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jueves, 8 de agosto de 2013

NARCISO GUARAMATO PARRA, EL SUBSIDIO A LOS COMBUSTIBLES


El ajuste al precio interno a la gasolina es un tema tabú, un punto de honor para el consumidor venezolano. El mensaje utilizado por los gobierno a lo largo de la segunda mitad del siglo XX y lo que va del XXI, de que el petróleo es propiedad de todos, ha calado hondamente en la mente de la población, sobre todo en los sectores de menores ingresos. Igualmente, ha colaborado en esta creencia, el papel asignado a la política de subsidios de factor distributivo de la renta petrolera

El subsidio a la gasolina, que en año 2012, según el profesor del IESA, Pedro Luis Rodríguez alcanzó un monto de US$ 16 millardos (www.dinero.com.ve) el cual representa alrededor del doble del presupuesto en educación. Actualmente Venezuela mantiene el costo de la gasolina más bajo del mundo. Mientras el precio de exportación supera los US$ 0,64/litro, en el país permanece a US$ 0,02/litro, incluso por debajo del costo promedio de producción, el cual se estima en US$ 0,07/litro.

¿Por qué se tiene que debatir abiertamente, la situación de os subsidios? Básicamente por tres razones: el elevado costo de oportunidad que está alcanzando (representado fundamentalmente por los ingresos que se dejan de percibir al no exportar el combustible); La distorsión que se produce en los precios internos, que estimulan el consumo y genera ineficiencias en la producción industrial y los daños al medio ambiente producidos por el parque automotor.

Países como México, Irán y Nigeria, con situaciones similares a la nuestra, han decidido reducir gradualmente o eliminar este subsidio a la gasolina, para lo cual han realizado ajustes al precio interno de sus combustibles.

En México los precios de la gasolina son precios administrados que no se determinan bajo las interacciones de oferta y de demanda como en una estructura de mercado. El responsable de administrar estos precios es el Ejecutivo Federal. Esta facultad recae en la Secretaria de Hacienda y Crédito Público (SHCP), quien realiza análisis técnicos para determinar los precios de las gasolinas y el diesel.

El objetivo del ajuste consiste “… en instrumentar, de manera gradual, esquemas tarifarios que reflejen costos de oportunidad de todos los energéticos e incentiven el uso eficiente de la energía, protegiendo a la población de escasos recursos mediante programas de subsidios focalizados” (Estrategia Nacional de Energía, 2010 «Art. 5.3.2»). Se ajusta el precio en un centavo de dólar mensual.

La reforma aplicada: i) intenta proteger a estratos más pobres de cualquier pérdida de bienestar por vía de estos subsidios, y aumentar su participación en el ingreso; ii) eliminar la regresividad absoluta en la distribución de estos recursos, a favor de asignaciones progresivas.

“A fines de 2010, Irán implementó una reforma mediante la cual eliminó -o redujo significativamente- la mayor parte de los subsidios al consumo, entre ellos los de la gasolina, la electricidad y alimentos. Para algunos rubros la eliminación del subsidio implicó un aumento en el precio de hasta veinte veces el original, mientras que para la gasolina el precio subió cuatro veces, con miras a seguir aumentando hasta llegar, en un lapso de cinco años, a un mínimo de 90% del precio de exportación. La reforma iraní logró eliminar unos US$ 50-60 millardos anuales en subsidios.” (Pedro Rodríguez 2013)

El éxito de Irán, fue que la reforma no se vendió como un ajuste en el precio, sino como un cambio en la forma de hacer llegar el subsidio a la población. A tal fin, se distribuyó directamente a cuentas individuales de los hogares un 50% de los ingresos ahorrados por la reducción de subsidios. Previo al aumento en los precios, se adelantó una campaña para lograr que la mayor parte de los hogares se inscribiesen en el mecanismo de compensación.

Una vez creadas las cuentas y previo al aumento en los precios,  se procedió a depositar la primera compensación, la cual se mantuvo congelada hasta la fecha en que se redujeron los subsidios. En efecto, antes de que ocurriera el aumento en los precios, los hogares tenían información confiable sobre su estado de cuenta y la magnitud de la compensación, lo cual mitigó cualquier problema de credibilidad. Otro 30% fue distribuido entre 7 mil empresas y el 20% restante se utilizo para ayudar al sector público. El éxito de la medida se encuentra en la abundante y constante información que se le dio a la población y una coherente política comunicacional que vendió la medida como una reforma del sistema de subsidios y no un ajuste del precio del combustible (Carlos Muñoz[1], 2013).

En cambio la reforma aplicada en Nigeria, no tuvo los resultados esperados. El 1ro. de enero de este año 2012, el gobierno de Goodluck Jonathan aumentó los precios de la gasolina, prometiendo usar lo ahorrado para mejorar los sectores de salud, educación e infraestructura eléctrica. El precio aumentó de US$ 0,40/litro a US$ 0,86/litro. Inmediatamente los principales sindicatos de trabajadores llamaron a un paro nacional que logró paralizar la economía nigeriana, a la vez que se generaron numerosos disturbios en las principales ciudades. (Rodríguez, 2013) En Nigeria no lograron el cometido, pues el programa de reforma se anunció sin anticipación. Simplemente se habló de estimular la economía y aliviar la pobreza. “Sonaba a una promesa política, lo cual desató protestas y perdieron la oportunidad” (Muñoz, 2013)

Como se desprende de lo señalado, diferentes países petroleros han iniciado reformas sustanciales a su política de subsidios a los combustibles, para hacerla más eficiente El profesor del IESA Pedro Luis Rodríguez[2] , de quien se han tomado las ideas principales de este artículo, señala: “Una política de actualización de precios de la energía debe acompañarse con una política de compensación, al menos para los hogares más pobres. Es de resaltar que el subsidio a la gasolina no es más que un mecanismo de asignación de renta petrolera, por lo que la propuesta sería reemplazar un mecanismo ineficiente y poco equitativo por otro más transparente y progresivo. 

Todo mecanismo de asignación directa de la renta debe responder las siguientes tres preguntas: 1- ¿A quién? 2- ¿Cuánto? y 3- ¿Cómo? Para responder estas interrogantes es necesario tomar en cuenta el objetivo planteado, la viabilidad  política, la viabilidad económica, la viabilidad técnico-administrativa y por último, aunque no por ello menos importante, posibles consecuencias inesperadas.”




[1] Director General de Investigación en Política y Economía Ambiental, Instituto Nacional de Ecología. México
[2]Para obtener una mayor información sobre el tema se pueden consultar los siguientes escritos del autor referido: “Subsidios a la gasolina: lecciones de Irán y Nigeria” (http://www.petroleoyv.com/) y “El Petróleo como instrumento de progreso. Una nueva relación Ciudadano-Estado-Petróleo”. Ediciones IESA. 2012



Narciso Guaramato Parra
@guaramatoparra

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