En
el juego de dominó, los cuatro tienen cada uno sus cartas o fichas. Una pareja cuida a
su compañero, y la otra cuida al suyo.
Efecto Dominó |
El gobierno venía jugando con
empresarios amigos, conocían las cartas que jugaban, pero de manera sorpresiva
decidió jugar solo y ahorcarle una carta a su compañero.
El juego continuará,
con la esperanza el gobierno de poder ganar solo. El gobierno dirá que su
compañero tuvo la oportunidad de jugarla y no la jugó y que él tiene las cartas
de ganar, porque ahora tiene poderes especiales, plenos poderes.
El
dominó, aún cuando se juega con las cartas tapadas, una buena parte de los
grandes jugadores, en las primeras de cambio, conocen ya las cartas que tiene
su compañero y las que tiene la pareja contraria. Es un juego de cálculo, de
cuándo se debe jugar una carta y cuándo no, de cuándo se debe apoyar al
compañero o cuándo se espera la ayuda de él. Si una de las parejas está falla
de buen juego, pues busca apoyar a su compañero, pero si él está fallo y le
ahorca una carta a su pareja, ¿cuál es la gracia?, ¿cuál es la estrategia?,
¿cuál es la idea?. ¿Acabar con el juego?, ¿Buscarse otra pareja?, ¿O pararse de la mesa y echarle la culpa al
otro? No amigo, eso se llama deslealtad.
Para
nadie es un secreto que las divisas que otorga el gobierno a los empresarios,
se las entrega a sus amigos, a sus compañeros, a sus aliados, a sus más
cercanos y a muchos de quienes de una u otra manera los ayudan. Se ayudan. Son
conocidos, pues. Esos privilegiados son apenas el 2 por ciento de los
empresarios del país, son hombres y mujeres de confianza que se sientan en la
mesa del juego. Y el 98 por ciento restante que participa en el mercado con el
juego de la oferta y la demanda, lo hace con dólares suyos que encuentra por
fuera, y con el cual cubre casi el 60 por ciento del consumo nacional. Esos
también son amigos del gobierno, lo ayudan a solventar el problema del consumo
nacional. Ahora, la especulación y la escasez son porque siempre cada uno ha
jugado para su lado y nunca han jugado como pareja. No hay lealtad.
Pero
lo más bochornoso para el gobierno es venir a decir a estas alturas del juego
que la culpa es de los empresarios y no de él. Y que le ahorcó la carta porque
no le estaba siendo leal, tal vez juzgándolo por los millonarios negocios
amparados por el dólar oficial, mientras el empresario se muerde la lengua o
morirá callado como la oveja o como el carnero. Lo cierto de todo esto es que
el empresario ya no puede jugar su carta, y el gobierno sigue en el juego.
Esperemos ver si las cartas que le quedan tienen los tantos necesarios como
para ganar o si la carta que le ahorcó a su compañero le traerá problemas en el
juego.
Entendemos
que ahora el gobierno está cubriendo a algunos empresarios, los cuidan hasta
con tanquetas, son los sobreprotegidos. Serían las cartas de salvación para
continuar el juego, aún cuando no creo que lo gane, a pesar de que quienes lo
ven por televisión, se mantienen a la espera, a la expectativa de se si
volverán a llenar los anaqueles y los exhibidores de los almacenes, o por el
contrario, comenzarán a gritar que los depósitos están vacíos, que en el juego
hubo trampa o que el culpable fue el que ahorcó la carta. Los mismos que hoy
gritan ¡vivas!, son los mismos que mañana gritarán: ¡fuera! Esperemos el juego
del 8 de diciembre, porque allí la oposición la va a demostrar que el juego lo
tiene perdido.
Lenin Valero
Leninvalero1@hotmail.com
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