Al
nuevo alcalde le espera “El don de la oportunidad” y será su habilidad y
maestría gerencial colocada a la orden del Municipio ante la situación que
enfrentará y el reto de articular las legítimas propuestas de los ciudadanos
por la vía del diálogo y los consensos colectivos. La oportunidad está dada
para triunfar, pero se debe a cada propuesta o inquietud ciudadana su
correspondiente oportunidad de éxito o de fracaso con la sinceridad por
delante.
Miguel Cocchiola |
Del
resultado del 8D dependerá el escenario futuro en que se desarrolle la
gobernabilidad municipal, que en términos políticos es la capacidad del
gobierno municipal para implementar políticas sociales y económicas que superen
la crisis.
Actualmente
el síndrome de la corrupción, se ha convertido en el problema número uno para
la opinión pública, según los índices de medición que realizan las
encuestadoras. El objetivo debe ser
avocarse a un discurso de campaña para
recuperar los valores morales y éticos y así, debemos comenzar por
“Reconstruir la ciudad y la ciudadanía”, en eso, la cultura juega un papel de
suma importancia.
Las
nuevas autoridades municipales tendrán por delante el deber de dignificar al
Municipio, respetar el ordenamiento jurídico y actuar conforme a los valores de
la ética y la moral y eso no se puede lograr con un alcalde y concejales
teñidos del indigno rojo de la corrupción. El Alcalde debe ser como la mujer
del César, no basta que aparente ser honesto; lo importante es que lo sea y que
los funcionarios que nombre lo sean también.
De
qué sirve que digan que es el Alcalde más honesto, si permite malversaciones de
fondos, el peculado, el enriquecimiento ilícito, o comisiones o dádivas por
debajo; o se presta al sucio juego de las dependencias paralelas para coimas o
licencias “amarradas” en beneficio de intereses particulares o políticos. No se gobierna para los amiguitos o
beneficiar a gente de su círculo más íntimo; se gobierna para todo un municipio.
El desencanto ciudadano se basa en las
constantes violaciones a la ética y utilización de una doble moral en la
función municipal.
El
deseo es que el Alcalde asuma con
valentía e inteligencia el reto de depurar y perfeccionar el municipio,
haciendo de su actuación un ejercicio único de fortalecimiento de la ética
social y los principios y valores que la sustentan cada uno de los actos de su
vida ciudadana. Hay que rechazar las
promesas electorales, que no van a poder cumplir, lo que constituye una
forma de corrupción político/electoral, denota una mala fe y doble moral. Allí
está “El don de la oportunidad”.
A
Cocchiola le dejo palabras de P. Cohello: “Sé el mejor, pero prepárate para ser
atacado. Sólo los mediocres están a salvo.”
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