un excelente
servicio, en el que hay ricos y pobres, más, al pobre no le molesta el rico. ni
al rico el pobre. Un país en el que vi gente que sonríe satisfecha cuando ve a
su Primer Mandatario en la televisión y hasta
aplauden, un país en el que las personas viven tranquilas. En fin,
estuve en un país donde sí hay SOCIALISMO, ese anhelado Socialismo que ya
quisiéramos para nuestra cansada Venezuela.
Total y para no hacer más largo mi relato, no
raspé mi tarjeta, ni me traje dólares ya que me dediqué a comprar como buena
venezolana todo lo que aquí no hay ni habrá en mucho tiempo, -medida claro
está-, porque con la cantidad que nos otorgan en las tarjetas no es mucho lo
que nos permiten, pero pude rendir mis pocos dólares tanto como pude.
Regresé a Venezuela muy satisfecha de haber
conocido una bonita ciudad y a su gente amable y educada; con una opinión muy
diferente a la que me fui y pensando si algún día tendremos ese bonito
Socialismo y vivamos los venezolanos tranquilos y sonrientes, no por hacer
chistes para amainar nuestra impotencia y tristeza, si no por tener el país que
tanto soñamos. Y pensando como dijo uno de mis compañeros de viaje “los
gobernantes que hemos tenido en estos últimos quince años se han dedicado a
sentarse y reunirse para ver como se mantienen en el poder y no para ver como
mejoran la economía del país ni como dar mejoras reales al pueblo”.
Angela Desiree Palacios B
angeladesiree18@hotmail.com
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