En este artículo (último del 2013) hemos
supuesto que el Gobierno durante el 2014 aumentará su participación activa y
directa en la economía, ahora bajo el prisma de una “Ley de la República”
denominada Plan de Desarrollo Económico y Social 2013-2019, orientado
especialmente a demoler la economía de mercado e instaurar
(anticonstitucionalmente) un Estado Comunal.
Tal aspiración presentada
sutilmente como Plan de la Patria se convertirá en el condicionante del
comportamiento de las variables económicas, razón por la cual la asumimos como
un hecho ceteris paribus (inalterable y no objeto del presente trabajo) y a
partir de tal enfoque desarrollamos un esfuerzo académico para visualizar
(inferir) como marchará nuestra economía en un marco de mayores controles y
regulaciones a la luz de un radicalismo ideológico que pretenderá poner en
práctica un modelo socialista de producción que indefectiblemente tendría que
transitar por la reducción de la estructura industrial y manufacturera bajo la
tutela del sector privado, bien por la vía totalitaria o bien por la vía de la
desesperanza empresarial ante la percepción de un recrudecimiento de la
intervención gubernamental y de una reducción de las expectativas para
invertir, que consolidará la política de importaciones como estrategia contra
la inflación que implícitamente retrasará la necesaria devaluación para
corregir la depreciación del bolívar, e intentando en simultáneo sostener el
consumo ( su piedra angular en materia electoral) que sin duda se revertirá en
una mayor dependencia con relación al sector petrolero y en una ampliación del
Estado importador facilitado en lo adelante por la reciente creación del Centro
Nacional de Comercio Exterior y de la Corporación Venezolana de Comercio
Exterior (Venecom), entes que están facultados para canalizar los
requerimientos de bienes del sector privado (incluida su comercialización) con
el consecuente costo de oportunidad que representa para el Gobierno renunciar a
las actividades que les son propias y obligantes para propiciar la suprema
felicidad del pueblo (salud, educación, seguridad, agroindustria,
infraestructura, control de la inflación, empleo decente, vivienda digna, etc).
En presencia de tal escenario se hará necesario magnificar el “Decreto” sobre
control “artificial” de la inflación mediante una congelación y regulación de
precios (aromatizado como “precio justo”) que generará obvio efecto negativo
sobre la oferta, induciendo un crecimiento económico 2014 no mayor al 2% que se
observará en mayor escasez, desabastecimiento y en un represamiento de la
inflación que irreversiblemente saldrá a flote a muy corto plazo,
complementándose con la potencial aparición de un mercado paralelo de bienes (y
formas condicionadas de oferta) en aras de soslayar las dificultades que
emergerán cuando el margen de ganancia “oficial” no permita a las empresas
cubrir sus gastos y costos afectando su rentabilidad, induciendo
descapitalización y potencial salida del mercado; todo lo cual pondrá fin al
populismo de la ilusión de los precios bajos y un retorno al salario real
negativo, y con ello un descontento social que hará “entender” que debe
prestarse mayor atención a la causa que al efecto que para el caso venezolano
son notorias dichas causas: inflación, sobrevaluación de la moneda, creación de
dinero inorgánico, gasto público esencialmente populista y una corrupción que
absorbe un alto porcentaje del Presupuesto Nacional, distorsionando la
apreciación sobre la economía real habida cuenta de un elevado flujo monetario
que no se integra al circuito económico nacional al desviarse hacia el sistema
financiero internacional, lo cual explica en mucho una percepción del
venezolano; cómo con tantos ingresos hemos alcanzado tan poco bienestar.
A tenor de lo expuesto, y de mantener el
Gobierno su pretenciosa intención de desaparecer el capitalismo (ceteris
paribus) en lugar de intentar corregir los fallos del mercado, hasta aspirar asumir (presumir) directamente el
¿Qué producir? ¿Cómo producirlo? ¿Quién ha de producir? y ¿Cuánto debe
producirse?; el venidero 2014 podría mostrar: (1) inflación anualizada superior
al 50%; (2) déficit fiscal cercano al 16% del PIB; (3) devaluación de al menos
60%; (4) caída del PIB hasta probables valores negativos; (5) escasez por
encima del 23%; (6) aumento de la liquidez monetaria en más de un 70%; (7)
inestabilidad en las reservas internacionales; (8) disminución del consumo
privado; (9) férreo control de cambio; y (10) malestar socio-económico
generalizado.
Al margen de esta visualización (que
fácilmente puede variar con voluntad política en democracia), aprovechamos para
desear una feliz Navidad y sobrada inteligencia para enfrentar los retos del
2014.
Economista
Jesús Alexis González
@jessalexis11
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